Un sudor frío
le recorrió la espalda ante la visión de los Cazadores. Tom lo llevaba mejor
que varios de sus compañeros, pero en cualquier caso, seguía siendo una imagen
demasiado terrorífica como para no alterarse. Unos minutos más… ahora estarían
ellos alfombrando las calles del bazar con sus cuerpos.
Carvey era
su única luz en esta sima de oscuridad forma por incógnitas y desconocimiento…
y ahora deberían volver bajo tierra. Los recuerdos de Bizancio y la Keraporta volvieron en rápida
secuencia a desfilar por el ojo de su mente. Allí también tuvieron que andar
bajo tierra, con resultados nefastos… Sin embargo, no hallaría consuelo en
rezar a ninguna deidad en las que no creía. Tan sólo podía hacer de tripas
corazón y seguir adelante.
- Gracias
por salvarnos de esos seres, señor Carvey – en un tono de sincero
agradecimiento – Por mi parte, creo que lo más sensato haceros caso. Os
seguimos, si tenéis la bondad de mostrarnos el camino… - levantándose a un lado
de la ventana para no ser visto a través de ella, y preparado para ayudar a
Daniel una vez más… Daniel – Vamos, Daniel, debemos movernos – le dijo al joven
moviéndolo un poco por el hombro, agachándose de nuevo, a su lado – Vamos, no
tenemos tiempo que perder. Deberá sobreponerse. Debemos escapar de esos seres. –
tratando de hacer que reaccionara y volviera en sí, ya que parecía el más
afectado de todos por la visión de los Cazadores.
Harlan había permanecido en silencio, observando la situación desde que el sr. Brandon había aparecido, pese a sentirse confuso y preparado para cualquier cosa que pudiera ver, la horrenda visión de los cazadores no le ayudó a aumentar su repertorio vocal. Recordaba a aquellos demonios que se había encontrado en las catacumbas siendo otra persona, nada en comparación con los cazadores.....
Se apartó de la ventana y se acercó a Brandon y le dijo, intentando mantener un tono uniforme en sus palabras:
- Sea lo que sea que tengamos que hacer, hagámoslo cuanto antes, no quiero pasar más tiempo cerca de esas cosas....
Se lo veía visiblemente nervioso y con prisa por abandonar el lugar, pese a que ir bajo tierra no le traía buenos recuerdos tras su última visión sobre su vida pasada, estaba dispuesto a correr el riesgo por llegar a un lugar seguro y conseguir respuestas lo antes posible y sobre todo, a salir de aquel lugar de pesadilla en el que parecían haber aterrizado de alguna manera.
Se preguntaba si todo lo que sucedía no era más que un sueño turbio, una de sus muchas pesadillas y, como hacía en ellas, prefería seguir en movimiento todo el tiempo posible, cuanto más mejor.
Miró al resto de sus compañeros y recordó que aun no se había presentado como era debido.
- Por cierto, que no me he presentado todavía, soy Harlan Ocean.
Volvió a mirar a Brandon, impaciente porque diese la señal para emprender la marcha y alejarse todo lo posible de ese lugar.
La visión de aquellos cazadores hizo que Crown temblara de pies a cabeza y sintiera un sudor frío recorrerle la espalda. ¿Qué demonios pasaba en aquel lugar para que hubiesen monstruos como aquellos? ¿Qué rara filosofía de vida había entre los habitantes del lugar para que no se conmocionaran ante tales brutales muertes? Aunque Crown estuviera acostumbrado ante el triste espectáculo de la muerte, aquéllo superaba por mucho sus experiencias y su capacidad de raciocinio.
Aunque la visión le causara pavor, Crown sabía que no estaba para debilitarse, así que se acercó hasta donde estaban Callahan y Prescot para ayudar al primero.
- Vamos hombre, no es momento para flaquear. Trata de reponerte.
Mientras esperaba que Callahan se repusiera, Crown miró a Carvey para preguntarle con cierta cortesía en la voz:
- ¿Cuánto tiempo disponemos hasta que los cazadores abandonen el templo?
