Salvador miró a los demás contertulios con cara de extrañeza y apuntilló;
- Pero Que Ross, ni que Cross!!!!, CAGONDIOS!! Exclamó. Ups!! Perdóneme usted señoría!! Dijo dirigiéndose al Arzobispo.
- Ahora mismo salimos de dudas.... EYS!!! OYE CHAVALÍN!! SI TÚ, TÚ!!! VEN AQUÍ!! Dijo a uno de los camareros. Oye chaval!! ¿Como era que se llamaban los que pagaban toda esta merienda??
El Camarero contestó educadamente; "Caballero, son la familia Rocks".
- Qué! Lo que les decía!! Los ROKS, los famosísimos Roks. !Vamos!, !Como los Fraguel pero de toda la puta vida de Madrid!
Salvador estaba ya seguro de que al grupo lo tenía en el bolsillo y sonreía de oreja a oreja, así que decidió tirar un poco la caña.
- Y ya que nos llevamos ya todos tan bien, ¿A ustedes quien les ha hecho llegar la invitación? Preguntó. ¿Y saben ya ustedes que objeto les gustaría conseguir?.... Y no me sean gallegos, eh!, Que la pregunta la he hecho yo primero... jejeje
Judith sonrió con el comentario del bigotudo, y se lo imaginaba queriendo un peine que le hiciera crecer el pelo, pero no sabía si lo de "buscar" objetos especiales, lo sabían todos, así que prefirió ser discreta.
- en mi caso, quizás algunas joyas, así como no me molestaría pujar por alguna arma que resulte hermosa, no se bien que nos vamos a encontrar, pero si me permiten disfrutar de un día agradable, estaré conforme. ¿y usted? No buscará un pein para peinar bigotes no ¿? - dijo sin lograr esconder del todo un pensamiento tan simpático. Miraba a los demás y se preguntaba si alguno de los presentes, estarían interesados en las armas de filo, tan elegantes como estilizadas. Creyendo también que algunos de los presentes pelearían por hermosas joyas. Pero ninguna de las dos le importaban, si lograba su objeto único.
El como consiguió la invitación es algo de lo mas simple. Aunque si te paras a pesarlo parece algo que en Madrid no suela pasar muy a menudo. El caso es que estaba durmiendo entre sus cartones. Cuando gritos y ruidos de forcejeo le "despertaron" de su mal sueño, el suelo estaba tan frió como el aire, así que realmente no estaba dormido, pero eso no lo sabían los dos hombres que estaban peleándose entre ellos a pocos pasos de su zona de dormir. Serian las siete de la mañana, Saturn estaba tirado en el suelo y observaba una buena pelea, algo que le hizo sonreír recordando su viejo Cork. Pero la cosa se torció cuando uno de ellos, el mas oscuro, saco una navaja e intento rajar al otro. El caso es que el segundo intento quitársela y ya se sabe como acaban estas cosas.
El primero, quien saco la navaja, acabo con ella clavada y el segundo corriendo en dirección contraria, mas asustado que satisfecho. Zak, siendo testigo de la acción, pero sin saber muy bien quien era el malo en esa situación, se acerco para ver si aquel hombre aun estaba vivo y podía ayudar, una manera de que mas tarde le recompensara, pensó, pero ese hombre murió con una sola apuñalada y ya no había nada que hacer.
Por contra, llevaba en la mano, fuertemente sujeta, una carta y lo que parecía un catalogo. Como era de mañana no había mucha visibilidad en esa zona y decidió echar un vistazo por pura curiosidad, al parecer era una invitación para una subasta de una familia muy rica, su nombre le era ligeramente familiar y eso llamo su atención, pero lo que realmente le intereso era el otro libro, que no era mas que un catalogo de objetos raros y poco comunes, entre ellos una mano de simio; muy parecida al cuento del genio que le contaba su ebria madre de niño. Siguió buscando y encontró una cartera, un móvil y un tarjetero. La cartera tenia 500 € en billetes y el tarjetero tenia la propia clave de las tarjetas en ella, no sabia si ese hombre era tonto o muy confiado, pero empezaba a ver una oportunidad en todo eso.
