Partida Rol por web

Una oportunidad como esa, poder formar parte de una cacería con su idolatrado vigilante es algo que jamas desaprovecharía, aunque por culpa la hora y el lugar, no podría lucirse en todo su esplendor, por tener que llevar esa descolorida gabardina que se veía obligada a vestir. Pero no era algo que le frenara luchar con todas sus ganas.

Dejo actuar a la niña, no es algo que gozara de interés para ella, ser un cebo nunca le supuso alegrías y prefería mantenerse en un segundo plano: chocando cabezas, barriendo pies, rompiendo espinazos y retorciendo miembros al mas puro estilo wrestling, hasta ayudo a la pequeña niña con una de sus innecesarias piruetas, algo que le susurro al oído como: "voltereta con patada revienta cráneos" que ni era la mitad de espectacular que su nombre, pero no quería quitarle la ilusión. Puede que mas tarde sucediera algo que se la borrara.

Al llegar al segundo piso se pregunto donde estaría Rorschach entre tanto vigilante y cuerpo de policía apenas distinguía alguno de los vigilantes pero comprendió que no debía distraerse o sucederían mas accidentes como el de la clavícula de ese policía que acababa de partir tras un suplex mal realizado, o la falta de dientes de su compañero quien acabo tragándose la porra que traía con el, tras una corbata demasiado baja.

Entre golpes, inconscientes y huesos rotos llegaron hasta su objetivo y entonces como muchos otros, espero que su Manchitas actuara, el congresista era su objetivo no el de ella. Ahora tenia una entrada en primera fila para el espectáculo que estaba por llegar. Pero le entristecía la idea de no tener una pancarta con una consigna pegadiza para el vigilante, como sus propios fans a menudo tenían para ella.

Tras encaramaros al edificio, comenzásteis a subirlo por el exterior, bien escalando o bien accediendo por el interior, a través de sus escaleras, pisos interiores y plantas o accesos de incendios. El edificio estaba cuajado de policías y guardias de seguridad privados, y a medida que avanzábais os íbais encontrando efectivos en cada esquina, en cada rellano y en cada puerta. Ni las balas, porras o puñetazos pudieron hacer nada con las peripecias, saltos, puños y patadas (por no decir vuestras armas) que éstos iban "degustando"...

Por su parte, Rorschach se elevó por el exterior a la cuarta planta, mediante su pistola de escalar edificios. Una vez allí, golpeó sin miramientos a tres policías a la vez, cargando en la carrera sus puños y dejándolos heridos o inconscientes. Incluso alguno cayó por el balcón...

Una vez arriba, se encontraba El Congresista, un antiguo vigilante de renombre que, unos años atrás, era el terror, junto con Rorschach y el Búho Nocturno, de matones y buscavidas... Sin embargo, ahora, no era más que un borracho con problemas físicos (la edad) que había querido colgar el hábito de vigilante y darse "a la vida padre". ¿De qué forma (fácil y rápido)?: soltar la lengua por unos cuantos miles de dólares...

¡¡¡Nooo!!!, ¡¡NOO!! -gritó el Congresista mientras era aupado por Rorschach a pleno músculo y sacado al balcón. Si me matáis, cabrones..., ¡será lo último que hagáis! -Rorschach le miraba con "cara" de pocos amigos-. Además, no soy yo quien os debe preocupar -El Congresista miró a todos y cada uno de vosotros, allí presente, y luego siguió hablando-, pues... ¡Uno de vosotros! ¡Hay un maldito radical entre vosotros!, JA, JA JA -con risa malévola-. Cuando la policía me ofreció confesar algunas identidades de vilgilantes, me mostró un libro de sospechosos, por si alguno de ellos fuera miembro de alguna banda ilegal... ¡y lo tenéis delante de vosotros! JA JA JA -reía de nuevo-. Noo, espera, Rorschach, ¡¡¡NOOOO!! ¡Por los viejos tiempos! ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡QUE TE JODAN, RORSCHAAAAACH!!!

Finalmente, Rorschach y todos vosotros, que habíais decidido acompañarle, le despojásteis de la miserable vida que habia tenido, arrojándole por el balcón, en medio de la manifestación que había abajo, en las calles. Por suerte, no impactó contra ninguna persona, y en cuanto a la masa enfurecida vio el cadáver de un tipo y le reconocieron como "el Congresista", se echaron sobre su cuerpo y lo desfiguraron...

Nueva York ardía de fura contra los Vigilantes...

Siempre supe que algo malo nos traerías. Maldita escoria -acertó únicamente a decir el vigilante-. Acto seguido, los manifestante (policías, bomberos, médicos y otros civiles) se percataron de que estábais arriba, de que alguien había lanzado a un vigilante por el balcón y que, de no ser un milagro para ellos, sólo habría podido ser otro vigialante. Entonces vísteis cómo los pequeños cuerpos diminutos comenzaban a adentrarse en masa en el edificio, ¡de uno en uno! ¡De diez en diez!... ¡en breves os lincharías!

¡Mierda! -susurró Rorschach-...

Entonces, delante de vuestras cabezas, sobre la azotea sentísteis un tremendo zumbido; como un rugido de motor de gran cilindrada y una ventolera tremendamente potente. Al mirar hacia arriba desde el balcón, vísteis a Archie (la nave del Búho Nocturno), sobrevolando vuestras cabezas...

Antes de largarnos de aquí con el Búho... -dijo Rorschach-, y antes de que las gentes de Nueva York suban y nos arrojen a nosotros al vacío, hemos de votar, de nuevo, por nuestras sospechas. La rata sigue con vida: lo dijo el Congresista y lo sigo pensando. Y creedme cuando os digo que la cazaremos...

Entonces comenzásteis a votar:

Tras el linchamiento de la gente en las escaleras del cuarto piso, tuvísteis que aguantar la entrada a la vivienda en la que El Congresista estaba encerrado. Sin embargo, nada pudísteis hacer para impedirlo, y al igual que habíais roto mandíbulas y brazos a agentes policiales, tuvísteis que hacer lo mismo a la masa enfurecida que había asaltado el edifcio. Tras un rato de peleas y golpes, la nave "Archie", con el Búho Nocturno dentro, se acercó al balcón, instándo a que saltárais. Todos lo hicísteis menos uno: ARCKLITE se encontraba yaciente y con un trozo de cristal clavado sobre el traje, a la altura del pecho, sobre el corazón.

Sin duda que, una vez dentro de la nave del Búho, contemplásteis y os disteis cuena de que ningún civil podría haber clavado aquello a un Vigilante. Esos significaba una cosa: en la confusión de la lucha, uno de vosotros le había dado muerte. La "rata" seguía entre vosotros, y lo sabíais.