Partida Rol por web

Cita:

Una sonrisa se insinuá en mi rostro sorprendiéndome incluso a mi.

-Aun así no alcanzo a ver la oportunidad. Sir Bernard es difícilmente suplantable, traerá su propio equipo, y si hay elementos locales llevaran meses contratados.. me detengo al tiempo que observo a los dos invitados con experiencia callejera ... ah, entiendo.

- Efectivamente, señor Oliwaw: en tanto que Wintherstuff es difícimente reemplazable, su séquito no lo es tanto. Es posible retorcer la cosas para formar parte de él. ¿Lo ven como una posibilidad, aunque sea para algunos?

El anfitrión trataba, sin el menor éxito, de no mostrarse excesivamente ufano con su propia idea.

Interesante idea Cyrus, pero si bien se puede reemplazar a su séquito; hay que tener en cuenta que puede que Wintherstuff conozca muy bien a sus secuaces; habría que averiguar cual es la relación que tienen....alguno lo investigó antes? Digo mirando al grupo de gente

-No creo que el intervenir en el equipo sea factible. Pero supongo que el señor Callahan podria encontrar algun contratado local.

Quizás mezclarse directamente con su séquito no sea lo mejor, pero no podemos evitar aprovechar esa oportunidad. - La espiral de humo de su cigarrillo mentolado crea extraños dibujos mientras Wade se pasea por la habitación.- ¿No debería seguirle una horda de periodistas? No creo que sea tan difícil ocultarse entre ellos en un día tan ajetreado. Y ya puestos a falsificar documentación... 

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La cámara parpadea un par de veces antes de enfocar a la joven mujer que se aclara la voz dos veces antes de conseguir empezar ha hablar.

-Mi nombre es Rachel Giskard y espero que mi muerte sirva para despertaros.

Durante mucho tiempo hemos consentido que una minoría elitista nos gobierne a placer. Cuando por fin nos atrevimos a alzar la cabeza esa élite descubrió con horror que como parásitos que son dependían de nosotros y se apresuraron a intentar sustituirnos por maquinas. Ahora eso ya no es suficiente para ellos, no quieren sustituirnos quieren poseernos. Su objetivo ahora es convertirnos en maquinas arrebatarnos incluso la propiedad de nuestras personas.

La mayoría de nosotros estamos demasiado cegados por la mentira a la que llaman libertad. Comprados con productos que en realidad no necesitamos. Aturdidos por el ruido de sus medios de comunicación. Ha llegado el momento de que alguien nos despierte y castigue a aquellos que tratan de arrebatarnos incluso nuestra humanidad.

Cyrus se levanto del sillón y anduvo por la sala, meditabundo y ensimismado, mientras trataba de desentumecer sus rodillas.

- Bien, señores, yo creo que deberíamos empezar ya a hacer recapitulación de lo que sabemos, para fraguar un conjunto de pasos operativos. Por lo pronto, contamos con un máximo de dos días para hacernos con la señorita McTavitt. Desgraciadamente, estos dos días son los escogidos por Coventry-Albenmeyer Labs para realizar una auditoría de la arcología y sus instalaciones, por lo que será altamente improbable que nuestra dama las abandone: debemos entrar en su Zona Segura. Naturalmente, esa inspección nos garantiza que CA Labs presentará su cara más efectiva y... mejor engrasada, con todos los puestos de guardia perfecta y ejemplarmente coordinados y preparados para pasar revista... ¡maldita mentalidad militar!

Por supuesto, el señor Callahan nos ha señalado una complicación añadida: el chip subdérmico de la doctora, con sistema GPS para indicar su posición. Sin embargo, nuestros avezados técnicos Wade y Flípperez -, dijo señalando graciosamente a  los ciborgs-, aseguran que son capaces de deshacerse de él si cuentan con tiempo y tranquilidad. Además, cabe la posibilidad de que el mismo GPS nos permita encontrarla y, tal vez, despistar a los equipos de búsqueda. Eso es un gran punto.

