Los caballeros avanzaron hacia la Luz con la alargada sombra de las pesadillas del empíreo tras ellos. Gritos y aullidos que helarían la sangre del más valiente de entre los mortales era la banda sonora que acompañaba a los héroes en su camino hacia la que parecía la única salida de este lugar. Al menos, eso era lo que esperaban encontrar allí.
La carrera se hizo eterna, pues cuanto más se acercaban a la Luz esta parecía encontrarse más lejos. Al echar la vista atrás, las criaturas de amontonaban y pisoteaban para ver quién era la primera en dar caza a los Caballeros. Jadeos y toses sanguinolentas se entremezclaban con los desesperados gritos de los perseguidores, que lejos de cesar en su acoso, continuaban corriendo sin dar tregua al equipo de batalla.
No obstante, no corrían por miedo, no era miedo lo que sentían, ellos no conocían el miedo, simplemente era la necesidad de salir de este lugar para no sucumbir ante una muerte innecesaria y así volver para plantar cara al enemigo.
Todos estaban ya cansados, y también heridos. Trebek era el que peor, junto con Zorael, pues ni la vista le respondía ya al expiador. De entre todos ellos, Cole era el que cubría sus espaldas con verdadera determinación. El Caballero Gris parecía dudar entre seguir a sus Hermanos de Batalla o plantar cara a los incontables Enemigos del Imperio que venían tras ellos. Korvin parecía querer seguir ciegamente al líder en funciones, mientras que Leinad apoyaba al resto en todo cuanto podía.
Finalmente, uno tras otro alcanzaron la Luz. Con cada uno, el portal se fue empequeñeciendo, hasta el punto de que al poco no era más que una franja vertical. Cole quedó atrás, parecía seguir con la importante duda de si mantenerse firme para proteger a sus Hermanos o salir de este averno, hasta que finalmente cruzó junto a los demás por el portal que ante ellos se había abierto.
Después, la nada. Todo se volvió blanco.
Cuando vuestros ojos se fueron aclimatando, primero para aquellos que cruzaron antes que el resto, descubrís que lo que era esa "luz" no era más que un portal al Inmeterium abierto a los pies del titán. O eso entendéis dada vuestra actual localización. Leinad reconoce el lugar, ya que es el mismo sitio que él usó para acceder y apoyar a sus compañeros en la batalla final.
Gracias al Emperador, el portal ya se encuentra cerrado, parece que por el tránsito a través de él sin que ninguna fuerza lo mantuviera abierto.
Para vuestra sorpresa, allí se encuentra Wolfram, que ha montado guardia frente al portal desde que Leinad marchó en busca del resto. A los pies del tecnomarine, el desaparecido Justicar Leehan, o lo que queda de él, se encuentra parece que con vida, pese a que le faltan ambas piernas, un brazo, y parece ser que tiene medio cráneo hundido.
@Trebek: Tus ojos comienzan a ver. No tienes percepción de fondo, y lo ves todo borroso, pero comienzas a ver. Si disparas ahora tendrías un +30 de dificultad.
- Veo que estáis todos, bien. ¿Y qué hay del demonio? Y más importante, ¿Lo habéis derrotado? -Os dice Wolfram, con tono hosco, típico de un tecnomarine-. Por si no fuera así, me he tomado la libertad de preparar el titán para una fusión manual, que Omnissiah y el Señor de la Forja entiendan el por qué de mis actos y me perdonen de llevarlos a cabo, y de contactar con la barcaza de batalla "Fuego del Alba". El Hermano-Capitán Mithrac Tor está esperando mi enlace para lanzar un bombardeo orbital o llevarnos a casa...
- Pues vamos a casa. hizo un gesto señalando al resto, que le seguían, algunos a duras penas... que necesitamos una tiritas. No era él quién tenía que lucir los actos. Que el resto explicasen la hazaña. Él era un apoyo, el resto era quienes habían sangrado. Leinad les había apoyado desde el principio con su conocimiento y su experiencia. Les había encontrado libros, les había curado ... todo lo mejor que había podido. E incluso ahora disponía de una calavera, que también necesitaba ser parcheada, y a pesar de ayudarle con los heridos, seguro contenía información que podrían aclarar muchas más cosas que ellos. Se agachó a recuperar los restos del maltrecho cuerpo del justicar. - Creo que tu cuerpo necesitas 3 tiritas más que el resto jefe. Estaba intentando quitarle importancia a todo aquello. Tenía que hacer que sus mentes cambiaran el ritmo. Se había dado cuenta de que tenía que cuidar de las mentes también, no solo de los cuerpos, y empezaría ya mismo, intentando sacarles una sonrisa, para sacar aquello de sus cabezas. De sus atormentadas almas, que necesitaban más descanso que sus cuerpos. Bueno, que el cuerpo del justicar no.
Empezó a reirse dentro de sus casco y se escuchaba por el comunicador de todos.
Declaró: - Hermanos, vamos a casa.
Espectacular la música.
Apenas es un segundo lo que pasamos de estar en un mundo demoniaco a llegar al mundo real, la energías que conforman y mantienen el portal, se disipan al cruzar el último de mis hermanos caballeros grises. Ante nosotros la figura imponente del titán que el hermano Wolfram había conseguido traer a la vida, es un alivio en si mismo ver tanto a nuestro hermano tecnomarine como al justicar, que aunque malherido aun se encuentra entre nosotros.
