Partida Rol por web

Por supuesto Andres - digo utilizando la misma familiaridad que el emplea conmigo-pero eso le da un toque de misterio encantador -y miro de nuevo la estancia como con nuevos ojos.

Las estanterías abarrotan esta habitación cuya profundidad sólo intuyes a la luz de la pantalla del móvil, cuyo fondo de tonos oscuros y misteriosos no arroja demasiada luminiscencia. Son estanterías recias, viejas, donde se amontonan velas, botes de pintura, cajas de cartón llenas de papel de periódicos atrasados, herramientas de jardinería viejas y algunas cajas más en el suelo llenas de ramitas de arbusto. Una sola puerta estrecha permite abandonar este lugar hacia el interior del edificio.

Al dueño del lugar no parece gustarle del todo la insistencia de Alicia, pero la deja pasar. Bien, entonces, si todos sabemos lo que tenemos que hacer, podemos ir a comer, deben estar hambrientos. ¿Les parece bien?

Otra puerta. Eso era lo que necesitaba, seguramente arrojara más luz al interior de aquel sitio. Parecía un almacén, pero sin duda, era un lugar sórdido. Lleno de preguntas que aun tenía que responder.

Abrió la puerta que daba al interior. Se pregunto si estaría abierta, o siquiera, si estaba a la luz, o estaría escondida, como la entrada desde el exterior.

Un lugar oscuro y que fácilmente podía ser el lugar de trabajo de algún asesino, o la tumba de un cadáver aun sin identificar.

Una vez calmada las cosas, Ernesto se limitó a escuchar las descripciones de Andrés, a asentir profesionalmente, y a observar. Se estaba preguntando primero cómo introducir el tema para ver si podía sacar algo más, pero al ver cómo Alicia hablaba, decidió callarse y ver qué pasaba. Así que es agnóstico, este tipo. Faltaba más. Pero no podía culpar a su escepticismo. Él mismo no creía en esas cosas, hasta que la mierda de lo de España le había bajado la línea, y cada día las cicatrices en el hombro se lo recordaban. Y la muerte de Frantisek. La puta madre, viejo loco de mierda. Te tuve que traer en un cajón de manzanas. Y lo peor había sido intentar explicarlo a la justicia española.

- Bariloche ya desde el principio tiene esa mística, así que no nos va a ser difícil sugerir que en este lugar hay algo interesante. Independientemente de lo que lo haya o no - comentó, para cerrar el tema y dejar a Andrés tranquilo - Pero sí vamos a necesitar saber qué cosas pasaron, para no meter la pata con lo que podamos sugerir. No te preocupes, eso queda en mis manos - añadió, como el profesional escéptico que era.

Era una buena jugada. Así dejaba al dueño tranquilo de que no iba a ser ningún reporte paranormal, y a la vez les daba carta blanca para andar preguntando sobre lo sucedido. La cara de Ernesto permaneció dentro de la seriedad que le caracterizaba, sin que se le moviera un pelo. Sabía que su imagen de jefe efectivo y pragmático iba a jugarle a favor en ese momento.

- Por mí, está perfecto, y lo agradecería. Cualquier cosa, cuando le mostremos algún avance, podemos volver a conversarlo - asintió, y miró a Alicia - ¿Vamos, Alicia?

Esperó respuesta de la mujer, antes de girar hacia el anfitrión y esperar a que los guiara.

Sí, por favor estoy muerta de hambre- digo con una sonrisa y cogiendome del brazo del primero que se preste me dejo guiar.

Minutos después os encontráis en el comedor del lugar, un edificio aparte, alargado, de madera y piedra, con mesas para unos 60 comensales. Hay dos mesas para cuatro preparadas en línea para convertirse en una de ocho para vosotros; parece que el dueño de esto comerá con vosotros. También parece que Gallofré está alargando su paseo, pues aún no ha aparecido...

Mira a su alrededor para luego mirar a Ernesto

-Che, ya perdimos al viejo?

Dice mientras se acerca a la mesa y se sienta en una de las puntas, apoya su cámara de mano del lado derecho de la mesa.

Mira a los españoles con cara de una seriedad endeble y apoyando su mano extendida en su pecho

-Mi recomendación personal de comida autóctona por si están interesados es milanesa a caballo.

