Partida Rol por web

Era evidente que Link era un veterano aventurero y que Zelda había tenido una vida muy diferente. Al momento supo ver el héroe una solución más sencilla para su problema. El gancho que portaba el rey alcanzó el otro lado del foso y creó un precario medio de cruzar el abismo, pero era lo mejor que tenían.

El rey fue el primero en cruzar, y una vez más quedó comprobado que ciertas cosas no se olvidan, y Link no había perdido su agilidad. Fue diferente con Zelda, ya que casi cuando estaba a punto de llegar su mente dudó, perdió el equilibrio e hizo un ademán de caer a las profundidades.

Quizá lo que Link había siempre temido tanto ya estaba sucediendo: que estaba perdiendo sus habilidades de aventurero, su pericia, su poder en gestionar las situaciones complicadas. Porque si Zelda ahora estaba en grave peligro, la responsabilidad fue sólo la suya: él no había comprobado suficientemente bien si ambos ganchos estaban firmemente incrustados en los muros, para soportar sus pesos respectivos.

“Aferrate a la cuerda!” gritó alborotado, sabiendo que no pudo hacer más… esto y aferrar, en cuanto a él, la cuerda para poder tirarla luego arriba.

Zelda, agarrándose a la cuerda con las manos, fue golpeada contra el lado del foso, un golpe duro que casi la hizo perder la cuerda.

Link lentamente la tiró arriba con la cuerda.

La abrazó cuando apareció, salvada por el momento, y examinó la herida en sus espaldas por el golpe contra la piedra. “No es nada grave, pero… lo lamento mucho, Zelda. Debía haber comprobado mejor los agarres de los ganchos. Me temo que me estoy poniendo incauto. Disculpa. No te fallaré más.”

Sabía, sin embargo, que se trataba de una promesa que tal vez no podría cumplir…

“Avancemos.”

Sostuvo a Zelda por los primeros pasos, pero pronto se dio cuenta de que su mujer podía seguir caminando perfectamente por sí sola.

Con el foso sobrepasado, el pasillo reveló una recompensa cuya utilidad estaba aún por demostrar.

Se trataba de un alijo con media docena de bombas.

Seguramente podrán ser empleadas ya sea contra el enemigo o para revelar caminos ocultos como ya ha sucedido en aventuras del pasado.

Link tomó el alijo. “Nunca se sabe lo que se encuentra en tales mazmorras… muchas veces son los otros aventureros dejaron atrás. He aquí la comunidad secreta entre los aventureros.”

Se volvió hacia Zelda. “Volvamos sobre nuestros pasos. Esta vez tendré mucho más cuidado con los ganchos.” Aún sintió remordimiento por haber Zelda expuesto a un tal riesgo, aunque sin darse cuenta. “Propongo que vayamos a la sala siete.”

Si bien Zelda había sufrido daños al golpearse, había algo que preocupaba aun más a la reina. Se trataba de ese sentimiento de su marido, preocupándose más por ella que por si mismo. Sabía que formas de pensar como esa podrían hacerlos caer a ambos, y no pretendía que eso ocurriera, por su reino y por su hija.

- No te preocupes por mí, te necesito concentrado en la misión que tenemos entre manos.

Aunque no habían encontrado un camino o pista que les llevara a su hija, las bombas podrían ser útiles.

- Te sigo entonces. Lleva tú las bombas, que conoces mejor cómo usarlas. No debemos andar lejos de la sala siete.

Tras dejar atrás la sala anterior, continuasteis avanzando siguiendo el liderazgo del rey Link.

Los pasillos hacían muchos giros bruscos tanto a izquierda como a derecha lo que os hacía plantearos en que punto de la mazmorra estabais ya ¿habría alguna salida cerca? ¿Y la TriFuerza? ¿Dónde estaría escondida?

De repente vuestros pasos se detuvieron en cuanto un extraño sonido retumbó por todo el lugar. No estabais solos... de eso no había duda alguna.

Unos cuantos pasos más adelante, manteniendo el sigilo que la situación requería, pudisteis ver de primera mano quién o qué era lo que producía dicho sonido...

