Dagmar despertó en su cama sumergida en el agradable calor que le proporcionaba su cuerpo bajo las sábanas. Recordó cómo había terminado la noche anterior, con Roy sentado a la mesa con ella su hermana tomando un chocolate caliente, mientras le contaban a Cordei todo lo que había pasado en el Discount Inn. El detective pareció recordar todo lo que le había dicho acerca de su hermana y de sus frágiles nervios, de modo que pudo ver cómo se contenía más de una vez, cuando se disponía a describir las partes más truculentas de la historia. A cambio, amablemente, Cordei fingió no darse cuenta de esos esfuerzos y no hizo preguntas indiscretas cuyas respuestas pudieran causarle inquietud.
Era increíble que aquel hombre, de andares toscos y maneras ostentosamente rudas fuese capaz de tal delicadeza mientras las hacía reír con historias rocambolescas de sus años de patrulla, siempre de fondo soez y, sin embargo sutil. Así pasaron los tres la primera hora, hasta que Cordei se levantó de la mesa de la cocina para volver a acostarse, no sin antes acariciar significativamente el hombro de Dagmar: te dejo el terreno libre.
Pero la oportunidad no duró mucho más: otra media hora de conversación agradable, a la luz tenue de la más débil de las bombillas de la cocina, mientras seenfriaban las bebidas. No hubo grandes revelaciones sobre la vida pasada de Roy, lo que tampoco era sorprendente: parecía enormemente franco y directo, con la verdad por delante en todo momento, lo que daba alas a la imaginación de Dagmar, pues estaba claro que él se estaba pasando en grande con ella, aunque fuera de aquel modo tan doméstico y entre susurros, para no despertar a la durmiente.
Al final se despidió, permitiéndose acercarse a ella para besar amistosamente sus mejillas... ¿Tal vez con más apetito de lo común? Pero, al final, se marchó, dejándola con un número de teléfono anotado en un post-it y una anotación:
No he pasado la noche, así que llámame con mis quince pavos...o sin ellos. ¡Hasta pronto!
Y , de improvisó, recordó a Richard. Lo recordó como la última vez que lo había visto, pálido y desesperado:
- ¡Dagmar!-, jadeó el herido-, ¡estás bien! ¡Por Dios, estás bien! ¡Escúchame, necesito que te encargues de Beth! ¿Vale? ¡Dime que la encontrarás! -Richard parecía ansioso, y sus ojos no dejaban de dar vueltas, como si fuera incapaz de entornarlos y centrarse en ella para hablarle-.Pero no la preocupes... saldré de ésta... díselo... haceos cargo... por favor... no... la... preocupes...
A toda velocidad Dagmar se puso en pie y se metió en la ropa.
Tirada: 2d6
Motivo: Número de obstáculos
Resultados: 3, 5
Vamos a empezar el Arco: ya os voy adelantando que se basará en buscar a Beth, la hija de Richard, que ha desparecido, y que durará cinco Conflictos.
Podéis plantear esta escena de Conflicto como queráis, ya sea que toda ella se trate de lograr entrar en la casa porque no tenéis la llave, o en ir al colegio a buscarla, o lo que sea, pero es el pistoletazo de salida del misterio. Y recordad que no acabará hasta que consigáis 5 tiradas con éxito.
No estaría de más que os planteaseis también emplear una tirada en conseguir alguna pista, de cara a encauzar la siguiente escena, aunque eso mismo es lo que podríais hacer más adelante. Lo que sí que me gustaría es que hicieseis por implicar a vuestros personajes en la búsqueda, ¿ok?
Finalmente, recordad una cosas: esta partida se llama Un día de perros, lo que quiere decir que todo el Arco transcurre en un único día, uno muy, muy largo para Dagmar, France y Vincent :) De modo que todo lo que contemos debe ocurrir en ese intervalo: el Arco empieza un miércoles por la mañana y termina el jueves, también por la mañana...
¡Ahora, poneros en contacto!
PD: Ahí van recompensas en PX extra, para que no las olvidéis. Por un lado, por las fotos de los pnj´s (a ver si alguien le pone cara a Beth, que es una niña de trece años con aspecto de empolloncilla nerd), y uno extra a aquel que me dé un buen título para esta escena.