Dice mientras se estira hacia una mesa vecina tratando de tomar una de las cartas.

- Si, claro. Milanesa frita, papas fritas, huevos fritos. El higado, está claro, no lo agradece. Para mi mejor una "Ensalada Cesar" - propone el locutor antes de acomodarse frente a Ernesto y comentar - Es un lindo lugar, las habitaciones están bien. Son más que cómodas - dice antes de ir a lo que realmente le interesa - Pero no nos comentaste nada de los "fantasmas" - expresa mientras con sus dedos resalta las comillas - Debemos incluirlos en el guión? - pregunta - porque nadie me dijo nada de eso cuando firmé el contrato. Me pagaron solo por una publicidad, no por una actuación de de cine de terror. Ese tema debemos cerrarlo antes de empezar con las tomas -

La puerta da paso a un despacho. Se trata de un lugar no muy grande, con luz natural que proviene de una ventana. Hay una mesa sencilla estilo IKEA, estanterías de la misma procedencia y carpetas, carpetas y más carpetas de encuadernación en anillas. Un ordenador de sobremesa algo anticuado es el principal objeto de trabajo, aparte de algunos bolígrafos baratos en un cubilete.

Andrés, que estaba examinando la carta, levanta la mirada y la clava firme sobre Facundo. Parece no gustarle el comentario, pero vuelve a bajar los ojos a la carta y se limita a comentar lacónico: Ya hablé eso con Ernesto. El tema es que no quiero tonterías ni fantasías.- le alarga la carta a la camarera -Ensalada y cordero para mí.

Levanta la vista y sonríe con aparente satisfacción sincera. -A los españoles les recomiendo el curanto, claro. Aunque no es bueno para la línea.- dirije la sonrisa ahora a Alicia.

Josep estaba entusiasmado. Los papeles de más de cincuenta años eran los únicos capaces de contar verdades ocultas.

De decir lo que hoy por hoy se consideraban bulos o mentiras.

Estaba de suerte, se acerco al ordenador, lo miro. Extraño aparato. Podía tener información, pero no pensaba tocarlo. Demasiada estática para su gusto.

En contraposición, las carpetas le parecían el tesoro escondido de algún pirata. Algo que lo llenaba de gozo. Y como el gozo va a un pozo. Lo mejor sería echarles un vistazo antes de que alguien o algo reclamara su presencia.

La primera carpeta que cayó en sus manos, se convirtió en el objeto de estudio. Aunque antes de centrarse en nada, procuraría ojearlo todo, para descartar cosas de poco interés.

No se preocupe por mí , -digo lanzandole una mirada traviesa a Andres -tengo un organismo estupendo en relación con las grasas , yo las disfruto y el solito sin ayuda de nadie no deja que se acomoden donde no deben-y mirandome con picardia el cuerpo-o eso creo yo , si no es así por favor diganmelo, no vaya a ser que despues de comer lo que usted me recomienda me salga un michelín y muera del infarto- y una carcajada cristalina y sin reservas se estiende por todos.

—Uy, uy, uy... Pues yo no quiero nada de grasas, que tengo que mantener la línea. Así que para mí, nada de ese grasiento "curanto". Yo quiero una ensalada de la casa, sin aliñar, que engorda mucho. Ya me la aliñaré yo si acaso.

Ahora, sólo tocaba esperar a que nos lo trajesen. No obstante, me había dado cuenta de una cosa—. ¿Y la bebida? ¿Dónde está la bebida? Ya podían traernos algo para beber, que aquí hace mucho calor.

Dicho esto, y para dar relevancia a mis palabras, me quito el fular de alrededor del cuello, para abanicarme con la carta.

