Motivo: Ocultarse (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (10 dados): 5, 9, 10, 9, 9, 9, 10, 8, 3, 9
Dados repetidos: 7, 10, 6
Éxitos: 11
Motivo: Ocultarse
Dificultad: 6
Tirada (10 dados): 6, 8, 4, 4, 4, 1, 2, 7, 3, 4
Éxitos: 2
Motivo: Ocultarse
Dificultad: 6
Tirada (10 dados): 1, 8, 1, 3, 2, 3, 9, 8, 10, 8
Éxitos: 3
Tsukiyo tomó al caballo de las riendas y lo sostuvo con firmeza
- Quieto -ordenó, pero el caballo tiró de las riendas con más fuerza, la Hakken tuvo que tirar las riendas hacia abajo con fuerza para que la bestia se calmara.
Miró a Kippei a los ojos y avanzó un poco hacia donde estaban todos congregados, pero no intervino. Solo lanzó una mirada de advertencia, que algo no andaba bien.
< Alguien nos observa > compartió mediante la comunicación de niebla.
Tirada oculta
Motivo: percep+alerta
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 10, 9, 6, 4, 8, 1, 3
Éxitos: 3
< Alguien nos observa > dijo escueta la Hakken, utilizando la comunicación de manada
Una humareda rala color blanco fue lo que ascendía hacia el cielo y lo que detectó tanto el general como ustedes. Una pequeña fogata calentando a viajeros posiblemente o un pastizal empezando a quemarse, a veces es difícil saberlo. Todavía no había rastro de sus compañeros, pero seguro ya los alcanzarían.
Los niños empezaron a jugar y corretear a su alrededor, el niño jugaba a que su juguete de paja, aquel monstruoso oni artesanal, se comía al caballo del general entero y a algunos guardias.
El otro muchacho corría con ganas de asomarse a donde estaba la princesa, pero la presencia de Kyuzo lo intimidaba.
Los niños pararon cuando los árboles cubrieron el cielo
- Ken tenemos que volver a casa o nos castigarán-gritó el mayor al menos.
- Quiero jugar más con los señores de los caballos
- que nos vayamos ya -lo tomó de la mano y tiró de él cuál muñeco.
El pequeño se despidió de Kyuzo, Kaito e Ito.
Abrió la boca pronunciando algo en secreto sin hablar, pero era difícil entender aquellos gestos pueriles. Bueno al menos para un par de ustedes.
Y no tenía que decírtelo, porque lo tenías igual de claro incluso un poco más. Alguien los miraba desde la espesura de aquellos frondosos árboles, lo sentiste tan pronto los ancianos terminaron de hablar y pasaste la vista por el panorama que tenías frente a ti. Intuías muy bien dónde era que estaba quien fuere que los mirase.
La anciana no se atrevió a hablar más pero el viejo agradecido, asintió a todo lo que dijiste y después de mirar a Tsukiyo, comprendiendo tu situación, respondió:
- Ibamos a casa, con nuestros vecinos y un mercader para protegernos de los bandidos -apretó el sombrero de paja
- ¡Mis nietos! -lloró la anciana
Al viejo le resbaló una gota de sudor por el rostro
- Salieron de la nada y se llevaron todo, a todos. Menos a nosotros, nuestros nietos también fueron llevados, nos dijeron que ya estabamos muriendo y que no tenía caso... pero que nos matarían si intentabamos cruzar -señaló el sendero- ¿como irnos sin nuestros nietos? ¿cómo?
La anciana se echó a llorar desconsolada a tal punto que parecía que de verdad se iba a morir de la impresión.
El anciano habla compungido, pero yo me comporto con la descortesía propia de los burlones felinos, observando el paisaje con la ramita en la mano como si nada de eso fuera conmigo. Incluso esbozo una tenue sonrisa, al observar las formas de alguien vigilando desde la espesura, entre los árboles. Está lejos, pero mis ojos de gato pueden recorrer grandes distancias. Y no son los únicos.
La voz de Tokugawa Tsukiyo resuena en mi cabeza, espesa como la niebla que ejerce de nushi de nuestro sentai. Ella también lo ha visto, ha sentido su presencia. Siento tentaciones de echar a correr, adentrarme en las sombras a jugar con ellos, dejar que la sorpresa doblegue sus corazones al verse ante un tigre juguetón. Pero Tsukiyo no lo aprobaría.
