Partida Rol por web

La reina estaba alegre viendo como los aldeanos de aquel pueblo habían recuperado la sonrisa tras el susto de la amenaza de los Moblin. Era increíble como se podía pasar del miedo a la alegría en un abrir y cerrar de ojos. 

Zelda saludó de forma cálida a cada persona que se le acercó, era lo menos que podía hacer después de lo que habían pasado. Notar el calor del pueblo era una gran alegría para ella, pues significaba que estaban gobernando bien.

Con una sonrisa recogió la caja. Es todo un detalle, muchas gracias. Dijo la reina solemne aceptando el obsequio. Por un lado le sabía mal aceptar un regalo estando en la posición que estaban, pero romper la ilusión del pueblo tampoco era algo que estuviera bien dada la situación. Además, en este momento podría ser útil e igualmente cuando todo pasara siempre podían devolverlo.

La reina asintió al consejo de su marido y no añadió nada más, al fin y cabo, él era una voz más autorizada que ella en este tipo de situaciones. Cuando la multitud se dispersó, la reina abrió la caja en presencia de su marido. Qué amables han sido. Tenemos un gran reino. Dijo orgullosa.

La mujer evidentemente parecía estar muy agradecida de que aceptaseis su regalo.

Abristeis con cuidado el pequeño cofre para comprobar que en su interior había un objeto que a simple vista parecía sencillo; se trataba de una vela con una particularidad muy especial: siempre permanecía encendida y su fuego no quemaba. ¿Era acaso un simbolismo de justo lo que necesitaba vuestro reino? ¿Luz en los días de oscuridad?

- Pero, esto es... - hace años que Link no veía aquel objeto tan singular, asombrado recordó como la primera vez que sostuvo una espada encontró una vela similar a ésta, sino es que era la misma - Siempre me pregunté qué fue lo que le sucedió - al pasar su mano por la llama una sensación agradable recorrió su cuerpo - Tan cálida - montó su caballo y emprendió camino de vuelta junto a Zelda.

De vez en cuando la observaba a ella con disimulo, notando su preocupación por Tetra en su rostro. Después de que subiera a su corcel apresuró el paso, escuchaba el ruido de las olas, no sabía con exactitud a donde se dirigirían, pero al llegar sabría como abrir el camino, no hay obstáculo que no pudieran enfrentar juntos. 

Al ver el contenido del cofre la reina sonrió. Puede sernos muy útil. Conocía de sobra la utilidad de aquel objeto místico del pasado, sin duda el regalo de los aldeanos había sido bastante generoso.

Emprendió camino junto a su marido, intentando cabalgar a su ritmo. Su destino seguía siendo Baba Yaga y no había tiempo que perder.

La cabeza de la reina seguía girando en torno a su hija, la preocupación era evidente. Sin embargo, haber ayudado a aquella gente le hizo pensar que estaban un poquito más cerca de encontrarla. La luz del reino les llevaría a su hija y viceversa, no podían ofuscarse.

Dejasteis atrás el pueblo que acababais de salvar, ahora con el rumbo fijo; llegasteis hasta la costa, donde el inmenso mar os separaba de continuar el paso por el pantano.

Era evidente que a nado era imposible cruzar aquella masa de agua, sin embargo no todo estaba perdido puesto que un poco de pericia solventaría cualquier contratiempo. Con maña y tiempo, podríais elaborar una pequeña balsa que os ayudase a cruzar las bastas aguas hasta el otro lado. A fin de cuentas tan solo eran 2 kilómetros que con buen hacer serían superados.

Era evidente que nado no iban a poder ir y la única solución factible que se les ocurrió fue construir una balsa. Si tan sólo hubiera habido unos amistosos Zora cerca todo hubiera sido más sencillo.

Tras decidir cómo iban a hacer la balsa, la reina se puso a buscar materiales para la vela y para atar los troncos que link se encargaría de preparar. Todo claro. ¡Vamos a ello! Dijo animada dándole un beso a su marido como despedida.

Zelda busco en la arboleda más cercana, necesitaba un material para atar y las ramas flexibles, las cortezas de algunos árboles o lianas ofrecían esa posibilidad. También buscó plantas de hojas grandes que les podrían ser útil como vela. 

Con los materiales recolectados por uno y otro, poco a poco fueron uniendo piezas, juntando los troncos, armando un mecanismo móvil para manejar la vela. La preocupación por su hija y el reino hacían que se movieran con determinación, sin mirar atrás.

Después de algún tiempo, el paisaje del océano se impuso ante ellos, pero algo le preocupaba a Link ¿Cómo podríamos cruzar aquel cuerpo de agua? Rodearlo seria demasiado tiempo y nadar muy complicado o peligroso, pero en eso recordó que no era la primera vez que encaraba ese problema - ¡Una balsa! - escuchó a su esposa. La primera vez que vio una fue dentro de una mazmorra, pero creyó que no sería tan difícil construir una partiendo de 0. 

Se dispuso a recorrer la zona en búsqueda materiales que pudieran servir, cortar algunos troncos de ser necesario, con su fuerza y la astucia de Zelda no sería problema.

Poco a poco, se dio cuenta que era más difícil de lo que parecía, cortar madera, prepararla, apilar, revisar detalles, era mucho trabajo en realidad. Muchas veces debió usar su ingenio para sortear acertijos, pero éste no era uno de sus puntos más fuertes - Es más difícil de lo que parece, debo reconocer el trabajo que realizan en los pueblos costeros - sin duda agradecía que su esposa estuviese ahí codo con codo trabajando. Volcará sin duda hasta el último aliento que le quede para cruzar hasta el pantano. 

Tras dedicar tiempo, mucho esfuerzo y bastante pericia; los reyes fueron capaces de construir una balsa que podía soportar tanto su peso como ser viable a la hora de funcionar en el agua.

Ahora tan solo se necesitaba arrastrarla al ancho mar y comenzar a remar rumbo al pantano. No debería ser un trayecto demasiado largo pero estaba claro que sin la ayuda del transporte hubiese sido prácticamente imposible.

Con la ayuda de Zelda y el esfuerzo de Link, lograron crear una balsa lo suficientemente buena para transportarles - Buen trabajo - dice sonriendo a su esposa, el sudor en su frente aún caía por el rostro, pero finalmente estaba hecho.

El mar se alzaba ante ellos, se sentía apenas una sensación cálida del agua, se dispuso a colocar ramas y pequeños troncos bajo la balsa para facilitar su transporte, lo último que les faltaba era un contratiempo de última hora - Permíteme - dijo mientras comienza a trasladarla al agua. Echó un último vistazo a los corceles. - No te preocupes, iremos por Tetra, sube conmigo, los caballos estarán bien, son criaturas fuertes - dice mientras extiende su mano a Zelda. 

Trabajar mano a mano con Link era muy satisfactorio para la reina, ver como le caían gotas de sudor por la frente le recordaba la pasión de los primeros días. La reina contuvo sus impulsos, pues la situación no era propicia.

Zelda ayudó a su marido a llevar la balsa hasta el agua. No dudo en tomar su mano cuando este se la ofreció para subir a la balsa, ella le correspondió con un dulce beso. Gracias. Le dijo sonriente. La reina se estaba reenamorando de su hombre, aquel rey apagado por el cargo y la falta de aventuras había visto su fin y ella no podía estar más feliz por ello.

Sé que estarán bien. Contestó. Se habían encargado de atarlos para que pudieran llegar a beber al agua y además les habían dejado toda la comida que habían podido encontrar para ellos en los alrededores. Zelda estaba convencida de que a su vuelta estarían fuertes para volver cabalgar de nuevo.

Ahora había llegado el momento de la verdad, echarla al agua y probar si realmente era estable.

Una vez todos dentro, la balsa se mantuvo a flote ¡eso era fantástico! Con el impulso necesario la balsa se adentró en el ancho mar, navegando a ritmo lento pero seguro.

El viaje transcurrió con normalidad, sin embargo en mitad de la travesía un fuerte oleaje sacudió la zona.

Llegasteis a temer tanto por la misión como por vuestra vida y aquí por desgracia pasó factura que la balsa no tuviese una manufactura perfecta. La resistencia y estabilidad no eran lo suficientemente óptimas para que el avance fuese seguro. Debíais agarraros fuerte y usar vuestro ingenio para no iros a la deriva.

El pantano quedaba a la vista, vuestro objetivo estaba aún más cerca: el encuentro con Baba Yaga, pero antes debíais solventar este problema.

Link miró a Zelda preocupado, se avecinaba un contratiempo que podía desbaratar por completo toda la misión de rescate de su hija.

- Agárrate cariño, ahora más que nunca debemos aguantar el oleaje - se aferró a la madera y a la reina para intentar aumentar las posibilidades de éxito.

- Algún día le contaremos a nuestra niña esta aventura - sonrió, intento quitarle hierro al asunto.

Zelda se agarró a link y al borde de la balsa con toda la fuerza de la que fue capaz. Por su mente no pasaba la idea de ceder ante unas pocas olas.

¡Claro que se la contaremos! Dijo convencida. Para Zelda el oleaje sólo era un pequeño contratiempo en su camino, sabía que esto no iba a poder con ellos pues en el pasado vivieron cosas peores.