Partida Rol por web

Will no pareció molesto ante la burla, y si lo pareció fue fugazmente porque terminó tomándoselo con humor. -Vayamos pues.

Ambos os internáis por los pasillos, con cautela y tratando que no os pillen. Aunque Will no era especialmente sigiloso, la suerte parecía ir de vuestra parte al no pillaros ningún profesor. Una vez en las escaleras el chico te cedió el huevo de dragón y cada uno se dirigió a una zona del castillo: Will hacia el sótano donde se encontraba la Sala Común de su casa y tú hacia las Mazmorras. Habíais quedado que en unos veinte minutos os volveríais a encontrar de nuevo en las escaleras para ir hacia el Gran Salón, ya que Will además de casi carecer de sigilo también lo hacía de sentido de la orientación.

Tras decir el santo y seña y la pared de piedra se abrió y llegaste hasta una amplia sala. La sala se extiende parcialmente bajo el Lago Negro, lo que le da a la sala una luz verdosa. Tiene un buen ambiente pero también es bastante frío, pero esto no es algo que le importara demasiado a las serpientes. Ahora tocaba ir hasta las habitaciones de las chicas, entrar a la tuya que compartías con otras dos y buscarle un buen escondite al huevo de dragón.

Aun llevando ya varios años en el colegio y en esa sala común, la luz verdosa aun resultaba desagradable a la vista. Aun siendo su sala común y Slytherin su casa, no tenía mucha relación con los demás, y la poca era casi mala. Esa luz verde le daba la sensación de entrar en un nido de víboras.

No se entretuvo demasiado, solo fue al baño antes de ir a la habitación. Miró las otras camas. Solo esperaba no compartir cuarto con ciertos personajes... Se desvistió, dejando la ropa normal de cualquier forma en la cama para luego ponerse el uniforme con cierto cuidado de que todo quedara bien. Estaba ya cansada de tanta reprimenda. Eso si, nunca renunciaría a su estilo personal. Se limitaba a llevar los pantalones bien puestos y la corbata bien atada. Solo restaba una cosa... ¿Dónde guardar el huevo? Entre las sábanas no, cantaría mucho. ¿Debajo de las almohada? Era una idea. ¿Debajo o encima de la cama? Se le ocurrió entonces que podría guardarlo en la maleta, entre toda la ropa muggle que tenía. Desde luego que las remilgadas elitistas de sus compañeras no se dignarían a tocar esa sucia ropa. Y así lo hizo. Con el añadido de meter la maleta debajo de la cama.

Con todo en orden, Jack se dirigió al gran comedor.

Era extraño, pero todas tus pertenencias se encontraban en el cuarto. Al parecer la directora había mandado llevar vuestras pertenencias del tren hasta las habitaciones. Por lo pronto la maleta junto con tus pertenencias muggles parecía la mejor opción para mantener el huevo de dragón fuera de ojos indiscretos. Además, al menos guardaría el calor.

Tan pronto como terminaste fuiste hacia el lugar en el que habías quedado con Will quien, para variar, llegaba tarde. Pasaron todavía alrededor de diez minutos hasta que hizo acto de presencia disculpándose y dando a entender que se había perdido mientras llevaba a Puffy al hombro... Estaba claro que más que perderse se había entretenido con cualquier cosa en el camino.

Juntos marchasteis hacia el Hall en la planta baja, donde comenzaba a aparecer una marea de gente: caras conocidas de alumnos de cursos anteriores y las caras de los nuevos alumnos de primero. Ninguno hizo preguntas, apenas os prestaron atención, al menos hasta que llegasteis a la altura de Kat y Lyra, quienes comenzaron a hacer señales con los brazos para que os acercarais.

 ¿Dónde os habíais metido?

 ¡Estábamos muy preocupadas!- pese a su tono de madre enfadada y el codazo que le propinó a Will en las costillas, se notaba que realmente les había preocupado vuestra escapada en el tren.

A lo lejos podías ver cómo el Guardabosques te miraba, pero no sabías si había algún tipo de resentimiento en él ante tu actitud. También atisbabas a ver a lo lejos una maraña de pelo rojizo y rizado que no podía ser de otra persona que no fuera Cassandra. Algunos de los demás alumnos de tu curso fueron apareciendo, aunque parecían absortos en sus pensamientos, sabiendo lo que vendría a continuación.

 Nadie sabe lo que pasó cuando paró el tren. ¡Y de pronto desaparecéis!- había bajado el tono sabiendo que estaban rodeados de otros alumnos que podían poner la oreja en la conversación.