Vincent despertó entre las sábanas revueltas de su cama. Abrió un ojo, la luz lo cegó. Así que lo cerró y probó con el otro, con idéntica y desalmada suerte.
Una rendija de luminosidad escapaba por el borde inferior de la ventana y rebotaba contra su cara. El rayo, no contento con casi cegarlo, penetraba hasta lo más profundo de su cerebro como una cuchilla caliente.
Quizo darse vuelta para evitar la luz pero el cuerpo apenas le respondía. Cada músculo se quejó de solo la idea de moverse; sentía la pierna como una piedra atada a él, y no como un miembro que debería poder mover a voluntad. Al conseguir por fin moverse levemente, sintió un gran ardor al intentar despegar la mejilla de la almohada. Su cara no se encontraba mucho mejor que su ánimo. O su pierna. O su cerebro. O la pobre France.
France!!
Se levantó con toda la prisa que pudo, presionando el puente de la nariz con los dedos para intentar ahuyentar el dolor de cabeza. Toda la prisa que pudo fueron sin embargo un par de minutos de encontrar las pantuflas y llegar hasta el teléfono.
Descolgó, y marcó el número de su sobrina. Ansioso, esperó a oir su voz en el otro extremo de la línea, buscando como siempre el chasquido delator de quien escuchaba su línea telefónica.
Propongo que Dagmar pida ayuda a France, y cuando esta ultima vaya a buscarla, levante a Vincent en el camino; después de todo no es momento de dejar al tío solo con sus locuras :)
Luego, buscar a la niña en el colegio. Y puesto que hay que sugerir un título, y deberemos ver como entrar al colegio y sacar a la niña, que se llame Ya no juegan con muñecas...
Amaneció en la ciudad. Otro día lluvioso y triste. France apenas había podido pegar un ojo. La noche vivida y la posterior discusión con su madre borracha, habían tenido a su cerebro trabajando hasta que el cielo dejó de ser una masa de nubes gris-amarillenta producto del rebote de las luces de la calle para ser simplemente una masa de nubes color gris desvaído, para luego sumirlo en un sueño liviano, lleno de pesadillas que se relacionaban con su padre y la muerte de Montesinos. Y sangre. Mucha sangre.
El teléfono la despertó, sobresaltándola. Cuando vio la hora se dijo que la mañana estaba demasiado avanzada y ella no se había acordado de llamar a su tío.
Riiiing... Riiiing... Riiiiing La muchacha saltó de la cama, corriendo al living para contestar el aparato, esperando no cruzarse aún con su madre, pues no sabía si podría mirarla a la cara tan pronto. Por fortuna, seguramente estaba durmiendo la mona aún y el sonido no la había inmutado.
-¿Hola?... ¡Tío Vince! Gracias al cielo que estás bien... Sí, no te preocupes, estoy bien yo también... Sí, tío, por suerte he podido descansar bastante. ¿Y tú?- A France Levin no le gustaba mentir, pero no quería cargar de preocupaciones tontas a su tío, que bastante mal la había pasado la noche anterior. -Tío, te conozco. ¿Por qué me ocultas la verdad?- algo en el tono de respuesta no le había resultado convincente a la muchacha. Aparentemente, no era la única que no quería cargar con problemas propios a los demás. -Tío quédate en casa. Iré para allá en media hora y te llevaré unos ricos croissants para que desayunemos juntos... Vale, espérame con el café listo... Un beso, nos vemos en un rato.-
France cortó y luego se dirigió a la habitación de su madre para ver como se encontraba ella; pero su cama estaba armada y no había rastros de Marge en toda la casa. Qué raro... ¿por qué no me despertó para ir a trabajar? ¿será que recuerda algo de la discusión de anoche? Bien, de camino a casa del tío la llamaré para disculparme por el retraso y luego, cuando estemos cara a cara, le contaré lo ocurrido anoche... y veré si puedo hablar con ella de papá. Era la primera vez en mucho tiempo que pensaba en Marcus Levin como su padre.
Mientras pensaba en como encarar la conversación tan largamente pospuesta por su madre, se vistió apresuradamente. Tomó su bolso, un abrigo y chequeó que su celular estuviera en el bolsillo acostumbrado. Estaba por salir rumbo a la panadería, cuando se acordó de Dagmar.
