Partida Rol por web

El alma se le cayó a los pies a Morg, quien se había quedado pálido de la sorpresa. Shrla los había estado escuchando todo este tiempo y no solo eso, los dos murlocs más grandes que conocía aparte de los guerreros adultos estaban ahí con ellos. Habían metido la aleta en el lodo pero bien, aunque eso no lograba mitigar la curiosidad de Morg. Quien ya más allá de desear visitar la torre, sentía la necesidad de hacerlo. ¡El tesoro... si es que había alguno... sería suyo!

—Madre Shrla... Morg cree que hay algo en esa torre que ni siquiera el jefe Murggle puede ver. No tengo un buen presentimiento en lo absoluto. ¡Pero ellos no nos dejarán siquiera acompañarles a la entrada! Somos adultos ahora, y debemos velar por la seguridad de nuestro pueblo y líder. Quizás sea arriesgado, y justo por eso un par de aletas más no son una carga si no una ayuda. Por favor, madre Shrla... guarde nuestro secreto. Déjenos marchar junto con los guerreros de Murggle y prometo que volveremos a salvo.

Wagl se quedó sin palabras, no sabía qué decir y estaba asustado y acongojado por la gran pillada que hizo la oráculo. El múrloc se dedicó a agachar la cabeza y mirar al suelo esperando lo que fuese lo que iba a decir la oráculo.

La gran oráculo negó con la cabeza preocupada, mientras parecía que le daba vueltas a la situación. Echó un ojo hacia donde estaba el líder de la aldea en vano, pues él ya se había ido. Se frotó la barbilla y miró a los dos jóvenes.

-Está bien. Dejaré que vayáis, pero con dos condiciones… la primera, es que tengáis extremo cuidado. Para mí sois como mis hijos, y no quiero que os pase nada-les decía mostrando su apego a ellos, cerrando los ojos cual madre que ve a su criatura abrir las alas y salir del nido-. Y la segunda, es que no vayáis vosotros solos. Vuestro amigo está herido, pero tengo al candidato perfecto para que os ayude…

Dicho esto, se giró mirando con una sonrisa a Ergll, que llevaba de brazos cruzados toda la conversación.

El enorme múrloc miró a la oráculo con la misma seriedad con la que llevaba atendiendo todo ese rato. Asintió y avanzó hasta Morg y Wagl, mirándoles con una sonrisa.

-Oráculo Shrla tener razón. Además, Ergll haber sido nombrado Guardián de la aldea por jefe Murggle, así que deber de Ergll es proteger a los demás. No deber dejar a Morg y Wagl ir solos.

Dicha su opinión, chocó uno de sus puños con la palma de la otra mano, esperando la aprobación.

Morg asintió con la cabeza a Ergll, al menos las cosas les estaban saliendo bien después de todo. Parece que no se irían a dormir con las manos vacías durante esa noche. El grandullón sería un problema al que deberían tener bien vigilado el par, pero seguramente podrían tenerlo todo bajo control. ¿Qué era lo peor que podría pasar?

—Consideralo hecho, Morg no tiene problemas. ¿Y tú, Wagl? ¡En todo caso, debemos apresurarnos porque seguramente ya se han ido sin nosotros! Quizás si vamos ahora les demos alcance pronto. Vamos muchachos. Mil gracias, oraculo, volveremos sanos y salvos... quien sabe, quizás con tesoros.

Tras esto, Morg no hizo más que seguir sus pies. Encaminandose a la torre con impaciencia.

Wagl levantó la cabeza con una sorpresa claramente visible en su cara y miró a Shrla.

- Mu...muchas gr...gr...gracias gran oráculo..... en se...señal de agradecimiento puedes comer mi parte d...de....del gran cangrejo.

Y Wagl en ese momento se giró para mirar a Ergll.

- Ahora...que...que vam...vamos a s...ser compañeros, n...no quiero que unamos f....f....fuerzas habiendo tenido s...sin resolver la dis...disputa de esta mañana- Entonces el pequeño múrloc se estiró sobre sí mismo y le extendió una aleta a Ergll.- Qu...quiero hacer las paces. D...dis...disculpa mi arrebato de esta mañana.... y enhorabuena por tu....t...tu gran t..t...título como gu...gu...guardián.

La oráculo asintió satisfecha. Le guiñó el ojo a Ergll, en señal de "Cuídalos". Mientras los tres múlocs marchaban a correr tras los adultos guerreros y el líder que ya iban de camino a la torre, los despedía con la mano orgullosa. Cogió del brazo a Glabstrlgh y marchó camino de su propia choza, donde trataría las heridas del joven múrloc.