Axxis McKellen
Infancia: Si no fuera porque tu padre (Jack McKellen) era camello y tu madre (Jeena Jamisson) prostituta yonqui, tu infancia hubiese sido normal, palizas, insultos y si tu madre no hubiese recibido por ti también hubieses sufrido abusos. Por suerte tu padre termino en la cárcel y no os molestó más, tu madre sin embargo no fue a mejor, las depresiones y las alucinaciones que sufría por las elevadas dosis de neococa hicieron que terminase encerrada en un hospital psiquiátrico.
Tú te pasaste la infancia de centro de acogida en centro de acogida y de ahí a los reformatorios, con los consecuentes problemas que ello te causaba. A pesar de haber cometido pequeños delitos, no dejaste de luchar por sobrevivir y tu oportunidad te llegó pronto.
Adolescencia: Al cumplir los 16 recibiste una herencia, tu padre había palmado en la cárcel y no sabes como te llegó un cheque con una cuantiosa suma, podías haberlo malgastado en vicios, pero no, tu te partiste los cuernos a estudiar como siempre te había dicho tu madre, querías encontrar la forma de curarla y de eliminar esa mierda que tu padre le había proporcionado durante tantos años. Te dedicaste a las ciencias, sobre todo a la química, pero también fuiste una excelente estudiante en otros campos. Con notas excelentes terminaste los estudios, pero no todo fue estudios, también tenias diversión, en tu época estudiantil eras vocalista de un grupo heavy underground de aficionados (Axidia), nunca habíais conseguido sacar un disco, pero te lo pasabas en grande tocando en garitos de mala muerte. Te sentías a gusto, bebida, sexo, buena música, algo de deporte en la universidad, algunas clases de artes marciales en el gimnasio, sin mucha pasta, un piso cutre alquilado en una colmena de apartamentos, una moto que arreglaste comprada por unos pocos créditos en un desguace, pero orgullosa de ti misma.
Mayoría de edad: Al llegar a los 18 tu vida ha mejorado algo más, gracias a tus estudios, has conseguido un curro como becaria en un laboratorio puntero de investigación farmacológica, ADN y sistemas de implantes cibernéticos para discapacitados. Ganas para vivir más o menos bien y pagar el alquiler, eso si, nunca has dejado de cantar con tu grupo en los garitos de mala muerte y vivir la vida que te gusta. A día de hoy, no sabes la razón, pero nunca has tenido el valor suficiente para ir a ver a tu madre al hospital.
Desmond Miles
Infancia: Tuviste suerte al nacer, tus padres venían con un fajo de billetes bajo el brazo. Hijo único de una de las grandes familias de la ciudad, los Farbset, (Devon y Mónica Farbset) señores de negocios, expandidos por toda la ciudad, fuera de ella y metidos de lleno en las colonias mineras interplanetarias. Casi todo su dinero deriva de la extracción de minerales para la construcción. Tu padre tenía claro tu futuro, ibas a ser un hombre de negocios y heredarías la empresa (Industrias Mineras Farbset) cuando él ya no estuviese. Te metieron en internados, cosa que a ti no te gustaba, te sentías bastante enjaulado, todo el día con estudios, trajeado como un pingüino, escoltas que vigilaban tus pasos, fiestas entupidas de negocios llenas de gente mayor en las que tu padre alardeaba de cómo llevarías la empresa, con pocos amigos y sin posibilidad de divertirte.
Adolescencia: A los 15 estabas mas que arto de hacer lo que mandaba tu padre, de estudiar y de los jodidos escoltas y las fiestas de negocios, como todo adolescente se te ocurrió la magnifica idea de escaparte de casa, así que fuiste al garaje y pillaste un aerodeslizador biplaza de tu padre, mientras se abría la puerta del garaje toqueteaste los botones, no habías conducido nunca pero si habías leído sobre ello y visto películas, así que cuando subió por completo la puerta pisaste a fondo… y hasta el fondo metiste la pata. Al llegar a la salida de la mansión tu deslizador se empotró contra la limusina de tus padres, tu saliste ileso, tu madre solo unos rasguños pero tu padre quedó en silla de ruedas para toda la vida.
