La aventura comenzará con todos los personajes pasando la velada en El Rufián Cultivado. Es lo habitual para buena parte de los tirsianos. Cuando no es esta taberna es otra, pero al final en un pueblo tan pequeño pocas cosas se pueden hacer que no sea tomar algo con los parroquianos. Las conversaciones son las habituales: como va la cosecha, el ganado, el tránsito de comerciantes, los movimientos políticos del Conde-Duque, algún cotilleo... Todo apunta que será una noche como otra cualquiera, cuando un fogonazo azul deslumbra a todos en la taberna. La mayoría de los parroquianos se quedan algo desorientados, ¿qué ha sido eso? ¿De dónde ha venido? ¿Magia? Sólo tienen unos instantes para pensarlo porque la puerta de la taberna no tardará en abrirse
¡Una estrella! ¡Una estrella ha caído sobre el Soto de Elgafar! ¡Era azul y muy brillante! ¡Y la tierra ha temblado al caer entre los árboles!
Aturdidos todavía por el fogonazo, Hera Fuenteazul es la primera que reacciona intentando llamar a la calma a la gente, para después buscar ayuda en la guardia. Pero algunos parroquianos no tardarán en salir por su propia cuenta. ¿Y si lo que ha caído del cielo es valioso?
Por ese camino deberían de moverse los PJs, que también tendrían que sentir la inquietud de ir al bosque. Tal vez queriendo ayudar a la guardia o para buscar el objeto por su propia cuenta. Juntos o separados, pero al final se verán recorriendo el Soto de Elgafar en busca de esa estrella caída.
Posibles desafíos:
- Una piara de jabalíes (5)
- Peleas entre tirsianos que buscan la estrella.
Tarde o temprano los PJs llegaran al lugar donde cayó el meteorito. Se había formado un antinatural claro en el soto. Los árboles y el resto de la vegetación en la zona estaban destrozados, algunos incluso estaban carbonizados, como si hubieran ardido, pero muy rápido, el fuego ni siquiera se había podido propagar. Y en el centro de toda esa destrucción, un profundo surco en la tierra de varios metros que acababa en un profundo cráter.
Los PJs no eran los primeros en haber llegado al lugar, justo donde estaba el cráter estaba sentada una persona. No tardaron en reconocerlo, se trataba de Luca Maloris, un trabajador del campo de unos cincuenta años. Tenía una expresión extraña en el rostro y en sus manos tenía una piedra azul. ¿El meteorito? Antes de que nadie pudiera hacer nada, Luca alzó su brazo con la piedra y un destello azul los cegó.
Matteeo
Tras el destello azul, el claro del bosque desaparece de tu vista y cuando te quieres dar cuenta estás rodeado de un escuadrón de arqueros elfos... del que formas parte. Sólo que ahora eres una elfa.
Asciendes por la ladera de una colina a paso marcial. Todos a una con una coordinación increíble. La tensión y la emoción le embargaban a partes iguales ante lo que estaba por venir. Lo que estaba tras el final del ascenso. Y pese a todos esos sentimientos, cuando lo viste te distes cuenta de que no estabas preparada.
Ante ti se encontraba la mayor batalla que jamás había visto. Hombres, elfos y enanos luchaban contra un ejército de gigantes. Gigantes... era la primera vez que los veías. Más grandes de los que podía creer. Más amenazantes de lo que podía pensar. Más poderosos de lo que podía imaginar.
Al unísono y siguiendo las órdenes del líder, todo el escuadrón comenzó a cargar y disparar de forma coreográfica. Los gigantes eran un blanco fácil, pero las flechas no parecían herirles de gravedad. Una tras otra, las distintas salvas se fueron sucediendo y el peso de los carcajs se iba vaciando.
Estabas tan enfrascada en la mecánica de cargar y disparar que tardaste unos segundos en responder a los gritos de tus compañeros. Cuando te giras, ves como un grupo de diez gigantes cargan contra vosotros y con ese ataque, todo el orden inmaculado que había guiado al escuadrón se rompió en una desbandada caótica.
Fía
Tras el destello azul, el claro desapareció de tu vista y cuando te quieres dar cuenta estás en lo que parecían un salón. Con los cinco ensangrentados cadáveres de una familia en el suelo.
