-Me dais asco.- Dije desde el sofa, aun con la bolsa de guisantes tapando mi rostro, aunque el gato se expresaba bastante bien ya por mi.- Todo lo que oigo de vuestras bocas, son gemidos salidos de una cochinera pútrida y maloliente, sin ni una pizca de decoro o vergüenza.
Dejando a un lado la bolsa y la manta, de la manera mas ordenada posible, levantándome a la mesa, sentándome en ella y sirviéndome un plato a mi mismo, sin dar razón o preguntar a nadie, una vez dejo todo colocado y listo para degustar. Fue entonces, cuando saque un cuchillo de mi gabardina y lo clave al otro lado de la sala, clavandolo con profundidad en la pared, haciendo saltar trozos de astilla al suelo.
-¿Veis ese cuchillo? He tenido uno como este bajo la manta todo el maldito rato que me habéis dejado tirado en el sofá, y nadie de esta sala lo hubiera notado hasta el momento que se hubiera clavado en la garganta de alguno de vosotros. Y tengo mucho mas, oh, tengo tantos como nietos tienes tu, vieja ¿Me pregunto, si al igual que yo, se te hace fácil desprenderte de ellos?- Replique, analizando aquella arrugada expresión que navegaba entre demencia arcaica y astucia venerable.- Quiero que entiendas esto, me has dejado solo en una habitación con dos de tus "nietos", sin ni siquiera molestarte en cachearme y maniatarme, no se si porque me subestimas o eres idiota, pero bien podría haber degollado a estos dos e irme por la ventana, mientras todos vosotros jugabais a las "casitas".
Deje pasar un rato el tiempo, aprovechando tomar unas cucharadas de aquel guiso, mientras dejaba a entender, que el hecho de que aqui y ahora, no hubiera un muerto con la cabeza hundida en el cuenco, era por eleccion, no por falta de capacidad.
-Delicioso, gracias por la comida ¿Por donde iba?- Levante la vista, mientras me limpiaba con un pañuelo.- Dejemos las cosas claras, no tengo nada contra ti o contra tu familia, estoy mas que dispuesto a combatir en cualquier casino si resuelve nuestras deudas. Pero si no dejas de amenazar a mi pro... Ex-protegida o me entero de que mandas tu familia contra esta, juro por dios, que te pondre un tercer ojo entre ese par de cataratas que tienes, antes de que cualquiera de tus niños de mama le de tiempo a siquiera mover el trasero del asiento.- Entorne la mirada, bajando una mano bajo mi gabardina.- ¿Queda claro, o tengo que chillar mas para que pase por las murallas de cera que tienes por orejas?
Observé el cuchillo volar con una ceja arqueada. Todo aquel discurso. Tanta parafernalia... tanto drama. No entendí cómo Angela y él no habían sido capaces de llevarse bien. Eran tal para cual. Dejé tranquilamente la cuchara en el plato y me levanté hacia Meyer. Con toda la calma del mundo, levanté el brazo, y le abofeteé. De esas bofetadas con el dorso de la mano, de las que usas para sacar a alguien de un ataque de pánico. No estaba dispuesto a que se comportase con esos aires de grandeza allí. No después de que nos hubiesen perdonado la vida. No después de que todo aquel marrón fuese su culpa. Y tenía que decírselo. De una forma que él entendiese. En su propio idioma.
- *¡Maldito imbécil! ¿En qué demonios piensas? Tú no tienes mucha idea de lo que es un golpe de efecto, ¿verdad? Has enseñado tus cartas para nada. Si pretendes hacer fuerte una amenaza, coges el cuchillo y se lo clavas al cangrejo en la frente. Y luego estarás en posición de negociar. Ahora mismo has dejado clara tu postura, tu desprecio y tus capacidades. Tienes mucho que aprender si quieres sobrevivir dos días.* - Alcé hacia él un dedo acusador. - *¿Qué es lo que pretendes? ¿Tirar por tierra todo? ¿Lo siguiente será hablarle de...?*
Me frené, en seco. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido hasta ahora? Con todo el problema de la pajarería no había caído. Me sentía un idiota. No pude reprimirlo.
- #¡Maldita zorra hija de puta!#
En mi cabeza, un reloj hacía tic tac. Me habían utilizado. Me llevé la mano a los bolsillos, para asegurarme de que todo estaba donde debía. Luego me giré hacia la abuelita, volviendo al cruzado. No dudaba de que ella hubiese podido entender cualquiera de los idiomas que había hablado hasta ahora, pero tampoco quería hacer cosas a espaldas del resto.