Ese no fue el peor día de tu vida, sino los siguientes al regreso de tu padre del hospital unos meses después, las palizas que te dio con el atizador de la chimenea, las broncas, los castigos, tu madre culpándote del estado de tu padre. ¿Cómo era posible? Hace unos días eras su hijo y ahora les escuchabas decir que ya no eras de la familia. No aguantaste más de un mes esa situación, pillaste lo poco que tenías a mano, ropa, algo de pasta y una pistola que tenía tu viejo en el cajón del escritorio. Esperaste a que se tomase el vino que solía tomar en la terraza antes de irse a dormir, siempre se quedaba ahí, en su silla admirando todo lo que había conseguido. Le tenías demasiado miedo para enfrentarte a él de cara, así que le apuntaste desde la puerta de la terraza, con las manos temblorosas y sudando… ¿Y si fallabas?
-Dispara Mike- dijo tu padre sin mirarte.
Apretaste el gatillo y echaste a correr, para cuando fuiste consciente de lo que habías hecho ya estabas muy lejos de casa, asustado, perdido en esta gigantesca ciudad… pero no podías negarte que a pesar de lo que hubieras hecho, te sentías libre.
Mayoría de edad: Varios años han pasado ya desde tu huida, te fundiste casi todo el dinero en un cambio de identidad, los piratas informáticos hicieron maravillas asignándote y sustituyendo los datos, las huellas dactilares y el escáner de retina de un soldado fallecido de la última guerra nuclear que devastó el planeta hace cientos de años, nadie se acuerda de él y eso a ti te viene genial, siempre que no te hagan algún análisis de ADN. Pensabas que tu familia emitiría algún boletín de búsqueda, y los primeros meses los pasaste escondido en las peores zonas de la ciudad, en cuchitriles hasta donde una rata se pensaría si pasar la noche. No te quedó más remedio que aprender a defenderte para que no te desplumasen o liquidasen las bandas callejeras. Siempre escondiéndote de la pasma hasta que viste en las noticias a tu padre, en su silla dando una rueda de prensa sobre negocios, eso quería decir que no lo habías matado y por lo visto, informándote un poco más averiguaste que no se dio parte alguno del suceso, tal vez se habían olvidado de ti o trataban de borrarte de sus vidas.
Tras casi un año de vagabundear decidiste que ya era tiempo suficiente y tenias que empezar tu nueva vida con tu nueva identidad, Desmond Miles. Con la pasta que te quedaba alquilaste un local grande donde crear tu propio negocio, una tasca de mala muerte en el distrito 42 para empezar, e ironías de la vida ibas a ser un hombre de negocios como papa. Pero el inicio no fue fácil, el sitio era jodido, las zonas underground de la ciudad no eran para los débiles. Tratos con las bandas, protección a cambio de dejarles pasar mierda en tu local, pensaste que no podía hacer daño a nadie y además empezaste a ganar más pasta con ellos. No tardó mucho en expandirse su mala fama y acudía la peor escoria de la sociedad y como no, no había semana que no hubiese una redada de las fuerzas de seguridad antidroga, por suerte nunca te viste implicado directamente y no pasaste más de dos noches en la cárcel por posesión para consumo propio, las bandas estaban bien organizadas para la distribución.
Con el tiempo has agrandado tu negocio y ya no es solo una tasca, a pasado a ser una sala de fiestas y también un antro de sexo virtual. Ahora te va bien, bandas, policías de los distritos bajos, cargos públicos y gentuza de mierda que se atiborran de whisky y neococa y se follan a tus putas virtuales por unos cuantos créditos, un trago aquí, una rayita por el otro lado, un ciberpolvo gratis y los mantienes contentos sin que te hagan demasiadas preguntas. Tú no te metes en sus vidas y ellos no se meten en las tuyas.
Mala reputación, claro que si, si pareciese que estabas limpio del todo te habrían destrozado el negocio para ver que es lo que ocultabas, pero dándoles un poco de lo que buscaban conseguías esconder lo que verdaderamente importaba en tu negocio y te daba la pasta. Bajo tu local, se esconden los alijos secretos de una de las bandas de la zona, cargamentos de neococa para distribuir, armas e implantes ilegales, trata de blancas, vehículos robados e incluso tienen varios cadáveres en una nevera, posiblemente de gente que husmeó demasiado. Nunca te has metido demasiado en el ajo, les dejas hacer, cobras tu parte por cubrir el asunto con tu local y ellos te protegen mientras tú distraes a los que preguntan. A día de hoy vives bien, sin excesivos lujos, un piso en una de las colmenas del distrito, un coche deportivo y lo suficiente para unos cuantos vicios y como no, eres dueño de tu sala de fiestas underground y tu prostíbulo virtual.