Será mejor que la llame. Con lo que hemos vivido, me quedaré más tranquila una vez que oiga su voz.
Bueno, aquí estoy haciendo de enlace :D
Tu plan es bueno Vince, veamos que opina Dagmar ;)
En su atontamiento debido a la presencia de Roy en casa, Dagmar no se había dado cuenta de lo importante, y eso hizo que se sintiera profundamente culpable. Richard le había pedido que cuidara de Beth, y ella solo había tenido la cabeza ocupada con el policía. Era tan simpático, tan atento, tan guapo... tan inaccesible. Estaba alegre por haber pasado la noche con él, pero también triste porque no era capaz de decirle que le gustaba. Eso podría estropearlo todo, ella ya sabía que los hombres se cerraban en banda en cuanto les decías que los querías. Ojalá Roy fuera distinto a todos.
Cogió el autobús hasta el instituto de Beth, no sabía muy bien a que hora terminaría las clases, hacía tanto tiempo que ella no iba al instituto que todo habría cambiado. Cuando llegó, se acercó a preguntarle al conserje, quién le comentó que faltaban al menos tres horas para que los chicos terminasen sus clases, así que Dagmar fue hasta la cafetería a matar el tiempo haciendo lo que más le gustaba: comer un delicioso pastel de chocolate.
Antes de poder darle un bocado al trozo que le habían servido, su teléfono empezó a sonar desde el fondo del bolso. Estaba lleno de cosas, así que desesperada (pensado que era Roy) vació todo el contenido sobre la mesa. Se sintió un poco decepcionada cuando leyó el número era de France.
- Buenos días, France. ¿Qué tal todo? ... Yo estoy bien, gracias... un poco cansada y eso... ¿Y Vince, se encuentra bien? ... Ya, supongo... Ahora estoy en el instituto de Beth, Richard me pidió que fuese a buscarla y aquí estoy... No te preocupes por mi, si necesito algo, te llamaré... Cuidate, un beso...
Recordando los sucesos de la noche pasada, provocaron que a Dagmar se le quitasen las ganas de comer chocolate. Apartó el plato, como si le diese repelús, y sacó su ordenador portátil de la funda, para conectarse un rato a ver los correos. Nada nuevo, así que mientras esperaba el final de las clases, se entretuvo arreglando alguna de sus fotografias con el Photoshop.
En cuanto sonó el timbre, se guardó todas las cosas y salió a buscar a Beth. Sin embargo, no la encontró por ninguna parte y cuando todos los niños y adolescentes ya se habían marchado y el instituto se había quedado casi vacío, Dagmar empezó a preocuparse. Preguntó a unos cuantos jovencitos de la edad de Beth si la habían visto, estos la mandaron con otro grupo de chicos que a lo mejor la conocían y estos le dijeron que no la habían visto en todo el día. Le indicaron quién era la tutora, y hasta allí que se fue para preguntar por la niña. La profesora Young le comentó que Beth no había ido a clase en todo el día.
Con el corazón en un puño, Dagmar salió hacia la parada del autobús que la llevaría hasta casa de Richard mientras llamaba a France.
- Oye, France... Beth no ha ido a clase en todo el día, ¿sabes si está en el hospital con su padre? Yo voy a ver si está en su casa... - su voz sonaba profundamente preocupada.
Pues ala, ya está, si queréis, cmo sabemos ya que Beth anda desaparecida, podemos seguir la escena hasta que nos reunamos todos, ¿no?
La casa de Richard se encontraba en un bloque de apartamentos a una media hora en autobús de The Venetian. Se trataba de un descomunal monolito de hormigón gris, cuyos muros parecían tan gruesos y pesados que las mismas ventanas resultaban minúsculas islas de fragilidad en un mar indestructible. Un par de cientos de familias se repartían los pisos del brutal edificio, pero el ruido que a buen seguro producía la vida de aquella marea humana se perdía por entre los interminables pasillos y escaleras, de modo que el único sonido que acompañaba el taconeo de los pasos era el zumbido de los fluorescentes que lanzaban una enfermiza y blanquecina luz sobre las boldosas desgastadas y, curiosamente, el repique de las gotas de lluvia que chocaban contra el acristalado de los corredores.
