Zelda escuchó con atención las palabras de Link. Aunque en otras circunstancias podría haber estado de acuerdo con el héroe, no era así en este caso. La reina consideraba que era uno de esos momentos donde ella debía estar allí para ayudar a su esposo a alzarse en esos aspectos donde pueda errar.
- Hay muchas razones por las que debemos ir juntos, mi Link. Es cierto que nos debemos a nuestro reino, y es por eso por lo que debo acompañarte. La Trifuerza es la fuerza sagrada que nos protege, y perderla ha sido mi fallo como reina. Como protectores de la misma es nuestro deber recuperarla. Y por otro lado, Zelda es mi mundo y mi vida, y no podría quedarme parada mientras arriesgas todo en una búsqueda desesperada sabiendo que te puedo ayudar. Además, hablando así muestras dudas sobre si tendrás éxito o no. No vamos a fracasar, mi rey. No vamos a fallar ni por el reino ni por nuestra hija, así que no debemos temer nada por viajar juntos porque todos vamos a volver a casa con la Trifuerza y con Zelda. - replicó la reina a su marido de una forma tierna, contraponiendo ideas pero de forma cálida. Además, si me quedo aquí y por ello nos arrebatan la Trifuerza sería peor que haber partido y no haber vuelto. Zelda se volvió hacia Impa. - ¿Puedo confiar en que mantengas a los consejeros reales en calma mientras viajamos, amiga mía?
Impa asintió ante la petición su reina.
Los soldados escucharon atentamente manteniendo la formación casi sin pestañear.
Uno de los hombres acompañó a Impa hasta sus aposentos mientras que otro se acercó hasta ustedes.
- Majestades, la sala de armas está a vuestra entera disposición. Desde la última vez que fueron usadas hemos mantenido su estado impecable por si los tiempos oscuros regresaban - tras dicha información se despidió con el saludo militar y una reverencia.
Siguiendo sus indicaciones no tardasteis demasiado en llegar a dicha cámara. Tras abrirla comprobasteis con total majestuosidad que las palabras del soldado eran ciertas, aquel lugar estaba conservado como si no hubiesen pasado los años.
La espada de Link estaba colocada justo donde la dejó años atrás, colocada sobre su piedra
Y en una de las paredes laterales el arco mágico de Zelda, un regalo de los mejores artesanos de Hyrule para la por aquel entonces princesa.
El resto de la sala estaba adornada con herramientas más viejas u obsoletas: tirachinas, garfios... artefactos que hoy en día no eran útiles.
Debéis narrar vuestras impresiones y como os equipáis.
La sala de armas era una habitación en la que no había estado desde hace mucho tiempo. Los soldados tenían razón en lo que habían dicho, la estancia estaba impoluta. De diferentes armeros colgaban distintos utensilios que Link había usado en el pasado. La pieza principal de la estancia se encontraba en el centro de la misma. Aun reluciente en su pedestal estaba la espada que el héroe había usado en el pasado. La princesa dio una vuelta de reconocimiento por la sala, valorando todas las piezas y la habitación en si por su belleza y valor artesanal, antes de llegar ante una de las paredes laterales, sobre la cual colgaba en un expositor un ornamentado arco. Algunos esconden su pasado en una polvorienta caja en el desván y otros lo hacen en preciosas habitaciones ribeteadas de oro.
El arco en sí había sido un regalo de su padre cuando aun era una joven princesa. Elaborada por los mejores artesanos de Hyrule con la madera de los árboles más fuertes y frondosos que se puedan encontrar en el reino. Pequeños detalles dorados adornaban la pieza y le daban aun más resistencia. Tomando el arco en sus manos y recordando todo lo que su padre le había enseñado comprobó el alineamiento y la resistencia de la cuerda. El artesano había hecho un trabajo perfecto, pues el arma seguía en un perfecto estado a pesar del tiempo.
La reina jamás pensó que tendría que armarse por el reino de nuevo, pero se echó el arco a la espalda y observó a su esposo reunirse con su fiel compañera tras tanto tiempo.