Estabas contento. ¡Más que contento! Eufórico. Esa era la palabra. Como lo estabas siempre que matabas a alguien. Siempre que entregabas el don de Izar. Sabías que no lo hacías del todo bien. No era necesario ensañarse. No era necesario esa obsesión por el olor a sangre. Por el oír del crujido de los huesos. No era eso lo que enseñaba la Segadora. Pero no podías evitarlo.
Eras débil. Imperfecto. Intentabas servir a tu diosa y lo hacías. Pero eras falible y no podías hacerlo como era debido. Miraste los cadáveres de los niños. Eran los favoritos de Izar y también los tuyos. Ellos aún no habían experimentado los sufrires de la vida. Ellos aún eran puros, perfectos para ser reclamados por la Marchitadora.
Y ahora tenías que salir de ahí o alguien acabarían descubriéndole. Y eso no podía ser, tenías que seguir extendiendo el don de Izar. Pero antes, irías a hablar con el tanatocultor y pedir perdón.
Lenuel
Tras el destello azul, el claro desapareció de tu vista y cuando te quisiste dar cuenta estaba en una capilla de rodillas junto a otras dos personas más.
Por fin había llegado. El día que más habías deseado desde que varios años atrás, siendo niño, ese paladín te buscase en la granja. Los rayos del sol cruzaban la enorme cristalera que había tras el altar tiñéndola de celeste y bañando a los tres arrodillados. Instintivamente miró a su izquierda y ahí estaba ella. Sonriéndote.
Nunca habías querido así a nadie. Siendo niño habías experimentado los clásicos amores infantiles, pero nunca un sentimiento tan profundo. Un sentimiento que embargaba tu cuerpo, tu mente y tu alma. Sabías que tras ese día ambos tendrían que emprender un viaje, pero a la vuelta, tomaríais vuestros votos y se volverían uno. Y como uno servirían a su dios.
La ceremonia continuó y en tu interior comenzó a arder un fuego arrojador. La pequeña llama que siempre habías sentido en tu corazón, se había desbocado embargándote, abrasándote, transformándote. Algo en él había cambiado para siempre. Nunca podría volver atrás. Y nunca querría hacerlo. Ahora era un paladín de Sirius.
Tras el destello azul, el claro desapareció de su vista y cuando te quisite dar cuenta estabas en una forja martilleando hierro al rojo vivo. Su brazos eran robustos como vigas y tenía una larga barba... ¿acaso era un enano?
Uno. Dos. Tres. Cuatro... Diez. Diez eran los golpes que tenías que dar. Después girabas la pieza y volvías a golpear. Otra vez diez golpes. Y vuelta a girar. Sólo así podrías conseguir un prisma perfecto. Era un trabajo aburrido pero si alguna vez querías ser un maestro no te quedaba más remedio que hacerlo sin rechistar.
Esa tarea no te hacía pensar mucho así que te evadiste en el proyecto en el que estaba trabajando. El gran artefacto de destrucción. Aunque tenías que ponerle un nombre mejor, tu maestro siempre le decía que los nombres eran importantes. Ya habías salvado los problemas más importantes. La campana de cuarzita para contener la energía y la jaula de hierro para mantener la integridad de la campana. El problema era el martillo. No conseguías que la ruptura fuera uniforme para la liberación de la explosión.
Tenías que trabajar en ello y terminarlo. Los cálculos de la capacidad calorífica de la campana eran impresionantes. Podía ser el proyecto de tu vida. Podías pasar a la historia. Pero con el rango que tenías nadie te permitiría poner en marcha el desarrollo su artilugio sin un diseño riguroso.
Dejaste de golpear la pieza y la alzaste para verla mejor. Tras examinarla concienzudamente sonreiste. Estaba perfecta.
Tras las visiones, el viejo Luca caerá desplomado de espaldas, con la piedra azul entre sus manos. Entonces verán que no son los únicos que han llegado hasta ese lugar en el bosque: Abraham Herschel y Airo también están allí. Cuando se acerquen al tirsiano que encontró la piedra descubrirán muy a su pesar que ha perdido la cabeza. Ante esta situación, el sacerdote alcorita será claro: deben entregarle la piedra a Zaressa. En sus manos estará más segura que en cualquier lugar. Si los PJs se oponen, Jon otros tirsianos ilustres como Jon Volmer o Hera Fuenteazul, llegarán para reforzar el mensaje.
