Partida Rol por web

Damas y Caballeros, gentilhombres y doncellas. Se inaugura el primer torneo de la ciudad de Lancashire. Situado a las puertas de la ciudad, la explanada que tiempo atrás había sido lugar de batalla real se postra en la actualidad como campo de juego, donde conseguir el honor valedero que haga reverberar el apellido de un caballero en la eternidad.

Caballeros, hombres y mujeres, venidos de todos los lugares del reino y más allá participan en ésta competición, llamados a alcanzar la gloria por momentos. La primera de las grandes pruebas es el juego de tabladas. Colocado un tablado que asemeja un escudo de armas a cierta altura, los contendientes tendrán que intentar clavar su lanza sobre él, utilizando sólo la fuerza de su brazo y puntería. Si se derriba, mejor.

Argider llegó en su corcel negro al lugar del encuentro, donde recibió la ovación de los espectadores que se encontraban allí. Estos ya habían escuchado del boca a boca que un caballero noble, ganador de numerosos torneos, iba a participar en el torneo de Lancashire. Por este motivo, lo veían como un claro favorito y alguien a quien merecía la pena ver.

Una vez llegó y sin desmontarse del caballo, se reunió con su oponente, Lady Morgana de Piedrasblancas.

- He oído rumores sobre ti, Lady Morgana, acerca de que eres una bastarda. Mujeres, bastardos, campesinos... todo eso me resulta indiferente. En este mundo lo único que importa es el poder, la capacidad, la habilidad... Todo aquél que recibe recompensas es porque primero se lo ha merecido. Así pues, juzgaré tu destreza y nada más. Te deseo buena suerte en el torneo y que gane el mejor.

Dicho lo cual realizó una reverencia hacia la mujer, esperó a su señal y se dispuso a realizar sus cuatro embestidas hacia el tablado de madera.

Para un hombre de mi "categoría" no es habitual batirse con una mujer, sin embargo, los tiempos cambian. Me convertiría en un hipócrita si dijera que no me molesta, pero no me opongo ante la decisión de enfrentar hombres y mujeres en un mismo juego. Mi brazo no es el mismo desde hace décadas, pero sabre compensarlo con la maña adquirida. O eso quisiera creer.

Cuando al fin llega la hora de la contienda, me acerco al lugar elegido... al ver a mi rival, le dedico una risotada —Así que tu eres "ella"... Me sorprende que puedas llevar semejante peso encima, aun no te has arrepentido, ¿o si?... todavía tienes tiempo... - Tomo la primer lanza con mi mano izquierda. Por unos momentos la balanceo en el aire... me concentro en el peso y la fuerza que necesitare para dar en el objetivo.  —Estas cosas no son fáciles de maniobrar, sobre todo cuando ya llevas encima tanto acero-

Había participado en pocos torneos. No ganó ninguno, solo alguna prueba que otra. Ella pensaba que la gloria se ganaba en el campo de batalla, cruzando tu espada con el enemigo, chocando escudo contra escudo o ensartando la lanza en el pecho del rival. Ahora corrían tiempos de paz, y estos encuentros servían para medir habilidades y valor. Y para que los caballeros y los nobles se divirtieran durante unos pocos días.

En cierto modo estaba ilusionada. Y nerviosa al conocer que su primer oponente sería el famoso y aclamado Sir Argider Oliver. Sin embargo su sonrisa se torció bajo la celada cuando oyó la palabra bastarda. Apretó los dientes, aunque contuvo su ira. No haría mella en ella el insulto.

-Lo mismo os deseo, caballero.

No le devolvió el saludo. Espoleó a su caballo de guerra alazán, Nervio, y se dirigió a su lugar. Señaló a su escudero que le tendiese la primera lanza.

Montando sobre un noble corcel zaino, un caballero de armadura plateada hace su entrada con paso lento y solemne acompañado de un joven escudero, este flanqueaba al jinete mientras tomaba de la brida al caballo y continuaba a pie el recorrido hasta detener sus cascos al lugar acordado. El mozalbete en cuestión titubeaba y se mostraba inquieto mientras que su señora observaba con cautela e interés al resto de contendientes que allí se reunían.

