Partida Rol por web

Una bola me sube por el estómago y tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para contenerla en mi garganta. No tengo tiempo para vomitar.

¿Los gemelos? A la mierda los gemelos. Hay prioridades. Tengo miedo, auténtico pavor. Tengo que hacer algo.

Cojo el cuerpecillo maltrecho de Lauren entre mis brazos y trato de hacer algo, cualquier cosa, todavía no sé el qué, para resguardarla del edificio bamboleante.

El mundo se derrumba, a vuestro alrededor, una viga se desploma sobre vosotros aplastándote a ti de cintura para abajo. Aún así has conseguido apartar a Lauren en el último momento, dejándola lejos de tu alcance, en coma y moribunda por la picadura de aquella serpiente. Los semizombies no están interesados en ella, pues no se muebe, y apenas ya lo están en tí pues debes tener un aspecto tan parecido a ellos.

La sangre abandona tu cuerpo a borbotones, y en ese momento ves una línea blanca que os une a Laureen y a ti, como un extraño cordon umbilical. Sobresaliendo de debajo de su camisa aquel papel impreso tan largo en el que se detallaban los experimentos con esos seres.

Inyectandoles sangre de durmientes, haciendosela beber... y en ese momento te das cuenta de la verdad. Una verdad que siempre ha estado a tu lado, solo hay una cosa que los durmientes no pueden hacer y que por lo tanto no se les ocurrió. El error, la razón por la que crean esos semiseres, la teoria misma esta bien, pero no la practica... La cura no debe impartirse de una manera artificial, debe propagarse como el mismo virus, por un mordisco, o un arañazo, incluso un beso. Algo que un durmiente jamás podría a llegar a hacer, pero que Laureen si.

Tu vida se acaba, y la misma sangre que brota de tu cuerpo es la única tinta con la que quizás escribir en ese papel la cura, la esperanza... a el virus que asoló el planeta.

Tan cerca y tan lejos... Mis entrañas aplastadas, astillas en mi cuerpo. Dolor. La conciencia se me escapa. Todo tan fácil y tan jodido. Caminando por el filo de la navaja, resbalando mientras me parto por la mitad...

Un último estertor... Un último grito de guerra antes de morir... Un último intento de hacerme valer después de tantos huyendo, siendo un cobarde, escapando, escondiéndome... Llegó mi momento de ser el héroe, lo desaproveché, o no supe jugar mis cartas bien, el póker nunca fue mi fuerte, no tengo ni idea...

No hay País de la Felicidad esta vez, no voy a escaparme a mi rincón imaginario, tengo que actuar, aquí y ahora, no quiero morir en vano, ser olvidado, como millones de personas antes que yo...

El techo se desprende encima tuyo pero deteniendose a un metro de altura del suelo donde tu te encuentras. Delante tuyo a unos tres metros el pequeño "tunel" en el que se ha convertido el pasillo solo hay hierros y piedras. Detrás tuyo escuchas un fuerte ruido cuando el montacargas se estrella contra la puerta y ambos casi estallan lanzandote hierros afilados que esquivas con asombrosa facilidad.

Empiezas a quitar hierros para observar que el hueco por el que subía el montacargas se ha deformado, ahora tiene la suficiente inclinación como para que trepes por el, solo que el sonido que hace a metal doblandose te indica que pronto ese hueco desaparecerá, aplastándote si cruzas en ese mismo momento o dejandote encerrado donde te encuentras para siempre.

Nisiquiera te lo piensas, escalas aquel agonizante hueco metálico que aplasta con aplastarte a cada momento, lo usas todo, lo das todo y sales justo cuando tras un lastimero sonido metálico el tunel desaparece.

El sitio al que accedes es más facil de explicar como cueva que como sala. Todo está derruido, ves una infinidad de vigas y paredes unas contra otras de las cuales salen brazos grisaceos que aún se mueven y intentan atrapar el aire. De los pocos espacios practicables por los que tienes posibilidad de salir es uno por el que tendrías que arrastrarte intentando que no te atraparan aquellos brazos y otro que sube hacia arriba. Tendrías que trepar una viga rodeada de paredes y forjados caidos, rodeada de cables de luz que chisporrotean.