¿Bandidos? -Interrumpo al anciano, cuando parece que está por concluir- Nunca he oído de bandidos que se lleven a la gente. ¿Tratantes de esclavos, quizás? He oído historias de bárbaros extranjeros que hacen cosas así... -Aunque mucho me temo que la naturaleza de este misterio sea aún más oscuro- Bien, pues tendréis que caminar, ancianos... -Me pongo en pie, tirando el palo despreocupadamente a un lado y sacudiéndome las manos con un par de palmadas- Aquí acampados a la intemperie, pasando frío y hambre, no ayudáis a vuestros nietos. Volved a casa, orad a vuestros dioses, quemad incienso y asegurad que el fuego esté encendido y haya comida dispuesta. Confiad. -Me giro hacia ellos con una amplia sonrisa, propia de alguien que no se toma nada lo suficientemente en serio, de alguien habituado a que todo le salga bien, lleno de confianza- Hablaré con mi señora, la convenceré de que se ocupe de este asunto. Cuenta con hombres armados más que suficientes para atender estas situaciones. A ningún señor le gusta que campen salteadores por ahí. Y yo se cómo susurrarle consejos al oído, si sabéis lo que quiero decir... -Le guiño un ojo al anciano, dando a entender que cuento con el inestimable honor de calentar la cama de mi señora en las noches de soledad- ¡Venga, marchad ahora!
Doy dos palmadas, apremiándoles a alejarse de este lugar que no es seguro para ellos. Y a quitarse de en medio de los señores bestias, que tienen trabajo que hacer. Regreso caminando hacia Tokugawa Tsukiyo, y le explico lo que me han contado los ancianos.
Me alzo cuando termino de sentir cuanto me rodea y frunzo el ceño extrañado mirando alrededor, ¿qué?, acto seguido arrojo la tierra al suelo y sacudo la mano en mi pecho, eliminando el polvo. Mientras lo hago, siento un suave escalofrío al escuchar sin sonidos la voz de la Hakken, pues aún no estoy acostumbrado a hablar de esta manera con otros Shen, a pesar de que he sido bendecido con un Don similar. El regalo de Niebla me incomoda en cierto sentido, quizás por un leve sentimiento de traición hacia Wani y la Madre Rio.
Tras levantarme golpeo con la mano mi pecho, como quien se esta limpiando algún resto de comida de la mano. Y voy desandando mis pasos, algo juguetón, voy pisando donde pisé anteriormente, esto desorientaría a cualquiera, si alguien siguiese mi rastro, pensaría sin duda que me he desvanecido, camino sonriendo, divertido por mis propios pensamientos.
Cuando llego a la altura de mis compañeros, la sonrisa aún perdura en mi rostro, mientras me esfuerzo por cambiar la expresión a una mas seria. - Ha sido extraño, comienzo a hablar sin entrar en demasiados detalles, - cuando me alejé, pude sentirlos, pero luego sentí algo mas... alzo la mano derecha a la altura de mi pecho frotando el indice y el pulgar mientras paladeo con la lengua, - había dos personas mas, cerca de un halo de tierra quemada, el suelo, aun estaba caliente, alzo los hombros en una especie de disculpa por no aportar mas datos, - pero no se donde están, quizás cerca del humo, es fácil que hayan acudido a ver que pasa, aunque puede que solo sean unos aldeanos quemando rastrojos... son tiempos extraños, concluyo finalmente.
Tiempo extraños sumado a las palabras de la Haken en la mente de la manada, la preocupación creció en Kyuzo de sobremanera, observo el lugar con ojo fino y respiro hondo mientras balbuceaba alguna que otra cosa.
-Esperemos que niebla les guie, que oculte sus cuerpo del mal y reconforte sus corazones.. Tengo fe de que estarán a salvo-
El Nezumi pronto cerro los ojos y dejos que sus sentidos se potenciarán, que viajaran más allá de lo que un humano común podría, su nariz se movió como la de un ratón y sus orejas dejaron entrar sonidos débiles. En el corazón de la rata aun persistía la motivación de encontrar a sus amigos pero este lugar trae una astilla difícil de sacar. Era tiempo de saber o entender de qué se trataba todo esto.