 Ssshhh que ya empieza- con el mismo dedo que había apoyado en sus labios para indicar silencio apuntó hacia lo alto de las escaleras, donde apareció McAillan quien comenzó a dar la bienvenida a todos los nuevos y antiguos alumnos con su largo discurso.

 Y como siempre dar la bienvenida a todos aquellos nuevos alumnos que entran hoy a nuestra escuela, Hogwarts- Kat terminó imitando el final del discurso de la directora, clavando cada palabra. -Y como sieeeempre, ahora tendremos que ir al Gran Salón y esperar hasta que el Sombrero Seleccionador termine de elegir a qué casa irá cada uno de los nuevos antes de que pongan la comida- chasqueó la lengua con disgusto. -Ya podrían poner la comida mientras va cantando las casas, así por lo menos no me aburriría tanto.

Jaqueline no sabía que responder. Las incesantes preguntas de Lyra la estaban acorralando. Por suerte para Will y para ella, empezó el acto de bienvenida. Reprimió un gesto de asco al ver la melena de Cassandra. "Zorra" 

Tras el discurso, tocaba ir al gran comedor... Si el acto de bienvenida fuese un iceberg, lo de hasta ese momento solo era la punta. Ahora tocaba chuparse la selección de casas... Asintió cabecibaja a lo que dijo Kat. No solo sería todo un peñazo, esperar a que el sombrero acabase, sino que además, la comida no estaría hasta que acabase la selección... Y sin duda lo peor... Le tocaba estar rodeada de todos los pijos repelentes de su casa.

Una vez en el gran comedor, se dirigió a la mesa de Slytherin. -Luego nos vemos- Dijo con estoicismo 

Te despediste de tus compañeros, quienes se dispersaron cada uno a su casa correspondiente: Lyra y Will a la de los tejones y Kat a la de los leones. Como siempre, habían velas flotando que llamaban la atención de los más novatos, así como la bóveda que reflejaba el cielo del exterior, haciendo que pareciera que no había nada sobre sus cabezas.

Tomas asiento en la mesa de los Slytherin, en la zona reservada para los alumnos de tu curso. Ahora solo quedaba esperar la laaaaaaaaaaaaaarga selección de los nuevos alumnos. Podías oír cómo algunos ya empezaban a suspirar con exasperación, sobre todo a los alumnos del segundo curso, ya que era su primer año esperando en la mesa y no siendo seleccionado. ¡Y lo que les esperaba!

El sombrero, cuyos pliegues emulaban una cara, comenzó a cantar diferentes casas con mayor o menor entusiasmo:

¡HUFFLEPUFF! ¡GRYFFINDOR! ¡RAVENCLAW! ¡SLYTHERIN!

Todo ello seguido de los aplausos de todos los alumnos, sobre todo de aquellos que daban la bienvenida a los nuevos.

Por suerte, los años de experiencia que llevabas a tus espaldas hacía que al menos fueras capaz de pasar por ese eterno sufrimiento sin que pareciera un calvario. Así, finalmente terminó con el último de los niños marchando a Ravenclaw.

Dos firmes palmadas procedentes de la directora silenciaron por completo el salón.

 -Bien. Sed todos bienvenidos. La casa que se os ha asignado será a la que perteneceréis hasta el final de vuestra estancia en Hogwarts. Puede que alguno no esté muy conforme- no perdía su característica sonrisa pese a que se habían elevado algunos murmullos -pero el Sombrero Seleccionador sabe ver dentro de vosotros lo que puede que ni siquiera vosotros mismos conozcáis todavía, y así busca la casa más afín a vuestras virtudes.

Dicho esto, ¡que empiece la cena!

Tras un gesto suyo levantando las manos, apareció de pronto un sinfín de comida que cubría toda la mesa seguido de múltiples exclamaciones de sorpresa y júbilo. ¡Hora de comer!

 Ejem- Carl se aclaró la garganta, visiblemente incómodo de pronto al notar todas las miradas fijas en él. -Este año soy el prefecto. Me toca guiar a los recién llegados. No les asustéis- clavó su mirada en Thomas.

 Eh, yo soy legal, tío. No me interesa asustar a unas culebrillas que no tienen ni colmillos. ¿Dónde estaría la gracia?- nadie le rió la gracia salvo Cassandra.

 Yo no prometo nada. Las novatadas se hacen de toda la vida- la normalidad con lo que lo dijo resultaba pasmosa.

Aguantó como bien pudo todo el proceso de selección de los alumnos de primero de ese año. Finalmente, la paciencia dio sus frutos. Con un gesto de McAillan, las mesas, vacías, se llenaron de diferentes platos de comida. Jack, manteniendo la compostura, se pegó un buen atracón. 

