No hay manera de mirar el cuadro y aparto los ojos de él para oír hablar a Klement, sonrió cuando me halaga y luego cuando habla de su futura posición mantengo la sonrisa, su actitud es tal que no me enfada sino que me preocupa, ¿Qué pasaría si ella fuera elegida? un golpe al ego, y la ciudad... he conocido esa actitud, Antonio la tenía... aunque entonces yo no me diera cuenta.
Prefiero callar mi comentario, tanto si es él como Elizabeth quién primogénito, aun queda tiempo y no son necesarios enemigos, aunque tenerme a mi como enemiga pueda ser fatal, yo no quiero más enemigos de los que ya tengo.
-¿Excluido? -pregunte con una sonrisa deslizada y una mirada entre curiosa y peligrosa, posiblemente tomen en cuenta de que a mi se me pueda romper una uña en cualquier investigación, olvidan de que se hace mi posición, pienso antes de verle -sin duda sin intención, todos saben reconocer llegado el momento la capacidad de su clan, señor Klement - termino de hablar con una sonrisa agradable de ver, antes de ver una vez más el cuadro y luego a él, pensando, no confio en los tremere, nadie lo hace, pero ahora mismo podría necesitar investigar y ellos siempre van entre secretos - Por supuesto, me interesaría investigar con usted ¿tiene algo en mente? - pregunto suavemente, mientras doy un par de pensamientos sobre Franco, él busca a los nosferatu por su cuenta... pero no es raro que los otros también lo hagan.
-Sí, estimada malvakavian, excluidos -remarcó la "s" para que no pudieras obviar que te incluía -Al parecer el apreciado giovanni ha formado un grupo de investigación en el que ha reunido a otros candidatos, pero del que ha elegido excluirnos concienzudamente -enfatizó con una sonrisa, pero sus ojos refulgían.
-Digo que comencemos a investigar sobre los nosferatu por nuestra cuenta y les aguemos la fiesta -propuso acercándose un paso, apenas unos centímetros, lo suficiente para que notaras sus ojos glaciales brillar con un extraño fuego, te sacaba una cabeza de altura por lo que su porte era sobrecogedor para ti, aún así todo en él transmitía una extraña serenidad -Estuve investigando los planos antiguos de la ciudad y descubrí que hay una serie de pasadizos que datan del 1700, al parecer se los usaba para contrabando en la época colonial pero estoy seguro de que nuestros amigos pútridos les han dado otro uso con el tiempo -aseguró -¿Qué dice? ¿Me acompañará?
Suavizando la sonrisa me atreví a hablar.
-Sin duda Franco habrá querido evitar incomodarnos con su deber -comente antes de apartar mi mente de Franco Noble, lo sentí por él, ¿Quién iba a decir que Klement se enfadaría por algo así? yo había estado en lo mio, un poco sola, cierto, pero ni lo había pensado... - No se lo tome personal.
Estaba comenzando a pensar que el lobo estaba metiendo la patita donde no debía y que el dolor iba, sin duda, a ser grande cuando él se acerco un paso y el lobo se aparto de mi mente rápidamente, al ver sus ojos, dos cumbres glaciares que refulgían de tal forma que por un momento me pregunte cuanta emoción había en él, había tenido que elevar los ojos para verle, esta vez de manera consciente, por suerte aunque sobrecogedor para mí, no parecía aprovecharse de ello ni disfrutarlo caprichosamente, lo que no impedía que me sintiera confundida.
Era sobrecogedor, pero también... sereno... muy sereno... ¿sería alguna disciplina? me pregunte, reteniendome de sacudir la cabeza para serenarme, consciente que de poco me serviría.
Preste atención a sus palabras, sonriendo de inmediato con lo que me dijo, ¡catacumbas!
bueno no catacumbas, pero como si lo fueran, le miré curiosa, antes de hablar.
-Que interesante ¿conoce alguna entrada? -pregunte, antes de caer en la cuenta de su pregunta, tenía planes, claro, pero aquello era curioso, y Julieta tardaría en mandarme el mensaje, sospechaba -Si, claro, le acompañare, sería bueno investigarlo.
