Partida Rol por web

Harlan, consolado por la sra. Hunter la abrazó unos instantes...lo que le sirvió para recobrar un poco la compostura, se limpió las lágrimas y se levantó con cuidado, aun algo tembloroso, pese al temblor de sus piernas, las nauseas parecían haberse desvanecido, menos daba una piedra.

Miró la pistola dudando si cogerla o no....- haga lo que haga ahora no puede ser peor que esto.....- pensó mientras se agachaba, cogía el arma y volvía a guardársela. Miró a la sra. Hunter agradecido, apretó su mano fuertemetne, sin lastimarla, asintió y se dirigió al resto del grupo, pero sobre todo a Tom Prescot.

 - Gra...Gracias por los ánimos....creo....creo que deberíamos ir por el ascensor....seguir recto......es lo único que podemos....que podemos hacer.....A no ser que alguien tenga una....idea mejor.....

Se quedó en silencio, respirando profundamente, intentando que su corazón volviese a latir a su ritmo normal, esperando la respuesta de sus compañeros.

Robinette esperaba detras de todos, no podía evitar pensar en huir de aquel lugar, huir como lo había hecho toda su vida... y como lo habían hecho sus vidas anteriores. Como en Babilonia. Pero no estaba convencida de que en aquel lugar extraño tuviese oportunidades estando sola... no con esas cosas horribles que había presenciado hoy.

- Y ahora... ¿que haremos ahora? ¿como llegaremos a aquel lugar?... era ¿un templo?

¿Quien cojones será capaz de dirigirnos ahora?

Todo había ocurrido muy rápido. Daniel había observado con atención el movimiento de los Aterradores, casi se diría que los había estado estudiando. Momentos después de la vuelta a la calma miró a los dos hombres que habían acabado con la amenaza de las criaturas y asintió en agradecimiento.

—No hay otro camino que seguir avanzando —dijo mientras se movía con dificultad hacia el elevador—. Yo no me voy a quedar aquí ni voy a volver... si alguien quiere hacerlo: allá él.

Casi arrastrando las piernas consiguió llegar hasta el ascensor y desde allí miró al resto del grupo.

—Vamos... se hace tarde.

Una vez superado el miedo a aquel mundo surreal y sus criaturas, John finalmente pasó a la acción. Finalmente dejó arrastrarse por la corriente de aquel extraño mundo y empezó a pensar estrategicamente siguiendo las reglas que parecía que estaban establecidas allí. El guía empezó a mutar tal y como había predicho anteriormente él mismo y Ocean se lo cargó. Sin duda la primera vez que disparaba contra alguien.

John agachado, deslizó el cargador de su arma para comprobar el numero de balas que le quedaban y luego la enfundó ara levantarse

- Al ascensor, sí.

Dijo, no si antes dedicarle una mirada de menosprecio a Callahan por sus palabras más bien poco sensibles "...se hace tarde, ¿cómo se puede ser tan capullo y comportarse así justo después de la muerte de un camarada?"

Se puso a caminar hacia el ascensor.

Todos se fueron subiendo a la plataforma. No tenían claro que debían hacer ahora pero las últimas instrucciones del malogrado guía eran que debían descender, así que decidieron hacerlo. Calhagan esperó que a todo el mundo estuviera arriba y tiró de una palanca que parecía ser el único control del sistema. Por un momento no pasó nada. Luego se sintió una vibración y lentamente el ascensor comenzó su descenso.

A medida que bajaban por aquella rampa las luces se fueron haciendo más tenues. Todos guardaban silencio, enfrascados en sus pensamientos. El ruido mecánico del aparato era lo único que los acompañaba en aquel descenso hacia la oscuridad. El descenso se hacía agobiantemente lento.

Finalmente, tras una eternidad, llegaron al final del trayecto. El ascensor los dejaba al comienzo de un amplio túnel iluminado por lámparas rojizas. El cableado de las paredes y los paneles metálicos que lo recubrían todo recordaban a una instalación militar. Al fondo del túnel una enorme puerta de metal los aguardaba. La puerta estaba entreabierta aunque no se podía ver nada en el interior ya que la oscuridad era completa.