Mi mirada no escondía que la decisión de mi mujer no me gustó, pero tampoco podía hacer nada. La voluntad de Zelda, tal como la mía, era incorruptible. No cambiaría su parecer: quiso que nos dos fuéramos juntos, y así lo haríamos. Por un momento pensé en contra-argumentos, pero sabía que sería inútil avanzarlas. Pero con Tetra desaparecido, ¿qué haría si también pasaría algo a Zelda? Sin embargo, mi mujer acababa de mostrarme el fallo en este razonamiento: suponía ya de antemano que encontraríamos graves problemas.
“Así sea”, acepté simplemente que mi mujer me acompañase … o que yo la acompañara a ella.. “Tomaré las disposiciones necesarias para que el reino sea bien gobernado mientras que estemos … de excursión.”
En la sala de armas cogí directamente la espada como si nunca me habría separado de ella. Se sentía natural tenerla en mano. También tomé garfios que me colgué a la cintura y luego busqué mi arco a mí. Zelda por supuesto tomaría el suyo, pero con armas a distancia nunca se podía estar de más: había que mantener las amenazas a raya antes de que se acercaran.
Los reyes de Hyrule recogieron sus armas, símbolos de las luchas del pasado y de la búsqueda de paz.
Era extraño volver a sentir dichas herramientas otra vez bajo su mando, pero era más extraño saber incluso que ahora el objetivo no era simplemente traer la paz, sino poder recuperar un pedazo del alma de cada uno.
Fue inevitable pensar de nuevo en la princesa Zelda... ¿Cómo estará?¿Estará a salvo?¿Estará herida?¿Estará pasando miedo?¿Cuánto tiempo disponen para salvarla?¿Lo lograrán?
La incertidumbre se arremolinaba en sus cabezas, pero no podían permitirse el lujo de dudar... había que salir ya; el objetivo estaba claro.
Ahora debéis narrar vuestra salida del castillo. Será el último mensaje de esta escena (que ha hecho el papel de introducción)
Los monarcas estaban armados y listos. El reino iba a quedar en manos capaces hasta su vuelta. La hora de partir se acercaba y en esos instantes los pensamientos de la reina volaban hacia su hija. Su pequeña estaba perdida en ese inmenso mundo lleno de peligros, y más ahora que se había perdido la bendición de la Trifuerza. El sentimiento de culpa por haber perdido a la joven princesa era grande. Pero no debía dejar hueco en su mente para la culpa o las dudas en un momento como este, pues su reino y su hija la necesitaban. Uno necesitaba a sus reyes y protectores y la otra necesitaba algo mucho más importante que eso, a sus padres que la querían sin límite.
Además, esta vez viajaban a la aventura juntos. Si confiaba a ciegas en las habilidades de Link en solitario, tenía muy claro que una empresa en la que ambos pusieran sus mentes no podía fallar. Antes de partir se despidió de su más fiel consejera, Impa, con un fuerte abrazo. - Espero que no sea una pesada carga la que te imponemos hasta nuestra vuelta. - le dijo con una sonrisa antes de volverse hacia su esposo. - ¿Listo, mi rey?
Aunque el vínculo de Link con Impa era mucho menos estrecho que el de su mujer con la consejera y nodriza anciana, Link había aprendido pronto que Impa contribuía en muchas formas al reino, y que su ayuda era imprescindible. „También confío en que tú cuiadarás de guardar nuestros intereses. Sé que los hombres que dejo en cargo harán lo mismo, pero nadie los conoce y aprecia más que tú.“ Apretó otra vez la mano de la consejera, esta vez en señal de despido.
„Estoy listo, mi reina“, respondió Link a la pregunta de Zelda, y por fin la miró directamente en los ojos. Al fin y al cabo, no podía menos que sentirse feliz que ella lo acompañara. Zelda, de todas formas, era tan fuerte como él, quizá incluso más. La admiraba tanto como la amaba, y se dio cuenta de que la mujer que amaba tenía que haber insistido en buscar a Tetra junto con él.