Carvey contestaba a esta pregunta bajando ya las escaleras:
- Poco, muy poco. Por suerte para nosotros la entrada a los subterráneos no está lejos. No nos encontrarán.
Descendía las escaleras seguido por el grupo. Entre la conmoción y la pérdida de sangre el que peor lo llevaba era Callahan, desde luego.
Al salir a la calle el grupo zigzagueó por varios callejones rápidamente siguiendo a su guía. En las primeras calles principales que atravesaron casi a la carrera vieron varios puestos de mercado como el que encontraron al salir del templo pero a medida que se alejaban la cosa iba cambiando y tomando el aspecto de una ciudad en guerra. Podría ser Beirut, Bagdag o cualquier zona de la franja Palestina. Ahora ya no había tanta gente y la poca gente que encontraban parecían asustada, escondiéndose al paso de la comitiva.
Carvey se detuvo al borde de una rampa de hormigón que parecía descender hacia algún tipo de sumidero o alcantarilla.
- Vamos,- dijo señalando una entrada a un túnel amplio a medias cerrada por una reja destrozada - por ahí entraremos en los subterráneos. ¿Tienen armas?- rebuscó en su mochila - Puedo prestarle una a alguien... la otra que tengo es para mí, por supuesto.
Tendió una Desert Eagle a sus acompañantes.
Al policía, que todavía seguía estupefacto por lo que acababa de ver, le costó unos segundos recuperar el sentido y reaccionar a las palabras de Carvey.
¿Deberían disparar contra alguno de aquellos seres durante el trayecto? ¿Aquello era real? John tenía sus dudas respecto de si sería capaz de enfrentarse a lo que fuese que podían depararle las profundidades.
Finalmente hizo un esfuerzo para tragar saliva y movió la cabeza hacia adelante afirmando ante la pregunta del guía. Luego desabrochó el botón de la funda que llevaba en el cinturón y cogió su pistola con ambas manos para seguir descendiendo con precaución al lado de Brandon Carvey
- Me temo que yo no seré de mucha ayuda con un arma, seguramente sea mejor que la lleve otro de nosotros – mirando por un instante a Crown.
No podía ser de más ayuda en estos momentos, y desde luego lo último que quería era cruzarse con los cazadores. A pesar de su dominio, no podía evitar dejar translucir una pequeña parte de este nerviosismo en su lenguaje corporal. Deseaba entrar en las catacumbas lo antes posible, con la expectativa de sentirse más seguro sabiéndose oculto de esos monstruos.
Los preciosos ojos azules se contrajeron ligeramente mientras catalogaba las mosntruosidades que Carvey les enseñaba por la venta, y al menos por aquel momento le conferian cierta fiabilidad a su versión. Observando como las cimitarras desgarraban las carnes de aquellos seres que parecían humanos repaso con curiosidad a sus portadores. Sin duda seres formidables, seguramente imposible enfrentarse a ellos y dificil escapar una vez les hubiesen encontrado. Carvey gana puntos con cada segundo.
Por un momento fue conciente que su figura de mujer asustadiza se tambaleaba con su mirada tranquila e inquisidora. Se revolvio y aferro un poco mas el brazo de Hudle que pareció flaquear por un momento y luego recurrio a ella para consolarla.
Unos segundos despues seguían a Carvey hacia el subsuelo. Robinette le daba vueltas a todo lo ocurrido en su cabeza, solo pudo aferrarse a algo que había dicho Carvey un momento antes.
- ... Allí me han dicho que nos darán protección y a ustedes explicaciones.
Desde luego que si, explicaciones, muchas explicaciones. Todas las elocubraciones de la preciosidad anacarada no eran suficientes, todas ellas carecían de fondo, necesitaba saber mas acerca de donde se encontraban, acerca de que querían aquellas bestias de ellos... pero sobretodo acerca de quienes les enviaban. Apretó la mano de Hudle y avanzo con él hasta acercarse a Carvey, tendio su mano con presteza para coger el arma que aquel hombre les ofrecía.
- Creo que cualquiera de nosotros podria llevarla, es muy probable que en alguna de nustras vidas hayamos necesitado aprender el uso de cualquier arma. Ahora no será muy diferente, bastará con recordar un poco como se siente apretar el gatillo.
