Partida Rol por web

Llevábamos 2 semanas andando para encontrar el refugio que nos había contado aquel vagabundo, estábamos hambrientos, sucios y cansados pero había que seguir si queríamos llegar. Abrí los  ojos y pude ver el beso furtivo entre Rebeca y Helena, está última estaba llevando mal el viaje, poco acostumbrada al esfuerzo, su edad empezaba a pasar factura.

Delante de Rebeca intentaba disimular los dolores en la espalda y articulaciones, pero a ojos de Daniel eran obvios.Esa noche habían encontrado una casa cerca de Beverly Hills que aunque por fuera estaba invadida por la maleza salvaje los muros habían contenido el avance.

Sabía que hoy debían llegar a su destino, al despertar para su tranquilidad podía escuchar los sonoros ronquidos de Samu, otra noche que había pasado sin responder a la llamada. Sólo quedaba confirmar la presencia de los dos hermanos, por lo que se levantó cansado por la falta de sueño debido a las pesadillas que cada noche le recordaban los gritos de su mujer.

Saludó a la parejita con un gruñido simulando que aún estaba dormido, para así evitar interrumpir el momento entre las dos y se dirigió a la parte alta de la casa.Fue a la puerta de la pequeña habitación que había atrancado la noche anterior y llamó con tres golpes secos, como tantas veces había hecho las semanas anteriores. Al cabo de unos segundos se oyóel habitual ritual de saludo entre los dos:

N: Buenos días Daniel, un día más en este salvaje mundo...

D: Buenos días Naoko, no temas que lo volveremos a domar.

N: Domado nunca, apresado si.

D: Ains .., bueno salgamos pronto que hoy tendríamos que llegar y ver que nos encontramos,¿Como ha amanecido Bahula?

A la pregunta directa respondió la hermana:

B: Muy bien, Daniel. Gracias por preguntar dame un minuto y te preparo el desayudo.

La relación con Bahula había mejorado en los últimos meses, gracias a la intervención de su hermano, podía decirse que Daniel era una de las personas por las que Bahula lloraría el día que faltase. Con una sonrisa 

D: Muy bien, voy a despertar a Samu, que seguro que está muerto de hambre

Al bajar a la cocina se encontró con que los tres ya estaban sentados en la cocina esperando uno de esos manjares que preparaba Bahula mientras hablaban animádamente sobre lo que se encontrarían en el Refugio, como era normal tenían sus dudas acerca del recibimiento.

En cuanto bajaron Bahula y Naoko la conversación derivó en la última etapa que les quedaba por afrontar. Tendrían que recorrer Santa Mónica que les varía a la base de la zona donde se suponía que partía la calle que les llevaría a la mansión, no podían ser más de unas horas.

Una vez llegaron a la bifurcación comenzaron a notar que algo les observaba algo entre la maleza les seguía, sólo era una sensación pues no habían tenido posibilidad de detectar cuanto más se acercaban a la destino final la sensación iba en aumento, hasta el punto de que cada cuatro pasos miraban a todos los lados, algo nerviosos se prepararon para defenderse, poco a poco se comenzó a oírse ruidos en los bordes de la maleza. Tal vez era el cansancio de andar tanto tiempo rodeado de el bosque, tal vez imaginaciones... ¿pero imaginaciones de seis personas a la vez?

Afortunadamente llegaron a la dirección que le habían dado, estaban frente a una gran mansión donde claramente se podía percibir los signos de que había gente viviendo en ella. Una vez más Daniel tomo la palabra y alzando la voz:

- Buenos días, ¿hay alguien? No queremos problemas, pero necesitamos cobijo y poder descansar...

- ¿Cuándo vas a hacer tu movimiento con Sara?

Peter sonrió ausente mientras oteaba las lindes del bosque.

- Sabes que en el campamento se sabe todo, hermanito.

Robert escupió por encima de la valla.

- No te creía un moralista.

