Partida Rol por web

-¡Joder no puede ser!- no me lo puedo creer...-¿Pero estás segura?- vaya marrón tengo que actuar pronto antes que la sangre infectada le recorra el cuerpo y con lo pequeña que es, no tardará en hacerlo.

Intento mantener la calma y el control de la situación. Busco alrededor un sitio donde poder apoyarnos, veo unos trozos de ladrillos o algo así cerca de la cuneta. Cojo a Luana del brazo que aún está bien y la llevo hasta el sitio elegido.

Saco mi cuchillo e intento desinfectar, en la medida de lo posible, con el mechero. Le hago un gesto a Luana para que no se remange, seguramente si veo lo que hago puede que no tenga tanto valor, prefiero cortar por encima de sus ropas. Menos mal que tengo mi cuchillo muy afilado, espero que sea rápido y que con el shock Luana no se entere demasiado...

Haces un torniquete, desinfectas usando tu botiquín, y cortas, sin pensarlo demasiado. Luana se retuerce de dolor, y finalmente cae inconsciente. Varios movimientos certeros y precisos. Lo peor es el hueso, eso te cuesta más. Debes esforzarte, pero al final el brazo infectado se desprende del cuerpo de Luana. Con el mechero calientas la hoja del cuchillo y la pones al rojo, luego lo apoyas sobre el corte, cauterizando la herida. Usas algunas vendas del botiquín para tapar la herida. Esperas que haya salido bien.

El camino hasta A Torre se te hace eterno, cargando con el cuerpo inconsciente de la chica. De cerca la torre es todavía más abrumadora:

Sobre la puerta hay dos guardias, que tienen armas de fuego. Desde lejos te gritan:

- ¡Párate ahí! ¿Quién eres? ¿Quién es esa? ¿La han mordido?

-¡Ayudádme!- grito con todas mis fuerzas -¡Le acabo de cortar el brazo, necesita ayuda!- y con el cuerpo en brazos aún les chillo y les ordeno-¡Dejadnos entrar, no hay peligro pero necesitamos ayuda, abridme la puerta!- y me cago en su puta madre por dentro porque seguro que desde ahí arriba lo han visto todo y no nos han ayudado con los perros.

Los hombres no se inmutan, y te apuntan con sus armas:

- ¿Por qué le has cortado el brazo? La han mordido, ¿no? ¿Y a ti te han mordido? ¡CONTESTA! ¡Y NO DES UN PASO MÁS!

No parece que vayan a ceder. Sabes bien que nadie acepta fácilmente a desconocidos en los asentamientos, y mucho menos si han sido mordidos.

-Sí, la han mordido pero le he cortado el brazo, así que no hay peligro para nosotros sólo para ella que morirá si seguimos discutiendo esto aquí- no es fácil convencer cuando llevas a cuestas el cuerpo de alguien al que has podido matar y que su recuperación va contrarreloj.

Me desespero, no sé qué decirles-¡Venimos de Belir queríamos intercambiar algunas cosas con vosotros y nos han atacado llegando, lo habéis visto todo!- por un instante pienso que lo único que me queda es regresar con el cuerpo de Luana y que no podré hacer mucho más por ella.

-Sólo os pido que me dejéis pasar y que la pueda atender, no quiero que muera en mis brazos- y casi se me saltan las lágrimas porque pocas veces me he visto en esta situación. Agacho la cabeza y caigo de rodillas, no puedo más con el peso, la tensión y la desesperación, mi cuerpo habla por mí, me rindo en este instante hasta que se me ocurra algo.

Pienso que al menos ahí abajo estaré más seguro porque ellos tienen la ventaja de la altura, puedo centrarme en mi compañera porque alguien vigila mis espaldas o eso quiero creer.

Y tomo la decisión de atenderla ahí abajo,- si no me dejáis entrar al menos vigilad nuestras espaldas- y murmullo que ojalá no os veáis en esta situación y no os ayuden...os acordaréis de nosotros y espero que os jodan.

Las puertas de A Torre se abren. Parece que tus palabras y tu sinceridad ha removido algo en el interior de alguien. Algunos hombres vestidos con monos grises y muy sucios salen a vuestro encuentro. Entre tres llevan a Luana, y otro te ayuda a incorporarte.

El asentamiento es una mina, o al menos está construido en torno a ella, lo sabes al instante. La Torre está en el centro del lugar, justo sobre el pozo de extracción, por el que desciende un ascensor y varios montacargas. Todo está cubierto por polvo gris y rojizo, todo es óxido y sequedad.