El suelo donde te encuentras está lleno de organos, cabezas y miembros grisáceos amputados y muertos que aparte de asco no te suponen ningún peligro. Estas intentando elegir cual sería la mejor opción -por lógica la que te lleve hacia arriba- cuando escuchas un grito agónico de ayuda. Es sin duda la voz del médico, por su voz tienes claro que no sobrevivirá, pero de lo poco que entiendes de su lamento es que no pide ayuda para el, sino para Lauren.

El cazador escucha los lamentos desde aquel tunel, observa aquella viga que le acercaría a la salida pero por una vez, tras tantos años luchando por su propia vida, quiere intentarlo. Hacer algo que no sea salvar solo su propio culo. Así que se interna en aquel angosto tunel en el que grisaceos brazos atrapados entre las rocas, intentan alcanzarlo.

Sin pensarselo dos veces se interna , arrastrandose como las serpientes que antes casi acaban por su vida, internandose en la oscuridad.

El cazador tejano llega a través de aquel estrecho tunel a una pequeña estánciaque había quedado entre la estructura. Allí estaba el médico en el suelo, muerto, con la chiquilla que también parecía muerta. Entre ambos había un alargado papel que el Cazador se escondió en la chaqueta.

En ese momento es cuando vió que la niña aún respiraba, parecía en coma pero al menos vivía, el médico había hecho algo al menos.

Empezó a cargar a la niña cuando de los rincones de aquella estáncia aparecieron varios zombies, aunque parecían más humanos que muertos, pero en sus ojos se podía ver el hambre de los podridos. Lo tenían completamente rodeado aunque parecían dudar, como si no supieran si atacarle, ayudarle o nisiquiera quienes eran. Aún así tres de aquellas cosas intentaron atacarles por lo que rápidamente el cazador les disparó con su escopeta para hacerlos retroceder lanzando a dos de ellos por los aires mientras el tercero se lanzaba sobre el.

Ambas os lanzais por el agujero donde os espera una viga casi derrumbada que os sirve de improvisado tobogán por el que rodais y os deslizais hasta daros de bruces en otro espacio -ya que no se le podría llamar habitación- creado entre vigas y pilares destrozados y paredes caidas. De entre los escombros se aprecian cabezas, piernas, brazos y torsos que no paran de moverse, es la pared más aterradora que habeís visto, en el suelo hay infinidad de miembros cercenados por el derrumbe, es como si aquella habitación hubiese estado repleta de esos zombies extraños y grisáceos.

Aparte de la viga por la que habéis descendido hay otro estrecho tunel de cuyas paredes hay brazos que se mueven intentando atrapar algo que no hay, pero que os pondrán las cosas dificiles si intentais cruzar por ahí. Y es el único lugar del que podian proveer la agónica voz que Amber había escuchado. Escuchais disparos desde dentro y eso os aclara las dudas solo que ¿Que estará sucediendo ahi dentro?

Escuchais desde la superficie un ruido sordo de enormes rocas -como montañas- frotándose unas con otras, a la vez que la temperatura notais que empieza a subir.

- Layla, - dijo Amber en un susurro - ¿has escuchado eso? Creo que viene de ahí... - añadió, señalando hacia el estrecho y macabro túnel que había delante de ellas.

Era un panorama desolador, aunque al menos no había zombies que pudieran moverse por su propio pie. Amber miró los brazos que salían de entre los escombros, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Habían llegado ya muy lejos, y no era el momento de detenerse.

- Voy a intentar pasar. Con suerte no se darán cuenta...

Varios de aquellos brazos atraparon a Amber por la camisa, pero esta logro deshacerse de ellos perdiendo por el camino la camisa. Similar situación tuvo Layla a la cual cogieron por el pelo y tuvo que dejar una gran mata de pelo por el camino.

