A Ewan no le gustaba el cariz que estaba tomando el asunto. Por un momento, pensaba que el asunto se podría solucionar por la vía diplomática, pero las indagaciones del paladín apuntaron a que esa vía se alejase. Ewan permaneció atento a la situación y dirigió un comentario a Rampart:
- Rampart, avanza poco a poco ...
Estarían alerta en función de los movimientos ....
Si me podéis mover a mí y a mi bicho en el mapa, os lo agradezco, que no puedo por móvil. Yo me acerco al puente, pero no cruzo, y el bicho termina de cruzar el puente y se mantiene en una segunda línea.
El bárbaro está confuso, la lucha contra sus instintos siempre ha estado ahí, algunas veces se dejaba llevar y otras la controlaba. Al ver a la elfa desenvainar la cimitarra, hace un último esfuerzo antes de lanzar un golpe. ¿Ennne-miga? consigue decir Obelus ¿Dañññar Obelus? En su cara se vislumbraba la lucha interna, ahora ya un ojo de cada color, más bestia que humano, pero aún no estaba perdido.
Acción preparada: Atacar si ataca
Al fin el terrible reptil había caído. Por el grito que profirió la mujer, debía ser su "mascota".
Luego, Satinder habló con ella en la lengua de los elfos; su voz sonó con una cadencia y una melodía que embelesó a todos los que pudieron escucharle. La joven nunca le había oido pronunciar ese dialecto, y le pareció extremadamente bello.
Parecía que todo iba a terminar ahí, pero de pronto, Elenzeran exclamó una advertencia. Muy seguramente había escudriñado el alma de aquella mujer y había detectado maldad en su ser.
Gudrid no dudaba de la sabiduría del paladín, si él estaba seguro, la vileza debía encontrar su oposición.
No obstante debían, en la medida de lo posible, evitar quitarle la vida a la elfa. Todos los corazones, por mucha perversidad que alberguen, merecen la redención.
La sacerdotisa ya iba a pronunciarse a favor de la compasión, cuando Obelus se aproximó a su oponente y ésta, lejos de rendirse, parecía dispuesta a luchar.
- ¡Ya has sido derrotada! ¡No tiene sentido seguir con esta locura! Suelta las armas y nada malo te pasará.
Sin embargo, Gudrid sabía que de poco servirían estas palabras. Cuando la ira colma el espíritu, puede llegar a ensordecer a una persona. Negó con la cabeza con cierto pesar, todo indicaba que la lid no había finalizado...
Las palabras de Gudrid y Satinder fueron en vano. La semielfa sólo veía los rasgos bestiales y sobrenaturales de Obelus, y eso la encolerizaba. Una vez acorralada contra la maleza se vio obligada a decidir: Entregarse o morir... poco más quedaba por hacer.
Aquel grupo de licántropos y esbirros protectores, habían acabado con la vida de su adorable compañero animal, portando la destrucción a su territorio, y eso, la empujaba a combatir salvajemente. No tenía miedo. Prefería morir a rendirse.
Sin pensarlo mucho más, apretó la empuñadura de su cimitarra y lanzó un tajo contra el poderoso y confuso ulfen.
- ¡¡MUEREEEEEEEE!!- gritó en taldane mientras lanzaba su ataque... Pero al mismo tiempo que su hoja viajaba hacia el cuerpo del bárbaro, éste la esperaba presto para responder...
Motivo: Cimitarrazo
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 5(+1)=6 (Fracaso)
NOTA DM: He lanzado el ataque de ella, pero antes de que haga nada, Obelus dispara su acción preparada. Igualmente, sea cual sea el resultado, su ataque falla.
La elfa respondió ante la pregunta de Obelus con agresión y ante tal acto, Obelus instintivamente, corto a la elfa por la mitad. Aún con la fatiga de haber dejado atrás su furia, el peso del espadón hizo el resto. Esa elfa perdió su última oportunidad de salvarse al provocar los instintos de supervivencia del bárbaro.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+4)=20
Motivo: Daño
Tirada: 2d6
Resultado: 11(+4)=15
OH! MY! GOD!
He tirado con el -2 de fue por fatiga a ataque y daño....pero aún así, los dados querían otra cosa...
La hoja de la vetusto espadón de Obelus cayó cimbreando en el aire. La semielfa, nada pudo hacer para esquivar el letal ataque del bárbaro ulfen. Cuando quiso darse cuenta, la mitad de su cuerpo se deslizaba sobre la otra mitad dejando al aire tendones, músculo y vísceras. El golpe había sido terrible, y la vegetación milenaria del bosque Verduran se tiñió de un color rubro por la dispersión de la sangre de aquella osada tiradora, que contempló con furia y horror los últimos instantes de su vida.
Una vez en el suelo, todos se acercaron a aquel escondrijo entre árboles y arbustos. Elenzeran, no dijo nada, la fuerza del Bien debía prevalecer sobre todas las cosas al precio que fuera, y en aquella ocasión, Obelus había sido el verdugo y brazo armado de su inquebrantable e incuestionable filosofía. Aquella semielfa, no sólo había buscado matarlos, sino que además, era vil en lo más profundo de su alma. El mundo estaría mejor sin ella...
