Partida Rol por web

Alberto se abrió entre la maleza cortando ramas con su machete. Por fin había llegado a aquel puñado de casas que se dejaba entrever desde lo alto de la loma; un pequeño pueblo agrario perdido en medio del valle. Avanzó por entre los edificios, ahora completamente cubiertos de vegetación. No parecía haber nadie. Tan solo se oía el sonido de los pájaros. Comenzó a caminar hasta que vió lo que buscaba; un supermercado. Sacó su rifle y entró. Parecía abandonado, pero en los estantes aún se veían algunas latas de comida. Cogío su bolsa de deportes y comenzó a llenarla, pero no tardó en ceder a sus instintos. Echó la bolsa a un lado, cogió una lata de judías con tomate, la abrió y comenzó a comerla con avidez, tumbado contra la estantería. Cuando estaba comiendo, escuchó un ruido que lo sobresaltó. Echó mano de su rifle y parapetado, se asomó con cuidado para intentar ver de qué se trataba. No tardó en ver a un hombre de unos 40 años que rebuscaba entre las estanterías. Llevaba semanas sin ver a ningún ser humano o al menos, a ninguno con el que se pudiera razonar. Todos parecían poseídos por "el mal de la selva". Así lo había llamado él. Con el arma baja, pero preparada, salió de su escondrijo. -Hola.-dijo-. El hombre salió corriendo pero tropezó callendo de bruces al suelo. -Tranquilo-dijo Alberto dejando el rifle en el suelo lentamente-No quiero problemas. ¿Está usted solo? -N...no-dijo el hombre con timidez-mi padre...vivo con mi padre. Está muy enfermo. Creo que le queda poco. -¿Qué tiene? -No lo sé. Cayó enfermo hace días. Pero no ha sido esa enfermedad...es otra cosa. Nunca había visto nada así-el hombre parece estar a punto de desmoronarse al hablar de su padre-. -Vamos, vamos.-replica Alejandro dejando del rifle a un lado-Quizá pueda ayudarle. Llévame hasta él a ver qué puedo hacer -¿Eres médico? ¡Oh, señor, gracias!-. -Sí...soy médico. Vamos, tiene que llevarme a junto de su padre. Alejandro no se sintió con fuerzas para decirle la verdad; que no era médico. No podía arrebatarle al hombre la esperanza. El hombre, quien dijo llamarse Kirk, condujo a Alejandro junto a su padre. Vivían en una casa del pueblo. Habían conseguido acondicionar algunas salas y mantenerlas a salvo de la invasión. No había luz y por consiguiente, tampoco agua corriente, pero tenían un pozo del que podían sacar agua manualmente. El padre de Kirk estaba tirado en un catre, inconsciente. Deliraba y sudaba abundantemente. John se acercó. Le tomó la temperatura con un termómetro de frente. Estaba alta. 39,5. Lo primero era bajarle esa fiebre. Entre Kirk y él llenaron una bañera de agua fría y lo sumergieron en ella. Parecía que estaba funcionando. Mientras, Alberto seguía trabajando en hacer un cuadro a partir del cual hacer un diagnóstico. Pero no había que olvidar de que todo esto era una mentira; él era biólogo, no médico. En cualquier caso, era lo más parecido a un médico que había en aquella habitación. Luego de un examen, acabó concluyendo que era algo parecido al mal de la selva en su primera fase, pero era distinto. Por lo que le había contado el chico, su padre llevaba así varios días. Evolucionaba mucho más despacio y diferente. Los afectados por el mal de la selva no presentaban cuadros de fiebre...estaba desconcertado.

Kirk cruzó los brazos con nerviosismo y agachó la cabeza. Le costaba mucho ver a su padre en ese estado. 

- Últimamente ha empeorado. No es sólo...alzheimer, o demencia senil o lo que sea.

Hizo una pausa, tratando de elegir las palabras adecuadas.

- Se está volviendo salvaje. 

-¿Salvaje?. Permítame ver... Alberto se inclinó sobre el hombre y se detuvo un momento a examinarlo. Le abrió la boca para ver el color de la lengua, le tiró del párpado inferior para observar los ojos, le tomó el pulso...y entonces se fijó en el pelo. Abrió su mochila y sacó un pequeño estuche de instrumental. Lo abrió y escogió una pinza y tomó una muestra de cabello; uno gris, normal y uno de los nuevos, de color azabache. Entonces se dirigió a una mesa cercana y sacó otro bulto. Era una especie de bolsa de nylon con cremallera. La abrió y sacó de ella un microscopio portátil. Lo desplegó sobre la mesa y examinó los dos pelos intentando buscar una explicación.

- ¿Qué ha encontrado? Preguntó Kirk con la voz temblorosa mientras se asomaba por encima del hombro de Alberto. 

El anciano que yacía en la bañera abrió los ojos silencionsamente. Una mueca feroz se torció en sus labios, mostrando unos dientes amarillentos y recubiertos por una película de saliva.