Motivo: Percep+alerta (Buscar algo raro)
Dificultad: 7
Tirada (7 dados): 8, 5, 4, 10, 4, 10, 2
Éxitos: 3
Motivo: Percep+enigmas (complementar la primera tirada)
Dificultad: 7
Tirada (8 dados): 7, 2, 2, 1, 6, 2, 10, 3
Éxitos: 1
Sentir lo Antinatural (Nivel Dos):
El Hombre Lobo puede sentir cualquier presencia antinatural y determinar aproximadamente su fuerza y carácter. Entre las presencias sobrenaturales se incluyen magia, espíritus, el Wyrm, espectros y vampiros, aunque no podrá identificarlos como tales. El Hombre Lobo también podrá sentir a una persona asediada por los fantasmas con la misma facilidad que a un fantasma. Cualquier espíritu siervo de Gaia puede enseñar este Don
Sistema: El jugador tira Percepción + Enigmas. Cuantos más éxitos consiga, mas información obtendrá. Sin embargo, los datos sensoriales serán ligeramente vagos y estarán sujetos a interpretación. Por ejemplo un vampiro puede oler a sangre vieja, a miedo, a carne podrida, a carne fresca o a cualquier otra cosa que el Narrador considere apropiada. Interpretar adecuadamente la información requerida una tirada de Inteligencia + Ocultismo (a discreción del Narrador).
Tras tu confesión, los ancianos te miran verdaderamente sorprendidos y luego miran a Tsukiyo, sus ojos llenos de sorpresa, pasando sus miradas con disimulo de la Hakken hacia ti.
Se hincaron, con las manos al suelo y la frente apoyada sobre ellas, agradeciéndote la ayuda y las palabras de aliento. Hicieron lo mismo hacia Tsukiyo aunque no se atrevieron a acercarse a la mujer.
Ellos empiezan a recoger sus cosas, tiran de una pequeña bestia flaca a la que le cargan sus objetos personales.
- Vivimos en el pueblo que sigue –señala el camino- Por favor, recuperen a nuestros nietos.
Empiezan a andar, adentrándose con miedo dentro del angosto camino, solo fueron algunos minutos mientras los vieron partir. Los ojos ya no estaban donde los había visto Kippei y el grito de la anciana, hizo que varias aves salieran espantadas de las copas y echaran a volar nerviosas hacia el cielo.
Una araña gigantesca se plantó en la entrada, sobre ella estaba montana una mujer menuda con una bandana verde sujetando su cabello negro. Llevaba el rostro pintado de blanco y los labios de un color carmesí que aspiraban una especie de pipa larga.
Miró con burla al tigre y echó el humo hacia donde estaba él.
- …Es solo un... ¡Bah!
Lo siento, no pueden pasar por nuestro territorio –te miró con desdén, en realidad dedicó la misma mirada a ambos.
Kippei pudo ver otra vez aquellos ojos entre los árboles, unos metros más cerca de lo que estaban antes.
El grito me sobresalta. Erizo el pelo de mí nuca, ahogando un gruñido que no significa nada en mi forma de raza, pero que desvelaría mi misteriosa naturaleza. Esos viejos no son mi responsabilidad, no son nada mío. No son de mi parentela, forman parte de la Gran Familia, ni están bajo el amparo de las Cortes. Pero hablaron conmigo, confiaron en mí, les hice promesas. Por menos me enfrenté a Garras-de-fuego, y a punto estuve de morir bajo su aplastante poder.
Doy varios pasos antes de darme cuenta de que es tarde ya. Una bestia con demasiadas patas se interpone en el camino, y su jinete es una mujer arrogante que necesita una lección. De lo que no estoy seguro es de que seamos nosotros quienes debamos ofrecérsela.
Lanzo una furtiva mirada al bosque, donde esos brillantes ojos nos observan sin disimulo. O con torpeza al ocultarse. Y seguidamente miro a Tokugawa Tsukiyo, en busca de alguna indicación. No soy un guerrero, no es mi estilo cargar lleno de Rabia contra una horda de enemigos. Acostumbro a ser más sutil, burlarles, ocultarme de ellos, y si tratan de cogerme, escurrirme entre sus dedos.
No obstante, en esta ocasión, haría una excepción.
Pudiste sentirlo tan claro como a tu sentai, estaban flanqueados ¿cómo rayos había pasado? pero parecía que nadie se movía. Izquierda y derecha, lo mejor era avanzar... estar atentos.
La esencia que sentías era de corrupción.
Siguieron el camino hasta vislumbrar una especie de claro, el General dio la orden de detenerse antes de dejar que el resto de la comitiva avanzara, la seguridad de la princesa era para el de suma importancia.