Aún portaba el yelmo ocultando su rostro ya que era de buen saber que no todo el mundo vería con buenos ojos que una mujer participase en aquellos juegos coloridos y alardes viriles a los cuales acuden caballeros jóvenes deseosos de darse a conocer y experimentados para conservar y a crecentar su prestigio evitando que estos se difuminen... Helo aquí a este último.

-Bien hallado seáis señor, vos debéis ser Wolfant.- Pronunció Alliranthe con calma, unos ojos castaños y penetrantes contemplaban al hombre entrado en años bajo la rendija de su casco, aquel caballero era sin lugar a dudas su contrincante anunciado.

-Sepa vuesamerced que no tengo intención de retirarme.- Haciendo un gesto con su mano de inmediato el escudero supo que tenía que poner una lanza en la misma y así lo hizo.

-Os agradezco vuestra preocupación, más no me subestiméis tan pronto.- Sentenció apuntando con su lanza al objetivo.- Concentrad vuestros cansados ojos en ese tablado, pues aún no hay lanza alguna indicando que seaís el vencedor Sir Olaf.

En verdad da lo mismo. A mí me gustaría que se viesen, quizá diga algo al respecto en el próximo juego.
 

El recio alemán entra en la liza preparada para la primera prueba del torneo. Una prueba de habilidad y destreza. Disgustado gruñe pues el es más de dar recios golpes de maza antes que acertar con elegancia a un blanco.

De todas maneras coge las lanzas que le tienden los jueces del torneo y se afianza con las piernas abiertas a la distancia prescrita del blanco. Cierra un ojo para apuntar mejor y arroja uno tras otro los venablos. Solo uno de los tiros le salió medianamente decente y el resto fallaron de largo el blanco. Maldiciendo entre dientes Manfred esperó a que lanzase su rival.

Dylan observaba todo sentado a la puerta de su tienda comiendo sardinas saladas y cangrejos en salsa, todo ello regado de una buena cerveza. Sabía que a la batalla no se debe ir con el estómago lleno pero como decía su abuelo "Sin comida en el buche la mocha no funciona". El torneo iba a empezar. Llamó a Oliver, su Escudero, para que pusiera su recia armadura sobre el. No tenía mucha confianza en esta prueba, las lanzas no eran los suyo y ese teutón que era grande como un buey tenía pinta de buen lanzador.

- Oliver, espero que dejaras el barril de langostas y el de cerveza en la tienda del teutón. Que sepa que en Dover nos sobra la comida.

- Hice lo que me dijo, Sire, así como también dejé un frasco de sardinas saladas, las mejores del Condado de Kent.

- Bien chaval, llegarás lejos.

Dylan monto su caballo gris y se encaminó entre los gritos de la gente para comenzar su participación.

El primer enfrentamiento tenía como protagnoistas a la mujer caballero Alliranthe contra Olaf Wolfant. Ambos con un pasado caballeresco y con sendos escudos de armas lanzaron hasta cuatro lanzadas a sus respectivos tableros.

Allirante: 4, 4, 5, 6
Olaf: 0, 4, 4, -1

Allirante vence a Olaf con 2 victorias, un empate y una 1 victoria mayor.

Puntos de Honra en este juego para Alliranthe: 7
Puntos de Honra en este juego para Olaf: 0

El segundo enfrentamiento tenía como protagnoistas a Dilan Dover, cuya enseña es la popular langosta negra, contra Manfred von Retberg, cuyo escudo porta el toro dorado y el olivo. Ambos lanzaron con fuerza sus lanzas sobre sus tablados.

Dilan: 5, 2, 2, 6
Manfred: 4, 2, 8, 2

Dilan consigue 2 victorias y Manfred 1 victoria mayor

Puntos de Honra en este juego para Dilan: 2
Puntos de Honra en este juego para Manfred: 3

El tercer enfrentamiento tenía como protagnoistas a Argyder Oliver conocido por su blasón de dragon rampante y a Lady Morgana, de gran pasado bélico militar. Ambos lanzaron con fuerza sus lanzas sobre sus tablados.

Argyder: 3, 4, 2, 2
Lady Morgana: 5, 3, 4, 5

Argyder consigue 1 victorias y Manfred 3 victorias

Puntos de Honra en este juego para Argyder: 2
Puntos de Honra en este juego para Lady Morgana: 6

¡¡Las mujeres caballero van en cabeza!!