Partida Rol por web

Kyle estiro el brazo, rozando la antrada al zeppelin con la punta de los dedos, pero aquel tiron hizo que el tiempo se detuviera, se sintio suspendido en el aire una eternidad, una eternidad en la que paso toda su vida por delante.

Y cayo, se hundio en la oscuridad de aquella cocina que estaba apunto de convertirse en un hervidero de zombies. Pero no fue la utima oscuridad, el golpe contra el suelo empezo a nublarle la vista, hasta que todo a su alrededor se borro.

Amber terminó de subir por la cuerda, y suspiró aliviada al ver cómo Alain y el Padre Ramón seguían allí, esperándolos. Buscó con la mirada a Lee, pero ésta no parecía estar en el zeppelin, o al menos a la vista. Con un último esfuerzo, se tumbó en el suelo, teniendo un merecido descanso. De repente, la cuerda a la que se agarraba Kyle cedió, y, incorporándose bruscamente, Amber pudo ver cómo el chico se hundía en las profundidades de aquel edificio.

Otro más que no lo había conseguido.

Reprimiendo un sollozo, se dio la vuelta, evitando mirar a la cara de sus otros compañeros, los que aún seguían vivos. Recordó a los que habían viajado con ella, sufrido penalidades, y en algunos casos, muerto por ella. Su familia; Keira, a la que solamente había podido dirigir unas pocas palabras antes de que muriera; Nairobi, víctima de uno de los muchos tiroteos que habían sufrido en los últimos días; Tommy, el grandullón que había salvado al perro antes que a sí mismo; Sam, que como Kyle había caído entre los escombros de aquel lugar, y a Layla... podía haberla salvado, haberla sacado de allí, pero no tuvo la fuerza suficiente...

A través de la escotilla del zeppelin se podía ver la ciudad destruida, en un estado casi apocalíptico. Allí estaba pasando algo grande, algo más que los zombies que se solían ver merodeando por las calles, aniquilando a su paso toda vida humana.

El perro se acercó a la chica, dándole toques con el hocico en el brazo herido. Abrazándolo entre sus brazos, Amber se quedó sentada, mirando fijamente la ciudad destruida, deseando que todo aquello no hubiera sido más que un sueño, una pesadilla, y que pronto despertaría y podría contar a sus amigos el sueño tan raro que había tenido esa noche. Pero sabía la verdad, nunca despertaría, la vida nunca volvería a ser como antes.

Estaban condenados...

Ramón comprobó con alivio como los supervivientes accedían al Zeppelin, cansados y cagados de miedo, pero vivos al fin y al cabo. Apenas estaba ayudando a subir a Amber y a algunos otros a los que no había visto jamás cuando advirtió que Kyle se estaba precipitando al vacío, sin que él pudiera hacer nada...

- ¡¡KYLE!! - gritó Ramón, impotente ante la situación.

El viejo era el único que quedaba de la masacre del tren. Junto a Keira, Nairobi y Kyle había logrado escapar de mil y un peligros. Se había prometido a sí mismo que protegería a aquellos chicos incluso a costa de su vida. De hecho, le recordaban a los chicos del refugio. En cierto modo se sentía responsable de ellos... pero una vez más había fallado. El destino había decidido tomarle por una suerte de testigo macabro, obligándole una vez detrás de otra a ver a sus amigos caer mientras él no podía hacer nada por evitarlo...

Kyle, un tipo duro pero sensible, que se había preocupado por el bienestar del grupo y por las vidas de todos... una buena persona, quizá mejor de lo que Ramón sería nunca... una promesa de que el ser humano podía ser mejor si se lo proponía... alguien que ejemplificaba todo eso, acababa de morir. Estaba claro que no había esperanzas. Sólo quedaba luchar no se sabía muy bien por qué. Tal vez por homenajear a todos aquellos que, como Kyle, habían caído defendiendo a los suyos.

Con lágrimas en los ojos, Ramón se acercó a Yvett y le dijo:

- Espero que todo esto haya valido la pena...

 Apenas había logrado llegar al Zepelin cuando James oyó el grito. A su lado Kyle caia. Intento estirar la mano, intento agarrarle en el último momento. Pero ya era demasiado tarde. La oscuridad se cernia sobre su compañero. Sin casi poder pensar, James se aferro de nuevo a la cuerda y termino de subir el escaso metro que le quedaba. Pero en ese tramo el tiempo empezo a pasar muy despacio. Por la cabeza de James empezo a pasar los recuerdos de las personas que había conocido en su vida. No solo a los supervivientes con los que ahora compartia su camino si no todos aquellos que no sobrevivieron al fin del mundo. Miro a Amber y luego miro a la niña...Un suspiro salio de James. Por fin todo iba a acabar...