Así que, le dio las gracias a ese hombre, que una vez lo vio detenidamente, debía de ser de esas personas que visten con trajes caros y van a restaurantes caros. Y se marcho de allí con una idea muy clara, ir a la subasta y pujar por esa mano si es que existía realmente. Si era verdad, tendría una oportunidad de arreglar su vida. Si fuera mentira, al menos habrá disfrutado de esa vida por un par de días, siempre y cuando le dejaran pasar. Así que se arreglo la barba, se compro un caro traje y saco suficiente dinero de diversas tarjetas para llenar un maletín (25.000 €+-), abrir una cuenta nueva (2000 €) y alquilar un taxi para ir a la mansión.
-Hoy es tu día de suerte Zak, todo puede cambiar.
Hay te dejo como conseguí la invitación, cuanto llevo, que busco y como llego. Si me falta algo mas házmelo saber.
Un taxi, el típico taxi del centro de ciudad llego a ese jardín atestado de otros coches y gente, al parecer llegaba tarde, pero que rico no se tercia de llegar tarde. Así se hacía desde que el recordaba y no le importaba llegar el ultimo, solo quedaba saber si los anfitriones se encontraban entre los presentes o como con él hiciera se harían de rogar. Sea como fuera, Saimon ya estaba saliendo del asiento trasero, sonriente con su maleton en la mano derecha y colocando su corbata con la derecha.
-Gracias, amigo. Toma por las molestias.-Bromeo con el taxista a quien le dio lo suficiente para una carrera y un menú del día.
Sonriente, caminaba internándose en el jardín, donde estaban el resto de los que suponía venían a lo "mismo" que él, y un par de camareros que ofrecían diferentes aperitivos.
-Vaya, champagne y canapés, estos... Rocks, si que saben lo que se hace.-Dio un largo bocado a ese diminuto aperitivo y un sorbo a la copa, antes de saludar a la camarera alzando las cejas y alejarse de ella, hacia el bullicio de la gente.
-Buenos días, señores, señoras. Saimon Satrustegi, para servirles.-No esperaba que nadie reconociera su nombre.-Alguno de los presentes son los Rocks, me gustaría presentarme como es debido a los anfitriones.-Cerro los ojos e inclino levemente la cabeza con una sonrisa alegre.
-Vamos Zak, tu puedes, ganate a esta gente y todo ira rodado. ¿Quienes serán? ¿La vieja?, ¿El niño desaliñado? Aquí no parece que haya mucho... bah mejor, sera mas fácil.
No se si se permiten pensamientos. Si no, este sera el ultimo que haga.
Finalmente habían dado las tres de la tarde. Los camareros llevaban un buen rato sin pasar más bebida, y la comida ya se estaba terminando. Los invitados fueron dejando sus copas vacías y tirando sus servilletas de papel al mismo tiempo que otros empleados se encargaban de recogerlo todo.
De pronto, la puerta de la mansión se abrió y un hombre, o más bien un anciano, hizo su aparición. A juzgar por su aspecto no debía de tratarse de ningún miembro de la familia Rock, sino más bien de otro de sus empleados.
El mayordomo estaba con una sonrisa de oreja a oreja y junto a él había dejado varias cajas de madera de colores oscuros.
Los señores Rocks me han pedido que les de la bienvenida a todos ustedes y que les agradezca su visita. Es un placer para ellos que estén aquí y como aún andan liados con asuntos de la subasta me han pedido que les vaya indicando dónde tienen que dirigirse.
Por favor, acerquénse, dejen sus objetos personales en esas cajas. Dijo señalándolas. Como podéis ver hay una para cada uno, debéis dejar tanto teléfonos móviles, como cámaras de fotos y cualquier tipo de dispositivo electrónico. Cualquier uso indebido de cualquier objeto no permitido implicará la expulsión inmediata de la subasta. Dejó una pausa para que aquella información calase en los invitados.