Aquella visión estremeció a Link porque reconoció al instante de qué se trataba. Era un grupo de Patras, unas hadas demoníacas que creyó dar muerte en el pasado mientras recorría las Mazmorras de Hyrule para recuperar la Trifuerza por primera vez.

¿Cómo había podido revivir? ¿Y por qué allí?

Aunque en un principio parecía que tener el mapa era una gran ventaja, Zelda ahora pensaba que la mazmorra misma era un arma, que tenía la capacidad de desconcertar a sus visitantes.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un aleteo, un zumbido desagradable llenaba sus oídos. No tardaron en ver de dónde provenía el ruido. Una especie de hadas corruptas se interponían en su camino. Desde la distancia, la reina decidió ponerse en guardia, pero esperó la orden de su marido, que lideraba la marcha.

- Tengo tu espalda cubierta. - dijo mientras armaba una flecha en su arco. - ¿Has luchado con eso antes? ¿Conoces alguna estrategia especial contra ellos?

« Contra ellos no tengo mejor estrategía que afrentarlos con el acero », respondió Link.

Parece que el pasado está por repetirse. Con la vuelta de Ganón de súbito han vuelto todos los enemigos de mis aventuras anteriores. Sabré ahora si aún estoy a la altura.

Y, sin esperar más, saltó en adelante haciendo silbar la espada contra los enemigos.  

Link estaba repartiendo golpes a diestros y siniestros, y lo que siempre sucedía cuando estaba inmerso en un combate volvió a suceder : que apenas se dio cuenta de como al final venció y sus enemigos desaparecieron.

Había bien comprendido el deseo de Zelda expresado antes, que debían centrarse mutuamente en la misión en vez de protegerse mutuamente, así que su prioridad fue de vencer rápidamente a los monstruos, y no de escudar a su mujer…

lo que, quizá, fue una decisión pésima. Porque, una vez que pudo dejar descansar su espada que había silbado con ferocidad, volviéndose hacia Zelda, la encontró herida.

Con tres zancadas fue a su lado y se arrodilló, tomando sus manos. “¿Cómo estás? ¿Qué puedo hacer para ayudarte?” Viendo a Zelda herida le hizo perder momentáneamente su orientación. Fue más bien él que se sentía en necesidad de ayuda.

Si incluso te pierdo a ti… Pero no terminó el pensamiento. Aún no he perdido a nada y nadie, se corrigió. Ni a Tetra, ni nada. Por esto estoy aquí… Tengo que focalizarme...

La lucha contra las criaturas feéricas fue corta pero no por ello falta de brutalidad. Link repartía mandobles a diestro y siniestro mientras esquivaba una acometida tras otra y Zelda abría fuego con su arco. Los monstruos embestían con mucha fuerza a pesar de lo ligeros que parecían al vuelo, ya que cada vez que Link esquivaba sus embestidas quebraban las rocas de los muros contra los que chocaban. Tras soltar una flecha que impactó su blanco, Zelda oyó demasiado tarde que algo se movía por su ángulo ciego. Apenas tuvo tiempo de volverse para ver cómo la silueta de uno de los Patras impactaba contra su costado.

A pesar de sentir un dolor como nunca antes había experimentado, la reina armó una última flecha y abatió a la criatura que le había golpeado, pero Zelda llegó entonces a su límite. Se le nubló la vista y cayó de rodillas al suelo, soltando su arco y abrazando con fuerza el costado herido. Debía tener al menos una costilla rota, puede que más. Se concentró en recuperar el aliento, pues hasta respirar era algo que requería un esfuerzo monumental por su parte.

Tras lo que ella sintió como una eternidad, Link estaba arodillado a su lado sujetando sus manos con fuerza. Un atisbo de vergüenza cruzó el rostro de Zelda. Vergüenza por haber fallado a su reino, pero sobre todo por fallarle a su hija y a su marido. Pero al menos no todo estaba perdido.