- Yaya, tengo una contra-oferta. Tengo cierta información que podría darnos acceso a la única forma de dinero mejor que el dinero fácil. El dinero en cantidades ingentes. No va a ser fácil ni de lejos, pero... ¿ha oído hablar de la Ciudad de las Bestias?
* Ario
# Solenita
- Felicita a tu novia, es una excelente pinche de cocina. -Repuso alegremente la anciana acercándose con una mano temblorosa la cuchara a los labios.
Tras ello se dispuso a escuchar pacientemente las repentinas exigencias de un Meyer más que despierto. Siguió el cuchillo con sus ojos azules y casi translucidos hasta la pared donde se quedó tambaleando unos segundos, aunque, bien por acción de la gravedad o por pura vergüenza, terminó por caer hasta el suelo de donde no osó a moverse ni un centímetro más. La anciana asintió levemente satisfecha, dejó que Pierre hiciera lo que tuviera que hacer con su amigo y tras ello siguió tan campante con su cena.
- Claro que sí hijo, podrías haberlo hecho ¿quién te lo habría impedido?, seguro que mi pobre Billy no, sin embargo... - hizo una pequeña pausa para esbozar una tierna y maternal sonrisa -...no lo hiciste. - Concluyó con tranquilidad. La tensión que había levantado la osadía poco meditada de Meyer podía masticarse como un chicle pegajoso y rancio en el ambiente, sin embargo, o bien la Yaya no parecía notarlo en alguna especie de burbuja senil o estaba muy por encima de estas cosas. -En cualquier caso me alegra de que nuestros negocios con el señor Benedict sean un trato de tu agrado. ¿Sabes?, con toda esa energía juvenil estoy segura de que te meterás al público en el bolsillo en un periquete...-
- Drake cielo, pasame una rebanadita de pan ¿quieres?, no dejeis de mojar la salsa, está de rechupete.- Sonrió limpiándose los dedos artríticos con la servilleta de trapo antes de volverse hacia Pierre, como si la suya fuera una conversación del todo normal en una cena familiar. -¿Así que dinero en cantidades ingentes eh?, -Miró a Crank, como si el merito de que Pierre estuviera ahí tuviera algo que ver con él. - Me gusta este chico. -Terminó alegremente. - Aunque he perdido un poco con la edad aun pudeo oir muchas cosas, ¿que sabes tú de la ciudad de las bestias?
-Muy rico, querida, muy rico -dije divertido mientras seguía comiendo. La verdad es que estaba de muerte. Entonces el ario volvió de su sueño y comenzó a hablar y a hablar.
-El decoro y la vergüenza la inventaron los pijos para sentirse superiores. Como el protocolo -dije mientras volvía a sentarme y comer. El ario hizo una demostración más que buena de su habilidad con los cuchillos, y todo lo que decía era cierto, era un hombre de recursos.
Toma nota -me dije mentalmente mientras continuaba comiendo.
-Y luego los de Midgard somos los fanfarrones, ¿eh? -dije sonriendo entre bocado y bocado- Mira, chico, puede que la hicieras otro ojo, no lo niego, pero sabes que contra toda su familia no puedes, y en esta luna seguro que ellos tienen más recursos para evitar que te vayas o para encontrarte, si es que huyes, y matarte, huyas o no -no era una amenaza, solo recalcar los hechos que podrían ocurrir.
Cuando el amanerado le soltó un bofetón me dio tal ataque de risa espontáneo que escupí parte de la comida de la Yaya.
-*¿Hablarle de qué?* -pregunté en un Ario algo tosco y con una sonrisa pícara sobre el rostro. Estaba mostrando una de mis "sorpresas" pero era algo divertido.
Escuché la contra-oferta mientras me servía otro plato de comida pues me estaba encantando- Si vas a luchar tienes que tener al público de tu parte, los gladiadores populares nunca son sacrificados -aconsejé al ario enrebietado, mientras seguía el consejo de la Yaya y mojaba el pan en la salsa- delicioso -dije con la boca llena.
Un momento después me giré hacia el solenita- Cantidades ingentes de dinero, ¿eh? Tienes toda mi atención.
Asentí una sola vez a lo que decía Meyer desde el sofá, claro que todo lo que oía eran gemidos, el tuertopelota era un depravado de aupa y le daba a todo, hombres, diosas del sexo (como yo), abuelitas, atlantes,loros... qué pillín.