Aun guardas entre tus posesiones el arma con la que disparaste a tu padre.
Logan Ross
Infancia: Podría calificarse de peligrosa. Naciste en el seno de una familia mafiosa, los Ross, una de las grandes familias que importaba y movía una de las grandes mierdas que se chutaban más de la mitad de los yonquis de la ciudad, la neococa, un compuesto químico que machacaba el cuerpo y fundía la mente si no tomabas la dosis controlada. Ganaban millones de créditos solo con esa mierda sin contar el resto de negocios en los que estaban metidos, extorsión, asesinatos, cobro por protección, sobornos y un sinfín de actividades delictivas. Suerte tenían de tener una legión de abogados en nomina y a gran parte de las fuerzas de seguridad en el bolsillo de una u otra forma. No te faltaba de nada a pesar de ser el menor de 8 hermanos, estudios, juegos, cualquier cosa que pedía mama se lo concedía. Antes de que cumplieses los 10 años, tu padre ya estaba en prisión con varias cadenas perpetuas, pero eso no le impedía seguir dirigiendo a la familia. Aunque tu no es que comprendieses bien lo que hacían en tu familia a esa edad.
Adolescencia: Cuando cumpliste los 12 te empezaban a llevar con ellos para que empezases a aprender del negocio familiar, tu madre (Madellein Ross) siempre se negaba, pero una sola palabra de tu padre (Franklyn Ross) a trabes del teléfono bastaba para que tus hermanos mayores (Arthur, Benjamín, Edward, Robert, Dustin, Jonathan y Lily) te arrastraran con ellos a los cometidos cotidianos. Hoy daban una paliza, mañana cobraban un pequeño impuesto por seguridad, pasado mañana tiroteaban un restaurante o controlaban la llegada de un cargamento, en fin todo tipo de actividad que cualquier niño de la familia Ross termina haciendo cuando crece. A los 14 mataste a un hombre, tu no querías hacerlo, pero tus hermanos te obligaron, era el dueño de un restaurante que no había pagado la cuota del mes, lo agarraron entre tus hermanos y te pusieron una pistola en la mano, tu te negaste en redondo, pero tu hermano mayor te obligó a meterle la pistola en la boca a aquel viejo y te hizo apretar el gatillo. Aun sigues teniendo pesadillas por las noches, toda la pared manchada de sangre y sesos, tus hermanos riendo y celebrando por todo lo alto como te habías hecho un hombre y tú, lo único que hacías era llorar mientras contemplabas como se extendía el charco de sangre que iba abandonando al viejo.
Cuando tu madre se enteró de aquello te dio tal bofetón que casi te saltaron los dientes, no comprendías porque te pegaba y acto seguido se abrazaba como si te fueses a ir para siempre y diciendo “No lo hagas, no lo hagas, no seas como ellos mi pequeño Logi”.
No hay que decir que tu padre también te felicitó, estabas muy confundido por los sucesos acontecidos, veías a tus hermanos contentos, a tu padre feliz, a tu madre llorando de dolor y rabia pero que te había pegado por lo que habías hecho y tu hermana inexpresiva como siempre, la cual parecía hacerlo todo por deber. Tomaste una decisión ese día, tal vez no fuese la correcta.
Mayoría de edad: Desde que decidiste hacerte policía las cosas no te han ido bien, pensabas que eso te alejaría de tu familia, pero te ha seguido a lo largo de los años como una lacra que no conseguías desprender de tu vida. Por supuesto te matriculaste con notas excepcionales en la academia, pero en lo que se refiere a vida social tenias un gran cero. Ni amigos, ni novias e incluso los profesores te tenían miedo, asco o repulsión, todo el mundo sabia a que se dedicaba la familia Ross aunque nadie pudiese o se atreviese a probarlo.
Ni que decir que cuando pasaste el examen para ser agente te destinaron a uno de los peores sitios de la ciudad, el distrito 48, la zona de las bandas callejeras del undreground. Lo pasaste verdaderamente mal, nadie quería ser tu compañero por quien eras, “Logan Ross el Mafioso” te llamaban en la comisaría, te acusaban de ser un jodido enchufado, un manipulador de pruebas y cualquier cosa que se les ocurriese que pudieses usar para librar a tu familia de la cárcel. El único al que le importaba un huevo todo aquello era a ti, tu determinación por no ser un Ross era fuerte y aguantaste todas las putadas que te hicieron.