Se fueron entonces a la cuadra para poner la montura en sus caballos de predilección y salieron del recinto del castillo sin que nadie anunciase su salida, tomando por una puerta trasera. Link vistó trajes simples con un gabán que le escondía casi todo el cuerpo, y un capuchón que de mismo le escondía la cara.
Todo debía desarrollarse en la discrección más estricta.
Aunque el vínculo de Link con Impa era mucho menos estrecho que el de su mujer con la consejera y nodriza anciana, Link había aprendido pronto que Impa contribuía en muchas formas al reino, y que su ayuda era imprescindible. „También confío en que tú cuiadarás de guardar nuestros intereses. Sé que los hombres que dejo en cargo harán lo mismo, pero nadie conoce y aprecia nuestros intereses más que tú.“ Apretó otra vez la mano de la consejera, esta vez en señal de despedida.
„Estoy listo, mi reina“, respondió Link a la pregunta de Zelda, y por fin la miró directamente en los ojos. Al fin y al cabo, no podía menos que sentirse feliz que ella lo acompañara. Zelda, de todas formas, era tan fuerte como él, quizá incluso más. La admiraba tanto como la amaba, y se dio cuenta de que la mujer que amaba tenía que haber insistido en buscar a Tetra junto con él.
Se fueron entonces a la cuadra para poner la montura en sus caballos de predilección y salieron del recinto del castillo sin que nadie anunciase su salida, tomando por una puerta trasera. Link vistó trajes simples con un gabán que le escondía casi todo el cuerpo, y un capuchón que de mismo le escondía la cara.
Todo debía desarrollarse en la discrección más estricta.
Dos días han pasado desde que los Reyes de Hyrule regresaron victoriosos al castillo.
Hoy, ante todos sus súbditos, la realeza dará un triunfal discurso para declarar que la paz ha vuelto a sus tierras, a sus hogares.
Hoy, se celebra el día en el que Ganon ha sido finalmente derrotado, donde la Trifuerza ha vuelto a su santuario y sobre todo la importancia de la unidad de cada habitante, sea pequeño o grande, de la nobleza o campesino.
El balcón real mostraba unas vistas espectaculares. Miles de ciudadanos se arremolinaban esperando con ansias ver a sus héroes.
Ahora Hyrule es un lugar seguro, ya no hay ninguna amenaza real del pasado o del presente que pueda hacer sombra a la luz de la Trifuerza y a sus guardianes.
Hoy, el pueblo aclama a Link y a Zelda, reyes legítimos, guardianes de la Trifuerza, salvadores de Hyrule.
Padres de una nación y responsables del nuevo legado del mañana.
¡Hablad valerosos reyes, vuestro pueblo os espera!
2 meses y medio después de haber abandonado esta escena, regresamos a la primera escena del juego para que los reyes den su discurso triunfal ante su pueblo.
Este será para cada uno vuestro último mensaje en la partida. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo leyendo cada uno de vuestros magníficos mensajes.
“Queridos ciudadanos”, comenzó Link, tras una mirada de connivencia con Zelda quien iba a continuar, su discurso, “nuestros queridos ciudadanos, aquí estamos, mi esposa y yo, para anunciarles de nuevo lo que ya encargamos a los heraldos de declarar en todo el reino, y lo que sin duda ya sabéis todos: Ganón fue derrotado, por segunda y última vez. Sí, Ganón, el enemigo más terrible de Hyrule. ¿Cómo pudo volver en un cuerpo tras su derrota, tras que yo le vi morir hace muchos años ya? Lo ignoro. Pero no hay duda sobre el hecho siguiente: que está muerte para siempre. Siempre! Los heraldos ya os contaron del rapto de la Trifuerza y de nuestra hija por Ganón – y, en cuanto al primero, ¿cómo no habréis podido notarlo? Todos advertisteis el resurgimiento de los monstruos, el oscurecimiento del sol, y el oscurecimiento de nuestros corazones… No queremos dar detalles, porque fue una lucha muy penosa que recuerdo como la pesadilla más horrible que he tenido que aguantar en mi vida. Pero les puedo afirmar que no fui yo y que tampoco fue mi mujer quien nos liberó de Ganón. Fue… mi adorada hija Zelda. Gracias a su valentía, salvamos el reino.”