Después procederéis a cruzar el detector de metales que hay en la entrada, así que os recomiendo que dejéis relojes y cualquier objeto que pueda alterar al detector, por ejemplo vuestros cinturones. Cuanto antes acabemos con este mero trámite, antes podremos empezar con la subasta. Dijo haciendo un hueco para dejarles paso a los presentes invitándoles así a entrar en el interior de la mansión de los Rocks.
Junto al mayordomo había quince cajas negras de madera, cada una tenía una llave y un número asignado.
Eso sí, no olvidéis vuestro dinero. No sé si os avisaron, pero sólo se permite pagos en metálico, así que por favor, dejad vuestras carteras también en las cajas y sacad los fajos de billetes. Os entregaré una llave a cada uno de vosotros según vayais guardando vuestros objetos personales en la caja. Después debéis firmar aquí, indicando vuestro nombre, apellidos, profesión, así como la edad, el teléfono de contacto, dirección de email y sobre todo el objeto deseado por el que estáis dispuestos a pujar más. Dijo sacando una carpetilla con un papel con varios cuadros. Parecía más una azafata que un mayordomo, pues no hacía más que indicar los pasos a seguir y el camino a tomar, le faltaba indicar la salida de emergencia. Recordad que podréis pujar por cualquier objeto que deseeis, independientemente de que sea el que habéis escrito. Esto es un mero trámite para que quizá en el futuro, los Rocks puedan encargarse de buscar esos objetos que deseais y subastarlos el año que viene.
Finalmente cruzad la puerta, donde está el detector de metales y en el hall esperad al resto, yo os acompañaré a todos hacia la sala donde se realizará la subasta. ¿Entendido?
Tenéis hasta el 24 para entrar en el hall. El que no postee se quedará fuera y no será invitado a la subasta.
Es una partida dinámica y que se busca interactuación entre los personajes. Yo simplemente narro los acontecimientos que van sucediendo, si vosotros no ponéis de vuestra parte, no lograremos llevarla a su fin.
Por eso hasta aquí va la primera criba, quien no haya posteado antes del 24 directamente le sacaré.
Y como ya sabéis que me gusta que leais bien los post, al final de vuestro mensaje, en notas de juego deberéis indicar "Entro", así sabré que habéis pasado a la mansión y sabré también si el detector de metales suena o no con lo que llevais entre vuestros objetos.
Así que indicad también (en notas de juego) qué objetos dejais en la caja y cuáles os quedais.
En vuestro post, no vale solo con rolear que firmais la hoja, quiero que lo posteeis tal cuál, para que quede constancia. Eso sí, podéis mentir en los datos. Es más bien una especie de información para una futura subasta.
Judith sonrió, ya era hora de que les dijeran algo directamente. Se acercó al mayordomo y le informó de la mochila que había llevado como obsequio a los Rocks, para acto seguido entregar su móvil a su chofer y cargar con las dos mochilas, tras cambiarse y ponerse algo más acorde al pantalón deportivo que llevaba. Aprovechando la privacidad de unos cristales azabache, salió en esta ocasión con un vestido verde que llegaba justo por debajo de sus rodillas, zapatos de tacón fino, pero no muy altos, y un pequeño bolso de cuero en el que introdujo los fajos de billetes, mal diciendo que no hubieran comentado que solo se aceptaría dinero en metálico, y agradeciendo haber llevado un poco de dinero suelto.
Se acercó de nuevo y con una leve reverencia entregó su obsequio de buena fe al mayordomo. No tenía nada que depositar en la cesta, no llevaba casi nada de más. Al acercarse al detector de metales frenó, casi se acerca a él con un pequeño detalle en el bolso. Abrió la bolsa levemente que había llevado como cortesía, y añadió una navaja de autodfensa, diciendo al mayordomo esperar no necesitarla.