Cuando Dagmar llegó ante la puerta del piso se quedó mirando su corriente aspecto, plástico blanco que el tiempo y la humedad había teñido en tonos hueso recubriendo un par de paneles y quizá un dedo de aglomerado barato. Era endeble y ruín, pero el mirador de la puerta pareía lanzarle una mirada cargada de burla mientras pulsaba el timbre.
Sonó una vez. Sono dos más, y dentro nada acusó respuesta alguna: cuando aplicó la oreja y volvió a pulsar sólo pudo escuchar ese extraño ronroneo sordo que produce el oír a través de una pared o una puerta de una casa vacía. Y, claro está, no podría entrar....
Bien, retomamos :)
Como veis, no he dicho quién llega a la casa a excepción de Dagmar, de modo que es cosa vuestra decidir si llegáis juntos, si os reunís o si preferís separaros. A partir de aquí, cosa vuestra :)
Dagmar se mordió los labios impaciente y llamó unas cuantas veces más. Empezaba a ponerse nerviosa. Cuando ya estaba al borde de la exasperación, sacó otra vez el teléfono y marcó el número de France.
- Oye, igual sueno desesperada, pero es que... no hay nadie en casa de Richard... ¿podéis venir a ver qué pasa? Empiezo a estar preocupada...
Cuando terminó de hablar con su amiga, se quedó otro rato pensando, mirando a la puerta. Se acordó de su hermana y entonces aquello fue como una chispa que prendió y lo quemó todo: se desesperó. ¿Y si estaba dentro y le había pasado algo? ¿Y si la habían secuestrado al salir de casa? ¿Y si...? Su paranoia, fruto de continuos infortunios acabó por hacerle perder la paciencia y con la boca seca y el corazón acelerado, llamó al único que podría solucionarle el problema.
- ¿Roy? Hola... - su voz sonó otra vez floja. - Siento... molestarte, es que... veras, tengo un problema... y bueno... quizás necesite tu ayuda una vez más... porque eres el único ahora mismo a quién puedo llamar para pedirle estas cosas - se estaba yendo por los cerros de úbeda otra vez y tenía que centrarse, jugueteó con el borde de su jersey mientras hablaba. - ¿Puedes venir? - preguntó dándole la dirección de la casa de Richard.
Estoy esperando algo de parte de France; como verán la estoy esperando en casa con el café listo, ajeno a todo lo demás. En realidad, Beth me importa un bledo, que se encargue la policía ;)
En fin, esta noche le pido a potty que se ponga con el tema; esta semana no está frente a la PC durante el día así que no se cuando pondrá algo.
Estaba siendo una mañana interminable: la excitación que lo había mantenido despierto había disminuido, y Vincent ya sentía la fatiga acumulándose como una pesada bola de metal tras su frente. De hecho, se setía acalorado, tal vez febril y no sabía si era una sensación real, producto del cansancio, o tal vez un efecto secundario de las medicinas que había tratado de administrarle en comisaría.
Sin embargo, pese al al ardor tras sus párpados, no era capaz de conciliar el sueño. Se encontraba sentado con los dedos enlazados alrededor de un café, tibio sustento con el que tratar de mantener la máquina de su cuerpo en funcionamiento ya que se negaba a descansar. Y entonces lo vio.
A través de la sucia ventana de la cocina podía adivinarse el trajín de una obra, con sus andamios, sacos de cemento gritos y monos de trabajo. Y humilde y estático entre todo el movimiento se encontraba un pequeño cuadrado amarillo. Un post-it, oculto a simple vista en la esquina inferior izquierda de la ventana. Vincent se levantó, recorrió en dos zancadas el espacio que le separaba de la nota y, cuando fue a cogerla, sus dedos chocaron contra el vidrio: el papel estaba pegado en el exteriordel cristal. Tras abrir la ventana revisó el mensaje, impoluto aunque levemente empapado por la lluvia.
Vinnie, revisa la pared que ves desde aquí.
Con un escalofrío, Vincent se volvió y observó la pared que tenía en frente: era la de la cocina, con su nevera, su hornilla y sus campana extractora de humos.
Roy sonó un tanto sorprendido por el tono de la llamada, pero rápidamente sustituyó la sorpresa por conciliadora comprensión en su voz.
-Tranquila, Dagmar, explícame qué pasa, a ver qué podemos hacer.
