Partida Rol por web

Hay pocas cosas como la furia de un ataque orbital, y ninguna tan aterradora de contemplar desde la superficie de un planeta. Es como si el mismísimo Dios-Emperador destruyera a Sus enemigos en una tormenta de luz, fuego y destrucción. Convierte el mundo en una ruina...y nosotros estamos en él.

Tiempo. Fin de la partida. Las explosiones de los enormes macroproyectiles de la Armada Imperial estaban barriendo la zona en la que ellos se encontraban, apenas a doce kilómetros bajo su posición. A su alrededor el suelo temblaba, las rocas se desprendían y los árboles caían, grandes olas se generaban a consecuencia de los impactos y zarandeaban la barcaza en la que ellos se hallaban.

Finalmente vieron el río Gamo extenderse al frente, las brumas de los pantanos se elevaron para revelar las ruinas de Puente Alto en su parte externa y las frías y altas paredes de la base Diente Largo alzándose como un puño de hierro e su centro. Desde su posición vieron que los elementos avanzados del asalto orko estaban intentando cruzar el río al mismo tiempo que tenían lugar escaramuzas en varios puntos a lo largo de su orilla. También se oían las sirenas a los lejos, anunciando los últimos minutos antes de que comenzara el ataque orbital.

Striker se había aferrado a uno de los pasamanos mientras no dejaba de mirar al cielo. Escuchó las palabras del Mayor y acarició el mango de sus dos armas, el "cuchillo" de su mundo natal y la espada sierra prestada por el Munitorum - son los pomposos oficiales como usted los que provocan estos sin sentidos, los que sacrifican los recursos del Imperio... pero me da igual, yo moriré aquí hoy, y usted también, y todos nosotros... y ellos - apuntó con la espada sierra que había desenfundado hacía el cielo - morirán algún día y entonces será el Dios Emperador quien los ponga en su jodido lugar

     Poco se podía hacer para cambiar el destino que les acechaba. Blaine mostró una torcida sonrisa. - Quien nos iba a decir que acabaríamos barridos por la cólera del Emperador llovida del cielo... Lanzó un esputo de tabaco sobre la cubierta de la barcaza manchada de barro. - Que ironía para sus leales sirvientes.

¿Sinsentido? ¡Los orkos estaban superando a nuestras unidades en todos los sectores y amenazaban los principales puntos de aprovisionamiento! Era la opción lógica, un bombardeo orbital acabará con casi el 70% de los efectivos orkos a costa de unas perdidas mínimas y causará un daño moral irreparable entre esas bestias. La contraofensiva que se lanzará a continuación será determinante para la victoria.

Victoria que ni él, ni nadie, vería si aquellas bombas seguían acercándose a esa velocidad.

Finalmente los orkos se habían dado cuenta de qué estaba pasando, y luchaban por abrirse camino hasta la base Diente Roto, conscientes, aun con su primitiva inteligencia de que era el único lugar seguro en todo aquel maldito planeta. Las últimas unidades luchaban contra los orkos en ambas orillas, pero estaba especialmente concentrados en el norte. Trazas láser y proyectiles sólidos cruzaban de un lado a otro del río, y su embarcación iba a pasar justo por en medio del fuego cruzado.

Striker tenía pensado acabar con aquel oficial de mierda como ultimo acto en vida, pero nuevamente tenía que luchar y en un momento que la verdad que no llegaba a imaginarse - ¡ACABAD CON ESE ORKO! - gritó a todos los que estaban en la embarcación mientras el mismo preparaba sus armas. 

Sacó una granada de su cinturón, le quito la anillo y mantuvo el seguro en su sitio mientras calculaba mentalmente la fuerza que debía imprimirle al artefacto explosivo para tratar de acabar con aquel asqueroso pielverde... lanzó la granada y con un hábil movimiento, fruto del a experiencia soltó el seguro del a granada dejando que esta volara hacía el orko

     Si tenía que morir, al menos estaría con la mente ocupada en algo a lo que estaba acostumbrado... sangrar y hacer sangrar a sus enemigos. En cuanto vio la fea cara del primer piel verde, hizo que su escopeta vomitara postas para intentar arreglársela con cirugía de campo. ¡¡¡ACABEMOS CON ESOS HIJOS DE MIL PADRES!!! Bramó mientras fuego salía de la bocacha de su arma.