Hay niños, mujeres y hombres, pero todos te miran serios, con sus caras llenas de hollín, sin decir nada. Meten a Luana en un ascensor, que no es más que una caja de entramado de hierros colgada de una cadena gruesa, y un mecanismo se activa. Subís, Luana, los mineros y tú, hasta el primer piso de la Torre, a una decena de metros del suelo.

- Atendedla. Atadla primero. -ordena. Y girándose hacia ti:- Tú descansa. Tú hecho lo que podido. Lo visto desde aquí arriba.

El hombre te deja solo unos momentos y ayuda a los demás a curar la herida de tu amiga. Lo ves todo desde donde estás, lo hacen bien. Deben estar acostumbrados a tener accidentes de este tipo. Al rato vuelve.

- No dejamos salir a los niños. Los perros son peligrosos. Yo soy Suárez. Yo dirijo la Mina y la Torre. ¿Tú cómo llamas? -Suárez te tiende la mano, muy serio. Le notas un acento raro.

Le tiendo la mano yo también y contesto -Declan-  y hago una pausa mirando a mi alrededor -Ahora mismo mi cuerpo está aquí pero mi cabeza está...no sé dónde está- y es la única manera que se me ocurre para que me dejen espacio para respirar y para asimilar.

-¿Podríaís darme un poco de agua, por favor?- necesito pasar el nudo que hay en mi garganta.

- Claro.- responde. Y de una mesa que hay un poco más allá trae un vaso y una jarra de metal, que presta su sabor al agua.- Tú descansa, tú deber estar cansado.

Vuelve a irse, y se reúne con los hombres que están tratando a Luana. Aquí todo está cubierto de polvo gris, aunque un poco menos que abajo. Hay algunas máquinas bastante voluminosas que no sabes qué hacen, pero que deben estar relacionadas con el movimiento del montacargas y de la mina en general. Todo alrededor son ventanas desde las que se puede ver el horizonte, es una posición privilegiada.

Me quedo embobado mirando el horizonte, es muy práctica la vista que tienen desde aquí.

Cuando me repongo un poco de lo que está pasando, me levanto y busco a alguien que pueda decirme cómo está Luana.

Al rato Suárez vuelve a donde estás, aunque no sonríe parece contento:

- Tu amiga está bien. Nosotros hecho lo mejor. ¿Tú quieres hablar con ella?

INTERLUDIO

De esto hace ya casi dos meses. Luana se recuperó y siempre te agradecerá el haberle salvado la vida. Actuaste con acierto, velocidad y sin dudarlo. Es cierto que ahora le falta un brazo, pero su sonrisa sigue siendo la misma de siempre. El vínculo que este acontecimiento creó entre vosotros muy difícilmente se romperá.

Estuvisteis en A Torre varios días, hasta que la chica pudo caminar de nuevo. Este tiempo lo pasaste conociendo a las gentes de ese lugar, haciendo amistad con Suárez, e incluso te adentraste en la mina unas horas. Te pareció fascinante. La gente de A Torre es seria y triste, y padecen serias enfermedades respiratorias debido a respirar constantemente polvo de rocas y metales, y otras sustancias que extraen de la mina, como el hierro, el cobre y el estaño. En el asentamiento también hay un horno de fundición, y talleres en los que diestros artesanos trabajan los metales dándoles forma.

Comercian con ellos tanto en estado puro (en lingotes), como elaborados en forma de herramientas, partes de armas, chasis de vehículos... sus dos grandes clientes son Touriñán, que les da alimentos a cambio de herramientas de labranza, y Ferrol, que les proporciona combustible a cambio de piezas de armas y partes de vehículos. Los frateres también pasan de vez en cuando a cobrar un impuesto a cambio de su "protección tanto física como espiritual". Suárez te confesó que abusan demasiado y que no están muy contentos con este trato, pero por ahora siguen adelante por miedo a represalias.

El día antes de partir negociaste el intercambio entre A Torre y Belir de caliza por alimentos, Suárez accedió entusiasmado. Pareció alegrarle el simple hecho de poder ayudar a esas chicas, y de poder establecer una alianza con ellas. Ellos se encargarán del transporte con una de sus camionetas. El primer pago lo hicieron de inmediato, sin pedir nada a cambio, y en el mismo viaje de transporte os llevaron a ti y a Luana hasta Belir.

Aquí los campos ya han sido depurados de las bacterias que los cadáveres filtraron en el subsuelo, y también han sido enriquecidos con cal, en una proporción adecuada, diluida en bastante agua, que has enseñado a Luana a elaborar. La siembra se realizó hace unas semanas, y hoy ya has visto los primeros brotes verdes empujar la tierra y saludar al sol. Todas en Belir estais de celebración, y sin duda eres el héroe del momento.

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