Acto seguido pasó rellenando la encuesta...
1. Judih Gomez Fuertes
2. Probadora de hoteles
3. 23 años
4. Sin número de contacto
5. Comprobandohoteles@comoesesehotel.con
6. El santo grial...
Se le escapó una risita al poner el sexto punto, mirando de reojo al cura. Ya solo quedaba entrar.
"Entro"
(Llevo Bolsito de cuero con el dinero)
(Dejo nada)
-Bueno,creo que por fin ya es la hora-dije al oir al mayordomo y ver a Judith,cambiada de ropa, pasar por el arco de seguridad-Un placer haber "charlado" con ustedes-me despedi y camine hasta donde se encontraba el mayordomo con las cajas.Deje mi reloj,no llevaba ni movil ni cinturon.Y me dispuse a rellenar la encuesta.
1. Jesus Cortes Heredia
2. Empresario
3. 38 años
4. 555 230411
6. Antiguedades
"Entro" (llevo dinero en la chaqueta)(dejo mi reloj)
Emilia no tenía ninguna gana de responder a Don Cabezón qué objeto u objetos quería ella. ¡A ver si alguien se la iba a adelantar! Por suerte, justo cuando iba a abrir la boca, salió el mayordomo de la familia Rocks. Ois, qué elegancia, qué finura, qué porte. Y este es solo el criado. Ay, si tuviera yo un criado, esa bruja de Gracita se iba a dejar de reír, sí.
Claro que la visión del elegante sirviente se vio empañada por sus órdenes. ¿Que deje el móvil? Oy, oy, ¿pero qué más les dará? ¿Y si me llaman de una urgencia?- Ni que fuera yo la Pantoja entrando a la cárcel, vamos –se quejó, pero sin levantar mucho la voz, no fuera a enfadar a los Rocks. No parecía que tuviera mucho que discutir al respecto, así que se limitó a poner cara de asco al hombre mientras se acercaba a una de las cajas. Asco que se amplificó cuando escuchó que tendría que sacar el dinero de la cartera. Volvió a quejarse, de nuevo sin que se le oyera demasiado-. Esto no son formas, ¿eh? No se puede ir por ahí con un fajo de billetes desprotegidos, hombre de Dios. Que a saber cuántas manos largas hay por aquí.
Giró la cabeza y pasó la mirada, llena de suspicacia, por todos los presentes. Acto seguido, volvió a alejarse para tener un poco más de intimidad. Abrió su cartera y la abrió, medio agazapada, intentando esconderla para que nadie le viera nada. Tras sacar los billetes y el DNI, los guardó bien apretados en el sujetador, dividiendo la suma entre la copa derecha y la izquierda. El DNI fue a parar al centro del escote. Si alguien intentaba quitárselos, se daría cuenta.
Sacó también unos paquetitos y unas telas bien agarrados en los puños, que metió discretamente en los bolsillos a los lados de la falda. Cuando tuvo en su poder aquello imprescindible, metió el resto: el reloj, el móvil y, por si acaso, las joyas. Casi le parecía un crimen no poder entrar con ellas y lucirlas como es debido, pero ¡a ver si iban a pitar y la echaban de allí!
Cuando terminó, se pasó la mano por el pelo para recolocárselo. A estas alturas de la mañana, Emilia tenía ya más de diez mechones medio sueltos del moño.
Se acercó a la mesa de nuevo, dejó el bolso en una de las cajas y rellenó la encuesta. Miraba de reojo a todo aquel que estuviera cerca de ella y puso una mano sobre el papel, tapando las respuestas. Dudó al poner su edad. Pensaba escribir 55, pero no se arriesgó. Quién sabe si les iban a pedir luego el DNI y la liaba.
1. Doña Emilia Gallardo de la Hoz
2. Jubilada
3. 71 años
4. 678 901 234
5. No tengo
6. Pendientes
Una vez hubo terminado, entró en el hall.