Cuando se daba algún aviso en los que se sabia que estaba tu familia implicada todo el mundo se negaba a ir y a ti el capitán no te dejaba ir cosa que te frustraba aun más. El único de todo el departamento que te trataba con indiferencia era la medico forense Eva Frost, nunca simpatizó contigo, pero tampoco mostró repudia como los demás, joven, inteligente, guapa, pero muy entregada a su trabajo como para salir a tomar unas copas.
Resolviste unos cuantos casos importantes en tus años de policía, trafico de ciberimplantes ilegales, falsificación de documentos, guerras de bandas en el underground, eso te permitió ascender a detective y quitarte la presión de tener que trabajar con algún compañero del departamento y de llevar el jodido uniforme. En solitario estabas más a gusto, nadie te controlaba y el capitán no estaba tan encima de ti, sabias cuidarte y moverte por la ciudad, pero eso con el tiempo hizo que la cagases. No sabes como, te viste metido en un caso entre bandas callejeras y tu familia, cargamentos de neococa robados y tu en medio de todo, alguien del departamento te la jugó y te inculpó de estar colaborando con tu familia, estabas seguro de que habían colocado pruebas en tu contra y además tu madre te puso el abogado que para más satisfacción del cuerpo de policía te hacia parecer mas vendido aun a la mafia. Consiguieron que te absolviesen, pero el departamento pidió tu dimisión y te mandaron a la mierda.
Eso te hundió bastante, aun tenías tu cuchitril alquilado en una de las colmenas del distrito 48, tenías tu viejo coche y tu licencia de armas además de la experiencia de todos esos años. Decidiste montarte una pequeña empresa como investigador privado, pero las cosas no marcharon bien, los casos eran una mierda, infidelidades, gente desaparecida, robos, pero nada importante y además no tenias los medios necesarios como en el cuerpo de policía, tu único contacto allí era Frost, que siempre que se lo pedías te facilitaba información o analizaba las muestras que le enviabas, pero aun así poco a poco te fuiste hundiendo en la desesperación y la depresión, empezaste a frecuentar locales y antros de mala muerte, te dejabas el dinero en bebida y sexo virtual, ya no tenias casi para pagar el alquiler y tu casero te había desahuciado, por suerte seguías durmiendo allí porque entrabas por la escalera de incendios que daba al autocine del barrio. Whisky, putas virtuales y cine gratis, esa fue tu vida durante los últimos meses, estabas más en el local que trabajando en casos, por suerte a pesar de ser quien eras, de haber sido poli y terminar por ser detective privado, el dueño del garito nunca te decía “Estas bebiendo demasiado”, “¿Tienes dinero para pagar todo eso?” y “No puedes dormir aquí esta noche”, no hacia preguntas y te invitaba a tragos de vez en cuando, además de dejarte probar a mitad de precio alguna de las nuevas prostitutas virtuales que adquiría. Mala música, mala bebida, malos polvos algo de droga en el ambiente y mala gente, pero era mejor que estar tirado en un vertedero o volver a casa con tu familia. Además, las pesadillas no han dejado de perseguirte con el paso de los años.
Owen "Nimrod" Overhil
Infancia: Dirías que normal dentro de lo que cabe, todo el día rodeado de cachivaches inventados por tu padre, mientras los demás jugaban con balones, tu tenias sistemas virtuales de educación y recreo, cuando los demás se hacían heridas les ponían tiritas y mercromina, a ti te hacían un escáner completo y te sellaban las raspaduras con sintecarne o piel sintética. Si, tu padre (Danel Overhil) era un gran especialista en el campo de la cibernética, robótica y la genética contratado por los militares para el desarrollo armamentístico, la potenciación física de los soldados y desarrollo de nuevas unidades de combate. Se podría decir que más que criarte tu padre, te criaron sus aparatos. Tu madre falleció al darte a luz y fue él quien te tuvo que criar, pero con el trabajo que tenía no podía prestarte atención así que creó para ti todo tipo de niñeras especiales. No podía negarse que eran eficientes, pero nunca darían el calor y el amor que dan unos padres de verdad.