- No se lo tome personal.
Ricardo alzó la mano y la movió de derecha a izquierda dando a entender que lo dejaba ir, de momento. -Quién hubiera imaginado que usted sería tan bien pensada -deslizó con una sonrisa de lado. -Claro que conozco las entradas -aseguró pero no dijo nada más al respecto en su lugar celebró que te le unieras -¡Perfecto! -dijo y su sonrisa se amplió, pero con los labios cerrados.
-La espero mañana por la noche, digamos, ¿A las 23 hs? En la puerta del convento de Santo Domingo -te notificó -No se preocupe por de Bourdeo, yo le pediré permiso para entrar en su dominio -aclaró, parecía tener todo resuelto, lo cual no sería extraño en un tremere.
Sonreí enigmáticamente mirándole al escucharle decir aquello de "bien pensada" , podía decirle lo que completaba el cuadro, por supuesto, pero mejor dejarlo pensar lo que quisiera, después de todo, dadas las circunstancias ¿era propio pensar en aquello? debía dejarse para tiempos mejores para uno, enojarse en el momento era una política absurda y peligrosa.
En cuanto a las entradas no dijo nada, y evite poner cara de espera, de poco me serviría y sería contraproducente al final, para mí... asentí cuando dijo donde podíamos encontrarnos y comentando que ya acordaría él con Jules de Bourdeo el permiso a su dominio.
-Veo que ya tiene todo bien mirado -sonrei pareciendo encantada - en ese caso, procurare estar mañana allí, a la hora acordada -conteste evitando por cierto cuidado sus ojos.
La noche del encuentro con el doctor Noble había llegado, el punto de reunión era uno de los hoteles más lujosos de Buenos Aires, un palacio de alta sociedad hasta fines del siglo XIX. Adentro la música sonaba a un nivel adecuado que permitía mantener una conversación pero evitaba que dicha conversación fuera fácilmente escuchada por otros huéspedes presentes.
La comida del lugar era exquisita y la bodega una de las mejores provistas de la ciudad, en cuanto Antonelli llegó a la recepción la acompañaron hasta el restaurante un epicentro del más refinado arte culinario local. El lugar, de por sí una mezcla de lujo y elegancia, poseía mesas al abrigo del interior barroco o en la terraza que se prolongaba hacia el jardín pro medio de unas escaleras laterales.
El doctor esperaba a Antonelli sentado en una elegante poltrona saboreando un vino escogido por él de la delicada y prolífica bodega del lugar, la elegancia lo precedía como siempre y su rostro aunque relajado disfrutando de la noche estaba secretamente pendiente de todo a su alrededor.
La puntualidad es un mérito decisivo en la estirpe, la gran mayoría considera que su tiempo es valioso, demasiado valioso, a veces incluso más que el de sus congéneres vampíricos, de ahí que yo misma considerara la puntualidad de Roger un punto a su favor, era tan exacto como un reloj “Quizá por su pasado militar” pensé de lado, observando su nuca mientras manejaba por las calles de Buenos aires con el aire experto de los choferes de la gran sociedad.
Él era un poco más que eso y un poco menos también, habría que darle de beber pronto o comenzaría a sentirse ansioso, lo que nunca era bueno para un vástago.
Mire a un lado, en los asientos de cuero y allí estaba la bolsa, “es lo interesante de tener dos citas la misma noche” volví a pensar “y no puedes repetir traje” termine, una cosa era evidente, no iba a bajar a esos pasadizos con un vestido y zapatos de tacón, no porque temiera caerme, “lo que siempre es una posibilidad” sino porque un vestido entallado no da posibilidades de caminar alegremente detrás de un vástago apurado “y tampoco de huir, si las cosas se ponen mal” termine, llevándome una mano a la cabeza, la capacidad de mi clan me había salvado e ocasiones pasadas, pero aquello no estaba de más.