- Sabes que no lo soy. Pero no quiero problemas con el Reverendo.

- Ya no es puta. ¿Lo sabías? 

- No te pases. Eso es sólo un rumor.

Robert rió entre dientes. 

- Por favor, ¿No viste cómo iba vestida el día que llegamos al campamento? ¿Cuántos años tendría? No era mayor de edad, eso seguro.

- Hemos tenido esta conversación cientos de veces. Odio este puto agujero, siempre son los mismos cotilleos, aguantando la misma mierda.

Robert resopló aburrido y se disponía a soltar una réplica mordaz cuando vio emerger a un grupo de personas del Bosque.

- Creo que alguien te ha escuchado hablar, Peter. Alguien de arriba.

Su hermano palideció. Examinó el grupo tratando de evaluar si suponían una amenaza. Buscaba armas, provisiones, algo que pudiese serles de ayuda o causarles problemas.

- Ve a buscar al reverendo y a Laura, yo me encargo de esto.

Un hombre que parecía el cabecilla del grupo pidió asilo. Robert le contestó desde lo alto de la atalaya que habían levantado para tener mejor visibilidad del terreno circundante, justo al lado de la entrada al terreno de la mansión. Cogió el rifle de caza que llevaba sujeto a la espalda con las dos manos para dejarles claro que iba armado. 

- ¿Lleváis armas? Si es así, quiero que las dejéis delante de la valla para que las podamos recoger.

Daniel confirmó que efectivamente allí había gente y además eran precavidos, sabía que no podía darles sus armas. Era lo único que les mantenía con vida en aquel infierno, no se quedaría sin la única protección que tenía. 

Sin embargo tenía que mostrar su buena voluntad para con los habitantes del otro lado del muro, lentamente extrajo el revolver de la funda y se lo pasó a Samuel:

- Guárdame esto un rato, creo que tendremos que hablar con ellos en condiciones de inferioridas, alejaros y si no vuelvo en una hora, mejor será que busquéis otro lugar.

Samuel:¿Estas seguro?No me dan buena espina...

Con una sonrisa de resignación- ¿Cuando te he fallado? Y ahora alejaros hasta que no os puedan ver. También tendrás que guardarme esto- Mientras decía esto desenfundaba el cuchillo.

Dirigiéndose al tipo que le había respondido y se acercó un poco a la puerta:

- Ahora estoy sólo y sin armas, no queremos problemas, pero no podemos daros nuestras defensas, hasta saber que podemos colaborar todos juntos en sobrevivir a esta mierda. Seguro que todos podemos favorecernos de la ayuda de los otros.

El reverendo se acercó a la puerta principal. 

"Demasiadas bocas que alimentar"

Despedazó al desconocido con la mirada. La barba, las manos, los ojos. Sus ojos habían visto cosas. No parecía un creyente. Tampoco parecía sumiso. Podía ser un problema. La supervivencia requiere tanto de líderes fuertes como de seguidores obedientes.

Se aclaró la garganta y se dirigió directamente al cabecilla.

- Acompáñame dentro.

Por deformación profesional en cuanto traspasó la puerta, Daniel se dedicó a observar las defensas del recinto, evaluó las defensas, el número, la apariencia y el tipo de armas de los tipos que las llevaban, al menos sacaba una primera impresión acerca de las defensas del lugar.

Había oído a los guardias llamar a su líder Reverendo, aquello podía ser una buena señal, tal vez podría recurrir a la piedad de aquel hombre y en caso de tener que usar la fuerza, podría ser una señal de debilidad del grupo.

El Reverendo le llevó a una sala decorada como una capilla, se veía que había sido improvisado ese uso, pues aún se veía la organización de los asientos al estilo de una sala de cine. En cuanto entró su anfitrión se le quedó mirando y esperando que fuera Daniel el que comenzara la conversación.