Dagmar le describió por encima la situación, la puerta cerrada, sus temores con respecto a Beth, el estado de Richard, a lo que Roy fue respondiendo con lacónicos monosílabos, animándola a continuar libremente hasta que se diera por satisfecha. Sin embargo, parecía un tanto incómodo de modo que la misma Dagmar abrevió su descripción y se hizo un silencio breve y tal vez incómodo.
- Bueno, Dagmar. Sé que lo estás pasando mal, pero tl vez no sea nada: a lo mejor Beth está en casa de alguna amiga y Richard no te avisó... Todo lo que os ocurrió anoche fue muy traumático... Más bie terrible, la verdad, y sería normal que tuvieras los nervios a flor de piel: no creas que te has pasado al llamarme, porque para eso estoy y espero que sigas haciéndolo cuando lo necesites. Déjame que te tranquilice: lo normal es que las presuntas desapariciones, y más en caso de adolescentes, se resuelvan por sí solas en las siguientes veinticuatro horas.De hecho, lo corriente es que haya por en medio discusiones o malos entendidos, y lo que no se puede decir es que Richard y tú tuviérais preparada de antemano la situación de hoy. Por eso la policía no puede empezar pesquisas hasta después de ese intervalo inicial de veinticuatro horas, ¿lo entiendes? De hecho, ni siquiera podríamos entrar en una casa sin una orden expedida, y de momento no hay motivos ni siquiera para solicitarla. Seguramente hoy mismo, tal vez al final de la tarde o por la noche llegue esa niña a casa, sin saber lo que le ha ocurrido a su padre: ¿por qué no le dejas una nota con tu número y el mío, tal vez por debajo de la puerta, para que se ponga en contacto y podamos echarle una mano?
Bien, Avhin: sin tirada, esto es lo máximo que podrás sacarle a Roy. Si quieres que se implique más tendrás que insistir, y yo después tiraré dados y te presentaré resultados para que repartas. O puedes desistir e intentar algo distinto, claro...
-Entiendo Dagmar, paso por casa de tío Vince para ver como está y parto para allí inmediatamente. Cúidate mucho- la muchacha cortó con su amiga y aceleró el paso hacia la casa de su tío. Llevaba una bolsa de papel con unos croissant que aún estaban tibios.
La llovizna empezaba a humedecer su cabello pero la muchacha no le prestaba demasiada atención.
¿Qué habrá pasado con la pequeña Beth? Bah, tengo que dejar de pensar en ella como si fuera una niñita. Ya está entrando a la adolescencia, en cualquier momento será toda una mujer... y sin embargo, no puedo dejar de verla como la dulce pequeña que corría a mis brazos cada vez que llegaba a su casa a cuidarla.
Sin notarlo, France iba evocando momentos de su pasado con una sonrisa. Los Shepard habían sido casi una familia para ella. La muerte de Amanda la había sorprendido y desde entonces, el contacto con Beth se había ido distanciando cada vez más.
Seguramente la han llamado del hospital y debe estar con su padre... Se dijo a sí misma al tiempo que llegaba al umbral del edificio donde vivía su tío. Tomó su teléfono para transmitirle la idea a Dagmar y así tranquilizarla, pero estaba muerto. Con las emociones que había vivido el día anterior, había olvidado cargar su aparato y ahora la batería se encontraba agotada.
Bien, no importa, la llamaré del piso de Tío Vince. Es más, si el tío se encuentra bien, podremos ir los dos hasta allí y tomarnos un café para poder hablar de lo que hemos vivido.
France subió hasta el departamento de Vincent. Tocó timbre pero su tío no respondió. Preocupada, buscó en su bolso el juego de llaves que él le había dado hacía mucho tiempo y entró.
-¿Tío Vince?- la Levion avanzó por el estar, sin ver a su tío. -¿Tío? ¿estás aquí?- hasta que llegó a la cocina.
-¡¡¡Tío!!! ¿¿¿qué es lo que haces por el amor de Dios???
Lo siento por el retraso. La semana pasada estuve ausente de mi oficina, lejos de cualquier pc con conexión, pero ya estoy de vuelta :)
El grito de France sobresaltó a Vince, quien golpeó la cabeza con la campana del extractor del aire. Como si de una comedia se tratara, esto resultó en un sonoro clunk! entre la chapa delgada y su cráneo.