"Entro".
Llevo los billetes, unas medias de repuesto y compresas para la incontinencia.
Dejo el bolso con las llaves, las joyas, el reloj, el móvil, el maquillaje y el paquete de galletas envueltas en aluminio.
Salvador estaba orgulloso de su triquiñuela, con suerte sacaría información de los incautos que esperaban en el jardín, sin embargo la única que tragó el anzuelo fué la niñata morena irrespetuosa. Al oir lo que esperaba encontrar pensó, Caaarajo para la rapaza, ¿viene buscando armas?, ¿A ver si esta va a ser una "aberchale" de esas camuflada?
Cuando la joven respondió lo del peine del bigote, Salvador arqueó una ceja... y en lugar de estarse callado, lo cual hubiera sido lo más sensato, como era habitual en él "soltó la lengua a pastar".
- Mire bonita, el peine no me hace falta que mi bigote ya está muy bien peinadito, pero tal vez lo de las armas lo diga usted porque busca una navajita para afeitarse los pelitos de la "cona", debe tenerlos muy largos que algunos le escapan por la lengua.
Orgulloso por haber puesto a aquella cría repelente en su sitio, Salvador centró su atención en el resto de invitados. Vió entonces como se acercaba el último invitado, un hombre extrafalario con pinta de pordiosero. Anda coño!, y ahora viene Papa Noel! Como se nota que se acercan las navidades! Pensó. Cuando escuchó su nombre reculó un par de pasos. Satrústegi, eso suena a vasco! Me "cagon todo" un judio vasco!! ¿¿A ver si va a ser el abuelo de la repelente??!!
En ese momento el mayordomo de los Rocks hizo su aparición, llamando la atención de Salvador y del resto de los presentes. Salvador escuchó las indicaciones del hombre y empezó a recordar mentalmente cuantas cosas había traído.
- Coño, que son remilgados estos "Broks"!!! A este paso vamos a tener que entrar en bolas. Comentó al grupo.
Salvador se dirigió hacia la entrada, una vez allí sacó su bolígrafo Parker y miró el papel. Mierda!, pensó, ¿Como coño se llamaba el fiambre?. Salvador era incapaz de recordarlo, así que decidió escribir un nombre que nadie pudiera poner en duda.
- Nombre: Salvador Cabezón de Borbón y el Caudillo.
- Profesión: Jefe!
- Edad: 54 años
- Telefono Contacto: 91 243 30 42
- Email: amomorenito92@yahoo.es
- Objeto: El traje de luces de Manolete
Tras cubrir el papel cogió una de las cajas y comenzó a quitarse cosas, el paraguas, su reloj, el boligrafo Parker, el encendedor de plata con el escudo del Real Madrid, las llaves del coche, su cartera con la chequera, el cinturón, una cadena de oro y el "zapatófono" que tenía como teléfono móvil. Dejó la caja de puros en su bolsillo interior de la chaqueta blanca, pero se dió cuenta de que entonces no tenía donde meter el fajo de billetes, así que también se tuvo que deshacer de la caja de cigarros.
!Qué cojones, al menos me fumaré uno al entrar! Agarró un cigarro, lo llevó a la boca y lo encendió, soltando una inmensa y apestosa humareda. Cogió el fajo de billetes de 500, lo guardó en el bolsillo de la chaqueta y se dirigió todo digno hacia el detector de metales sujetando con una mano el inmenso cigarro puro y con la otra el costado de los pantalones que claramente se le resbalaban de la cintura.
- Entro!
- Llevo conmigo: El dinero y un puro encendido.
- Dejo en la caja: El paraguas, el reloj, el boligrafo Parker, el encendedor de plata con el escudo del Real Madrid, las llaves del coche, la cartera con la chequera, el cinturón, una cadena de oro, el teléfono móvil y la caja de puros.