Al fin llegamos al Barolo, lo miré desde el interior de la movilidad, antes de que Roger abriera la puerta dejándome salir, antaño el hogar de nobles familiar, en la actualidad era el tipo de estancia al cual solo unos cuantos podían aspirar disfrutar, ya fuera por su cuna o por su suerte en las finanzas, miré a Roger… conocía sus instrucciones, por lo que se iría y volvería al oír mi llamado, no debía preocuparme, ingrese al Duhau siendo atendida como era usual y dirigida a la mesa donde me esperaba Franco.
Deje el abrigo pasar por mi brazo, para así revelar el entallado, y sencillo, vestido negro que llevaba, había optado por el negro en vez del esmeralda que en un inicio planeaba llevar, quizá demasiado consciente de que algunos colores delataban de mejor manera la falsa juventud que era la marca de mi existencia.
No la reclamaba, era preferible ser siempre joven a no serlo, pero a veces unos colores neutros eran elecciones más sabias. Camine hasta llegar a donde me esperaba Franco, disculpándolo en el proceso con solo verle, estaba tan elegante como siempre, sin duda recuerdo de sus tiempos pasados, me permití observarle con cierta impresión, era a tomar en cuenta algunas cosas, el estilo y la elegancia eran cosas que seguían atrayéndome aun a pesar de todo el tiempo pasado.
-Franco, querido…. Buenas noches – salude, el tono agradable y la sonrisa agradable en los labios, mirándole a la cara que no a los ojos, “la confianza, mi querido, tiene un límite”
Los ojos eran el límite.
La puntualidad es un mérito exquisito en la estirpe, la gran mayoría considera que su tiempo es valioso, demasiado valioso, a veces incluso más que el de sus congéneres vampíricos, de ahí que yo misma considerara la puntualidad de Roger un punto a su favor, era tan exacto como un reloj.
Pensaba en la puntualidad, cuando llegamos al Duhau, lo miré desde el interior de la movilidad, antes de que Roger abriera la puerta dejándome salir, antaño el hogar de nobles familias, en la actualidad era el tipo de estancia al cual solo unos cuantos podían aspirar disfrutar, ya fuera por su cuna o por su suerte en las finanzas, miré a Roger… conocía sus instrucciones, por lo que se iría y volvería al oír mi llamado, no debía preocuparme, ingrese al Duhau siendo atendida como era usual y dirigida a la mesa donde me esperaba Franco.
Deje el abrigo pasar por mi brazo, para así revelar el entallado, y sencillo, vestido negro que llevaba, había optado por el negro en vez del esmeralda que en un inicio planeaba llevar, quizá demasiado consciente de que algunos colores delataban de mejor manera la falsa juventud que era la marca de mi existencia.
No la reclamaba, era preferible ser siempre joven a no serlo, pero a veces unos colores neutros eran elecciones más sabias. Camine hasta llegar a donde me esperaba Franco, disculpándolo en el proceso con solo verle, estaba tan elegante como siempre, sin duda recuerdo de sus tiempos pasados, me permití observarle con cierta impresión, era a tomar en cuenta algunas cosas, el estilo y la elegancia eran cosas que seguían atrayéndome aun a pesar de todo el tiempo pasado.
-Franco, querido…. Buenas noches – salude, el tono agradable y la sonrisa agradable en los labios.
Edité el mensaje porque se reunen en el palacio Duhau, no en el Barolo ;)
Franco sonrió al ver a la Malkavian acercarse a la mesa y se puso de pie en simultáneo con su saludo - Antonelli, se la ve espléndida, siempre fascinante a los ojos de todo hombre - dijo mientras corría la silla para que la dama pudiese tomar asiento. Había cuidado muchos detalles como era de costumbre en el Giovanni, la mesa contaba con un centro floral de claveles blancos, sabía que la Arpía gustaba de su aroma, estaban sentados en una esquina del lujoso salón, con cuadros y flores alrededor, a metros de una ventana. Las mesas anexas estaban vacías, todas reservadas por Franco para poder tener una conversación cómoda y privada. Había ordenado también que el mesero trajera una botella de su bodega personal, a temperatura ambiente, y luego se retirase sin regresar a menos que fuera llamado. El hotel había duplicado la seguridad esa noche, aún así el Giovanni había dispuesto algunos refuerzos en el salón, en la entrada principal y en la salida de emergencia.