Pese a todo Meyer se sentó en la mesa como si fuera un ser civilizado aunque la cagó con su exhibición con el cuchillito de marras.
-Ole, sí don "quiero-ser-chungo-y-estoy-fallando-miserablemente",así se hace-aplaudí emocionada, había visto hacer eso... en los circos de las viejas estaciones espaciales, aunque hasta ahora ningún lanzador de cuchillos que hubiera visto era tuerto. Eso era un punto a favor de Meyer.
El caso es que parecía querer recuperar todo el tiempo que había perdido haciéndose el noqueado rajando (¡JA!, ¡rajando!, si es que... también soy una diosa de la comedia, si ya lo decía Derpy) como si no hubiera un mañana así que lo mínimo que podía hacer era ser educada y asentir varias veces, dándole la razón, frunciendo los labios y haciendo un ruidito parecido a "hum hum", al tiempo que tomaba nota mental de lo que le gustaba, como el sobeteo o eso de las ataduras.
Vale, eso quizá siendo yo como era no era una buena idea...aunque era cierto que en la Luna no tenía los contactos necesarios.
Todavía.
-De nada-sonreí ante los pequeños cumplidos tanto al de Meyer como al de Alandrian mientras me incorporaba, ya había demostrado que él quería tener el pene más grande pero lo que la abuela decía era más cierto que lo que él decía, crucé la sala tarareando mientras avanzaba con pequeños saltitos hasta el cuchillo clavado en la pared.
Derpy estaba ahí, como siempre, se había echado las crines sobre un ojo y ponía cara de haber chupado un limón, moviendo los labios como si fuera Meyer.
-Chisssssst-me puse un dedo en los labios, no fuera a ser que por fin reconocieran su existencia y me fueran a echar a mí la bronca de lo que él hacía.
Cerré la mano en torno al mango del cuchillo y lo saqué examinándolo a la luz de la sala y me giré para ver el soberbio (y elegante) guantazo que Pierre le propinaba a Meyer.
Joder, yo había visto esa bofetada en muchos casinos y era la que usaban para devolverte a tu más tierna infancia.
Aunque lo más interesante era la charla en otro idioma, parecía que lo estuviera sentenciando a muerte aunque la sonrisilla de Alandrian no era la de "voy a ver vísceras para el postre" sino la de "os estoy entendiendo"... mierda, podría haberles cobrado a esos tipejos un plus por idiomas. Regresé hasta la mesa y ocupé mi lugar con mi nuevo y maravilloso cuchillo.
Hoy era un día cojonudo, me hacía una superestrella, me habían comprado ropa para parar un tren, había encontrado a una familia adorable...¡y tenía un cuchillo nuevo!
-¿Todo en su sitio, Pierre?-pregunté encantada extendiendo la mano hacia la barra de pan y cortándole la rebanada de pan a la abuelita- Hey, tenazas insinuantes, ¿quieres?-levanté un poco la barra de nuevo y corté un nuevo trozo, alcanzándoselo al atlante, después corté un trozo para mí, el resto ya podía servirse solo, que también tenían manitas y no me reportaban ningún tipo de beneficio.
No dudaba de que me había ganado esa bofetada a pulso, Pierre tenia mucha razón. Si iba a amenazar, uno tendría que jugar con cartas a su favor ¿Entonces porque no había matado al cangrejo, o siquiera tomado a Drake como rehén? No estaba seguro, creía que seguramente involucraba esa maldita manta y sus puñeteros cuadros, pero no terminaba ahí.
-No, es cierto no lo hice.- Respondí secamente, mientras me frotaba la mejilla aun dolorida.- ¿Extraño, verdad?
Me preguntaba si sabia desde un principio que seria incapaz de matar a sangre fría después de ver tan lamentable espectáculo ante mi ojo ¿Porque si no me habría llevado sin siquiera molestarse a atarme o quitarme las armas? ¿Es mas, sabia acaso que solo estaba fingiendo? Tenia la sensación de que podría llenar el suelo de sangre, y lo único que oirá de ella seria un bufido y alguna frase apática como "Oh vaya, has dejado el suelo hecho un desastre.", y de alguna forma obligarme a limpiarla después con una fregona.
Ignore al capullo pelirrojo mientras me daba consejos "Como si me importara mucho vivir. A estas alturas, preferiría morir desangrando en un campo de batalla, que soportar siquiera alguna gilipollez de ti y de tu novia, sobre todo de tu novia ¿Como es que he dudado de cortarle el cuello cuando podia?", y deje que Pierre hiciera... Lo que Pierre estuviese haciendo, que al parecer, era curiosamente lo primero que creía que hubiese querido evitar en todo momento, mientras seguía comiendo y llenando el estomago con sustancia caliente.