Una sonrisa angelical cruzo el rostro de robinette mientras tendía el arma hacia Huddle.
- ¿Que dice ud señor Hammer? ¿Podrá dispararla?.
La pequeña risita de la mujer resono extrañamente en el enrarecido ambiente de desasociego que les cubría. Antes siquiera de que Hudle pudiese reaccionar Robinette preguntó distraidamente a su recien estrenado guía.
- Pero... cuentenos algo señor Carvey. Si puede hacerlo mientras nos guía... ¿Como se llama esta ciudad? ¿donde se encuentra? Quizá sea algún año en particular, quizá estemos en algún sitio particular... no sé... ¿árabe?
Carvey sonrió ante las preguntas de Robinette mientras le cedía el arma para que se la diera a Huddle:
- La cosa es mucho más complicada querida. Esto no es una ciudad... es la ciudad. Metrópolis. Todas las ciudades de su mundo son simples copias de este lugar, reflejos imperfectos... Todas sus ciudades acaban, de una manera u otra, en este mismo lugar. Lo que vieron ustedes fue el Bazar... ahora viajaremos por los subterráneos.
Luego se dio la vuelta hacia la oscuridad del túnel. Sacó una linterna de su mochila y comprobó su luz:
- De acuerdo... vayamos al interior.- dijo introduciéndose en el maloliente túnel.
A Huddle esta situación no le gustaba ni un pelo. Ni uno. Y quizás era la primera vez que se encontraba de imprevisto con algo que no manejaba. El dinero, hasta ahora, había solucionado cualquier inconveniente. Y ahora serviría más bien de poco, así que confiaba en el otro pilar de su posición: su fortaleza interior y una determinación férrea.
Por lo pronto la mujer, Robinette, le había confíado el arma que había llegado a sus manos. Bien. Por supuesto que podría manejar un arma. Podría matarlos a todos si con eso salvaba la vida. Claro que no lo diría en voz alta. Quizás salvara la de esa muchacha que a ratos era frágil y fuerte. ¡Oh! Que delicioso contraste
- Yo tomaré el arma querida Rebecca - no sabía porqué, ese nombre le pegaba mucho más que el suyo propio - Simplemente, pégate a mi y no tendrás problemas
Con la pistola en mi poder, la guardé en el bolsillo, junto a la otra que debía tener. ¿Pensabais que un millonario como Huddle saldría a la calle a pelo? Ingenuos. Acaparación, ese era su lema. Él primero, luego él y después si quedaba un poco también él.
El tufo fétido le llegó a la nariz con oleadas que debió combatir para no evacuar la última comida. Tenía bien sujeta a la señorita Dell por la cintura, ayudándole a descender a los túneles.
- Más vale que las explicaciones sean buenas. Tenía un contrato que firmar en menos de cinco horas. Lamentaría perderlo
Mientras Ocean, el asistente, había permanecido en silencio observando a aquel hombre y lo que ocurría, Darel había permanecido totalmente enmudecido mirando como un poseso todo lo que había a su alrededor. Nisiquiera su 'visión' del supuesto David Vinaard le había concienciado de que podían ocurrir cosas como esas, y la imagen de un tipo enorme con cimitarra no le ayudaba nada de nada.
- Da... Darel Wallace, señor Carvey. Si usted es el encargado de ponernos a salvo que Dios le bendiga... - murmuró el productor, algo tembloroso. Sin embargo se tranquilizó al entrar en la casa derruida ya que allí estaban mucho menos a la vista que en medio de la vía. Toda su tranquilidad se enfumó al ver a aquellos seres.
Un grito escapó de su boca pero su mano fue más rápida y se tapó la boca con rapidez ahogando el sonido. Sin embargo fue el último movimiento rápido que pudo hacer durante los minutos siguientes pues se quedó totalmente petrificado tras observar la masacre que allí abajo ocurría. Ni el tipo enorme de la cimitarra que tanto miedo había metido a Darel había sobrevivido a esa cosa.