Una vez que Antonelli tomó asiento, sirvió personalmente dos copas para ella, una con un vino de excelente calidad y otra con vitae tibia - Malbec de la región de Cuyo, estacionado en roble francés, cosecha 2008, fue un año excelente para esta bodega ... Grupo O, no perdió temperatura desde la extracción, de lo mejor que consigo en la clínica- dijo detallando cada copa. Estaba en ella elegir, si es que gustaba de alguna de ellas. Él tomó la copa de vino tinto para comenzar.
-Gracias por acudir esta noche, esperaba este encuentro con ansias a decir verdad- dijo, mirando a los ojos a la dama mientras saboreaba la bebida. Había sin duda mucho por hablar, y tal vez por hacer, aunque eso dependía mucho de como avanzara la conversación entre esos influyentes vástagos.
En estos tiempos tan extraños los mortales pierden las maneras naturales de la caballerosidad, pero al mismo tiempo los que tuvieron esas maneras estado vivos a menudo las mantienen –y perfeccionan- en la existencia vampírica.
En cierto modo Franco me agradaba por aquello, entre muchas otras razones, su caballerosidad era sin duda un punto a su favor, si le sumaban su importancia y capacidad entre los vástagos, su capacidad, la misma que le habían hecho pensar en separarnos del resto de seres en el lugar al asegurar nuestra soledad.
-Gracias Franco –contesté a su halago, terminando de tomar asiento en la silla que el atento había corrido para mí, le miré mientras se acomodaba –Eres muy amable –complete, con sencillez – tú también te ves bastante bien, esta noche –correspondí al halago suavemente, mirándole con cierto grado de curiosidad.
Pase los ojos por ambas copas, la de vino recibió una mirada apreciativa antes de tomar la de sangre y mirar el borde con una sonrisa leve, la desconfianza estaba allí como siempre, no es tan alegre llevar sangre que no se ha vigilado a los labios, pero Franco era… medianamente confiable… esperaba, volví a verle permitiéndome que la sonrisa comenzara a verse más dulce con el derrotero de sus palabras, deje la copa sobre la mesa, devolviendo su mirada directa a sus ojos, como el miraba los míos.
-No se me ocurriría faltar, también tengo interés en esta cita querido –correspondí a sus palabras con las mías, amable como era usual, tranquila como era de esperarse y expectante de porque nos encontrábamos allí –es una noche hermosa –comente mirándole –tan hermosa cómo es posible en Buenos Aires, querido Franco ¿Me dirás porque nos hemos reunido? Sabes que mis deseos están atentos a la estabilidad de la ciudad –del Eliseo y de mi posición, podría haber completado el comentario, pero no sería necesario, habría sido vulgar como poco y además estaba sobrentendido.
Franco estudio los gestos de Antonelli mientras bebía el vino, era una mujer tan agradable como impredecible, y por demás influyente en la política de la ciudad, él lo tenía claro y si la relación era buena entre ellos era justamente porque había sabido cuando hablar y cuando mantener silencio.
Cuando el semblante de la Malkavian se distendió, habló frontalmente - Nos hemos reunido porque estamos en medio de un juego peligroso, tenemos poco por ganar y todo por perder. Pero sabemos jugar, y eso hace la diferencia - La arpía era uno de los puestos de confianza de Mercedes, además Antonelli era la preferida de Don Matías, el Primogénito mas antiguo y el más influyente de la Ciudad tras los eventos de la Noche de los Aullidos. Franco a su vez era lo opuesto, no contaba con ningún padrinazgo y no tenía un cargo específico, sin embargo había sido de extrema confianza de la Príncipe Alexandria y no estaba atado a los preceptos de la Camarilla como el resto, era un jugador entre las sombras con total impunidad. Si sabían moverse juntos sin duda lograrían mucho mas que si lo hacían por separado.