Se estaba terminando la segunda copa cuando apareció aquel hombre dándoles paso y soltando un discurso sobre dejar objetos y dar datos. María sintió alivio y nervios a la vez. Había empezado a beber para aligerar la tensión de estar rodeada por tantos desconocidos y no saber cómo comportarse, pero ahora que esa parte terminaba se abría otra que podía ser peor. O dos. La subasta, que quedaba un poco más lejana, y la inmediata, una especie de cacheo.
-¿Por qué tienen un detector de metales? -preguntó, hablándole a nadie. -¿Eso no es lo que ponen en los aeropuertos?
"Seguro que doy la nota, seguro que seré yo. Esto empezará a pitar y me mirarán como si hubiera robado en una tienda. Lo veo". Intentó no ser tan melodramática mientras se quitaba los pendientes y se acercaba a una caja. Los dejó allí con prisas. Lo mismo hizo con la pulsera de perlitas que llevaba en la mano izquierda. Acto seguido abrió su bolso y lo revolvió hasta dar con el teléfono móvil, que también dejó en la caja. Y el osito. Con una mueca de disgusto y agarrándolo con fuerza por una oreja, pero lo dejó, porque tenía los ojos de un material que le parecía metálico. Ver al pobre peluche azul en la caja le encogió el corazón
-Shhh- susurró.
Se aseguró de que llevaba en el bolso la cartera con los billetes y tocó el paquete de kleenex, las dos fotos y las pastillas. "Ya está, ya está. Esto no es metal, no puede sonar". Sus dedos rozaron el amuleto de lana con forma de hormiga y la figurita del tapón de vino de la pasada Navidad. "El corcho no suena. No pasa nada".
Con una sonrisa torcida, María se dispuso a rellenar la hoja, sin dejar de mirar de reojo la caja con el peluche.
1. María Carel Rodríguez
2. Empresaria
3. 37
4. 654 32 45 67
6. Joyas
Firmado el papel, María volvió a mirar al peluche y se encaminó hacia la puerta.
"Entro"
Llevo el bolso con los billetes, kleenex, pastillas, una figurita de lana y otra de corcho.
Dejo los pendientes, una pulsera, el móvil y un osito de peluche.
Se había formado un buen revuelo en aquel variopinto y escandaloso grupo alrededor del obispo. Daniel prefería la tranquila conversación que estaba teniendo lugar con aquellas dos personas, aparentemente más cercanas a su carácter. Además, en temas de religión o con religiosos de por medio, prefería pasar desapercibido y morderse la lengua, antes que soltar muchas de las opiniones que tenía y montar aun mayor escándalo, como podía pasar en ese grupo. Mientras tanto pasaban algunos camareros y cogió varios canapés mientras refrescaba su garganta con una copa de champán.
Aunque estés picando algo de comida, no te pases con el alcohol. A ver si luego te va a atontar y no vas a estar atento a la subasta.
Mientras disfrutaban de la comida y la bebida, aparecieron dos nuevos invitados a la subasta. Un tipo con un aspecto bastante corriente que saludó discretamente, haciendo alguna mención sobre el estado del tráfico para tratar de romper el hielo. Y un tal Saimon, de melena y barba canas, que buscaba a algún anfitrión entre los presentes.
Al cumplirse las tres de la tarde, un tipo vestido de mayordomo nos dio la bienvenida, y una serie de instrucciones previas para acceder a la zona donde iba a empezar la subasta.
Vaya, las medidas de seguridad son bastante fuertes. Aunque claro, si la fama de esta subasta hace justicia a la verdad, no me sorprende en absoluto.- Pensó Daniel tras escuchar las diferentes cribas e instrucciones de aquel mayordomo.
Se acercó a una de las cajas y empezó a deshacerse con calma de los objetos que pensaba que podrían pitar al pasar por el arco detector. Adiós a las fotos, debería haber hecho alguna mientras hemos estado en el patio esperando. Se lamentó Daniel mientras depositaba su móvil en aquella caja. Palmeó instintivamente el bolsillo interior de la chaqueta para comprobar que iban el recorte del periódico de esta mañana y la fotografía junto al bolígrafo que cogió de la cocina de casa.