- France, dame un segundo! le dijo, su voz convertida en un eco extraño debido a la posición.
Subido a la cocinilla, en un precario equilibrio, Vincent tenía un pie en ella y otro en la cercana mesada. Sus rodillas temblaban, en parte por el esfuerzo, en parte por el dolor de las heridas que nunca habían llegado a remitir. Pero la adrenalina era todo.
Estiró la mano por dentro del tubo, pues no tenía dudas: alguien había estado dentro de su casa. La campana debería estar completamente negra, por el gas quemado y los vapores de la cocina; sin embargo en un costado del tubo se veían claramente marcas de que alguien había tocado las paredes interiores. Y allí, más arriba... un blu-tac con un sobre pequeño. Con un último esfuerzo, lo tomo e inició el descenso.
- Gracias querida, le dijo a France cuando esta lo ayudó a descender. Sin su mano seguramente el aterrizaje hubiera sido mucho menos suave, y bastante más violento.
- Qué es eso? Estás loco? Se puede saber qué estás haciendo? lo increpó su sobrina sin tomar aire para respirar. Vince le señaló con la mano que debía tranquilizarse, justamente él... y luego la pequeña mesa de la cocina.
En la mesa podía verse el post-it que había encontrado en la ventana. Con la vista fija en el pequeño sobre, de 10x5cm, blanco pero terriblemente tiznado, cerrado con su pegamento, Vincent se sentó mecánicamente. Más bien, considerando el estado de su rodilla, se sentó con la mayor gracia de la que fue capaz.
- Yo... eh... entonces la revelación lo golpeó. Tanto tiempo controlando a los vecinos, al cartero... sin encontrar micrófonos ni nada revelador... alguien estuvo en mi casa. Alguien... verdaderamente entró en mi casa.
De repente tuvo miedo. No deseaba tener razón. Deseaba estar loco, loco de atar, y tener un cómodo y seguro piso donde lo más preocupante fuera que el baño estuviera sucio.
- France... puedes abrirlo tú? Le tendió el pequeño sobre, con la mano temblando espasmódicamente. Por ahora tenía suficiente con saber que alguien había profanado su hogar, en la realidad, como para tener que además enfrentarse a saber qué quería.
France observó el sobre que le había pasado su tío. Pequeño y tiznado, el tacto de su contenido resultaba flexible al tacto, aunque resistente. Cuando despegó la solapa se encontró con un trozo de papel plastificado, extrañamente limpio frente a los cercos oscurecidos que había dejado la grasa absorbida por el extractor en el papel del sobre.
Se trataba de una tarjeta de cartulina rayada, como cualquiera de las que venden en una papelería escolar, que había sido introducida en una vieja maquina de escribir, a juzgar por el tipo de letra del mensaje y las marcas de tinta sobrante.
Vinnie, no sabes lo que te han hecho ni estás preparado para saberlo aún, pero confía en mí: estás en lo cierto. Pregúntale a Cassie.
Una flecha trazada con un rotulador negro de punta gruesa subrayaba el mensaje, indicando el reverso: plastificado y protegido, por detrás había un recorte de la sección de anuncios de un periódico.
Hocicos, pajarería y refugio animal. Déjenos su mascota en vacaciones, o déjenos buscarle dueño.
¡Porras! No sé si os pasa, pero durante la semana pasada no me hn llegado los mensajes de las actualizaciones, así que creí que no había nada pendiente. En fin, perdonad la tardanza :(
Vince observó con ojos casi llorosos de apremio a France mientras esta manipulaba lo que fuera que había en el sobre.
Hoy le doy un toque a potty.
La cara de France ante el pedido de su tío fue todo un poema. Pasó de la angustia de verlo casi cayéndose sobre la cocina al asombro y al enojo y nuevamente al azoramiento cuando Vincent extendió el sobre sucio, lleno de grasa, que tanto tiempo había permanecido oculto ante los propios ojos de su tío.
Por un momento la chica dudó. ¿Y si su propio tío había plantado el sobre allí y ahora no lo recordaba? Inmediatamente desechó esa idea. Asumirla implicaba asumir también que su tío estaba realmente enfermo, que lo que parecía una obsesión un tanto malsana había alcanzado proporciones insospechadas y apenas unos pasos lo separaban de un hospital psiquiátrico.