- Hay sin embargo un par de temas mas concretos que nos conciernen a ambos - Franco tenía en mente mas de uno para conversar, algunos urgían de un modo impostergable, pero no quería sofocar a su invitada. Comenzó con el que habían conversado noches atrás - El martes ha sido muy perspicaz en sus comentarios, Antonelli, la lista de desaparecidos durante la noche del ataque, ordenada por nacionalidad y por clan, ha sido una muy buena idea. Noté además que Don Matías quiso que fuese usted quien analizara esa información tan crucial, lo cual no me sorprende en absoluto, y no se opuso a que contara con mi colaboración en esa tarea, aunque debo admitir que eso si me sorprendió. Es importante detectar un patrón en la selección de las víctimas, que al principio habían parecido azarosas y circunstanciales. Cuanto antes, mejor. Ha recibido la lista? - Esa noche había marcado el dominio de los vástagos como ningún evento previo en la ciudad, y si bien había pasado casi un año, ambos sabían que no había terminado, no hasta comprender lo que había sucedido y el porqué.
-La diferencia -susurre con tono contemplativo, "Un juego peligroso" si, era un buen modo de describir nuestra situación actual, tensiones entre clanes, entre miembros de clanes, ambición definida y enemistades a la orden del día, todo eso aderezado por lo que la noche de los aullidos nos había dejado; mantuve una sonrisa de labios cerrados apoyando un codo sobre la mesa, pose la mejilla en la palma de la mano, doblando los dedos meñique y anular contra la palma, sin perder detalle de cuanto él decía.
No era poco interesante, era interesante y de importancia crucial estudiar al Giovanni y sus palabras, para no perder el hilo de la conversación en circunstancias contemplativas... como mis pensamientos, pensar por ejemplo que al no formar parte de la camarilla propiamente no eran de gran ayuda si las circunstancias aseguraban su apoyo a la causa.
- oh si, la lista -conteste, había sido no tanto un error como una idea lanzada al azar, pensar en los posibles vástagos desaparecidos daría una idea más completa de las circunstancias -No, Franco... mucho me temo que no he recibido tal lista - dije, no sin cierto lamento, que era penoso el asunto, era triste que las cosas empezaran así -creo que elaborarla demorara un poco más
No? Franco no estaba acostumbrado a ese tipo de respuestas, sus ghoul cumplían a la perfección sus órdenes, y elegía a sus socios por su alta competencia en las tareas que realizaban. Esta indeseada demora resultó inesperada, pero no lo incomodó, la información que esperaba encontrar en la lista no era algo urgente, solo era una pieza mas del rompecabezas.
-Descuida, solo tenme al tanto, entre los dos podremos dar mas rápido con lo que esos nombres encierren - se distendió con un poco mas de comodidad y comenzó a beber de la copa de vitae. De repente cambió de tema bruscamente - Así que Mercedes te ha dado el dominio de Barracas, verdad? Resultaron extrañas algunas de las asignaciones. Te resultó interesante ese lugar? - preguntó ahondando en como se sentía Antonelli al respecto, era uno de los barrios mas bajos de la ciudad, había pobreza y poca arquitectura, y el hedor putrefacto del riachuelo dominaba una buena parte del lugar, no podía imaginar como se sentiría la arpía del consejo rebajada a ese nivel. Para él no era casualidad que la Senescal hubiese dado los mejores barrios a los Ventrue y hubiese asignado a Antonelli en la punta opuesta a los dominios de Don Matías, en una de las peores zonas de la ciudad, habría notado lo mismo la Malkavian?
Franco llevaba ya mas de seis décadas asistiendo al Eliseo porteño, tomando el lugar de su sire asistiendo a Alexandria, había sobrevivido a muchos Primogénitos que lo deseaban lejos de la Camarilla, y había logrado mantener su poder e influencia por tener claro el juego político que tenía delante. Sin embargo la mujer frente a él no hacía tanto que había llegado a la ciudad, tenía idea ella de como se jugaba? Asumía que si, de lo contrario no portaría el título que le habían asignado, aún así, dudaba que fuese consciente de la tensión entre Mercedes y Don Matías, ni lo delicado y peligroso que podía resultar estar en medio de ambos. - Solía caminar por ese barrio en mi juventud, pero siempre fue mejor ser cuidadoso, es mas sabio andar en las sombras a quedar expuesto. Por eso nunca pasaba en medio de dos grandes faroles, eso atrae problemas, a menos claro que uno esté acompañado - le dijo, en clara alusión a una realidad que tal vez Antonelli no se había detenido a observar.