Con sensación de desnudez tras dejar aquellos objetos atrás, se acercó a la lista donde todos los participantes debían rellenar unos datos personales, y observó con suspicacia la última sección de aquellos que habían pasado antes que él. Vaya, parece que todo el mundo está muy reservado con el tema del objeto deseado: O bien con alguna broma, o con alguna generalidad. Aquí nadie se fía de nadie.
Tras el rápido vistazo a la lista, procedió a rellenar su fila con los datos que había explicado aquel hombre:
1. Nombre completo: Daniel Reverter Fuentes
2. Profesion: Fotógrafo
3. Edad: 29 años
4. Teléfono: 666-123 321
5. Mail: danireverterf@gmail.com
6. La boina de Marianico el corto
Sonrió escribiendo la última sección de los datos, inspirado por la respuesta del tal Salvador Cabezón. En último lugar, sacó con algo de vergüenza los billetes y el DNI de la cartera para dejarla en la caja con el resto de objetos. También se despojó del reloj de pulsera y el cinturón. Se agradeció a sí mismo mentalmente haber escogido unos pantalones que no le quedaran demasiado holgados para no tener que andar agarrándoselos a cada momento. Después, se puso en marcha para atravesar el detector y esperar en el hall con el resto de invitados.
Entro.
Llevo encima: El fajo de billetes, el DNI, recorte del periódico de sección de pasatiempos, bolígrafo cutre de publicidad de empresa de mensajería, fotografía de Patricia.
Dejo en la caja: Llaves de casa, llaves del coche, cartera, teléfono móvil, reloj de pulsera, cinturón.
El arzobispo estaba empezando a impacientarse, y las largas esperas no eran nada agradables para Angelo. Las conversaciones se volvieron absurdas y trató de pensar en lo que le quedaba por delante cuando llegase a Milán. <<I signori della casa cominciano a prendere troppo... inizieranno a chiedere meno favori da ora...>> pensó. Scola parecía casi nervioso ante la espera.
Pronto apareció uno de sus mayordomos, Carlos, al que ya conocía. Se acercó para soltar sus cosas y rellenar la ficha que les presentaban.
- Buongiorno, Carlos! ¿Qué tal estás?- dijo estrechando la mano con el mayordomo - Mucho tiempo sin vernos, ¿eh?
Entonces comenzó a soltar sus diferentes accesorios que le identificaban como arzobispo, y echó un ojo a su teléfono antes de soltarlo definitivamente. Después recogió una de esas láminas de papel y la rellenó antes de guardar su bolígrafo de nuevo en su bolsillo, entregando a Carlos su caja, la número 13.
1. Angelo Scola Colombo
2. Arzobispo de Milán
3. 74 años
4. 02 8556457
5. info@chiesadimilano.it
6. Algún libro de hace algunos años.
Luego se acercó al detector de metales y lo observó un segundo antes de cruzar, esperando que no sonase para no armar revuelo.
Entro.
(Llevo gafas de vista, dinero, lápiz, bolígrafo, libreta)
(Dejo accesorios de sacerdote, teléfono móvil)
- Ecco, ya estamos dentro. ¿Nerviosos, señores?
El sacerdote se sentía como pez en el agua en aquella mansión, además de desenvolverse realmente bien ante situaciones como aquella. Sería fácil para él lidiar con todo lo que venía a partir de ahora.
Parece que doble S llego a tiempo para no tener que esperar como parecía que alguno de los presentes llevaba tiempo esperando por sus caras largas, sonriente se acerco al mayordomo y su cara se alargo en una amarga expresión cuando escucho todas esas exigencias.