-Vaya! Lo que tienen aquí está muy bien montado- Un sincero reconocimiento de la organización de la comunidad era un buen comienzo- Tal vez se podría mejorar si cabe en temas seguridad, pero no les va nada mal.- Tras dejar caer que había visto algunos puntos débiles en las protecciones de la mansión decidió ir al grano.

-Venimos de otro refugio que tuvimos que abandonar por un accidente, llevamos viajando tres semanas.- Aún dolido por todas y cada una de las pérdidas- En ellas hemos perdido a dos tercios de nuestro grupo de lo cual sólo me puedo responsabilizar yo mismo; podíamos encontrar alimento, podíamos defendernos de los animales, pero no podíamos vivir fuera de una comunidad al final han ido cayendo en la llamada o por enfermedad. Es por ello que solicitamos entrar a formar parte de esta. 

Para tranquilizar al viejo había pensado comentar lo que su pequeño grupo podía proporcionar -No acogerían a gente incapaz, todas y cada uno de nosotros tiene mucho que aportar: caza, cocina, fidelidad, legalidad, orden. Todos son preceptos que nuestro pequeño grupo tiene, hemos convivido durante mucho tiempo en paz y armonía en otra comunidad y aportaríamos sangre fresca a esta vuestra comunidad.

El reverendo chasqueó la lengua y se volvió hacia el altar, dando la espalda a aquel desconocido que pedía tantas cosas.

Miró el crucifijo durante unos segundos, sopesando las palabras que acababa de escuchar. Él murió por nosotros. Nos demostró que algunas veces, un sacrificio puede ser necesario para salvar al resto de hombres.

- ¿Qué tipo de accidente? - Preguntó sin darse la vuelta.

(ALREDEDORES DEL CAMPAMENTO)

¿Qué narices estará pasando ahí dentro? Los pequeños empiezan a inquietarse y ya no sé como entretenerlos. Mirza está peleándose con su amigo invisible, cosa que no entiendo, y Abbaddon no tardará en hacer llorar a Alseide.

Maldita sea, debería contarles algún cuento a los niños. Quizás así... No, mejor no. Esperaré un poco más antes.

Espero que nos acepten ahí dentro, sería algo increíble. Estoy segura de que nos aceptaran. ¿Por qué no hacerlo? El optimismo es lo último que debemos perder, al fin y al cabo la actitud es lo primero. Probablemente el incendio es lo que me enseñó. Bueno, eso y que el fuego quema.

¿Debería explicarle a Mirza que enfadarse con un amigo imaginario es enfadarse con uno mismo? Oh, espera... se están reconciliando. Bendita inocencia... ¡Dios mío, ¿qué hace Abbadon con ese palo?! ¿No irá a...? Ah, no, es para jugar a espadachines. Ese niño es un demonio, pero parece que ha aprendido que la comunidad es lo más importante. Anda, otra lección que aprendí en el incendio. Creo que he pensado más en el incidente estos últimos segundos que los tres últimos meses. Nah, a quién quiero engañar... no sale de mi cabeza.

¿Qué le diré a los peques cuando pregunten dónde están mis padres? No creo que tarden mucho en pedir algo más que un "están en un sitio mejor". Y, lo peor... ¿qué les diré a los mayores de ahí dentro? Supongo que querrán algo más que un simple accidente. y, ¿qué les voy a decir? ¿Qué murieron en un misterioso incendio del que me salvé con un álbum de recuerdos familiares bajo el brazo? ¿Qué eran unos fantásticos científicos que solo conozco por fotos y por recortes de periódicos? ¿Que pese así los adoro? Creerán que estoy loca.

Dios, ahora sí que sí. Hora del cuento. Hmmmm... ¿El Conejo se cambia de bosque? Pse, si me lo monto bien no la liarán ahí dentro ni se pondrán a llorar. Bueno, pues... empecemos.