La maga recibirá a la comitiva (formada al menos por los PJs, Airo y Abraham). Escuchará con atención su relato y luego guardará la piedra. Aunque cree saber lo que es, no dirá nada al respecto. La arcana esta realmente preocupada y le pedirá a los presentes que intenten contar lo mínimo posible sobre lo ocurrido. Cuando menos se sepa, menos peligro correrá el pueblo.
Antes de despedirse de los personajes, les dirá que estará unos días fuera del pueblo. Quiere ver a algunos colegas suyos para decidir que hacer con la estrella caída del cielo.
Recompensa por acabar el prólogo: 300px para cada uno si hacen uso de sus habilidades. 200px en caso contrario.
Al día siguiente, el pueblo se levantará con la resaca de lo ocurrido. En el templo de Alcor se están haciendo cargo del desdichado Luca Maloris. Por el momento no ha vuelto a la normalidad y tampoco tienen muy claro que vaya a volver. El alcalde y la guardia están haciendo lo posible por aplacar los ánimos, pero hay algunas personas que no están dispuestas a quedarse sin saber que ha ocurrido: Gaetanus Albion, Jebeddo Niggel y Chester Clancy buscarán a los PJs para saber qué ocurrió en el bosque y llegar a sus propias conclusiones. ¿Cuánto serán capaces de averiguar? ¿Tendrá alguna consecuencia en el futuro? Es algo que quedará por ver.
El día pasará con tranquilidad y también el siguiente. La gente retomará sus vidas y la estrella empezará a caer en el recuerdo. Por la noche la gente volverá a sus tabernas: a El Rufián Cultivado o a cualquier otra. A la medianoche, todo el mundo empezará a volver a su hogar y es entonces cuando de nuevo la voz de alarma sonará por el pueblo.
¡FUEGO! ¡FUEGO! ¡FUEGO EN CASA DE ZARESSA! ¡HAN VISTO TRASGOS!
La voz de alarma debería de ser suficiente como para que los PJs se pusieran en marcha. Los trasgos no pueden indicar nada bueno, ¿habrán ido a por el meteorito? La cosa no pinta nada bien. Una vez en las cercanías de la casa de la maga, verán que el fuego no es exactamente de la casa, sino que hay un fuego que rodea la casa excepto por la parte de la puerta. Las llamas son altas e intensas. Y ven a los trasgos, aunque muchos ya van camino del Soto de Elgafar.
Enemigos: Cinco goblin y un Hobgoblin.
Después del combate y tras reducir a los trasgos, la propia Zaressa aparecerá por arte de magia. Preocupada entrará su casa para descubrir que le habían robado la piedra. Malas noticias sin duda alguna. Es de vital importancia que la recuperen, pues en las manos equivocadas el meteorito es muy peligroso. Si los PJs no se ofrecen voluntario, la arcana les ofrecerá 500 piezas de oro a cada uno. Una suma irrechazable para cualquier habitante de Tirsus.
Y así es como comienza esta misión.
Recompensa: 300px por PJ.
Siguiendo el fácil rastro dejado por los trasgos, los PJs se internarán en el bosquecillo que hay junto a Tirsus. Así transitarán durante una hora por el mismo hasta encontrarse con los trasgos. O mejor dicho, lo que quedaba de ellos.
Esparcidos en un área irregular se encontraron con una decena de cadáveres, casi todos de trasgos) esparcidos por doquier, en lo que sin duda eran los restos de una pelea. O mejor dicho, de una masacre. Algunos de los cuerpos estaba tirados en el suelo, otros apoyados sobre algún árbol y varios más en una de esas inverosimiles posturas de cuando la muerte llega sorpresivamente.
Algunos cuerpos estaban tirados en el suelo, otros apoyados sobre un árbol y unos cuantos tenían una de esas inverosímiles posturas de cuando la muerte llega sorpresivamente. Estaba claro de que alguien había cogido a los trasgos por sorpresa y habían matado a la mayoría antes de que pudieran reaccionar. ¿Por qué? ¿Acaso sabían lo del meteorito?