Adolescencia: No te faltaba el dinero, tu padre ganaba muy bien y no tenia tiempo para gastarlo, gozabas de bastante libertad, buen estudiante y como todo hijo seguiste también el camino de tu padre aunque no con tanto ahínco como él. Científico por un lado, deportista por el otro y algo cabrón, además bastante mas temerario que tu padre, el no haberte puesto nunca normas y no haberte regañado te hacia pensar que saltarse las reglas de vez en cuando estaba bien, él analizaba las cosas mil veces antes de probarlas, tu sin embargo no tenias reparo en ponerlas en marcha sin haber repasado los cálculos. Eso te trajo algunos problemas, pero no te impidió pasar por la universidad con buena nota. No es que tuvieses amigos del alma, más bien colegas de universidad y unas cuantas novias pasajeras de las que terminabas por aburrirte una vez que te las tirabas unas cuantas veces.
Mayoría de edad: Con becas de estudios y algo de enchufe conseguiste un trabajo en una de las bases militares orbítales alrededor del planeta. No aguantaste mas de un año allí, era demasiado… estricto, era interesante si, pero te agobiaba tener que acatar ordenes, seguir protocolos y realizar minuciosos informes, así que no tardaste en volver al planeta. Fuiste cambiando de trabajo constantemente, eras un culo inquieto y muchas veces eras despedido por no seguir las normas de seguridad. Se te llegó a ocurrir en tu último trabajo, el sacarte del laboratorio un “Arma 1” experimental para probarla en terreno abierto con blancos móviles, soltar eso, aunque fuese en la zona underground de la ciudad era una locura, la soltaste contra dos bandas callejeras que estaban tiroteándose, el “Arma 1” los eligió como blancos peligrosos y causó verdaderos destrozos, tu la habías programado solo para inutilizar a los blancos, pero la maquina siguió otras directrices y no respondió a los cálculos establecidos, nunca viste importante repasarlos y esa fue una gran cagada. Por suerte conseguiste inutilizarla antes de que matase a nadie, aunque si causó múltiples heridos y numerosos destrozos.
El juicio fue rápido, despido por ineptitud, dos años de cárcel y una elevada multa, pero los abogados consiguieron dejarlo en cuatro años de trabajos a la comunidad en el distrito 48, el mismo en el que soltaste el “Arma 1”. Por supuesto nada se mencionó del “Arma 1” y el proyecto siguió secreto.
Este es el tercer año que llevas viviendo en un cuchitril alquilado en una de las colmenas y trabajando en el distrito 48 realizando los cometidos que te asignan, tienes prohibido usar material de investigación y no puedes acercarte a un laboratorio, taller o computadora medianamente avanzada hasta que no termines la condena, llevas una pulsera de identificación que te impide salir del distrito. No lo has pasado muy bien estos tres años, es un zona muy jodida, si no estas alerta constantemente te puedes ver involucrado en una guerra de bandas, en redadas policiales o muerto en un callejón apuñalado por un yonqui en busca de su dosis de neococa. Al menos te ha servido para aprender a valerte por ti mismo, no has estado libre de peleas y movidas en los garitos de mala muerte que has frecuentado últimamente, pero por alguna razón te sientes cómodo en esta zona, hace tres años que no vas a la ciudad alta y no la echas de menos para nada, ni siquiera te has molestado en llamar a tu padre, aquí te sientes libre y puedes hacer lo que quieras sin muchas consecuencias aunque para ti la tecnología de aquí sea obsoleta.
Alan Kestar
Infancia: Se podría decir que eras extraterrestre, pero no, eres humano, solo que naciste fuera del planeta, cuando tus padres viajaban de la colonia minera interplanetaria Farbset a Terra, tu madre se puso de parto y te tuvo allí, en el mismo compartimento de carga de la nave de transporte, ante cientos de mineros espaciales que volvían a casa tras el turno de relevo de un año. Todos estaban celebrando el feliz suceso cuando el piloto anuncio un problema de estabilidad en el casco de la nave, cundió el pánico entre los pasajeros, el piloto pidió calma y cortó las comunicaciones, tenía que centrarse en llevar el pájaro al espacio-puerto sin que nadie resultase herido. La cosa no salió bien, hubo muchos muertos, entre ellos tus padres y más de la mitad de los pasajeros. La compañía Farbset indemnizó a todos los supervivientes y a las familias de los fallecidos por lo ocurrido. Milagrosamente tú salvaste la vida. Fuiste adoptado por el piloto de la nave (Normand Kestar) que pidió hacerse responsable de ti al menos hasta que fueses adulto, así que él fue quien te crió. Tu infancia transcurrió entre naves de carga, talleres aeroespaciales y viajeros de los cuales te encantaba escuchar sus historias.