Link se calló un minuto para que el pueblo pudiera honrar con los debidos aclamaciones a su hija. Luego siguió: “Esta aventura me ha aprendido que la familia vale todo, todo. No hay nada más precioso en nuestras vidas. Tenemos que venerar la familia y luchar por ella, porque sólo ella tiene la fuerza de salvarnos. Y no olvidemos que nosotros, todos que somos reunidos aquí, también formamos una familia, la familia del reino de Hyrule. Y tan orgulloso que soy de ser el padre de Zelda, así de orgulloso soy de ser vuestro padre a todos, de ser vuestro rey. Aquí cada padre, cada madre sabe que ser un padre, ser una madre a veces resulta difícil. A veces nos equivocamos. A veces no tratamos a nuestros hijos tal como se lo merecen. A veces no los escuchamos bien. Pero hacemos siempre lo mejor que podemos. Es esta la meta que mi esposa y yo perseguimos cada día: ser buenos padres de familia dando lo mejor de nosotros mismos para todos vosotros. Luchamos para vosotros, porque sois nuestros hijos. Amamos vosotros, porque sois nuestros hijos. Y esperamos que siempre podamos contar sobre vosotros.”
Otra vez creó un breve tiempo de silencio callándose. Así continuó, alzando la voz con cada palabra hasta terminar en un grito de alegría: “Unidos como somos, hoy dejadnos celebrar la derrota definitiva de Ganón, la paz del reino, mi hija Zelda, y asimismo dejadnos celebrar nosotros, la familia de Hyrule!”
Esperó el final de las aclamaciones para dejar con un gesto la palabra a su mujer, a quien miró con amor.
La reina esperó unos segundos para tomar la palabra, dejando que su pueblo expresara su júbilo mientras devolvía la sonrisa a su marido. Definitivamente se ha convertido en un magnífico rey, capaz de liderar a su pueblo y de dirigirle sensatas palabras. Tras escasos instantes se hizo de nuevo el silencio, como si todo el reino esperara para que ella hablara.
- Como bien ha dicho nuestro rey, hoy celebramos la caída de nuestro enemigo mortal, de aquél que esperaba sembrar el caos y la destrucción por nuestros hogares, pero no debemos olvidar que aunque la sombra está derrotada, solo espera un error por nuestra parte para regresar. Por eso debemos ser vigilantes y sabios, es nuestro compromiso como monarcas el permanecer vigilantes para salvaguardar el reino ante cualquier atisbo de peligro. Con la ayuda de los fieles consejeros y por supuesto de nuestro rey y nuestra princesa - dijo mientras rodeaba con sus brazos a su hija, a quien quería hacer honores en esos momentos. - renuevo hoy el juramento que os hice al ser coronada de protegeros de cualquier mal que os amenace, como hemos hecho recientemente. - de nuevo el silencio y los aplausos.
- El triunfo de hoy no es solo el triunfo de una persona. No es solo de nuestra princesa, que arriesgó valientemente su vida para deshacer la magia maligna de Ganon, ni tampoco es de vuestro rey o vuestra reina. Se trata del triunfo de la luz sobre la oscuridad, y ese es un triunfo que pertenece a cada uno de vosotros. Desde el rey que dio el golpe de gracia al demonio hasta el más sencillo labrados que ara sus campos, pasando por los valientes soldados que mantienen la paz en nuestras calles, hoy la victoria es de todos ellos, es vuestra. ¡Celebradla! - exclamó antes de que la multitud estallara en vítores. La reina de Hyrule abrazó fuertemente a su hija y se susurró al oído. - El próximo discurso puedes darlo tú si quieres, y yo puedo ayudarte a escribirlo. Sabía antes de decir eso que era poco probable que la pequeña Tetra quisiera, pero ese era uno de esos problemas cotidianos a los que, vivido todo lo vivido, estaría encantada de regresar.