Compadecía a Carl. Se prefecto no era fácil, pues, básicamente, consistía en ser un pelota y chivato. Un almuno que delataría a sus compañeros ante los profesores. Y para colmo, le tocaba ser prefecto estando esos dos... Thomas, la mayor basura que había conocido, y Cassandra, que mas que una serpiente era un tiburón que se comía a sus hermanos antes de nacer. El primero aun se molestó en mostrar desinterés sobre las novatadas, pero la segunda... Dejó bien claro que pensaba aprovecharse de la situación. Jaqueline permaneció en silencio, pero tenía bien claro que no iba a dejar que ese par se pasara de la raya.

La cena llegó a su fin. Era hora de que todos los alumnos, tanto novatos como veteranos, se fuesen a sus respectivas zonas.

 Los de primero, seguidme- aunque no parecía especialmente contento (o ni siquiera parecía transmitir emoción alguna) sus palabras resonaron con firmeza, haciendo que ninguno de los más jóvenes le perdiera el ojo ni desobedeciera.

Por su parte, Cassandra y Thomas iban cuchicheando entre sí, con risitas y tonteo del suyo que hacía que algunos de los alumnos más ignorantes se rieran al ver a la parejita y que los más precavidos simplemente los ignorasen.

Algunos alumnos comenzaban a bostezar tras llenar el estómago, agotados por el viaje.

Esperó tranquilamente sentada a que el comedor se fuese vaciando. Mientras, dejaría bajar la comida. Se veía tentada de seguir el ejemplo de los demás e irse a dormir. Si el viaje de normal era pesado, con todo lo acontecido, pillaría la cama como aquel tejón de los cuentos que le leían para dormir, que una vez caía en la cama, no había forma de levantarlo. 

Y así pues, eso hizo, con el comedor y pasillos casi vacíos fue a su habitación, evitando aglomeraciones, para descansar.

Tu plan salió a la perfección. Los profesores tampoco llamaban tu atención, ya te conocían y sabían que no buscabas hacer nada malo. Aun así la directora esperó a ser la última en abandonar el Gran Salón, era costumbre suya, para así poder dejarlo arreglado de cara a la mañana siguiente.

Los pasillos estaban vacíos, solo se oían los susurros o suaves ronquidos de las personas de los cuadros. Algún rezagado en conciliar el sueño te saluda amablemente, otros pedían silencio (aunque realmente lo único que se escuchaba a duras penas eran tus zapatillas rozando el suelo). Tras atravesar la Sala Común de las serpientes, subiste por las escaleras que se dividían en dos direcciones: a la izquierda las chicas, a la derecha los chicos. Tras terminar el tramo de la izquierda llegaste a una pequeña sala donde aparecían 7 huecos sin puerta, que marcaban las habitaciones de cada curso. Cuando pasaste el de 7º se abrió ante ti un largo pasillo con puertas a ambos lados. Cuentas: 1, 2, 3... La cuarta puerta a la izquierda es la tuya, la número 7.

Ahora solo quedaba tirarse en la cama, caer bien cual tejón y dormir plenamente hasta la mañana siguiente, cuando empezarían las clases.

Casi se queda dormida... Casi. Se despertó gracias al ruido de las demás chicas correteando por los pasillos. Le entraron ganas de maldecir a mas de una, pero se contuvo. No tardó mucho en vestirse. Fue previsora y se dejó el uniforme preparado. Luego se atusó el pelo y se arregló un poco. Ya estaba lista para ir a clase.

Las clases del primer día transcurrieron con normalidad.

Los profesores omitieron presentaciones, pues ya os conocíais de años anteriores, por lo que se metieron de lleno en la materia, sin ningún tipo de tregua.

Durante el respiro en la hora de la comida, Lyra se saltó el protocolo no escrito de "cada uno en la mesa de su casa" y se levantó para saludarte, charlar contigo y contarte algún que otro cotilleo, como quién de cursos inferiores estaban juntos o cómo suspiraban algunas chicas por Will solo para ver tu reacción mientras esbozaba una pícara sonrisa. También habló de lo atractivos que le parecían algunos otros chicos o algunas curiosidades sobre alumnos nuevos: uno de ellos era hijo del Ministro de Magia, pero todavía no sabía de quién se trataba.

Cassandra de vez en cuando te lanzaba miradas de suficiencia y murmuraba cosas con Thomas, quien reía sus gracias como un perrito faldero. Carl se mantenía más bien callado tanto en las clases como durante la comida, y Alex seguía sin dar señales de vida.