Pese a que todo era un caos parecía que la situación estaba clara: los orkos trataban de tomar el puente sobre el Gamo y la guardia imperial trataba de impedírselo. Ya no había apoyo aéreo (las fuerzas aéreas al igual que las comunicaciones habían desaparecido como paso previo al bombardeo) y la superioridad terrestre de los orkos estaba clara. Los proyectiles, misiles y descargas láser cruzaban de un lado a otro del río sin que a nadie le importara que su barca estuviera en él. Por si aquello no fuera lo bastante malo algún idiota estaba bombardeando el río con morteros. Tan sólo era cuestión de tiempo que algo de toda la mierda que volaba acabara cayendo sobre ellos.

Ellos también respondieron a los disparos, y uno de los orkos recibió un impacto en su pesada mochila de cohetes, haciendo que explotara en una bola de fuego. No era el único que tenía esa mochila y sirviéndose de ellas uno de los orkos cargó, más bien aterrizó, sobre Striker con una salvaje brutalidad. Todo esto sucedía mientras otros orkos abrían fueo sobre la barca, trozos de metal volaban por los aires y lo único que les salvó de que les alcanzara una piña orka fue la mala puntería de la bestia.

Striker evitó aquel ataque rodando por el suelo de la embarcación mientras preparaba, agilmente, otra granada. En cuanto estuvo en pie de nuevo tiró de la anillo, se tomó un instante para calcular bien la distancia y lanzó la granada contra el pielverde más cercano - ¡LUCHAD POR VUESTRA VIDA!

     Sintió un impacto acompañado de un dolor sordo y al poco tiempo una sensación húmeda. Lo habían herido. La mala puntería del enemigo había bastado para hacer blanco sobre él a pesar de haber visto las intenciones de la bestia y haber intentado apartarse de su línea de tiro. Mala suerte sin duda. Taponando la herida con una mano intentó encaramarse a la cabina del sentinel, intentando cambiar las tornas de aquella desigual escaramuza.

Los disparos conjuntos de todos los soldados imperiales lograron acabar con otro orko y herir a un segundo, pero se estaban acercando cada vez más a la principal zona de fuego de los pielesverdes. Granadas, balas y hasta un misil pasaron por encima de sus cabezas.

Otro orko saltó a la balsa con una mochila cohete. Describiendo un trayetoria perfecta, asombrosa para alguien con su natural torpeza cayó sobre los imperiales. De un sólo golpe arrancó la cabeza de uno de los escintilanos, con su enorme boca llena de dientes podridos rugió a los demás soldados, intimidándolos. Una lluvia de plomo cayó sobre los que estaban allí cuando una ametralladora pesada orka abrió fuego, matando a otro escintilano.

Striker, que tenía la mano lista con su espada sierra decidió cargar contra el orko más cercano pero errando en su intento de asestarle un golpe con la espada sierra...

     La situación se les escapaba de las manos y tenían que causar bajas de forma inmediata. Con un giro brusco de los mandos encaró la cabina del sentinel hacia uno de los orkos de la orilla y accionó la expulsión de prometium del lanzallamas pesado. Pronto una feroz cortina de fuego fue proyectada hacia el piel verde.

Blaine cubrió el río con llamas. Una poderosa llamarada alcanzó de pleno al orko de la orilla y lo cubrió con promethium ardiente, la bestia gritó de dolor y empezó a correr hacia el agua, consiguiendo apagar las llamas, pero perdiendo su ametralladora en el proceso y empezando a ser arrastrado por la corriente.

Casi se ahoga cuando una gran ola, provocado por la explosión de un proyectil orbital, generó un efecto tsunami que hizo desestabilizarse la barca, que a punto estuvo de partirse por la mitad, eso no impidió que que un orko les colara una piña dentro de la cubierta, la cual al detonar mató al sargento Dryak, a un escintilano, a un orko y lanzó a un catachán por la borda, inconsciente y condenado. Otro orko se sumó a la lucha con su mochila cohete haciendo que fueran dos los orkos que les habían abordado. Por último Blaine estuvo a punto de perder el control del sentinel cuando un cohete orko disparado por su líder, montado en un bípedo, le alcanzo en el costado.