-Vaya amigo, no esperaba tener que mancharme de dinero las manos.-Bromeo y apunto estuvo de darle un ligero codazo al mayordomo, pero su semblante de cemento le hizo recular y pensar que hacer. Abrió el maletín que llevaba con el y mientras sacaba fajos de billetes, dejaba dentro de ello sus escasos objetos personales:
Dejo su reloj de bolsillo, no sin antes mirarlo.-Jo tío, que desperdicio y yo que quería fardar de reloj, esta gente ni es rica ni nada.-Y en su lugar recogió un fajo de billetes. El mechero con forma de puma y en su lugar recogió otro fajo de billetes. Paquete tabaco por otro fajo de billetes, cartera; previo vació de dinero, por fajo de billetes, la chaqueta y los pantalones empezaban a molestar por culpa del dinero y aun así debía seguir con ese baile. Otro fajo de billetes y esta vez le toco a la navaja.-Mierda, se me olvido por completo que tenia esto aquí. ¿Y si la escondo entre el dinero?-Giro su cabeza para observar el detector de metales, dubitativo.-Olvídate Satur, eso parece caro, y lo caro es bueno, seguro que la cagas y terminas antes que nadie.-En fin.-Suspiro antes de dejar la navaja en el maletín y sacar mas dinero.-Menos mal que lo saque en billetes grandes.-Terminada la criba se levanto y cerro su maletín dispuesto a dejarlo en esa caja personal, pero antes volvió a abrirlo y saco el paquete de cigarrillos, asintiendo e intentando acomodador el paquete donde pudiera.
Ahora si, con todo lo personal dentro de su maletín, que acabo dentro de la caja, guardo la llave de la misma y se acerco al detector de metales pero, se detuvo un momento para escribir sus datos, como hiciera el resto:
*nombre: Saimon, Zak para los amigos, Satur para la familia. Doble S si se prefiere.
"Vaya, mejor me limito a escribir lo mínimo, casi me salgo de la hoja"
*apellidos: Satrustegi, Windfog
*profesión: La doble V: Visionario y Viajero a tiempo completo.
*edad: 48 (Quien lo diría verdad)
*teléfono: No tengo, pero tengo intencion de hacerme con uno, palabra de Satur
*e-mail: barbaybigote@hotmail.com
"Esperemos que aun exista"
*objeto: La esperanza de un mañana mejor y creo que es peluda.
Por ultimo estampo una bonita firma sin temblarle el pulso y se dispuso a pasar por el detector pero antes, se levanto en chaleco, dejando que alguna que otra punta de billetes vieran el exterior y mostrar así sus tirantes.
-No puedo quitármelos amigo, si lo hiciera ambos quedaríamos abochornados.-Guiño un ojo cómplice.-Pero que yo sepa no son de metal, no debería haber problemas.-Rezo por ello mientras pasaba por la maquina.
Entro.
(Llevo: paquete tabaco, dinero de maletín y cartera, llave de la caja fuerte)
(Dejo: Cartera, navaja, maletín medico, reloj de bolsillo, mechero de forma de puma.)
Guido escuchó al mayordomo dar las instrucciones para poder entrar en la subasta.
Vaya suerte, sin un misero billete encima. Esto se pone complicado.
Se acerco a la caja y dejo el encendedor, las gafas, el reloj la cartera y por último la chaqueta, hacia calor a esa hora del día a pesar de ser invierno. Pensó si dejar la tarjeta pero no lo hizo, lo que si dejo en la caja y casi se le olvida hacerlo son unas monedas que llevaba en el bolsillo del pantalón.
-Ahora vamos para adentro a ver que nos espera. Perdón, casi se me olvida rellenar la ficha. Dijo dirigiéndose al mayordomo.
1-. Guido Ferreti Salvatore
2-. Empresario
3-. 35 años
4-. 666 72 41 23
6-. El Espíritu de la Navidad
Tras firmar se dirigió hacia el arco de seguridad para pasar al hall.
Entro
Dejo: Encendedor, gafas, reloj, cartera, chaqueta y monedas.
LLevo: Tarjeta, tabaco.