De alguna forma todos supieron que aquello era el final del camino. Todas las respuestas estaban al otro lado de aquel umbral.

Casi sin darse cuenta avanzaron lentamente hasta llegar al umbral de la puerta. Cuando casi la habían alcanzado una voz femenina les habló desde el interior:

- Os habíamos estado esperando durante largo tiempo, maestro...

Se miraron entre sí. ¿A quíén se dirigía la voz?

Después de un sinfín de experiencias perturbadoras, el inquietante viaje parecía tocar a su fin. El descenso por la plataforma que habían conseguido completar llevó al heterogéneo grupo de viajeros hacia una instalación de aspecto militar que parecía estar bien conservada y llevar mucho tiempo en su lugar. Cuando alcanzaron las proximidades de la puerta, pudieron escuchar una voz de mujer que les informaba de que uno de los integrantes del grupo había sido largamente esperado y al que se refería como... "maestro". Escuchándolo, múltiples dudas asaltaron a Keith:

¿quién estaba pronunciando aquellas palabras?, ¿habría llegado el momento de saber qué o quienes eran en realidad?, ¿habían pasado por todo aquello en más de una ocasión?, ¿quién era el sujeto al que la voz se refería como "maestro"?... tras intercambiar miradas con sus compañeros, la anciana volvió a precipitarse en sus acciones y se abalanzó sobre la puerta. Su imprudencia no conocía límites, al igual que su avidez de respuestas, pero en aquel lugar... la vida era muuuy estresante, y tal y como el guía les había advertido, no era inusual que la gente perdiese apego a su vida. En cualquier caso, el momento del fin había llegado, y cansada de esperar... la vieja dama se apresuraba a encontrarse con él...

Continuaron
el camino sin saber muy bien lo que debían hacer, menos aún que les aguardaría
más adelante. Tan sólo parecía haber una opción ahora, continuar hacia delante,
siguiendo las indicaciones de su guía.

Ahora
estaban solos, se podía notar como ello influía en su nerviosismo. La expectación
de todos al tirar de la palanca, casi como si cada uno estuviera elevando un
plegaria muda para que aquello funcionara… y al final, se cumplió. La plataforma
se movía.

¿Qué habría
abajo? ¿Qué nuevos monstruos salidos de las más oscuras pesadillas?

Tom trataba
de mantenerse en el centro del grupo, pero parecía no ser el único que buscaba
el refugio del grupo; nunca había sido un héroe.

Avanzaron
casi como un piña, atentos a lo que pudiera acechar. Desde luego aquello no tenía
pinta de conducir a un templo, más bien a un bunker, pero ¿qué era esperable en
un lugar como este?

Al final,
una puerta. ¿Qué habría al otro lado? Pronto lo averiguarían.

Una voz les
habló incluso antes de plantearse quien sería el valiente en abrir la citada
puerta. Esperaban a uno de ellos, al maestro. ¿Quién era? Una sensación rara en
el estómago le indicaba que quizás ya conocía la respuesta en el fondo de su
mente, pero que no le hacía gracia la misma.

¿Y si se
equivocaba alguno en creerse el maestro cuando no lo era? ¿Qué le pasaría? ¿Qué
les pasaría a los demás, a quienes no eran el maestro?

¿Y si…?
¿Podía ser? Todo podía ser en este lugar. Las reglas habituales no se aplicaban
a este sitio. ¿Y si todos ellos fueran el maestro, diferentes partes de la
misma consciencia distribuidas en diferentes recipientes de carne y hueso,
esperando a ser reunidos de nuevo en un único recipiente? ¿Podría aquella
locura tener sentido en aquel lugar?

Las dudas
le atemorizaban; no, eran las posibles respuestas lo que de verdad le
atemorizaban. Había suficientes compañeros impetuosos en aquel grupo para
necesitar hacer algo de momento. La anciana ya había tomado su decisión
imprudente sin importarle las consecuencias.

La
prudencia le había sido útil para mantenerlo vivo hasta el momento. La última
vez que se dejó actuar impetuosamente perdió su facultad para cambiar de forma.
No volvería a cometer el mismo error ahora. Aún podía esperar un poco más. 