- Qué descuidada he sido. Tranquilo... solo necesito descansar un poco. - dijo Zelda a pesar de que era evidente de que estaba más herida de lo que transmitía. - No voy a ser capaz de acompañarte, pero tienes que seguir adelante y rescatar a Zelda. Yo me quedaré aquí descansando... No te preocupes, me quedo con el arco y no creo que atraiga la atención de más enemigos, sobre todo si el héroe avanza por la mazmorra acabando con los enemigos de Hyrule. - cogió con su mano el rostro de Link y le hizo mirarle a los ojos. - Hyrule necesita una vez más a su héroe, y la reina necesita a su rey. Sigue adelante y acaba con el mal que nos amenaza. Yo os esperaré aquí a ambos...

Resulta que no soy buena viviendo aventuras, pero esto sí puedo hacerlo. Tengo que darte la fuerza y motivación que necesitas...

Link trató de darse una idea más clara del grado de sufrimiento de su mujer y de sus heridas, pero ella no le permitió, o al menos Link sentía que no se lo permitiría ; en lugar de esto, escondía su dolor.

Link suspiró. Contra la voluntad de hierra de su mujer no podría hacer nada ; la escuchó sin voler creer lo que estaba escuchando, pero había que rendirse a la evidencia. Zelda, en su estado, no podía seguir avanzando en la mazmorra de Ganón.

« Está bien. Me apresuraré. Hazme un favor », la miró firmemente en los ojos, « protégete. Quiero, cuando vuelva por aquí, que estés indemne. Me duele que tenga que hacer esto sólo. Espero poder volver pronto. »

Le dio un último apretón de manos. « De todas formas, después de haber explorado la sala siete volveré sobre mis pasos y pasaré otra vez por aquí. Al fin y al cabo, no pasará tanto tiempo hasta que nos veamos de nuevo. » Sonrió. En el mejor de los casos, sólo pasarían unos cuantos minutos, antes de que tuvieran, finalmente, separarse por un tiempo aún dificilmente a determinar, con Link explorando todo el área restante de la mazmorra.

Se puso otra vez en camino hacia la sala siete.

Tras superar el nuevo desafío, avanzar se mantenía como la única opción para poder sacar algo en claro.

Dicho progreso te hizo llegar al final del pasillo, pero dicho trayecto culminó con una grata recompensa:

Aquella gran llave dorada debería poder abrir un acceso importante ¿quizás donde está Tetra?

Tras superar la batalla, recoger la llave y avanzar por la mazmorra el momento que tanto estabas esperando había llegado ¿por qué lo sabías? era más que evidente:

Frente a ti yacía una gigantesca puerta adornada con motivos escabrosos: criaturas que parecían observarte o pretendían infundir miedo.

Dicha puerta estaba cerrada, pero una gigantesca cerradura reveló que la llave anteriormente encontrada sería la clave para acceder. El final estaba cerca...

Hallándose delante de la puerta gigantesca con sus motivos asaz insólitos, Link pesó sus opciones. Básicamente, fueron dos: regresar a Zelda y contarle lo que había encontrado, o avanzar directamente por lo que… podría revelarse ser un camino bastante largo antes de que se acercara al paradero de su hija en la traicionera mazmorra de Ganón.

Pero realmente no había ninguna elección. Sólo perdería tiempo volviendo a Zelda, para luego volver a la puerta otra vez – y aún no podría contar nada substancial a su mujer.

Desde luego, sin darle más vueltos, introdujo la llave en la cerradura. Estaba, sin embargo, muy alerto, listo para tomar la espada en mano al signo más lleve de una amenaza cualquiera.

Abriste la puerta y encontraste un amplio pasillo repleto de antorchas

El ambiente parecía más y más cargado según avanzabas hasta el punto de sentirte casi asfixiado... pero de repente algo escuchaste que te hizo abrir los ojos de par en par ¿un sollozo?

Provenía del final del pasillo, o al menos eso creías. No dudaste en correr en dirección a aquel sonido que parecía tan familiar. 

Finalmente llegaste a una sala circular que apenas tenía iluminación, el sollozo era cada vez más fuerte. Tus pasos retumbaban por los alrededores hasta que una suave voz rompió el ritmo de tus pisadas.

¿Pa... padre? ¿Eres tú?

Dijo la voz entre la oscuridad de la sala.