Espoleó su caballo para llegar hasta donde estaban ustedes:
- Tenemos que revisar el claro antes de pasar, si todo esta en orden marcharemos por el camino del norte, pasando las montañas podremos agilizar el paso -lo cierto es que viajar con tantos guerreros hacia la marcha más lenta- Kyuzo-san acompáñenos -dijo mirando al resto del sentai.
De seguirlo, llegarían hasta el claro, Kippei estaría cerca de una fogata, mientras que Tsukiyo sostenía las riendas de su caballo un poco detrás de él.
En la entrada del otro claro, había una mujer sentada sobre una enorme araña.
El general retrocedió incrédulo de lo que sus ojos le mostraban.
Me resulta extraño escuchar hablar de Niebla, y siento que algo se mueve en mi interior, del mismo modo que lo haría una serpiente retorciéndose, creo que son mis propios miedos, mi temor, y por ridículo que suene, me cuesta cambiar de piel, a pesar de haberlo hecho tantas veces.
Miro con gesto divertido a Habla-espíritus, no creo que nunca se haya visto a una rata congeniando con una serpiente, ni en las leyendas mas antiguas.
El General se dirige a Kiuzo, y no veo la necesidad de inmiscuirme en sus asuntos. Con curiosidad, me acerco entonces a algunas plantas, buscando un rastro que me desvele la presencia de alguna serpiente, mientras observo distraído, escucho resoplar a un caballo, y por la manera de hacerlo, parece algo alterado.
La mirada de kyuzo reparo en sus compañeros, pero también en aquella extraña figura a la cual se quedó mirando atentamente aferrado a su bastón mientras el general, las palabras podían sobrar más intentaba recordar si aquella mujer era la de su premonición, su sueño. Los ojos se afirmaron aún más cuando las palabras del Nezumi salieron a relucir entre la inseguridad y las dudas de aquella presencia.
-Criatura revela tu nombre!- ordeno sin más mientras caminaba hacia Kippei y la hakken sin apartar la mirada de la mujer sobre la gran araña, confiaba en su totem y proteccion, pero asi en la ahbilidad de sus compañeros y hermanos.
Ya se acercaba a paso lento, cuando el repentino grito de los ancianos la tomó por sorpresa. Apuró su andar con la intención de aproximarse a inspeccionar lo que había sucedido; pero fue la repentina aparición de la mujer sentada sobre la enorme araña, la que la hizo correr junto a Kippei
Lo vio tensarse, preparar su cuerpo para entrar en un combate si era necesario, pero sus ojos estaban sobre la araña y la arrogancia de la mujer que lo montaba como si se tratara tan solo de un caballo más.
- Pasaremos por las buenas o por las malas -murmuro cerca del Khan.
Avanzo un paso adelante - ¿Con quién tenemos que hablar para poder cruzar el claro? - pregunto sin demostrar cortesía alguna, la idea de tratar con Kumos me repugna... pero a veces es mejor ganar tiempo mientras obtienes información.
Date prisa Nezumi
Y como si lo hubiera invocado, la silueta del general, de Kyuzo e Ito aparecen justo a la entrada del claro, el nezumi reacciona antes, hinchando sus pulmones y levantando su báculo de madera hacia la mujer -Criatura revela tu nombre!- ordenó sin más mientras caminaba hacia Kippei y la hakken sin apartar la mirada de la mujer sobre la gran araña, confiaba en su totem y proteccion ciegamente.
Ito en cambio, se mantuvo en silencio, mientras sus ojos astutos parecían fijarse en todo cuanto los rodeaba, como si su mente empezara ya a tramar el siguiente movimiento.
todos están reunidos, a partir de ahora pueden marcarse
Me mentuve en silencio todo el viaje. Los niños no eran de mi agrado, por lo que los ignore completamente.
LLegando al claro aquella figura que se nos topaba en el paso puso a todos en guardia. Quien era esa criatura no me importaba, estaba alli estorbando el paso cuando el tiempo apremiaba.
Deje caer el nodachi que tenia amarrado en la espalda subitamente. - Nombre? Acaso importara cuando muera, Kyuso-san? - Interrogue al Nezumi desafiando a la criatura a atreverse a mover siquiera un dedo mientras mi mano derecha se deslizaba hacia mi cintura tomando la daga amarrada a ella. Una fina artesania obsequiada por quien lideraba el sentai.
Tome una posicion agresiva marcando mi determinacion. Solo estaba esperando el momento adecuado para iniciar batalla.