Han pasado cinco minutos desde que pusisteis en marcha el zeppelin, siguiendo el rumbo de aquellos seres que os acompañan a diez metros bajo vuestros pies. Tras no poco buscar habeis encontrado la manera de que aquel trasto mantenga el rumbo por si solo...
Por todo el interior del zeppelin hay marcas de disparos y sangre, parece que la estancia de Alain, el Padre y Li no fué lo tranquila que habíais pensado. El cuerpo de la joven se encuentra aún en uno de los armarios cuya puerta está totalmente agujereada por el disparo de escopeta que se llevó su vida.

Todos estais en silencio, sentados en la parte de atrás del zeppelin viendo como la ciudad se hace pequeña en la lejanía. No debeis tardar más de un par de horas en llegar a las islas, si es que no se las ha tragado el mar.
Yvett tiene a Layla acostada sobre su regazo, esta se retuerce como queriendo despertar.

Le mordieron varias serpientes... dice el extraño con su marcado acento tejano. Me encontré con esa niña y con un doctor que decía que cuidaba de ella, aunque realmente no se quién cuidaba de quién dijo mientras media sonrisa de añoranza aparecía en su rostro, una sonrisa que no llegó a sus ojos. Ese doctor chiflado me dijo que tenía una misión muy importante, que fuera como fuera debíamos llegar a esa niña a una especie de hospital subterráneo o algo así. He pasado por muchas cosas pero aquello fué muy jodido. golpeó el suelo varias veces con la culata de su escopeta.
Al final nos acorralaron y cuando nada podía ir peor el mundo se nos cayó encima. Para entonces ya habíamos caido en varias de las trampas de esos chalados pieles grises, esos que ni parecen zombies ni humanos, sino algo entre medias. Quedamos separados y cuando me reuní con el doctor este había muerto protegiendo a la niña de los escombros, no sin antes haber extraido el veneno de las picaduras. Ese doctor, parecía alguien debil, con un extraño sentido del humor, incluso infantil, pero al final parece que logró algo. Encontré esto entre su cuerpo y el de Layla, a quién oprimía contra el incluso estando ya muerto, como si fuese lo más importante de este mundo. Observó a la niña y a su hermana. Luego sacó de su chaqueta una bola de papel y empezó a deshacerla. Tenía el ancho de un A4 pero era realmente largo, como un enorme ticket de la compra.

Escribió algo con su propia sangre antes de morir. "Si encontrais este papel significará que habeis econtrado a Layla. No tengo mucho tiempo -tampoco mucha sangre- para escribir demasiado. Este papel es la información de cientos y cientos de experimentos con durmientes, de intentar usar su inmunidad para curar a los zombies, para traerlos de vuelta. En las primeras pruebas intentaron usarlos para inmunizar vivos. En ambos casos el resultado fué el mismo: esos seres grises. Se la razón, se la única prueba que no han realizado, tan simple que asusta, tan simple que ha de funcionar. Solo hay una cosa que Lauren puede hacer y un Dormido no: Morder."
El tejano os miró, ahi acababa lo que había escrito el doctor, allí había acabado su vida... y allí nacía vuestra esperanza. En aquella pequeña que dormitaba junto a su hermana.

En ese momento el suelo a metros bajo el zeppelin desaparece convirtiendose en un mar cuya playa permanece oculta bajo miles de cuerpos de muertos vivientes que se internan en el agua para ser tragados por el mar. Un mar que en muchos puntos estallaba en enormes burbujas lanzando vapor hacia el cielo, en otras partes enormes remolinos del tamaño de ciudades se hundían en el mar creando enormes agujeros negros.
El futuro os es incierto, pero al menos ahora teneis una pequeña ventaja...

Ramón, ayudado por Alain (gracias al cual parecía empezar a comprender el aparato), puso en marcha el Zeppelin en dirección a unas misteriosas islas que sus compañeros le indicaron. Parecía que tenían información acerca de aquella maldita infección, que había algo de esperanza... Layla tenía razón. Aquel lugar era el indicado para lamerse las heridas y buscar posibles soluciones.

El padre se había quedado sin palabras, sin pensamientos y sin emociones. Había perdido a demasiada gente en muy poco tiempo y aún no había podido asimilarlo. Aún más, había descubierto a una persona por la que empezó a sentir algo más que amistad o preocupación... y esa mujer yacía muerta en un armario en estos momentos. Se diría, pues, que Ramón estaba inmunizado ante la muerte y la pérdida...

Sin embargo, algo le empujaba a seguir adelante, aunque fuera a costa de su salud mental. Puede que fuera su instinto de conservación o puede que sencillamente se encontrara feliz de estar vivo... o peor aún, que hubiera perdido la poca cordura que le quedaba. Pero lo cierto es que ahí estaba, había soportado mucha mierda (trenes conducidos por caníbales, bombas de relojería, serpientes, caballos zombis, emboscadas, tiroteos...) pero, en lo esencial, se mantenía entero.

Su último pensamiento antes de perder la mirada en el horizonte y suspender su juicio por unos minutos se lo dedicó al de arriba:

A tu manera me quieres, maldito hijo de puta...