Observando las acciones de Franco, el movimiento de la copa y el beber confiado de la sangre de su copa… mientras tanto las palabras eran eso, palabras bien colocadas con una intención directa y otra un poco más oculta, tenía la mirada concentrada mientras el rostro expresaba calma, pero solo eso.
Entonces un parpadeo antes de verle, confundida en parte ¿Dominio? No creía que Franco tuviera interés en Barracas, ninguno a decir verdades, aunque también era de conocimiento público, que territorios habían recibido cada quién.
Me permití una sonrisa irónica por un segundo o dos, mirando las copas antes de apartar los ojos del cristal entintado.
-Sí, Mercedes ha sido amable –contesté sencillamente, sin dar grandes detalles, el lugar que me había sido cedido no había recibido gran parte de mi atención, si debía ser sincera ¿pero confesarlo?... – al darme ese dominio, es como poco… interesante – las palabras salieron con facilidad de mi boca, posiblemente porque ninguna era realmente falsa, la palabra interesante tenía demasiadas variables como para tomarla en serio.
Franco continuó con el tema, en un tono de recuerdo y recomendación que me obligo a verle con atención, hablaba de una realidad de la que siendo yo –y habiéndome manejado en diferentes lados- no había caído en la cuenta.
-Entonces conoces el lugar –comente, dejando el dedo índice apoyado en mi mejilla pensativamente –posiblemente mejor que yo – parpadee antes de esconder una risa, una risa que no era de alegría tanto como de preocupación… si tenía que dar vueltas allí… siendo el lugar así… “mejor ir tomando en cuenta las recomendaciones de Rashid”… me dije, ¿Que me había recomendado?... “concéntrate, Sarah” me dije con brusquedad a mí misma, para volver con Franco, debía de concentrarme en esa conversación – tomaré en cuenta lo que me dices Franco – susurre suavemente manteniendo el gesto de cortesía en el rostro –Buenos Aires es muy hermosa, tan hermosa que a veces uno se olvida de otras cosas… -le observé, Franco entendería, llevaba más tiempo entre la estirpe de la capital que yo misma, y en esas circunstancias el riesgo existía, por mucho que pesara... ya había notado aquello en la reunión ¿no era cierto? .
Perdona la tardanza Franco.
Franco sonrió levemente y mantuvo su tono gentil - Nací con el esplendor porteño, una época en que Europa había puesto sus ojos sobre este país y sus promesas. Hoy solo somos una sombra de esa gloria que tuvimos poco tiempo, aún así Buenos Aires conservó parte de su belleza en algunos barrios . Conocerás esta ciudad tan bien como yo con el tiempo, no solo Barracas. Eres la Arpía de esta región, tu presencia no será rechazada por ningún Primogénito que desee preservar su lugar. Aún así es mucho mejor para alguien como tú morar en un Palacio como éste que en un barrio sombrío - la observó con detenimiento, era una mujer atractiva y reservada, impredecible y prudente, y se había ganado un lugar en lo mas alto de la estirpe. Franco estaba convencido que se merecía mucho mas.
- Yo estoy hecho para las sombras, mi presencia no es mas que la de un hombre nostálgico a los ojos de la mayoría de los vástagos - los que saben ver no opinan lo mismo, por eso me siento en su mesa - pero tú estas hecha para ser vista, para tener el protagonismo entre los grandes - le dijo convencido. Llevó su mano al interior de su chaqueta y sacó un sobre, se lo extendió con una sonrisa - Tienes un amigo aquí, Antonelli, y mientras dure esta eterna amistad, me encargaré de que tengas lo que te corresponde por derecho - dijo, dejando el papel a un lado de la dama.
Si Antonelli abre el sobre (sino no), encontrará un papel antiguo escrito recientemente en tinta mezclada con vitae: