Partida Rol por web

Siguiendo el paso de tu acompañante, observas como su mirada se fija en dos soldados y su acompañante, que por lo que alcanzas a ver es un USI, por sus partes metálicas en miembros y rostro. Desaparecen por una zona que notas es de acceso restringido. Así mismo vas notando como la seguridad parece brillar por su ausencia,  al menos visiblemente. Al mirar el rostro de tu acompañante, este parece intrigado por el hombre USI,  como si lo conociera.

-Si, igual que tu, , supongoRafael seguia caminando junto a su nuevo "amigo" con andar relajado-me llamo Rafael¿tu?

Harlan Greed.- contesto - Esa puerta de allí debe ser el comedor, veamos cuantos han llegado ya.

A solo unos pasos de llegar a la puerta volteo hacia atrás un momento..

Avanzáis por el pasillo hasta alcanzar la doble puerta,que al abrir os da paso a la zona comedor, convertida eventualmente en cantina. Nada mas abrir y entrar,  dos hombres con un tercero tirado en el suelo, os impiden continuar avanzando. Uno de los hombres lleva una extraña cruz colgando de su cuello, mientras el otro parece un rudo veterano de guerra. El hombre en el suelo observáis que viste el uniforme de la base.

Al fondo se ve una barra y varias mesas. En una de ellas ,hay tres soldados sentados que parecen cuchichear entre ellos.

De repente la puerta del comedor se abre y dos hombres se quedan bloqueados por vuestra posición. Se quedan mirando, extrañados, la escena....un soldado en el suelo y dos hombres a su lado.

Incorporándome de la aparatosa pero inofensiva caída comienzo a hablar:

Gracias por los ayuda chicos y Disculpar por mi torpeza, No se puede ir tan ensimismado en las cosas de uno. John Serna, Capitán John Serna. Imagino que se dirigís hacia el comedor. Os acompaño sino os importa, un poco de compañía siempre es bien recibida.

Rafael espero unos segundos, pues lo que pasaba allí no estaba claro, cuando al fin el soldado del suelo se levanto y hablo, Rafael toco el hombro del tipo que llevaba una cruz del cuello.- Perdona, pero quiero entrar- dijo Rafael en tono amable, aquellos hombres bloqueaban la entrada ,y Rafael no tenía mucho tiempo para picar algo, pronto tenía su reunión.

Al ver a los hombres en el suelo lo unico que se ocurre es pensar en una trifulca de borrachos, pero no creo que se arriesgen a las medidas disciplinarias.

Harlan Greed - Extiendo la mano al hombre para ayudarlo a levantarse y le doy un realajado saludo militar - ¿Que ha pasado aqui?.

Me agacho para revisar a los otros dos a ver si estan bien mientras con un pie mantengo la puerta abierta para que ningún desprevenido nos caiga encima.

Parece que todos nos dirigimos hacia el comedor así que voy con los demás. Entonces un tipo me toca y pide paso; le miro y contesto.

- Disculpe, adelante.

El que venía detrás pregunta.

- O parece que los pensamientos del capitán Serna le han jugado una mala pasada y ha caído. O quizá tiene mucha hambre y ha perdido el equilibrio por eso.Sonrío y paso también al comedor.

No tardo en volver a la conversación que me propone el señor Baltar.

- No soy italiano, nací en Suiza, mi nombre solamente hace honor a Jerónimo Emiliani, patrón de los niños huérfanos. Bueno, ¿Que os parece si continuamos la conversación cenando algo? Lo cierto es que tengo bastante hambre.

Extiendo la mano a Emiliani a modo de saludo y agrego.

Me parece buena idea.

Sigo al grupo para hacer algo de tiempo, mientras observo hacia el resto de las mesas por si hay algun viejo conocido.

Si lleno la barriga, te aseguro que tendré un dolor de cabeza menos...- continuo la broma de aquel que respondía al nombre de Emiliani. 

Gracias, vayamos adentro.- no reconocía a ninguno de los allí presentes deberían ser nuevos.

-Vaya, parece que somos todos un grupo bastante hambriento, ¿qué pasa? ¿no os dan de comer en vuestra casa? -suelto una carcajada y me llevo la mano al estómago, tras una queja en forma de rugido de éste-. Vaya, a mí tampoco me daban de comer en casa por lo que veo.

Bueno, parece ser que todos teníamos el mismo rumbo: el comedor. Al menos no estaría comiendo solo, un poco de compañía y de charla me sentaría bien, así relajaría los nervios.

-Así que Suizo... -continúo la conversación con Emiliani- vaya, además de santurrón también tienes nombre de patrón, estoy pensando en pedirte la bendición cada vez que vaya a salir a patear culos ahí fuera -me río y le doy una amistosa palmada en la espalda-, ¿no me la negarás, verdad?

Rafael esperaba comer algo rápido, tranquilo, sin nada ni nadie que le molestara, pero alli estaba con otros 4 soldados que parecían haberse propuesto tener una larga charla, y contarse sus vidas, Rafael no tebia ganas de eso ahora, asi que no fue con ellos a una mesa, simplemente se aparto del grupo por el paso que le habia abierto el tal Emiliani-gracias-dijo a este por dejarle pasar, y sin añadir nada mas, se fue, Rafael se sentaría en otro lugar del comedor.

Sonrío de nuevo a las palabras de Frank Baltar. 

- Es mi obligación y mi devoción. Así que no temas, pues mis bendiciones están siempre contigo. Y con todos los demás; por supuesto. -

Observo como Rafael se cambia de mesa. Un poco de tranquilidad siempre viene bien, pero después del viaje lo cierto es que prefiero tener una agradable conversación. Al fin y al cabo mañana tengo esa reunión y quien sabe lo que tendrá el señor preparado para mi.

Observo la estancia, mirando si es autoservicio o directamente alguien traerá un plato con lo que haya hoy para comer. Si es como la bebida del bar... no se si saciará nuestro hambre.

Dejé los pocos objetos que portaba dentro de la taquilla y la cerré codificando la clave alfanumérica antes de salir al pasillo. El guardia que me había escoltado hasta su habitación había comentado que el comedor se encontraba al final del pasillo de la planta. Desde el quicio de la puerta observé el largo pasillo, puertas de igual aspecto se distribuían a izquierda y derecha, posiblemente eran habitaciones igual que la mía, ninguna puerta se encontraba abierta ni nadie caminaba por aquella zona, sin embargo podía escuchar algunos pasos y voces más allá.

Una vez cerrada la puerta a mis espaldas y con la llave en el bolsillo comencé a recorrer el pasillo en busca del comedor, sin duda sería un sitio perfecto para encontrar más gente y tratar de estudiar el ambiente que se respiraba en aquel centro.

Caminas por el pasillo,hasta alcanzar una doble puerta que al cruzar, te adentra en el comedor-cantina. Tres hombres sentados en una mesa al fondo, con ropas de militares, un hombre silencioso sentado en otra, mas alejada del resto, observando a los comensales de una mesa frente a la suya, donde 4 hombres, uno con uniforme militar, otro con una extraña cruz colgando de su cuello, con dos hombres mas que los acompañan, con pintas de mercenarios mas que de militares, departiendo conversación, mientras un soldado con mandil, les sirve unas bandejas que reparte de un carro metalico.

Las puertas del comedor se abren, dejando ver una figura en su entrada. El hombre del umbral, con unas gafas, parece observar a los allí presentes, mientras un soldado con mandil, comienza a repartir unas bandejas metalicas entre los ocupantes de las diversas mesas, que extrae de un carro oxidado. El contenido de las bandejas, parecido a un pure, de color verdoso y blanquecino, a grumos, destila un repugnante olor. Lo acompaña unos trozos de carne chamuscada, con un alto contenido en nervios y grasa.

El hombre de la entrada da unos pasos, cuando observa una enorme figura que se aproxima. Dos soldados le abren paso, entrando en el comedor, una enorme masa de musculos y acero, observando a los ocupantes de la sala. Uno de sus ojos brilla de forma inusitada, remarcando su implante, encastrado en una enorme cicatriz que le recorre el rostro.

Los soldados de la mesa al fondo, al ver a la figura, se ponen de pie, saludando y cuadrandose, asi como el camarero, que deja caer la bandeja al suelo, presa del pánico, notandose su temblor al cuadrarse.