Crown observó a derredor, sintiendo como su cerebro se acomodaba ante una imagen lo demasiado familiar para ser olvidada. Pero Brandon no era estúpido, sabía, o más bien intuía, que aquello no era más que un trampa dentro de las muchas trampas en las que sus compañeros y él habían pasado.

A Crown no le interesaba saber quién era el maestro, sino lo que pasaría cuando entraran en aquella puerta. ¿Irían a morir todos? ¿Era el final de un viaje en que sabrían la verdad o pasarían a mejor vida, como peones dentro de un tablero de ajedrez?

Cuando observó a la señora entrar impulsivamente a través de la puerta frunció el ceño. ¡La impaciencia era otro enemigo a vencer dentro de aquel juego de recuerdos y supervivencia! Él no se iba a dejar amilanar: tan fuerte era su pensamiento que su manó agarró con firmeza su arma, su única defensa.

- Será mejor que acompañemos a la señora - dijo serio. - Espero honestamente que siga con bien.

 John cabezeó una vez afirmativamente ante las palabras de Brandon

- ¿...maestro?

no pudo evitar susurrar. Ya nada tenía sentido, así que lo más sensato era seguir adelante y ver en que acababa aquel show.

Talbot sigue a la mujer mayor con su arma en mano y caminando medio flexionado en la posición sigilosa que adoptan los policias para hacer una redada.

- Os habíamos estado esperando durante largo tiempo, maestro...

¿Maestro? ¿uno de nosotros? no... uno de estos... sí, sí, uno de estos.

Para Robinette la vida siempre se había reducido a cazador y presa, culpable y víctima... y ellá siempre solía ser el cazador, la culpable. Ahora se sentíua realmente furioso al comprobarse la víctima.

Alguno de estos mamones nos ha metido en esto. ¿Maestro? ¿pero quien?

La chica deslizó su mirada de profundos ojos azulados entre los que allí estaban, cuando la señora Hunter se precipitó hacia adelante Robinette fruncio su entrecejo mirandola con hostilidad.

¿Ella? No... no puede ser ella. Esta tan confundida como yo. Solo busca respuestas.

Crown y Talbot tomaron de neuvo el puesto que les correspondía intentando darse un aire de hombres duros que Robinette sabía no era tal.

Bueno, al menos teneís armas... eso es algo. Pero tampoco sois ninguno de vosotros dos.

Entonces la chica se fijo en Callahan.

¡Tú! si el maldito mendigo. eres el único que tenía algiuna pista de esto. ¿pro que nos has traído aquí? ¿por que a mí?

Robinette se acercó a Callahan y le ofreció su hombro para ayudarle a avanzar en este tramo. Se ubicó al costado en el que Callahan presentaba la herida y avanzó con él a medida que el grupo se introducía en aquel bunker.

Volver atrás no
era una opción, era una muerte segura; seguir adelante, parecía otra muerte
segura, pero al menos cabía la esperanza de irse a la tumba con algunas
respuestas que llevaban mucho esperando.

Sus compañeros ya
avanzaban. Serían un excelente escudo humano para las primeras sorpresas que
surgieran de detrás de la puerta.

Así, Prescot,
avanzó tras sus compañeros, rezagado, atento a agacharse o saltar a un lado al
primer signo de ataque hacia ellos.

EPILOGO

El Salón de las Siete Llaves estaba abierto nuevamente. En su trono oscuro el Demiurgo observaba la Realidad comprendiendo cada una de las cosas que ocurrían. No había misterios que pudieran ocultarse a la mirada del Señor Supremo, regresado del Olvido para reclamar lo que era suyo.

A los pies del trono se arrodillaba los dos únicos Arcontes serviles. Los demás huían ahora por la Realidad intentando ocultarse a la furia o venganza del Retornado. Sin embargo en el semblante del Demiurgo no había odio, venganza o preocupación. Las cosas eran y volverían a ser. El ciclo eterno se había cerrado de nuevo y volvería a abrirse. 

- Alzaos, mis fieles servidoras.- no había un tono humano capaz de definir aquel tono de voz.

Tiafaret y Malkut intercambiaron una mirada antes de levantarse.

- Habéis servido bien a vuestro señor. Los demás han sido despojados de su poder. Ahora vosotras lo ostentáis todo.