Adolescencia: Ni que decir que a los pocos años ya eras una piloto excepcional, casi tan bueno como tu padre adoptivo, no es que hayas estudiado mucho, casi todo lo has aprendido de él y de toda la gente del espacio-puerto, además te encantaba la velocidad. Trabajando de transportista entre las colonias mineras y Terra te sacaste bastante dinero como para comprarte aerodeslizadores de segunda mano, repararlos y participar en carreras “no muy legales”, hasta que te pilló tu padre. Le juraste no volver a hacerlo.
Cierto día, cuando tu padre estaba realizando un encargo, viste las cuentas de la empresa encima de la mesa, estabais muy faltos de pasta y tu padre jamás lo había mencionado, es más, nunca te había negado nada cada vez que le pedías algún capricho. Por lo visto las reparaciones de averías eran muy caras y últimamente teníais bastantes.
Aun tenías el último aerodeslizador guardado en uno de los almacenes, lo destapaste, lo pusiste a punto y te largaste a la zona underground de la ciudad conseguir algo de pasta en las carreras. No tardaste en encontrar competidores, sin pasta que apostar, te jugaste el aerodeslizador, sabias que eran tipos peligrosos, pero siempre lo habían sido contra quienes habías competido en las zonas de Ciudad Alta, así que no podía ser muy distinto. Ganaste las dos primeras carreras y cuando estabas en la tercera ya a punto de ganar tu aerodeslizador se bloqueó y terminó por pararse, no te explicabas que había pasado hasta que viste a tu padre que se acercaba a ti muy enfadado y con un dispositivo de anulación en la mano. Cuando tu padre estaba a punto de llagar hasta ti, el último de los aerodeslizadores de la carrera le pasó por encima matándolo en el acto y por las risas del piloto jurarías que lo hizo a posta. Esa noche, lo perdiste todo, a tu padre, tu aerodeslizador, la pasta que habías ganado y encima te llevaste una paliza de la banda callejera de aquel distrito. Nada pudiste hacer con la policía, era una carrera ilegal y apenas soltaste prenda.
Mayoría de edad: Heredaste el negocio de tu viejo (Trasnportes y Reparaciones Kestar), tenía montones de deudas. Te llegó una carta cuando cumpliste los 18 donde te explicaba como habías sido adoptado por él y lo que ocurrió con tus verdaderos padres, aunque no mencionaba quienes eran. Para sacar el negocio adelante y no perder lo que tu padre te había dejado, te viste obligado a vender casi todas las naves de carga y transporte, te quedaste solo con una “Pájaro de Mierda” y tuviste que aceptar encargos un tanto… no legales para poder pagar las deudas. Pronto aprendiste a no hacer preguntas sobre las cargas ni sobre los que te lo encargaban ni a quienes iban destinados. Tu misión era evitar las aduanas espaciales entre las colonias y Terra. Tu pericia como piloto te fue haciendo ganar reputación entre la peor calaña de la ciudad, mafias, bandas, todo el que tenia algo ilegal que sacar o meter en el planeta solía acudir a ti, eso te permitió pagar casi todas las deudas y mantenerte solo con esa nave. Te alquilaste un pequeño cuchitril en una de las colmenas del distrito 48 donde habían matado a tu padre, pues durante los últimos años cada vez que no has tenido un encargo te los has pasado frecuentando los tugurios de la zona en busca de pistas que te condujesen al asesino de tu padre.
Son gente que curran para ti, son mecánicos aeroespaciales que se encargan de las reparaciones que os encargan. De los transportes te encargas tu y cuando no tienes que hacerlo les ayudas con las reparaciones. (No saben nada de tus negocios "extras").
Andrew y Jocellin (Mecánicos)
Andrew es un viejo mecánico, ya estaba aquí cuando tu naciste, curraba con tu padre, es un viejo cascarrabias pero en el fondo sabes que te tiene cariño, sobre todo desde que perdiste a tu viejo. Andrew se pasa la vida en el taller, cuando llegas esta y cuando te vas también esta allí. Nunca habla de su vida personal.