Si los PJs inspeccionan los cadáveres, encontrarán cincuenta piezas de oro. Además de los trasgos, hay un humano entre los cadáveres. No había nada en sus pertenencias que llamara su atención ni que sirviera de identificativo. No llevaba un equipo muy diferente al que llevaban los PJs y nada que realmente tuviera valor. Había recibido varias heridas durante la lucha pero el golpe mortal fue un mazazo en la cabeza. Pero una inspección más minuciosa revelaría que en su antebrazo tiene un símbolo fácil de reconocer. Una bola de fuego. O quizás un meteorito. El símbolo de la Princesa Asoladora. La diosa de la destrucción, la matanza y el fuego. Nashira.
En la inspección también descubrirán que hay un superviviente. Un gran trasgo. Si sus heridas son sanadas, descubrirán que ésta visiblemente trastornado. No entiende dónde está ni qué le ocurre. Y habla muy bien para ser un trasgo. La realidad es que ya no es el gran trasgo, sino un humano que tiene Clint. Un explorador que servía al Círculo Druídico del Bosque Viejo en Rhovesia y que luchó contra los kurnitas protegiendo el bosque. Algo que ocurrió hace treinta años.
Nota: En caso de haber un explorador en el grupo, Flintus pasará a ser Eliah Bralin, Custodio de Nihal muerto luchando contra los kurnitas.
Los PJs tendrán que decidir qué hacer con Clint/Eliah aunque la opción más sensata es la de invitarlo al grupo. Pero antes de poder hacer nada serán atacados por un Ankegh
Recompensa: 300px por PJ.
Los PJs, siguiendo el rastro de los asaltantes de los trasgos, acabarán abandonando el Soto de Elgafar y se encontrarán en el Camino de los Tres Metales. Continuarán siguiendo el paso hasta llgar a la Posta La Diligencia por la mañana. Nada más cruzar su empalizada, verán signos de violencia. Aunque se alerte, la puerta no tardará en abrirse y verán a un hombre cargando con un saco de harina. Es Julio, el responsable de la Posta.
Cuando entren verán cristales rotos, mesas volcadas, sillas rotas... Una buena pelea se ha tenido que organizar allí. Una quincena de personas están ayudando a Julius a ponerlo todo en orden. El propio dueño de la diligencia, no tarda en colocar una mesa y unas sillas para que os sentéis y serviros unas bebidas. Los negocios son los negocios.
Si le preguntan, el discurso de Julio versará sobre lo siguiente
¿Que qué ha ocurrido? Una pelea, claro. Anoche. El puñetero Tharnaros. ¿No habéis oído hablar de él en Tirsus? No tardarías en hacerlo. Pretende ser el nuevo bandido jefe de la zona. Ha llegado hace poco, desde el norte. ¿La pelea? Las cosas típicas de bandidos, supongo. No estoy seguro. Uno de sus hombres ya llegó bastante alterado y poco después de tomar asiento empezaron a discutir. Intenté calmarlos con una ronda pero no. Escuché que el tipo decía no se qué de Nashira mientras su jefe negaba con la cabeza. Y al final todo saltó por los aires.
El tipo y otros dos compañeros acabaron con los cuellos rajados y toda mi clientela acabó huyendo despavorida. El pobre Simon intentó detenerlos y acabó con un brazo roto. ¡Bandidos! Se supone que la posta está para hacer más segura los caminos, pero si no tengo guardia sigo a merced de ellos. Tienes que vivir con ellos visitándote de vez en cuando y hasta metiéndose en tu cocina.
No hay duda de que Julius está bastante amargado por lo que ha ocurrido pero ese no es su unico problema. Tharnaros y su gente están ahora camuflados como trabajadores de la Posta, esperando para hacer el intercambio con la estrella. Si los PJs indagan podrán averiguarlo, mientras que en caso contrario, serán emboscados por ellos a la salida de la Posta.
La banda estará compuesta por:
- Tharnaros - 1 Lords' Alliance Spy
- 1 acólito
- 4 bandidos
- 2 matones