En cuanto entramos, mi chico comenzó a hablar con naturalidad sobre el documental y sus intenciones. Va directo al grano- quizá eso era lo mejor, porque cuando habíamos tratado de irnos por las ramas nos habían mirado de mala manera. Yo prefería mantenerme en un segundo plano en las negociaciones –eran temas aburridos que no me llamaban en absoluto- y ya, cuando comenzara la acción, yo entraría en escena.
Me alegró saber que el tipo había aceptado –un problema menos- y me reí de su comentario sobre los periodistas, aunque en realidad no tenía la mínima gracia. Negué con la mano ante la petición de coñac y tomé asiento.
-Muchas gracias, pero no bebo mientras trabajo- me encogí de hombros y miré a Sean- ¿Le importaría decirnos cuál es su nombre y desde cuándo lleva trabajando como sheriff en Sewfury?
Por suerte, el Sheriff se mostro amable con nosotros y no era un poli corrupto de gatillo fácil buscando una excusa para montar bronca borracho de autoridad. ¿Es que está intentando emborracharme? Bromeé. Evidentemente me arrepiento de haber rechazado esa copa, pero me veía en mitad de la noche borracho haciendo uno de los peores rodajes. A Scorsese le funcionaba, pero no tenía todo el dinero necesario para comprar mi peso en cocaína como hizo el.
Me callé dejando que Alex hablase. Tenía que preparar las cámaras y sus trípodes para enfocar a la entrevistadora y al entrevistado. Al ser mediodía, la iluminación era genial y todos se veían bien radiantes, sobre todo Alex. Me aparte y deje la pértiga del micrófono a Hugh. Era un sitio bastante estrecho, pero no era incomodo captar el sonido de esa forma. Además, de que el deportista no tendría problemas con el peso. Le di al REC, di la orden para que empezase la entrevista y me coloque en una esquina callado.