Al ver la reacción del viejo Alberto se lanzó en plancha hacia él para evitar el ataque, placándolo prácticamente en el aire. Ambos cayeron en el suelo hechos un ovillo hasta tropezar con la pared. Forcejearon hasta que Alberto consiguió ponerse encima del viejo agarrando sus muñecas y apretándolas contra la pared para inmovilizarlo. El viejo intentaba lanzar dentelladas inútilmente.

-Rápido, tráigame una cuerda y ayúdeme a inmovilizarlo.

Los momentos de lucidez llegaban de manera inesperada. Algunas veces, mientras su hijo lo bañada, durante un paseo, o en medio de la noche, cuando no podía dormir. Entonces volvía a ser el hombre capaz e inteligente que fue antes del Evento. Sólo duraba unos pocos minutos. En esas ocasiones, miraba a su hijo a los ojos y no sólo lo reconocía, sino que veía algo más. Veía cómo había cambiado en estos últimos años. Veía las arrugas, el sufrimiento.

Cuando sucedía, no tenía la sensación de despertar bruscamente de un sueño sino que sentía como si siempre hubiese sido consciente. Como si lo entendiese todo, aunque lentamente. Su conciencia no había muerto, solamente era un manantial subterráneo que afloraba en pequeñas fuentes, aquí y allá.

Normalmente no sabía que decir. Se quedaba callado decidiendo las palabras. Sólo tenía, con suerte, unas pocas frases y demasiadas cosas que decir. Hacía una lista, las opciones se agolpaban en su lengua pero todas eran difíciles de articular.

Quería decirle:

"No eres una decepción."

"Siento lo del divorcio."

"Siento lo de las niñas."

quería decirle:

"Te quiero."

"Gracias por cuidar de mí."

Pero en vez de eso lo miraba en silencio, disimulando, avergonzado por no haber sido mejor con él cuando tuvo que serlo. La vergüenza y el miedo al juicio de su hijo eran demasiado para él. Por suerte, pronto volvía la oscuridad.

Esta vez, como las anteriores, era consciente de cómo se había levantado de la bañera y había saltado a su cuello. Lo iba a matar. 

Dejó de forcejear y volvió la mirada hacia su hijo. Estaba horrorizado, temblando sin saber cómo reaccionar. Sintió cómo los ojos se le llenaban de lágrimas.

- Kirk- Consiguió articular antes de desmayarse.

Alberto miró a viejo con compasión. Le tomó el pulso, le revisó el párpado de nuevo...

-¿Es siempre así o tiene crisis más fuertes que otras?¿Le administras calmantes??¿Cuales?¿Cómo era su vida antes de pasase todo esto?

Kirk se frotó los ojos, asaltado por una súbita migraña.

- Algunas veces se pone violento, sí, pero nunca había llegado a atacar de esa manera.

Miró a Alberto con ojos suplicantes.

- ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Existe algún tipo de sedante?

- Primero tengo que saber de qué se trata. Permítame un momento examinar la muestra en el microscopio. Le tomaré también una muestra de sangre. Asegúrese de que está bien atado y no le pierda ojo. Alberto se vuelve hacia el microscopio para observar la muestra que tomó previamente. Sacó una jeringa y tomó sangre del anciano. Observó primeramente la muestra del pelo y posteriormente, la de la sangre intentando identificar algo extraño.

¡Bueno! Haz un chequeo contra 3d6. Se trata de "encontrar algo" en las pruebas, así que suma lo que creas conveniente.

Hacemos lo siguiente:
- Con éxito decides tú qué es lo que encuentras y lo escribes en el post.

- Con fracaso lo hago yo.

Alberto examinó las muestras que había extraído a su "paciente" y no cabía en sí de su asombro. Algo había realmente extraño en sus células. Tenían una configuración extraña, nunca vista en ningún ser humano. Era como si se estuviera produciendo una hibridación entre el hombre que tenía delante y algún tipo de especie vegetal. ¿Una mutación provocada por la plaga?.

Era un efecto que nunca había observado ni temido y no sabía como interpretarlo. Quizá es que lo que fuera que había afectado a la vegetación y había provocado su crecimiento descontrolado estaba afectando ahora a las personas, pero no tenía claro de qué forma. ¿Se estaba transformando aquel hombre en un vegetal? ¿Quizá esos ataques de rabia eran un efecto secundario del enorme trauma psicológico que aquello le estaba produciendo?. Todo aquello carecía de sentido, pero ¿acaso lo que había estado sucediendo en los últimos meses tenía algo de sentido?.

Pensó que si el origen era el mismo que el de la plaga, su suero podría tener un efecto positivo. Era algo que merecía ser probado, así que procedió a administrarlo.

Creo que esto ya admite bastante bien un cierre. 

Fundimos a negro y continuamos en la hoguera, salvo que quieras sacar algo más, por ejemplo, preguntando cosas al hijo.