Ambas Arcontes sentían lo que el Demiurgo decía. Con un ápice de su voluntad podrían borrar mundos enteros y crear nuevas galaxias. Un poder inmenso, sólo por debajo de aquel que les hablaba, aquel que más que controlar la Realidad era la propia Realidad. 

- Durante siglos mi esencia estuvo encerrada en esas almas humanas. Pero ¿qué es el tiempo para nosotros? Nada, el movimiento de un péndulo inmóvil, el aullido de un ser mudo. Se me creyó desaparecido cuando siempre estuve ahí, dividido, repartido entre esas entidades. Hemos descubierto lo que alberga el corazón de los traidores. Hemos visto a los hombres sospechar su divinidad y volver a perderla. Pero ha sido algo más que un juego de poderes... he comprendido por fin nuestra finalidad en la Realidad.

Tiafaret y Malkut intercambiaron una nueva mirada, esta vez podría ser de desconcierto.

- He pasado tanto tiempo entre humanos, dividido en sus pasiones primarias, que he llegado a comprender su potencial. Y lo que antes fue una prueba ahora se convierte en un hecho. Es hora de liberar a la Humanidad de su prisión, de devolverles lo que es suyo por mérito propio. Mi tiempo ha terminado... de forma definitiva. Volveré a despertar en la consciencia de nueve elegidos pero no intentaré regresar a ser el Uno. Esta vez mi poder se diluirá con la humanidad.

- Pero...- Tiafaret se levantó y alzó la mirada, las arañas se retorcían por todo su cuerpo - Señor... si os vais nuevamente... ¿de qué habrá servido todo esto?

El Demiurgo se desplazó hacia el trono y posó la mano sobre él. Su aspecto era el de un joven albino sin rastro de vello alguno. Si alguien pudiera entrar en aquella habitación que no estaba en ninguna parte comprendería que era el rostro de Tom Prescott el que miraba sonriente aquella pesada silla:

- No ha servido de nada, mi fiel sirviente, y ha servido para todo. Ahora comprendemos que los humanos han ganado su derecho a la divinidad. Podrán abandonar sus dioses de madera y avanzar hacia lo que un día fueron. Yo desapareceré y, pasados los eones, otro de ellos se alzará como el nuevo Demiurgo. Y el proceso comenzará de nuevo.

- Pero... ¿y nosotras?- esta vez la que hablaba era Malkut. Sentía como las supernovas estallaban ante el sonido de su voz, el poder inmenso de la creación en su mirada - ¿De qué nos vale tener todo el poder si no tenemos a quien servir?

El Demiurgo se sentó en el trono de nuevo antes de contestar:

- Serviréis a un nuevo amo llamado Humanidad. Fui dividido en Pasiones y sólo así comprendí lo que entrañaba la Realidad. Volveré a dividirme pero esta vez no en nueve almas, sino en millones. Me diluiré como la lluvia en el mar. La Humanidad beberá de mí y yo seré la Humanidad. Y vosotras seréis las Mentoras. Velaréis para que la Humanidad halle su camino, me vengaréis de la traición o la cobardía de los otros Arcontes, y algún día seréis testigos de la llegada de un nuevo Demiurgo.

- Pero ¿por qué?- preguntó Tiafaret - ¿Por qué debe llegar un nuevo Demiurgo?

El Demiurgo sonrió. En aquella sonrisa había rasgos de todos los que habían formado parte de su ser dividido. Era la sonrisa gentil de Keith, la mueca despectiva de Brandon, la sorpresa callada de Daniel y el optimismo de Darel. Era también la astucia de Gardfield y el descaro de Harlan. Se leía en ella la firmeza de Talbot y la picardía de Robinette. Era finalmente el rostro de Tom el que sonreía. Era todos y ninguno al mismo tiempo:

- Me fui buscando una respuesta y la he encontrado. Lo sospechaba pero ahora lo sé con certeza. Quedaréis para velar y para enseñarle el último secreto al nuevo Demiurgo que nazca de esta nueva era donde la Humanidad será la dueña de la Realidad. Y a ese Demiurgo le contaréis la verdad absoluta: que nuestra Realidad no es más que parte de otra Mentira mayor.

... fundido en negro ...