Jocellin es una muchacha de unos veinticinco años, excelente mecánica. Lleva aquí desde que vendiste las naves. Curra para pagarse los estudios superiores y las juergas, siempre llega al taller como una zombie tras haberse ido de fiesta, pero a la hora de currar es precisa y metódica. Vive en Ciudad Bastión de toda la vida, nunca ha salido fuera. Es muy bromista y casi todo el día os está chinchando a Andrew y a ti.
Ambos saben pilotar naves, lo hacían antes cuando teníais más. Andrew es calmado y seguro, pero a Jocellin le encanta la velocidad.
Kevan Idaho
Infancia: Idaho, así te llamaron los mendigos que te encontraron, pues estabas en el maletero de un viejo Idaho desguazado anterior a la última guerra. Se diría que tu infancia fue problemática, pasaste un par de años entre los mendigos de la zona underground de la ciudad, hasta que te vieron los de la A.P.I. (Asociación de Protección Infantil), después de diez guerras nucleares que han asolado Terra, los niños son un bien preciado ya que la tasa de esterilidad es alta. Fuiste arrebatado de las manos protectoras de los mendigos y estuviste de casa de acogida en casa de acogida. Por alguna razón no se sentían a gusto contigo durante mucho tiempo.
Adolescencia: Instituto, universidad, amigos, novias, trabajos, éxito, popularidad, excelentes notas, chicas exuberantes, becas deportivas, fiestas. Todo te ha ido estupendamente bien, te sentías muy afortunado sobre todo teniendo en cuenta de donde saliste. Terminaste empresariales con notas impecables.
Mayoría de Edad: Tus estudios te permitieron empezar fuerte en el mundo empresarial, empezaste con pequeños capitales en bolsa, después aumentaste invirtiendo en una de las más grandes empresas mineras en las colonias interplanetarias, Industrias Mineras Farbset, ese fue tu mejor golpe, te hiciste de oro y te permitió vivir a todo trapo y con todo tipo de lujos. Ahí estaba, Kevan Idaho un joven sin nombre salido de la nada y montado en el tren del dinero, con un capital de millones de créditos en su bolsillo, más de lo que podías gastar. Tomaste parte más activa en la empresa y sin saber como de la noche a la mañana Devon Farbset, el presidente de la empresa te ascendió a alto cargo por tu brillante y rápida carrera. Pronto te llegaron tus nuevas tareas como alto cargo, debías hacer un recorte de casi mil empleados en una de las colonias mineras, no podía ser tan difícil solo era seleccionar a unos cuantos desafortunados que se quedarían sin trabajo y pagarles las indemnizaciones por despido. Cuando ya tenias casi completa la lista, sin apenas ser consciente de lo que ocurrió a continuación, te enteraste de un accidente de una de las naves de transporte mineras al llegar al espacio puerto, más de quinientos muertos y otros tantos heridos, se determinó que fue por un problema de estabilidad en el casco y para tu sorpresa el departamento que recién dirigías estaba al cargo de haber supervisado esas naves antes de permitir su utilización. Se te hizo el máximo responsable sin tu saber por donde te llovían los golpes, se te cesó del cargo, se te obligó a indemnizar a las familias de los muertos y heridos y te quedaste en la ruina de la noche a la mañana, por suerte solo cumpliste un año de cárcel por negligencia. Ahora llevas unos años sin un crédito, sin documentación, sin hogar, vestido con ropa raída y vagabundeando por la zona underground del distrito 48, la zona de la que saliste, buscando comida en los cubos de basura, durmiendo bajo un montón de periódicos y cartones, pidiendo a los transeúntes unos créditos para sumirte en el alcohol y las drogas, no es la primera vez que te emborrachas o le das a la neococa para olvidar aunque sea por unos minutos como tu fortuna que te acompañó durante toda tu vida se convirtió en infortunio en unas pocas horas. Para colmo de males, has comenzado a desarrollar una enfermedad que ha hecho que la piel de la mitad derecha de tu cuerpo se torne gris y se cuartee haciéndola parecer ceniza o tierras árida y resquebrajada. Entre los mendigos y yonquis de la zona te han puesto el sobrenombre de “Cara de pasa” o “Piel de piedra”.