Ambas llegais a través de aquel estrecho tunel a una pequeña estánciaque había quedado entre la estructura. Allí había un hombre muerto en el suelo atravesado por varios hierros. Todo estava lleno de extraños zombies que parecían demasiado humanos para vuestro gusto... parecían temer a las armas, no tenían heridas -pues todas les habían cicatrizadro- pero seguían observando con ambre en la mirada.

En medio de aquella marabunta de zombies habia un vaquero que cargaba con una niña mientras no paraba de disparar y esquivar a aquellas cosas. Se gira hacia vosotras y casi os vuela la cabeza desviando en el último momento la escopeta, cosa que hace que el disparo impacta en la pared desprendiendo más polvo sobre vosotras.

La niña parece estar bastante malherida, como si estuviera en coma.

Layla reconoce a la niña y al hombre muerto. Esta niña es la hermana de Yvett y aquel... no dijo nada más. ¿Para que?. Una punzada le invadió el corazón al ver a aquel medico que pese a su miedo en todo momento lo había dado todo por intentar buscar una cura.

No se quién eres le dijo al vaquero pero está claro que estás tan vivo como nosotras, por ahora nos basta.

Había que retroceder por aquel maldito tunel otra vez... pero con aquellas cosas persiguiéndoles.

Venga metete con la niña, intentaremos salir todos de aquí.

Al momento el vaquero se internaba en aquel tunel arrastrando a aquella niña con asombrosa facilidad, con sus patadas y codazos las alejaba abriendose paso.

Amber miró a aquella niña y se preguntó si realmente sería ella. Si, tan frágil como parecía, les había hecho pasar por todo aquello. Lo más raro de todo era que Yvettt no estuviese con ella, pero no era el mejor momento de discutir sobre ello.

El vaquero empezó a entrar por el túnel. Amber miró a Layla, que parecía también dudar sobre si debía entrar primero o no. Pensando así no se vivía tanto tiempo, así que sin pensárselo dos veces, Amber se adentró en el túnel, confiando en que Layla tuviese suerte y no la atraparan.

Amber sale de aquel angosto tunel plagado de manos que intentan atraparla para caer casi extenuada en el polvoriento suelo de aquella "cueva" formada por escombros de lo que una vez fue un edificio.

Ve salir a Layla corriendo tras de si cuando varios de los zombies que la perseguían la atrapan y la devuelven a la oscuridad del tunel donde tambien los brazos se ciernen sobre ella. En apenas unos segundos la figura de Layla queda sepultada por grises figuras que intentan arrastrarla al infierno del que acabais de salir.

El cazador te grita a la espalda.

Vamonos joder, mientras se la comen podemos escapar... es un suicidio.

Tras lo cual empieza a subir por la viga por la que Layla y tu habiais descendido hacía nada.

Amber salió del túnel, y al volver la vista atrás vio como aquellas criaturas se llevaban a Layla, mientras ésta forcejeaba por liberarse de la multitud de manos que la agarraban.

Dudando un segundo, miró hacia el vaquero, y volvió a mirar a Layla, sopesando sus posibilidades. Vio como aquello le proporcionaba una oportunidad de escapar. Ya lo había hecho una vez, huir a costa de la vida de otro, y en aquella ocasión era su hermana la que había sido devorada, sin que ella pudiera hacer nada para ayudarla. Pero esta vez sí que podía hacer algo, así que, aun sabiendo que podía ser un error fatal - y los errores se solían pagar con la muerte, ...o la no-muerte -, intentó sujetar a Layla por un brazo y sacarla de allí.

Tirando con todas sus fuerzas, y rogando porque no la cogieran a ella también, intentó arrastrar a Layla a su lado. Pero las manos le resbalaban por el sudor, y la fuerza con que la sujetaban era demasiado grande. Poco a poco, su mano se fue deslizando entre las de Amber, hasta que se hundió en la negrura.

Derramando unas lágrimas, Amber se dio la vuelta y se dispuso a seguir al vaquero. Lo había intentado, pero era imposible, ya estaba condenada. Al menos les daría ventaja mientras los tres seguían huyendo, una ventaja que iban a necesitar.