El Helicóptero Tigre espera con los motores encendidos , mientras, Miguel deposita la mochila con las armas, la munición y la comida en el suelo. Pablo y Miguel se miran frente a frente. Es hora de decirse adiós.
No sabía que decir, a pesar de que habían estado poco tiempo juntos, Miguel le había salvado la vida. Le parecía muy duro dejarle allí, mas no había otra elección.
Bueno... supongo que aquí nos separamos- le dice, no sabía mas que añadir.
-Largate lejos , aqui hay poco que hacer.
Miguel habia estado con el desde el principio de la llegada de los podridos pero sabia que este era el momento de decir adios, adios a Pablo y a todo.
-Intentar vivir y haber si puedes ver esta ciudad resurgir de los podridos. Buena suerte
Tras estas ultimas palabras Miguel amartilla una de las pistolas y deja unos cuantos cargadores cerca de las botas .
Pablo subió al helicóptero, ningún otro militar volvió a la azotea y el Tigre despegó provocando un horrible estruendo. Miguel quedó sólo en la azotea durante algunos minutos, pensando en su familia, sus amigos, su novia... hasta que por fin aparecieron, decenas de esos hijos de perra. Miguel vació siete de los diez cargadores, matando a más de una docena de podridos hasta que se le echaron encima y Miguel se pegó un tiro antes que convertirse en uno de ellos.
Mientras tanto, Pablo y el Cabo Ramírez volaron hasta Algeciras, donde varias decenas de barcos estaban evacuando a los supervivientes hasta las Islas Canarias, pero esa es otra historia...