(Cuando puedas, reanuda la conversación con el reverendo :P)

(ALREDEDORES DEL CAMPAMENTO)

Laura aseguró el revolver en la parte trasera de su pantalón, tapándolo con la camisa de cuadros y salió al patio. 

En cuanto vio a los tres niños que rondaban en torno a la joven la compasión le golpeó en la cara como un mazo. Por la edad que tenían, todos habían nacido después del Evento, no habrían conocido otro mundo que este. Solía preguntarse qué era mejor. Se mordió el labio y entrecerró los ojos. Trató de mantener su cara de póquer. El reverendo...¿Permitiría que se quedasen? 

Los niños estaban sucios y flacos. 

- Peter, ve a por unas manzanas.

El miliciano parpadeó un par de segundos antes de reaccionar.

- Pero, el reverendo... - Laura le lanzó una mirada tan fría y amenazante como un iceberg. El hombre asintió y volvió al interior del campamento. Su hermano manoseaba nerviosamente el rifle de caza, expectante.

Laura se volvió hacia la chica de los niños.

- ¿Cuántos días lleváis en el Bosque?

Una mujer interrumpió los pensamientos de Koray. Parecía muy agresiva, pero le pareció ver una sombra de compasión en su mirada. Fue algo muy breve, tanto que llegó a pensar que se lo imaginaba. Tenía esa expresión de dolor que solo los que habían conocido el mundo antes del Evento. Hasta los niños callaron.

Le costó reaccionar, pero al fin se puso en pie. 

-Demasiado, creo... -No sabía cómo contestar a eso, había perdido la cuenta. 

Los niños le tiraban de la falda, empezaban a ponerse nerviosos. Koray les lanzó su mirada, que tanto había ensayado frente al espejo y que siempre funcionaba, lo que provocó una perfecta formación de los niños, de mayor a menor, rígidos como soldados. Koray se sonrió, pensando que unos niños bien educados sumarían puntos a su intento de asilo.

Decidió intentar empezar con buen pie.

-Soy Koray -Dijo tendiendo su mano.

- ¿De dónde salis vosotros? - Preguntó tajantemente ignorando el saludo de la chica.

- Sois mucha gente, ¿lo sabéis?

El reverendo no se fiaba, estaba claro que tendría que demostrar las buenas intenciones que traían. Ahora le tocaba a Daniel recordar la noche de la pérdida.

Con ojos perdidos como si lo que se procedía a relatar no hubiese sucedido hacía menos de un mes.-

- Teníamos todo controlado, éramos autosuficientes, pero como suele ocurrir nos confiamos. Sucedió aproximadamente hace un mes, era una noche calurosa, supongo que aquello debió influir, nos despertamos rodeados de humo, no podíamos respirar bien por lo que tuvimos que salir rápida de la casa,  cuando conseguimos salir todos algunos intentamos volver para apagar el fuego que había comenzado en el sótano del edificio, pero no pudimos hacer nada, incluso algunos se quedaron allí atrapados. - Tras unos segundos en silencio y negando con la cabeza prosiguió con el relato - Todo fue un accidente fortuito, nadie tuvo la culpa, excepto yo, tendría que haber previsto que aquello podía suceder, y tomar las medidas preventivas, ... pero no lo hice... Tuvimos que abandonar el refugio.-Unas lágrimas asomaban al recordar los cuerpos semicalcinados, el olor se le grabó en la mente-  Volvimos una vez se consumió recuperamos los cuerpos de los fallecidos y los enterramos para que no fueran presa de los animales.

-Pues de más allá, lejos, muy lejos. No queremos problemas, solo hospitalidad. Para nosotros... y para los niños. -Esa mujer daba miedo, mucho miedo, hasta el punto que Mirza empezó a llorar. Koray la cogió y empezó a mecerla, susurrándole que las niñas guapas no lloran, pero ella estaba a punto de hacer lo mismo.  Solo querían vivir, nada más. -Nuestro líder está dentro, yo me he quedado fuera con los niños. -Intentaba no parecer asustada, pero era difícil. -Quizás debería hablar con él. -Sonó más suplicante que tajante, pero el daño ya estaba hecho. Sintió que una lágrima indiscreta rodaba mejilla abajo y esperó que nadie lo hubiese visto, y menos los niños.