Cuando Carvey nombró lo de la Metrópolis Crown miró al extraño guía extrañado. Aunque sabía que no tenía derecho a dudar por todas las cosas extrañas que había visto, se le hacía difícil creer aquéllo. Para Crown lo que no podía ver y asegurar no existía, y que esa ciudad fuera la madre de todas las demás y que de ella se originaran las copias de las ciudades era una afirmación que para el ex marine rallaba en la locura.
Dejando atrás sus pensamientos y al ver que Carvey entró en el túnel, Crown giró su cabeza hacia Prescot y Callahan para ver qué tan dispuestos estaban de seguir.
- Será mejor que avancemos o este hombre nos dejará atrás.
En circunstancias diferentes, a Keith no se le habría ocurrido adentrarse en un húmedo y oscuro túnel donde su mermada vista y sus doloridos huesos le hiciesen pasarlo mal o incluso ser un lastre, pero dadas las alternativas, resultaba ser una opción bastante apetecible.
Viendo que durante el trayecto el señor Carvey no tuvo inconveniente en contestar algunas preguntas, Keith lanzó una acerca de su destino inmediato:
-Disculpe señor, soy consciente de que tal vez sea complicado ofrecer una respuesta que estemos en disposición de comprender, pero ¿qué es Malkut?, es allí a donde nos dirigimos, ¿no es así?.
-Con aquella pregunta, la señora Hunter pretendía hacerse una pequeña idea de cuál podría ser la naturaleza del lugar al que se encaminaba, para si fuera posible, evitar encontrarse con algo o alguien que pudieran sorprenderla sobremanera. Tal vez no fuera sencillo, pero desde luego una cosa era segura: el camino hacia el conocimiento empezaba en la curiosidad.
Conforme pasaba el tiempo en aquella inesperada andadura, más sentía que realmente pertenecía a ese lugar, que necesariamente tendría que existir un motivo que no alcanzaba a comprender para que ella y los demás integrantes de aquella variopinta comitiva estuviesen precisamente allí y en aquel instante. No se trataba de una mujer especialmente espiritual ni religiosa, pero sí creía en la trascendencia y en que la identidad desempeñaba un papel determinante en el transcurso de una serie de acontecimientos... o de la historia si se quiere... por eso en cada momento que temía lo que estaba por venir, se obligaba a recordarlo como una especie de "acto de fe" en sus acompañantes y en ella misma. Era precisamente ese empuje unido al hecho de que sabía que disponían de un guía fiable, el que la ayudó a reunir fuerzas para continuar en su búsqueda de respuestas a pesar de los pesares. A pesar de que desconocía cuáles podrían ser los peligros que su camino ocultaba hasta Malkut, a pesar de que su voluntad tal vez no fuese suficiente para salir adelante, a pesar de que un encuentro con cualquiera de las muchas criaturas que moraban aquel lugar podría acabar con su vida, a pesar de todo... siguió adelante y sin mirar atrás, en pos del momento en que todo tuviera sentido o se acabase para ella...
Callahan todavía permanecía ausente debido al colapso que le había producido la visión de esos Cazadores. Muchas cosas cruzaron su mente en ese momento y todas ellas rememoraban viejos traumas que habían llevado a Daniel a ser lo que ahora era. Muchas de esas cosas no eran fáciles de asumir y la conjunción de todas ellas detonaron el colapso. Pudiera decirse que Callahan había revivido tiempos pasados; quizá muy pasados, demasiado.
Se dejó coger por los hombres que disponían su ayuda, prácticamente inerte, atolondrado.
Metrópolis, Malkut, todas las palabras reverberaban en la cabeza del tullido Daniel. Quizá en otro momento, más tranquilo, eso le hubiera aportado algo de información acerca del lugar donde se encontraban. Todo era tan real, tan parecido a como lo había leído en cientos de veces en todos esos documentos.
- Oh... Malkut no es un lugar... es... por decirlo de una forma sencilla... una deidad.
En el mismo momento que encendió su linterna para alumbrar los túneles algunos de los componentes del grupo comenzaron a recordar...
Fundido en negro hacia la escena del capítulo 4...