Además, Tony también afirma que conoce una sección defensiva e independiente que cuenta con medidas de seguridad obsoletas cuyas debilidades podemos aprovechar. Eso resulta de crucial importancia, pero aún está por ver si nos ha presentado una entrada o una posible salida.

Finalmente, parece que el caballero que llevará a cabo la auditoría, el señor Wintherstuff, puede representar una distracción o un posible pase al interior de la Zona, bien sea como parte de su delegación, bien sea entre el revuelo mediático que levante... ¿Me dejo algo, quizá?

Bueno, pues ya quiero una idea en firme: ¿cómo van a entrar? ¿Cómo se va a localizar a McTavitt? ¿Qué necesitan y cómo encontrarán lo necesario para contrarrestar el GPS? ¿De qué modo la sacarán del complejo?

Cita:

-Si vamos a utilizar a Ser Wintherstuff seria mejor que nos invitara el. Si podemos localizar a sus operadores locales sera no solo mas fácil sustituirlos, si no que nuestro nivel de acceso seria mucho mayor. La cuestión es si alguno de los presentes puede localizarlos.
El problema no es localizar a McTavitt si no localizarme a mi. Excepto cuando esta segura en sus habitaciones o en los laboratorios yo estoy con ella.
Reconozco que no se como inutilizar el GPS, al menos no sin hacer inmediatamente las alarmas y atraer al equipo de reacción.
Quizás la falla de seguridad encontrada por Tony nos facilite la extracción. ¿Autorizando la salida de alguno de los vehículos de la Arcologia? Pero si por lo que sea la alarma salta antes de nuestra salida Habremos fracasado. Hablamos de una seguridad que no podemos traspasar por la fuerza.

El gélido ambiente del CIC es un alivio respecto a los furiosos vientos que barren la cubierta del Independence. La Capitana Moore se sacude el agua de encima con gesto poco marcial mientras se acerca al puesto de su oficial de sistemas.
-Como lo ve Teniente?
-Mal señora el tifon se ha comido nuestra base en Guantanamo ha atravesado la zona de libre comercio y va a golpear con ganas la costa.
-Esta bien. El centro nacional de emergencias esta advertido. Pero avisen también a Lloyds y a la junta de garantia intercoporativa. Quizas ellos tengan recursos para hacer algo...
Aunque solo sea para salvar sus pozos Concluye mientras posa una nostalgica mirada en la foto del ultimo portaaviones de una flota que ya nunca recuperaría la pasada gloria.

(Extractos de la reunión)

 (Carla se dirige a la mesa de accionistas)

…Y así, señores, es como nos hemos torcido. Hemos enfocado cada uno de nuestros intentos, cada impulso y cada esfuerzo en intentar replicar lo que ya teníamos con nosotros. Podemos hacer que los procesadores discurran aún más rápido, podemos depurar el software hasta el infinito, y no nos acercaremos a la plasticidad que la misma vida en la Tierra ha logrado por sí misma a lo largo de millones de años de ensayo y error. Millones de años de los que no disponemos, me permito recordarles.

 Yo digo que dejemos la vereda y nos adentremos en lo desconocido: en el cerebro. La máquina calculadora más potente que conocemos, capaz de lograr aquello con lo que todos nuestros ingenieros e informáticos sueñan. Yo digo que podemos usar todo su procesamiento de información distribuido en paralelo para gestionar programas. Ahí está nuestra revolución.

Imagínenlo: programas corriendo por las neuronas, sin que la conciencia los perciba más que entonando comandos verbales o corporales clave. Programas que domestican al inconsciente para que trabaje para nosotros: para que memorice al tiempo que leemos, para que desate una combinación automática de gestos que a nivel consciente no conocemos, para que nos lleve de la cama al baño, del baño al coche y del coche al trabajo sin que debamos despertar. Programas inducidos mediante hipnosis que permitan a un soldado disparar contra objetivos de modo involuntario, mientras corre o realiza cualquier otra tarea.

Imaginen también neuronas que actúan como calculadoras por el rabillo del ojo. Que se adueñan de las manos para redactar informes rutinarios mientras su yo consciente mira el televisor. Que ejecutan banners y publicidad directamente en la imaginación. Que eliminan sentimientos y provocan sensaciones, sin necesidad de más drogas que las que produce el cuerpo.

