Partida Rol por web

La flecha de Rob atravesó limpiamente el cuello de la criatura, que parecía más frágil que el resto de su cuerpo. El insectoide giró en el aire para desplomarse cerca de Nora, que tenía preparada una flecha para cualquier eventualidad.

El grupo permaneció en el centro de las luces durante unos tensos instantes, mirando hacia la oscuridad, intentando escuchar cualquier sonido que pudiera presagiar un nuevo ataque. Pero tras el torbellino de combate ahora el lugar estaba tranquilo y silencioso.

-¡Rob! ¡Baja de ahí de inmediato!- dijo muy seria al mediano con voz temblorosa como una excusa para disimular la excitación de la batalla. Bajó el arco y guardó la flecha. -Te recuerdo que Luna no es un animal de carga y mucho menos de tu propiedad- levantó por un instante la voz pero ya más calmada añadió -Aunque he de reconocer que formáis un buen equipo-. Se acercó a él y le frotó la cabeza revolviendo su pelo. 

-Puede que la cueva, o dondequiera que estemos ahora, esté infestada de más seres repulsivos como éstos. Debemos estar atentos y buscar la manera de salir de aquí-. Dijo tras un largo silencio a los demás mientras buscaba con la mirada algún detalle o escuchar algún sonido que arrojara algo de luz sobre aquel rompecabezas. -Valeria, ven. Echemos un vistazo-.

- ¡Claro que formamos un buen equipo! - dijo el mediano mirando a Nora y viendo cómo se agitaba uno de sus brazaletes frente a su cara cuando le alborotaba el pelo. - ¡Si te hemos salvado la vida! - Explicó recordan do el último disparo que había realizado. Se volvió hacia Luna, quitándole las cuerdas que había usado como arnés. - ¡Bien hecho, preciosa! Puedes llevarme encima cuando quieras, que ya has visto que trabajamos bien juntos.

Le dio un último abrazo a la pantera antes de separase de ella, guardándose la brillante pulsera de la exploradora que se le había soltado con el movimiento sobre su cabeza. Al ver que la mujer se iba con Valeria, preocupándose por buscar una salida de la cueva, él se dio la vuelta tratando de encontrar algo con una utilidad más práctica. ¡Igual estas criaturas también tienen dados como el que encontré en el bicho de la entrada! Si sigo así, voy a tener que inventar algún juego que use dados de diferentes caras. Pero, ¿qué tipo de chalados dedicarían su tiempo a eso?

Distraido, empiezo a buscar entre los cuerpos. Pero, más centrado en imaginar juegos nuevos y aún emocionado por haber cabalgado a Luna, no encuentro nada interesante. - Parece que no llevan nada... - les digo decepcionado a mis compañeros. Aunque, por algún motivo, normalmente la gente no me cree cuando digo esa frase. ¡Desconfiados!

Nora intentó discernir algún ruido o movimiento en la oscuridad que les rodeaba pero, al avanzar un poco, tropezó torpemente con uno de los candelabros que cayó al suelo derramando un poco de aceite que prendió enseguida. El suelo de piedra, sin embargo, era seguro y no hubo que preocuparse de males mayores más allá de quedar un poco más sumidos en la oscuridad.

Rob, por su parte, intentaba rebuscar entre los restos de los criaturas cualquier cosa que se pareciese a un bolsillo. Por desgracia para él parecían más bien animales, no seres sintientes. Peor todavía: sorprendido por el ruido que provocó el candelabro al caer y pensando que podían venir más criaturas apartó tan rápido las manos del insectoide muerto que se hizo un pequeño rasguño en la mano. Nada serio pero que escocía bastante. Echó un vistazo a la mano: la herida parecía demasiado superficial para que picase tanto...

—No detenernos, o seguro que más cosas venir —comentó el bárbaro, mientras sopesaba las opciones—. Seguro que por puerta de pulpo encontrar algo...

Y dicho esto, y sin pensarlo mucho, se dirigió a la puerta a la que se dirigía al principio, antes de que los insectos le interrumpiesen su exploración.
 

-Espera Garlukan, tomemos una antorcha al menos! -Valeria intentó detener al guerrero, pero una puntada fuerte en el costado le impidió hacer algo más que retorcerse del dolor-. Aaaahhhh! esto duele! -se apoyó en Nora para poder avanzar ya que le costaba caminar.

-De casualidad ninguno de ustedes trae algún ungüento o algo así para calmar el dolor? me parece que voy a necesitar un curandero pronto... Lástima que el chamán haya desaparecido. Por cierto, gracias Rob -dijo sonriendo, al darse cuenta que aún no había agradecido al mediano su intervención-. Y atí también, compañera. Tomemos una antorcha y sigamos al grandulón, ya está visto que separarnos no es buena idea.

—Lo siento chicos— balbuceó nerviosa levantando rápidamente el candelabro. Se acercó a Valeria y le ayudó a caminar. Rebuscó entre sus pertenencias alguna cosa para paliar el sufrimiento de la paladín, pero no encontró nada que pudiera serle útil en ese sentido. Aunque sí cogió una antorcha y la encendió para compensar la falta de iluminación, tan necesaria en una situación como ésta. 

—Venimos contigo, Garlukan— dijo susurrando al grandullón —Rob, ven, no nos separemos de nuevo—. Y se dirigió hacia la puerta junto a Valeria, tras el bárbaro.

- ¡Ay! - exclamó el mediano al arañarse el dedo. Frunciendo el ceño, dio una patada al cadaver del insectoide antes de darse la vuelta y volver con sus compañeros. - Zi, ya foi... ¡ehperah! - balbuceó caminando hacia Nora mientras se chupaba la mano. - Malditos bichos, son como mosquitos gigantes... - añadió rascándosela contra el zurrón. - ¡Cómo pica!

- ¿Ya vais a encender una luz? ¡Humanos! Tenéis un problema con la vista, ¿no? - No es que los medianos viesen en la oscuridad como los enanos, ni a la luz de las estrellas como los elfos. Sencillamente, estaban muy acostumbrados a moverse sigilosamente y para ello los lugares oscuros siempre habían resultado ventajosos. - Pero está bieeeen. Vayamos todos juntos, para variar. Así Garlukan podrá protegernos a todos y no tendréis que depender de Luna y de mí. - Diciendo esto se volvió hacia Valeria con una sonrisa e imitó una de las rimbombantes reverencias que hacían los humanos en la corte. - Un placer ser de ayuda, mi señora - dijo aguantando la risa. - ¡Pero no tienes que darme las gracias por nada, Val!

Y así los aventureros se dirigieron hacia las enormes puertas. Garlukan no se anduvo con rodeos y las abrió de par en par. Todos contemplaron la escena que tenían en frente sin poder ocultar su sorpresa...