Laurie meneó la cabeza suavemente a modo de asentimiento y le devolvió la sonrisa. Tras un trago al vaso que tenía entre las manos pareció recomponerle el ánimo. Izzy supuso que la ausencia de Quinn también ayudaba.
-Es una idiota que llevaba razón, a su modo –replicó-. Pero si a ti no te importa…
Lo dejó caer como si no estuviese segura después la respuesta, y se atrevió a levantar el mentón para mirarla a los ojos. Los suyos, poco a poco, se teñían de violeta.
Paul le dio un par de palmadas en el hombro a su hermana y se dio la vuelta sin decir nada con media sonrisa en los labios. Estaba claro que en aquella conversación sobraba. También aprovechó para anunciar una regata de cervezas, lo cual causó que los parientes y amigos que estaban cerca también se moviesen.
Izzy se sentó junto a ella, en el puesto que su hermano acababa de abandonar, y la volvió a mirar a los ojos. Le gustaba aquel color.
-¿Importarme? ¿Bromeas? -Apoyó la mejilla en la mano y ladeó la cabeza-. ¿Crees que me importaba? ¿Que me importa lo que piense ella? ¿Que me importa más que lo que pienses tú?
Todos a su alrededor se habían ido ya, nadie miraba. Izzy aprovechó la circunstancia para atraerla y volver a besarla. El corazón se le aceleró tanto que pensó que le estallaría. Incluso tembló en un poco. ¿Cuánto hacía que no se sentía de aquella manera? ¿Acaso se había sentido así alguna vez?
Izzy notó a Laurie conteniendo la respiración mientras la besaba con infinita ternura, alargando el contacto con sus labios como si no quisiese despegarse de ella nunca más. Pero al final, lo hizo, y sus ojos brillaban con emoción contenida. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas y parecía realmente feliz, como si nunca antes lo hubiera sido. Izzy supo que quería estar con aquella criatura el resto de sus días o, al menos, hasta que dejase de ser la chica que veía ante sus ojos.
-Casi no me conoces-musitó con una leve sonrisa.
Aquel "casi" marcó una diferencia abismal. Le cogió la mano y volvió a inclinarse hacia ella para besarla.
Izzy la sujetó de la nuca, como si no quisiera que se alejase nunca de ella. Dejó que la besara de nuevo, y se separó lo justo para decir:
-Eso tampoco me importa.
Volvió a unir sus labios, tanteando su lengua con la suya, bajando las manos por su espalda hasta la cintura. Envolviéndola en un cálido abrazo, apretándose contra ella de un modo cada vez más pasional. Izzy nunca se había creido las tonterías que decían las canciones, no había tenido fe en el amor a primera vista, en los flechazos o en la locura del enamoramiento. Pero ahora que sentía su corazón a más revoluciones que las que alcanzaba su moto, debía creérselo. Estaba enamorada como nunca. Laurie tenía que ser suya.
Las manos de Laurie manejaron su espalda, su cuello y después descendieron por sus brazos. Se dejó arrastrar sin pavor por la pasión y las ganas, descubriendo con sutiles caricias el cuerpo de Izzy bajo la ropa de una manera suave que la nómada no había sentido antes. Era una mezcla entre el cariño y la química que se había producido entre ellas al instante. Las canciones, todas esas letras cursis e idílicas que volvían locas a las adolencentes, de repente no parecían tan lejanas.
Los pasos y las voces de un par de personas acercándose hicieron que la chica del mono ajustado diese un respingo y se apartase, sobresaltada por encontrarse en un sitio público con gente cuando creía que estaban solas en una burbuja apartadas de la realidad. Se rió por lo bajo mirando de soslayo a Izzy y esperó a que las personas se alejasen mientras se mordía el labio, todavía con las manos sobre los muslos de la nómada.
Entonces una chispa de incertidumbre se encendió en los ojos de Laurie.
-¿Qué vamos a hacer cuando la fiesta termine? -preguntó. Y era una buena pregunta.
Izzy se perdió en los bucles oscuros de su pelo, buceando entre ellos con los dedos. Lamió su lengua y mordió sus labios apasionadamente, cada vez más avivada por sus caricias. Nadie le había tocado así, con aquella ternura e inocencia, como si descubriese la maravilla del cuerpo humano ajeno. Cuando Laurie dejó de besarla, Izzy tuvo que recuperar el aliento, medio ahogada.
Sujetó el trasero envuelto en cuero de la joven nómada y la atrajo hacia sí.