El reverendo arqueó una ceja y se volvió hacia Daniel

- Siento mucho vuestra pérdida.- Sus condolencias eran sinceras, pero les faltaban algo. En ese hombre había más acero que carne.

- No hay ningún problema con que os abastezcáis aquí. Prepararemos un lugar para que hagáis noche. Hablaremos con más calma durante la cena.

Roguer se dirigió hacia la puerta de la capilla, dando a entender a Daniel que debía volver con él a la puerta.

- Sólo por curiosidad. Has dicho que enterrasteis los cuerpos para protegerlos de los carroñeros...¿Era ese el único motivo?
 

- Creo que te refieres a ese hombre que viene con el Reverendo.

Laura se volvió hacia el desconocido, expectante. Peter apareció con un cesto lleno de manzanas maduras y comenzó a repartirlas entre los niños.

Agradecido por al menos poder pasar una noche seguro de no perder a nadie más, Daniel asiente con la cabeza en reconocimiento del favor y le ofrece la mano al reverendo, y luego va detrás de él para salir del cobertizo.

- Gracias, reverendo.- Ante la pregunta del reverendo sonríe.- Ya veo por donde va, pero al igual que hasta ahora le he sido sincero, le diré que si existe algún Dios, me parece que no le tenemos de nuestro lado. Este mundo se ha vuelto contra el ser humano- Con un gesto de resignación- Aún así nunca esta de más mantener las tradiciones ¿verdad?, es bueno que los niños conozcan los rituales del pasado. Los entierros parecen confortar a la gente...

Fuera está Koray con los niños que saborean las manzanas que amablemente les han dado, junto a ella hay otra mujer, aparentemente habla seria con Koray y parece una mujer acostumbrada a tomar decisiones. El reverendo y él se dirigen a ellos.

El reverendo sonreía y asentía. Ya le había visto sonreír y asentir así en otras ocasiones. Despertaba todas sus alarmas.

Se dirigió al hombre que se acercaba.

- ¿Este grupo está bajo tu responsabilidad?

Lanzó una mirada a Koray, a los niños y al resto de los supervivientes.

Daniel observa a la mujer que le preguntaba parecía acostumbrada a dirigir y que el resto acataran sus órdenes. Si el reverendo era el responsable de la moralidad, aquella mujer era responsable de la seguridad del refugio, alguién con quien debería llevarse bien se iban a quedarse por un tiempo ahí.

- Se puede decir que hablo en su nombre cuando es necesario. No están bajo mi responsabilidad, pero yo me he comprometido con ellos en su supervivencia - En sus ojos se ve que no está muy contento con el trabajo hecho en ello por ahora- A cambio respetan y tienen en cuenta mis consideraciones. Me llamo Daniel, y como ya le he dicho al revenrendo agradezcemos que nos acojáis.

Mirando a Koray, buscando su complicidad:

- No lo hemos pasado muy bien en la travesía y a los niños les vendrá bien dormir tranquilos, y a los no niños. Ahora si me lo permitís me gustaría avisar al resto de nuestro grupo para informarles del asilo que nos prestáis.- Haciendo un gesto a su compañera de viaje- Koray , salgamos a avisar al resto. Seguro que podremos intercambiar impresiones con el resto del grupo... Realmente tenían poco que elegir, aquel sitio era un paraiso comparado con lo que habían pasado hasta ahora, los chicos disfrutaban de libertad ahí dentro, correteando alrededor de su madre. Hacía mucho que no se les veía alegres.

Yo no tengo intención de darles un papel protagonista salvo que vosotros los "traigáis a la vida". Podéis llevar más de un personaje a la vez :P