Jaqueline suspiro, estoica, por la actitud de Lyra. Esa joven no había cambiado en todos los años, se la sudaban los convecionalismos. Por eso se llevaban bien. Ignoraba a Cassandra, o al menos lo intentaba, mientras escuchaba los cotilleos de si amiga. No le importaban mucho los romances, pero lo del hijo del ministro lle llamó la atención. Reparó en ese momento en la ausencia de Alex. La muchacha llamaba poco la atención, pero se dio cuenta de que no la había visto en ningún momento. 

-Lyra- Interrumpió. -¿Has visto a Alex? Acabo de percatarme de que no está por aquí, y no recuerdo haberla visto por el castillo-

Pasaron varios meses desde el inicio del curso.

Las clases avanzaban con normalidad, no te costaba apenas cogerles el ritmo. No por nada eras una de las alumnas más brillantes, no solo de la casa Slytherin, sino de toda la escuela, y eso se dejaba notar. También en la envidia que parecía corroer a otros alumnos.

Los profesores, por su parte, parecían más movilizados y agitados de lo que estabais acostumbrados. Había quien afirmaba que una nueva amenaza se cernía sobre el mundo mágico.

El huevo que encontraste no parecía haber avanzado gran cosa: la cáscara seguía teniendo un brillo casi metalizado y emanaba el calor suficiente como para mantenerse templado. Nadie parecía haber encontrado el lugar secreto en el que lo escondiste, pero quienes te conocían comenzaban a sospechar que ocultabas algo. Will por ejemplo podía llegar a avasallarte a preguntas todo un día para después rendirse y dejarte tranquila una temporada.

Eras tú quien debía decidir si compartir ese secreto. 

Era sábado, un día a mediados de marzo en la que los últimos vientos gélidos parecían resistirse a querer dejar el invierno antes de dar paso a la primavera. Al calor del fuego de la Sala Común no se estaba nada mal. Algunos compañeros, de tu mismo curso y más pequeños, había tenido la misma idea de quedarse por allí jugando a juegos de mesa o leyendo algún libro.

Todas o casi todas las cabezas se giraron al unísono cuando apareció allí alguien que no pertenecía a la casa de las serpientes.

-¿Te has perdido, polluelo?- preguntó alguien. Algunos le rieron la gracia.

-¿Es lo más ingenioso que se te ha ocurrido? No me extraña que los listos seamos de Ravenclaw- contestó con calma una voz conocida. Las risas se apagaron para comenzar con "uuuh" "a mí eso no me lo dicen".

Me abrí paso como si estuviese en mi propia casa. Las burlas no eran algo raro ni desconocido para mí. Por suerte, hacía mucho que había aprendido a tratar con ellas y pasármelas por el Arco del Triunfo.

Conseguí dar con Jack. Hacía tiempo que no sabía de ella y verla me produjo una alegría indescriptible. Mis ojos se iluminaron cuando la sonrisa se dibujó en mi cara. -¿Qué es de ti, desaparecida?- saludé, tomando asiento junto a ella.

Y ahí estaba, en la sala común, al calor del fuego. Aburrida sin nada que hacer. El maldito frío se resistía con uñas y dientes a irse. Y a mi me gustaba el buen tiempo... Todo era horrible. Y raro. La actitud de los profesores era, cuanto menos, sospechosa. Y para colmo el huevo no avanzaba nada. Y Will me avasallaba a preguntas. 

En resumen: Todo era una mierda.

Miraba como los pollos de primero hacían los tontos con sus varitas. Especialmente los nacidos de padres muggles, que realizaban encantamientos de los más básicos con gran alegría. "Ingenuos" 

Una voz me sacó de mi trance. 

-¡¿Lilly?!- Exclamé. -¿Cómo narices has llegado hasta aquí?- 

-Por las escaleras, los pasillos... En fin, ya sabes cómo nos movemos por Hogwart, ¿no?- pregunté con una sonrisa pilluela. Sabía perfectamente a lo que se debía su pregunta. -Me parece una gilipollez eso de no poder hacernos visitas en nuestras casas. Y tengo mis fuentes para saber vuestra contraseña- le guiñé un ojo. No se me daba nada mal camelarme a los más ingenuos.

-Hace mal tiempo y han decidido cancelar el entrenamiento de Quidditch- una mueca momentánea se adueñó de mi expresión. Me gustaba entrenar, volar en la escoba y que se escapara de vez en cuando el Quaffle para estrellarse en la cabeza de algún idiota. Crucé las piernas para acomodarme y sentarme como un indio mientras miraba a Jack con cierto interés, esperando que fuese ella quien comenzara las explicaciones de su extraño comportamiento en lo que llevamos de año.