Yo les digo que la revolución no está en el ciberware, sino en el brainware. Yo les digo que es posible, y ésta es la forma de hacerlo…

Conrad Müller se atusó el débil cabello blanco mientras observaba el reflejo de su rostro en el cristal de la ventana con ojos muertos. Si hubiera sido un hombre dado a la reflexión tal vez le hubiera llamado la atención su manera de mirar lo transparente en lugar de advertir el juego de nubes y azules que se desplegaba ante él: la Tierra, como una perla celeste en un lago negro, giraba, hermosa como nunca esa noche.

La estación, una enorme nuez de piedra excavada, también giraba sobre su eje para dar apariencia de gravedad mediante un delicado juego de fuerzas centrífugas. De este modo todos los pies de los habitantes apuntaban al exterior, todas las cabezas hacia el interior de la estación, y el todo el eje constituía un entorno cilíndrico de baja gravedad: era perfecto para alojar las pesadas maquinarias industriales y de procesamiento energético y residual, además de facilitar las tareas de atraque e intercambio de mercancías, pero no dejaba de resultar extraño que, a cada piso que subía el ascensor, la gravedad disminuyese. Müller sonrió al recordar cómo se daba por supuesta en las películas de ciencia ficción de hacía cuarenta años la solución al problema de la gravedad...

La compuerta del despacho soltó un suave siseo hidráulico y Bernard Wintherstuff entró a paso vivo.

- ¡Mi buen Conrad!- saludo, con los brazos abiertos en una pantomima que debía conducir a un abrazo-. No pensé que estuvieras tan ocupado como para retrasar un simple saludo-, reprochó con afabilidad.

- Bernard, no seas tú quien me critique las tardanzas: sabes mejor que nadie lo que supone gestionar un puesto como éste- respondió quejoso Müller, escabulléndose de la madeja de brazos del inglés-. ¿Dónde has dejado a Sasha?

- Sasha, Sasha... Esa chica va a acabar conmigo pronto. Y no va a ser ni por la pesadez con que revisa todos los sitios a los que vamos, ni por cachear a todos los tipos con que nos topamos... ¿Sabías que nos obligó a ingresar en la estación con dos horas de retraso, sólo para asegurarse de que tomábamos el puente hidráulico del transbordador nosotros solos?

- ¡No puedo creerlo, Bernard!- rió con ganas el administrador de la estación-. Tú guardaespaldas te está domando...

- Sí, ríe, ríe... pero lo que te digo, que va a conseguir matarme, y va a ser de aburrimiento.

- Bueno, seguro que podemos hacer algo al respecto, jefe.

- ¿"Jefe" ahora, Conrad?-, rezongó de nuevo Whinterstuff, con expresión dolida-. Después de doce años de seguir fielmente tus programas de seguridad,  que, déjame decirte, eran casi tan insufribles como los de Sasha, y después de proponerte al Consejo para llevar la seguridad de la estación... Un Judas, maldito seas, un Judas...

- ¡Ja, ja, ja! Bernard, si a alguien le aguanto lloriqueos es a ti, así que dime: ¿hasta cuándo vamos a tener tus sollozos rebotando por los pasillos?

- Dos días, amigo: dos días para ponernos al día de nuevo... Y espero que esta completamente innecesaria escala me resulte entretenida.

- Kyoru Lux está a tus pies, Bernard. Prueba éste coñac para entrar en calor, y permíteme hacerte de anfitrión-. Müller se llevó la mano al cuello del uniforme y pulsó el comunicador-. Lisa, anda, envíame a Jessica...

Unos minutos después entraba en el despacho una beldad bioesculpida con el encanto de otros tiempos, haciendo levantarse a los dos hombres.

- ¿Me querías aquí, Conrad?- susurró Jessica con voz ronca, estudiada y inflamable.

- Me parece que soy yo el que te quiere-, bromeó el inglés, barriendo sus formas con ojo crítico y gesto satisfecho-. Un acierto, Conrad.

- Venga, pues: salid por mi ascensor personal, y yo me encargo de alojar a Sasha.

- La estación no te ha ablandado: sigues siendo grande-, contestó Bernard ofreciendo el brazo pomposamente a la mujer-. Por cierto, creo que necesitaré dos tipos locales más.

El administrador asintió con seguridad y dejó la pareja que se marchara por el tubo neumático. Luego observó nuevo la consola de pantalla fosforescente y masculló entre dientes.

-Imbécil...

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Como una primigenia medusa la Zona de Gestión Corporativa ("Zerg" para el ejercito de anónimos obreros que la sirven) crece en las cercanías de la antigua Tampa. Alejándose del temperamental caribe pero tendiendo filamentosos tentáculos de hormigón hacia la bahía.

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A diferencia de las utópicas Arcologias imaginadas por nuestros abuelos Zerg crece por capas de una forma que dista mucho de resultar homogénea. El núcleo original ya se muestra como un pulcro conjunto de edificios que se estratifica en numerosos niveles tanto por encima como por debajo de la superficie. Una mirada de vías rápidas, pistas de alta capacidad, y túneles subterráneos interconectan los respectivos dominios corporativos como una representación fisica de las dinámicas relaciones entre los crecientes poderes supranacionales.

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A pesar de que algunos centros de producción y gestión se instalan en los núcleos de alta seguridad de dominio exclusivo para cada corporación es en torno a la estabilizada zona segura donde vive Zerg. Pabellones, almacenes, y fabricas temporales cambian su ubicación y la fisonomía del arrabal de forma casi diaria. En torno a esta piel y mezcladas con las infraestructuras temporales viviendas provisionales alojan el doble de población que el centro a pesar de ser conscientes de lo volátil de su situación.

Cyrus extrajo de un dossier un conjunto de láminas plastificadas: parecían tomas fotográficas aereas y gráficos por satelite, todas en el tono verdoso de los instrumentos de visión nocturna.

- La Zona de Seguridad corporativa de CA Labs, pese a la amorfa apariencia que presenta a quienes la sobrevuelan, mantiene un mínimo orden y jerarquía en su construcción, camuflado tras la sucesiva aparición de de desordenados módulos. Hay  un cículo exterior que se asemeja a los zarcillos de una ameba, donde se reparten los numerosos centros de pruebas, almacenes y áreas residenciales que las necesiades han ido impulsando a incorporar. Todo ese perímetro se encuentra bajo la permanente vigilancia de M IC Inc (Military Initiative Consulting), un cuerpo de seguridad privado compuesto de mercenarios y excedentes del pequeño ejército de una nación africana disuelta hace años.

A continuación, situado en el centro de la ameba- , añadió el anfitrión, con expresión ceñuda que reflejaba la concentración con que trataba de ver las posibilidades-, se encuentra el anillo interno, un conglomerado de edificios e instalaciones remozados a partir de las  originales del asentamiento, donde se encuentran todos las oficinas serias y de gestión junto con el avituallamiento que precisan. Es digno de señalar la existencia de una pequeña pista de aterrizaje y de una estación de lanzamiento para la única lanzadera orbital de Zona.

Las medidas de seguridad son extremas: para empezar, todo el anillo interno se encuentra amurallado y repleto de puestos de vigilancia electrónica. Hay tres únicas entradas, cada una de ellas asegurada por un pequeño contingente de guardia, no menos de ocho hombres, siempre a un susurro en sus radios de una oleada de refuerzos. Y, peor aún: las mamparas. Cada edificio de importancia, en situaciones de alerta, ve sus entradas y ventanas recubiertas por persianas hidraúlicas que las aseguran y convierten cualquier asalto en un asedio que se romperá en cuanto MIC movilice tropas de regiones y estados adyacentes. Pensad que esas tropas pueden empezar a llegar en un intervalo máximo de tres horas...

El rubio se dejó caer en su sillón y se echó una generosa ración de coñac, alvidado ya el vaso que había empezado anteriormente.

- Bien, señores: ¿cómo iniciarían pues el asalto?