-Bueno... Se me ocurren un par de ideas -Posó los labios en su mejilla y trazó un beso hasta su oído-. Tengo mi propia tienda de campaña.
Lauire sonrió aunque ella no lo viese. En contestación mordió suavemente el lóbulo de su oreja y la apretó contra su cuerpo, hundiendo los dedos en su espalda. Después le mordió suavemente la mejilla y acabó fundiéndose con sus labios de nuevo.
-¿Quieres que... me vaya contigo? -preguntó con timidez.
-Claro que sí. Tendremos intimidad. Más que esto, al menos... -Izzy se estremecía cada vez que Laurie le clavaba los dedos en la espalda o le respiraba en el cuello. Nunca había sentido aquel delicioso placer, no de este modo-. ¿Has visto alguna vez las estrellas echada en la hierba? En la ciudad no se ven bien, pero aquí... -Le dio un beso suave en los labios-. Aqui se ven perfectamente.
Laurie le devolvió el beso y le cogió las manos, entrelazando sus dedos con los de Izzy.
-Sí, claro. Vivía en una granja antes de unirme al clan. Paul y yo llevamos en la carretera muchos años. -Le dio una palmada suave en el brazo a modo de reproche-. No soy una niñata de la urbe. ¿Y tú? ¿Llevas muchos años viajando
Perdona por tardar. Días liados ^^
-Unos cuantos -dijo Izzy-. Las Corporaciones llegaron, nos expropiaron la granja y hubo que salir a la carretera. La historia de siempre.
Izzy le dio otro beso más, y otro.
-Pero no me molesta. Me gusta. Y más ahora, que te he encontrado.
Una sonrisa amarga, de esas que apenan el corazón, se dibujó en los labios de Laurie. Los besos de Izzy la hicieron desaparecer al instante. Más tarde sabría que ella también había vivido en una graja, trabajando para una corporación, y que unos mercenarios de Militec un día, sin razón alguna, mataron a sus padres. Ella tenía diez años, y desde entonces llevaba en la carretera.
La celebración se prolongó hasta casi la madrugada, cuando apagaron la hoguera principal después de que un primo segundo de Izzy, con demasiado alcohol en sangre, intentara saltarla. Ella no se enteró, llevaba cerca de una hora dormida rodeando el cuerpo desnudo de Laurie tras haberse entregado a la pasión y fogosidad de esta en su tienda. No lo habían hablado extensamente, pero las dos eran conscientes de que, en un clan o en otro, iban a seguir juntas recorriendo el asfalto de América.
A la mañana siguiente, más bien tirando a mediodía, cuando el campamento empezó a moverse, Laurie buscó a su hermano para darle la noticia. Izzy los contempló de lejos, parecían bastante unidos pero Paul se lo tomó bien. Tras varios minutos se de charla de abrazaron y entonces Laurie buscó con la mirada a Izzy para confirmar que sí, se iba con ella. Paul se alegró por ellas, aunque parecía desconfiado (y era normal, se acababan de conocer. Pero él no entendía lo que había pasado entre ellas). Sólo le pidió a Izzy que la cuidase con su vida o sino le rebanaría el pescuezo. Lo dijo en broma, e Izzy le respondió en broma. Y Laurie se rió en broma diciendo que estando con ella qué le iba a pasar. Era su heroína.
Todo fue en broma, hasta que un día dejó de serlo.
Los ojos de Paul estaban fijos en Izzy, atónito. Pero los de los compañeros de este no, y dispararon devolviéndola a la realidad. Era la segunda vez que le veía en toda su vida, y fue entonces cuando comprendió que él era lo más parecido a Laurie que caminaba sobre la tierra. Compartía su sangre e incluso el color de pelo, negro. Eso y poco más.
Una de las balas atravesó el cristal haciéndolo añicos. Natalie se agachó en el asiento de atrás al tiempo que Mal cruzaba la entrada del edificio con el cuerpo de Zhuo en brazos. Le estaba costando llevarla, así que casi la lanzó al interior sobre la rubia. De todas maneras seguramente estuviese muerta y sin salvación, así que poco podían hacer por ella.
-¡Sube!
Izzy no necesitó que se lo repitiera dos veces. Saltó al interior y se cubrió como pudo. Recargó las balas de la Stenmeyer y sacó el brazo por la ventanilla, creando fuego de cobertura al tiempo que gritaba:
-¡Vamos! ¡Vámonos de aquí ya!