-No finjas no saberlo, bien que te oímos husmear y cotillear desde la entrada. Lo extraño, es que ni te hayas molestado en mencionarlo en todo lo que ha durado esta pantomima.- Le sigue al juego a Pierre, aunque sin molestarme en verificar si de verdad hablábamos de lo mismo.- ¿O es que de verdad has sacado esas cosas gargantuescas que tienes a los lados de tu cráneo de un mueso de cera?
Carraspeé, sabiendo que los oídos necesarios estaban atentos a mis palabras. Meyer seguía apático como siempre. Buscando la confrontación. Aquella no era forma de llegar a ningún sitio. Ya debería haberlo averiguado. Supongo que aquello era lo que le había llevado a donde estábamos ahora. Hice un gesto de la mano, indicándole que era mejor que me dejase a mí.
- Hablar de lo que estaba a punto de contarle a la Yaya. Si me dejáis. Y os metéis la testosterona un rato por el ojete. Hacedme caso, puede ser divertido. Luego os ayudo si no sabéis. - Y me giré hacia la abuela sin esperar respuesta a mi comentario.
- Sé unas cuantas cosas. Conozco casi todas las leyendas al respecto. Incluidas las que hablan de tesoros ancestrales de antiguas civilizaciones, las de peligros mortales y desapariciones masivas... todo lo que cualquier buscador de tesoros un poco avezado puede conocer. Pero también conozco una forma de llegar.
Luego me llevé una cucharada del plato a la boca. Era la primera que probaba. Y lamenté haber tardado tanto.
- ¡Qué maravilla, Yaya!
Y seguí comiendo, como si todo lo demás me importase poco en aquel momento. ¿Tanto hambre tenía?
La entrañable mujer asintió a las palabras de Pierre mientas mordisqueaba un trozo de pan. Parecía realmente interesada y su sonrisa les invitaba a seguir comiendo cuanto quisieran. Había guiso de sobras para repetir y saciar hasta al hombre más fornido y ciertamente uno no podía dejar de mojar pan ante aquella salsa magistral.
Sin embargo, había algo raro, efectivamente el estofado estaba delicioso y todos dieron buena cuenta de ello, sin embargo Alan y su buen estomago pudieron distinguir un regusto amargo al final de la última cucharada. No sabría identificar de que se trataba pero ahí estaba. La anciana pareció reparar en su expresión contrita y le dedicó una dulce y tranquilizadora sonrisa llena de arrugas.
Fue entonces cuando todos y cada uno de sus compañeros, incluído el enorme hombre-cangrejo, cayeron irremediablemente rendidos en un profundo sopor sobre la mesa. Las cucharas repiquetearon sobre los platos de porcelana y algún que otro vaso se tambaleó amenazando con derramar su contenido. Alan intentó levantarse mientras desorientado, trataba de alcanzar su arma. Sin embargo, el esfuerzo fue inutil, la oscuridad terminó también por nublar la vista y el juicio del gigante de Midgard.
Motivo: Percepción Alan
Dificultad: 20
Tirada (2): 19 (10, 9), 8
Guardados (2): 19, 8
Total: 27, Éxito
Motivo: Percepción Drake
Dificultad: 20
Tirada (2): 4, 3
Guardados (2): 4, 3
Total: 7, Fracaso
Motivo: Percepción Meyer
Dificultad: 20
Tirada (3): 8, 1, 4
Guardados (3): 8, 4, 1
Total: 13, Fracaso
Motivo: Percepción Pierre
Dificultad: 20
Tirada (3): 2, 8, 8
Guardados (3): 8, 8, 2
Total: 18, Fracaso
Motivo: Manipulación a la Yaya (ingenio + oratoria)
Dificultad: 0
Tirada (4): 7, 2, 12 (10, 2), 14 (10, 4)
Guardados (3): 14, 12, 7
Total: 33, Éxito
Tirada oculta
Motivo: Yaya resistencia a la manipulación
Dificultad: 0
Tirada (5): 4, 9, 3, 6, 5
Guardados (3): 9, 6, 5
Total: 20, Éxito
Tirada oculta
Motivo: Yaya resistencia a la manipulación
Dificultad: 0
Tirada (2): 1, 2
Guardados (2): 2, 1
Total: 3, Éxito