Striker rodó agilmente evitando la detonación de la granada... sintió su abrasador calor y se aferró como pudo a la barca cuando aquel tsunami casi la hace zozobrar como si fuera un juguete. Sin más tiempo de reacción desenvaino su adorado cuchillo de catachan y atacó con la espada sierra al orko con el que estaba a melee

     Había que impedir que mas de aquellos cabrones de piel verde subiesen a la barcaza o les tirasen mas explosivos pues ya tenían bastante de que preocuparse con aquellos proyectiles de bombardeo lloviendo como meteoritos. A pesar del zarandeo del oleaje y del impacto del cohete, Blaine consiguió a duras penas estabilizar el sentinel, cambiando ligeramente la orientación de la cabina para achicharrar al siguiente enemigo. Un nuevo chorro de promethium en llamas fue proyectado hacia la orilla sin piedad. - ¡Arded, hijos de perra!

El combate se recrudecía a medida que los proyectiles orbitales se acercaban a los soldados. Un orko estalló en llamas tras ser alcanzado por el lanzallamas pesado del sentinel al tiempo que la sangre se acumulaba en el bote, el cuerpo a cuerpo era el estado natural de los orkos y el último de los catachán y el timonel de la embarcación cayeron bajo las choppas orkas pese a la fiereza con la que Striker luchaba. Una nueva granada pasó por encima de sus cabezas mientras el líder orko saltó desde el puente para caer en la cubierta de la embarcación.

Era un orko enorme, equipado con una armadura de combate bípode equipado con un lanzacohetes y un pesada hoja de acero que desprendía un leve resplandor rojizo. Con ella atacó al sentinel de Blaine.

     Aquel bruto enorme se había dado cuenta del daño que podía causar el explorador y lo atacó con saña. La estructura vibró ante el golpe del xeno. Accionando el dispositivo del desbrozador intentó cortar en dos a aquello monstruo, pero el zarandeo de la barcaza y el súbito ataque lo hicieron imposible...

Striker, viéndose algo superado por los pielesverdes trató de realizar un certero ataque contra el orko que tenía frente a él, pero su espada sierra hendió el puto aire de los cojones... 

El orko con en lanzapiñas iba a lanzar una nueva granada sobre la embarcación, pero en ese momento su posición fue devorada por la explosión de un gigantesco proyectil orbital, la lluvia de cascotes y la honda expansiva sí que golpeó la embarcación, que escoró al no ser tripulada por nadie.

Hallbast saltó de la embarcación, dejando su arma atrás, buscando alcanzar la entrada de la base, apenas a unos metros, luchando contra la corriente por llegar allí antes de que las explosiones le alcanzaran. En efecto lo logró, aquel oficial logró llegar a la orilla habiendo sólo tragado un poco de agua y, de rodillas en la playa, contempló su salvación apenas a seis metros de él.

El otro escintilano sí se comportó de un modo heroico, se lanzó a la carga contra un orko con su bayoneta de frente, cargó en nombre del Dios-Emperador, y el orko le clavó la choppa en el pecho antes siquiera de que pudiera atacar con ella al xeno. Ya sólo quedaban dos humis en el barco, frente a tres orkos. Uno de ellos se batía con Blaine cuerpo a cuerpo mientras el noble orko, con su armadura de combate, atizaba al sentinel de Blaine.

Striker se apresuró a desviar la hoja del orko que le atacaba a cuerpo a cuerpo... todo pintaba realmente mal, pero como un buen catachan lucharía hasta el final - ¡QUÉ ALGUIEN COJA EL TIMÓN! ¡DIABLOS! - bramó para que alguno de los soldados recobrara el control de la lancha, pero estaban solos en el barco, aquello era una puta pesadilla - ¡BLAINE! ¡DESTRABATE AHORA MISMO Y HUYE A LA ORILLA SUR! ¡ES UNA PUTA ORDEN!