- Hemos vencido, hermano Wolfram ... con los no nacidos, nunca podía estar del todo seguro de su completa destrucción ... esperemos que la luz del Emperador haya consumido la vil la oscuridad que mantenía con vida a esa aberración. Alabado sea el Emperador, que ha hecho que prevalezcamos en la batalla. Sonrío dentro del casco al pensar en poder regresar victoriosos a nuestra nave.
A medida que avanzaban hacia la Luz, la vista de Trebek mejoraba, con lentitud, pero mejoraba. En ese momento distinguía formas pero borrosas y la percepción de fondo había desaparecido. Al salir a la luz casi cae de bruces contra el suelo, al sentir la sólida roca y el frío metal y se sintió aliviado por ello.
Allí les esperaba Wolfram montando guardia, al parecer él y Leinad habían dado con el Justicar Leehan, que a pesar de estar casi muerto, seguía con vida. Trebek se sintió aliviado al verle y al percibir su aura, para ayudarse a la vista Trebek había expandido su voluntad, al menos como le habían enseñado los bibliotecarios del capítulo. Al menos se este modo percibía si lo que veía borroso era amigo o enemigo:-A casa por favor.-dijo el expiador al escuchar aquellas dulces palabras de boca del Tecnomarine.
Finalmente soy capaz de sobreponerme a ese ansia de guerra y de acabar con los seres disformes que me atormentaba. Cruzo al otro lado del portal donde esperan mis hermanos. Estamos heridos, pero hemos acabado victoriosos, no sólo por acabar con un quinto ser autoproclamado dios, falso como los otro cuatro tiranos, sí no, por encontrar al justicar vivo. Necesitará de implantes, pero su lucha aún no ha acabado. Me retiro el casco, y permito que mis hermanos vean lo orgulloso que estoy de ellos. Lo fijo a mi cinturón y paso, uno a uno, posando mi mano en su hombro y diciéndoles unas palabras.
-Hermano Zorael, tu vínculo con lo sagrado ha logrado mostrarnos un camino que en, ocasiones, se nos mostraba difuso. Ha sido un privilegio, me enorgullezco de llamarte hermano. -Sigo a Leinad. -Hemano, nos has traído a todos de vuelta, gracias a ti podemos seguir sirviendo al emperador un día más. -Continúo con Wolfram. -Enorgullécete, hermano, de devolver a la vida a tal poderoso aliado. Tú vínculo con la máquina es fuerte. -Llego donde Trebek. -No ha cejado tu empeño en acabar lo que empezamos. Es una virtud honorable. Hermano, te has ganado el derecho de seguir trayendo La Luz del emperador a estos lugares impíos. -Y finalmente a Korvin. -Ha sido un privilegio contar con el apoyo y la camaradería que hemos forjado a fuego en estos combates. Si me dieran a escoger, no cambiaría tu compañía por la de no gún otro.
Me acerco al Justicar y le tiendo la mano. Es hora de abandonar este planeta y volver a la nave. Nuestro bautismo de fuego ha acabado, y ahora, tenemos que prepararnos para la siguiente batalla. En cuanto me de la mano, tiraré de él para colocármelo a la espalda y sacarlo de allí con nosotros.
-Da el aviso, Hermano Wolfram. Es hora de volver.
- Estoy de acuerdo -Añade Korvin, tras asentir con la cabeza en forma de gratitud a las palabras de sus hermanos de batalla-, volvamos a casa.
Wolfram no dudó ni un instante en ponerse en contacto con el navío Fuego del Alba, y de ese modo solicitar evacuación para la unidad.
Se envió una thunderhawk para recoger a los Caballeros Grises, de la cual se apearon un número indeterminado de servidores de funciones básicas variadas, el Maestro de la Forja que vino expresamente para evaluar al Colossus Prime, y por último, pero no por ello menos importante, un hombre con aspecto de Inquisidor junto a lo que parecía ser su séquito de acólitos. Estos últimos se encargarían de comprobarlo todo y borrar cualquier rastro del Caos o del paso de un Caballero Gris por el planeta llamado Scelus.
El bautismo de fuego había llegado a su término y, aunque seguro hubieran dado sus vidas con gusto, ninguno de los Caballeros Grisis participantes cayó en la batalla.
No obstante, la misión original poco o nada tenía que ver con lo que en Scelus pasó.
Gi'zgoth'djugruc'kul había jugado con muchas mentes, tejiendo una maraña de embustes que no sólo incluía a algún miembro del equipo de batalla, sino también a diferentes miembros del Caos, y seguramente a las altas esferas de la Hermandad, con intención de escapar de su prisión.
Se abrieron paso entre Marines Espaciales del Caos, tecnoherejes, desangradores, mastines, frurias, criaturas tan corrompidas en cuerpo y mente que parecían mutantes, y todo un ejército de demonios para no sólo recuperar y devolver a la vida al sacrificado Colossus Prime sino también acabar con el mal que en él existía, y destruirlo como seguro hubieran deseado la Inquisidora y el Princeps que lo combatieron por primera vez.