- Mejor que mejor. Eso de los fantasmas no me convencía en lo más mínimo - contesta Facu antes de plegarse al pedido de Kike - Y yo, para acompañar mi ensalada me tomaría un tinto. Me va a ayudar a dormirme un rato... Despues del viaje lo ideal es descansar un poco y despues ponemos manos a la obra -

- Supongo que hoy mismo podremos hacer las primeras tomas... a la tarde, quizás a la noche. Me gusta el lugar, así sera sencillo demostrar que estoy a gusto en el lugar - Repentinamente el locutor se calla - Pero eso no me corresponde definirlo a mi. Actuaré cuando me lo pidan... ahora comamos, luego un poco de descanso, quizás una caminata para ambientarse y estaré disponible para Uds - propone

Ernesto, al entrar al salón, echó un vistazo a vuelo de pájaro para comprobar exactamente lo que temía: estaba todo el mundo, menos el catalán paranormales. Así empezamos. Decí que acá no hay lago para que termine de cabeza en el fondo. Cuando Diego se lo señaló, no pudo más que mover la cabeza, aunque ahorró la cara que seguramente quería poner. Quizás fuera por la presencia de Andrés, frente a quien prefería no manifestar descontento por las actividades de su equipo.

- Esperaba que hubiese vuelto, pero si en un rato no aparece, voy a salir a buscarlo - respondió, y después bajó la voz sólo para Diego - Ya sabés cómo terminan esas cosas.

En realidad, pensó en hacerlo inmediatamente, pero el modo en el cual inició la conversación entre Andrés y Facundo le convenció de que no podía abandonar el barco. Esto puede explotar en cualquier momento. Otra vez de niñera, qué felicidad. Tomó asiento cerca de Andrés, como correspondía, y decidió hablar una vez que todos expresaron sus preferencias gastronómicas y sus preocupaciones vanas sobre triglicéridos y otras tonterías. Cualquiera que mirase a Ernesto le podía dar fe de su descreimiento por otra cosa que no fuera el placer de una buena comida. Tano, como quien diría.

- Tal como dice Andrés, después les voy a comentar los lineamientos de la publicidad. Antes de hacer nada, necesitamos un buen reconocimiento del lugar y definir bien las actividades que ofrece para mostrarlas como corresponde. Pero dejemos el grueso del tema del trabajo para después, que ya vamos a tener tiempo de sobra.

Miró especialmente a Facundo y a Diego, antes de mirar la carta y decantar por lo más obvio.

- También cordero y ensalada para mí, gracias. Hace mucho tiempo que no como cordero patagónico. Respecto del vino, por qué no. Nuestro anfitrión puede recomendarnos uno - dijo, dejando la carta sobre la mesa.

Los documentos tratan asuntos mundanos de la gestión de la finca, aparentemente. Factura por la compra de bombillas, factura por la compra de pienso para caballo, extractos de cuentas bancarias con asuntos banales, resguardos de clientes... A simple vista, sin dedicarle unas horas intentando relacionar unas cosas con otras, sería difícil averiguar nada. De pura suerte es difícilque algo surja aquí, pero tienes la sensación de que hubiera un patrón que se te escapa por la falta de tiempo. Tendrías que dedicarle, no sabes, una o dos horas, quizá.

-Gabriela, un Malbec de Chacras. Gracias.- responde a la sugerencia de Ernesto el anfitrión devolviendo la carta a la camarera. -Una cosa les quiero comentar: yo no me alojo en la finca. Aprovecho que cerramos para pasar más tiempo con la familia, ya saben. Pero estoy abajo, en Bariloche; cualquier cosa me llaman. Ahora les dejo el número de mi celular. En todo caso subiré cada día a saludar, pero poco rato. Acá quedarán la cocinera, Gabriela, la camarera, Jorge, ya lo conocieron y Martín, un chaval que arregla esto y aquello. Pero todos menos Jorge duermen también en Bariloche, será él quien les atienda si necesitaran algo por la noche.-

El olor llega de la cocina mientras se prepara la comida. Huele confortable y grasiento, picantón y espeso. Josep aún no ha llegado, pero los primeros platos tampoco.

Josep parece satisfecho, al menos de momento. Sin duda, aquel lugar guarda secretos. Aquellos documentos pruebas. Pero no tiene tiempo.

Es sin lugar a dudas, el miembro más indispensable de todo el grupo. Seguro que ya lo han mandado llamar.

No debe demorarse más, o podría dar al traste con su investigación. Así que prueba el manillar de la puerta.

Si no está cerrado, lo mejor será poner la oreja, y notar si hay alguien fuera. Si está cerrado. Pues a salir por el mismo sitio. Pero la salida secreta no quiere usarla si no es necesario.

Así de intensa es la vida de Josep Gallofre.