Obelus, aferraba fuertemente el manubrio de su mandoble. Respiraba rápido y apenas oía lo que sucedía a su alrededor. En unos lacónicos instantes de claridad, intentó dialogar con aquella joven mestiza, pero la rabia y el terror a ser dañado por su curva cimitarra, le impelió a responder con la violencia del monstruo que vivía bajo aquel rostro inocentón.
Ewan se acercó hasta el bárbaro y con voz calmada, intentó refrenar los instintos violentos y asesinos del ulfen. El convocador taldoriano, hablaba con suavidad buscando rebajar los ánimos del pelirrojo gigantón. Junto a él, caminaba Gudrid. La sacerdotisa de Serenrae no pudo contener la pena, y de sus ojos, comenzaron a fluir lágrimas de desencanto por una muerte evitable.
El espectáculo creado por Obelus era espantoso y terriblemente aterrador... ¡¿Cuánto sufrimiento innecesario?!
Finalmente, el último en llegar hasta el improvisado escenario de sangre y muerte fue Satinder. El arqueron se agachó junto a los restos de la semielfa. Ni tan siquiera conocían su nombre y le habían arrancado la vida...Miró a un lado y a otro, pero sólo halló sangre espesa sobre las hojas y tallos de la naturaleza. Sintió asco y a punto estuvo de vomitar. El metálico hedor de la muerte, arruinaba aquel bucólico desacanso entre árboles. No entendía porqué, pero cuando miró los profundos ojos verdes sin vida de su adversaria, supo que él mismo podía ser ella... Y sintió pena...
¡¿Qué podían hacer?! ¡¿Aquello había sido justicia o el asesinato de una criatura en desventaja?!... Estaba confuso... Las cosas no estaban claras... Y deseó que la sangre y los restos de muerte se desvanecieran por siempre, pues corrompían la belleza de la naturaleza...¡¿Cuántas guerras y peleas había librado entre los árboles del Bosque Colmillo?!...
La mirada del semielfo se quedó inmóvil. Permaneció en silencio un buen rato.
NOTA DM: Últimas interpretaciones que cierro la escena. En el cuerpo de la semielfa encontráis 4 pergaminos, un carcaj con 17 flechas con punta de plata, un carcaj con 20 flechas normales y el arco largo compuesto de madera Masterwork.
Ahora sí. Ahora el combate había finalizado. En esta ocasión, sin embargo, no podía sentirse del todo apesadumbrada, pues Obelus hizo lo que debía. Ése era el terrible precio del combate: si una de las partes no desea la redención, la sangre se ve obligada a fluir.
En voz alta elevó una plegaria para que por lo menos el alma de la arquera encontrase el eterno descanso. Poco importaba ya que minutos antes hubiese intentado matarles, su vida ya se había escapado. Y toda muerte es siempre lamentable.
Enjugándose las lágrimas se acercó a Satinder y le colocó una mano sobre el hombro. Era un hombre duro, pero poseedor de una profunda sensibilidad.
En seguida se aproximó a Elenzeran, quien sangraba por multitud de heridas. A la sacerdotisa se le hizo un nudo en el estómago al verle en ese estado. Colocó una cálida mano sobre su mejilla y conjuró los dones de su Señora para aliviar su dolor al tiempo que le susurraba al oído:
- Has luchado bien, mi guerrero. Reposa ahora, deja que aligere tu pesar.
Le dedicó una tierna mirada y se volvió hacia los demás; no debía olvidarles, pues todos habían luchado y sangrado en aquella cruel lid.
- Venid, aceptad el abrazo que os brinda la Flor del Amanecer.
Nuevamente, de su cuerpo emanó una oleada de cálida energía que supuso una caricia para todos los que allí se encontraban.
Motivo: Curar H. ligeras
Tirada: 1d8
Resultado: 7(+1)=8
Motivo: Canalizar
Tirada: 1d6
Resultado: 4
A ver, al paladín que está doblao, angelico mío, le curo 12 pupas.
Al resto (todos), 4.
Ewan, una vez hubo calmado al transformado Ulfen, o al menos eso creía, terminó de acercarse al cuerpo dividido en dos de la elfa. ¿Cuál debió de ser su historia? ¿Y por qué escogería la senda del mal?, se preguntaba a sí mismo, a sabiendas de que sus preguntas no hallarían respuesta.
El invocador se irguió cruzando la mirada con su compañero astral. Rampart sostuvo su mirada, y como si leyese sus pensamientos, cabeceó en señal de que nada podía hacerse. Acto seguido se quedó mirando a las manos de Ewan fíjamente como si de un recordatorio fuese. Ewan las alzó y volvió a contemplar la transformación que se estaba llevando a cabo, y el potencial peligro que representaba si se demoraban en su cometido.
- Deberíamos de proseguir cuanto antes. No deseo que nuestro corpulento amigo - en clara referencia al Ulfen - o yo nos convirtamos en una seria amenaza.
La mirada de Ewan reflejaba una sincera preocupación ...
Mala...murmuraba obelus entre dientes, mientras se preparaba de nuevo para reemprender la marcha. Obelus era una bomba de relojería, sus instintos cada vez más primarios hacían que la misión se volviese aún más peligrosa, si algo salia mal, habría una carnicería. Por suerte, algo empujaba al Ulfen a seguir avanzando y mientras ese algo resistiese, aún quedaba algo de esperanza.