Con delicadeza y cuidando de no ensuciar demasiado sus manos, abrió el sobre y leyó el contenido de la cartulina. Nuevamente, su rostro volvió a dejar en evidencia lo que pasaba por su cabeza. No entendía lo que quería decir esa nota. Era un perfecto galimatías a los ojos de la muchacha pero temía que su contenido pudiera alterar más a su tío. Sin embargo, debía mostrársela. Dijera lo que dijera, no sería capaz de disuadirlo para que se olvidara del asunto.
-Toma tío... para mí es un sinsentido, alguien que te ha querido gastar una absurda broma... No deberías darle mayor importancia- mientras le tendía la cartulina a su tío, comenzó a internarse en el desorden que reinaba en la estancia para rescatar dos tazas y poner la cafetera a hacer café.
Afuera, la tenue lluvia seguía cayendo y el día pintaba tan gris como el anterior.
-Camino acá recibí una llamada de Dagmar. Está preocupada pues no puede hallara a la pequeña Beth- la muchacha se recriminó mentalmente una vez acabó de decir la palabra "pequeña". Hacía tiempo que la muchacha ya no era un bebé. Como pasa el tiempo... y mi vida no se mueve... Sin querer, volvió a rememorar el mensaje que su padre había dejado para ella. ¿Y si...? No, ahora no puedo pensar en ello. Ahora urgen otras cosas.
Con calma, sirvió el café y continuó con la conversación, mientras observaba la reacción de su tío ante la nota.
-Le he dicho que pasaba por aquí a verte y luego iba para allá. Si quieres, puedes acompañarme a dar un paseo tío.
Parece que tu toque llegó Willen XD
A tí, willen, el contenido de la trajeta no te dice nada... aparte de que quien sea parece conocerte
Claro que lo entendía. Burocracia. Todo se limitaba a eso. Nunca podías hacer las cosas necesarias porque estaba todo limitado. Se mordió el labio con disgusto, no podía evitar sentirse decepcionada. Pero claro, Roy no era su salvador...
- Está bien, tienes razón - dijo rendida, con voz débil. - Te llamaré luego, si la encuentro... - "y si no la encuentro también" pensó. Colgó el teléfono y se quedó mirando la puerta. Luego, bajó a buscar algún portero o alguien, el casero que hubiese alquilado la casa. Seguro que alguien tenía que tener la llave.
Pues eso, a buscar al casero para que me habra la puerta. Intentaré usar Amable para caer bien y eso...
No le costó mucho a Dagmar dar con el portero de Richard: se trataba de un hombre joven con las hechuras de un pájaro que no dejé de menear la cabeza de un lado a otro nerviosa y negativamente, con los brazos fuertemente cruzados en el pecho y las manos bajo las axilas.
- No, lo siento, no tengo ninguna llave que prestar-, replicó uno y otra vez, huidizo, ante la sola posibilidad mezclarse con algo que pudiera exigirle responsabilidad alguna-. Tal vez si habla con el senor Weston... Es el casero de Richard, pero no sé si estará ahora en casa.
Y tuvo suerte: después de todo muchos niños acababan de salir de sus clases y volvían a sus casas, con más prisa de lo habitual a causa de la lluvia, para comer algo y dejar sus cosas antes de continuar el día. De modo que quince minutos después se encontraba ante la puerta de los Weston. Tras pulsar el timbre vio cómo una mujer espigada, de melena rizada y rubia y aún en traje de chaqueta y pantalón pese a estar descalza, abría la puerta se apoyaba en la jamba del marco para bloquear el paso y la vista del interior, donde sonaban voces infantiles y ruido de cubiertos.
La señora escuchó con gesto adusto y desconfiado, mientras daba numerosos vistazos a su espalda, la rápida explicación de Dagmar: la chica que no aparecía, el padre hospitalizado, la puerta cerrada...
Tirada: 3d6
Motivo: ¿Me deja pasar?
Resultados: 1, 6, 4
Muy bien, ahí tienes los resultados: dos éxitos y un fallo. Decide su orden y si vas a emplear Amable al final y, recuerda, si asignas un éxito en el primer dado debes narrar cómo la mujer termina cediendo y yo añadiré una Condición o Complicación si queda algún fallo restante.
¡Tu turno!