-Oh, sí, Belasko se está recuperando favorablemente- Patrícia sonríe satisfecha al comprobar que al menos tiene la gentileza de preocuparse por su pupilo más que por el libro, sea cuál sea.
-Mi nombre es Patrícia, atendí a Belasko y me pidió que les hiciera llegar el mensaje, así que supongo que ya he cumplido mi cometido- efectúa una pequeña reverencia respetuosa y se dispone a marcharse del oscuro paraje a menos que quiera preguntar o decir algo más.
-Como querais señorita Patricia. Algún día se lo agradeceremos. Tened buen viaje.-
Y poco después te encuentras bajando la cuesta. Ahora lo que más te preocupa es que pasará cuando llegues a casa.
Patrícia vuelve a montar sobre la vieja yegua, algo más tranquila según se aleja del monte, la verdad es que no le agradado demasiado el ambiente y de hecho ella sería incapaz de concentrarse y aprender en un lugar tan sombrío...
Sabe lo que le esperará al llegar, así que va mentalizando de ello. Muchos gritos, reprimendas y quizá algún castigo físico. No sería la primera vez y por eso mismo, por ser métodos tan recurrentes, han dejado de ejercer la suficiente importancia en ella a pesar de que desde luego no le agrada en absoluto ese trato.
Al llegar hasta el palacete baja de su montura, dejándola cómo la encontró en el pequeño establo, colocando las riendas y la silla en su lugar para dirigirse entonces a una de las puertas traseras de la casa, intentando llegar a su habitación sin llamar demasiado la atención.
Belasko pasa horas aburrido viendo como las silenciosas enfermeras van y vienen con curas o purgas. Al final uno se acostumbra a los lamentos de los enfermos, reales o imaginarios.
Al final ves aparecer por la puerta un rostro conocido, es el del tal Roger, el criado ancho amo del sabueso que te prestaron. Timidamente y casi gestualmente te dice de abandonar la sala, busca ayudarte a levantarte, pero ya no necesitas de ayuda alguna.
Nadie te impide volver a tu cuarto, estas muy cansada esta mañana y apenas has probado bocado, así que te recuestas un poco para recuperar fuerzas.
Al rato, la puerta se abre bruscamente y ves entrar a tu tío enfurruñado, es posible que la ama de llaves haya exagerado tu escapada añadiendo algo más de descaro y rebeldía para enfurecer a tu tío. Recibes un sonoro tortazo como saludo que pica más que duele y cogiéndote de los pelos te dice:
-¿Ya has vuelto a escaparte por ahí como una gata? ¿No sabes cual es tú sitio?- Y antes de que puedas responder te zarandea con rabia. -Muy bien, tú te los has ganado, estaras encerrada aquí como un animal y solo recibirás tu ración de pienso. Solo verás el sol por la ventana y solo saldrás convertida en esposa de alguien de aquí. ¡Estúpida raposa!-
Te lanza con desprecio a la cama y sale, no puedes verlo pero si oir que cierra la puerta. Escuchas que ponen un pestillo por el otro lado.
Patrícia se incorpora de golpe en la cama cuando la puerta se abre repentinamente, recibiendo un tortazo demoledor sin que pueda si quiera dar explicaciones o defenderse.
-No soy un animal...- murmura por lo bajo cuando su tío ya ha cerrado la puerta y echado el pestillo. Unas lágrimas cristalinas recorren su rostro mientras un nudo amargo se forma en su garganta. ¿De verdad es tan malo lo que ha hecho? Tan sólo ha ayudado a los que lo necesitaban, eso no puede ser motivo de castigo, es incomprensible para ella... Y si debe casarse, tampoco puede ser mucho peor que soportar esta cárcel. Sería doloroso al principio pero se acabaría acostumbrando o quién sabe...
Tras poco rato ya no consigue reprimirse por más tiempo y se deja caer sobre la almohada para poder acallar su llanto desconsolado. No por el dolor del golpe que ya ha cesado, si no por el mal trato recibido continuamente.
=( XDDDDD
Con la ayuda de Roger consigues llegar hasta su carreta, llena de paja y tirada por una sola mula, que es la que te lleva cómodamente, solo resulta el traqueteo del carro levemente molesto, otra vez de vuelta a la vieja abadia en Montjuïc. El mismo Roger no te dice nada, siquiera pregunta por su perro, parece tener mucho reparo a la hora de hablar con "brujos".
Te reciben el criado pálido y mudo y Arnau, el cual te saluda.
-Os veo muy bien, pensaba que tal como contó aquella chica estaríais ahora mismo gravemente herido. Por el perro no os preocupeis, volvió por si mismo a su amo a la mañana siguiente. Ahora contadme con todo lujo de detalles que es lo que sucedió.-
-Logré llegar hasta la sede de la Inquisición, teniendo sólo un leve contratiempo en las calles. Alguien debió escuchar mis pasos resonar a pesar de todo. Me escondí y el perro cubrió sus sospechas. Entré con el objeto que me prestásteis, usé mi magia para emular los ojos de las ratas que me rodeaban en los calabozos y pude ir ascendiendo sin ningún problema. Sólo me extrañó la presencia de un nido de cuervos graznando a esas horas, pero, ocupado como estaba, no le presté más atención. Proseguí mi ascenso hasta llegar a la biblioteca y allí encontré a un atareado monje ordenándola. El lugar no era lo suficientemente grande para pasar mucho rato desapercibido, así que decidí emboscarle, preparándolo todo para que pareciera un accidente con un pesado libro cayendo de una estantería elevada, pero el monje logró darse cuenta de mi presencia y le mentí, diciéndole que acababa de llegar de los Pirineos y que no quería molestarle con su trabajo, pero que quería echar un vistazo a los libros, pues tenía insomnio. Para mi sorpresa pareció muy amigable, supongo que debido a los hábitos. Me ofrecí a ayudarle con su tarea, lo que me permitía buscar el libro en cuestión. El monje finalmente quedó rendido y aproveché la ocasión para huir con el libro. Salí por la misma ruta por la que había entrado, igualmente sin problema alguno. Volviendo ya por las calles la banda de cuervos que antes me había sorprendido en la torre volvió a sorprenderme, esta vez formando la figura de un hombre alto y atlético, de nariz aguileña, cabellos oscuros y ojos del color de la miel que vestía de negro cuervo y rojo carmesí. Él dijo que me había ayudado en la torre, infundiendo apatía e incompetencia en la guardia y que quería el libro, a cambio del cual me ofrecía cualquier cosa. Me negué y traté de huir a toda prisa, pero dijo algo así como "Zoleik sol ne sazze euk ortseu erkap. Ervom uk aes odakifitsan" y sentí cómo se me agarrotaban los músculos, quedando como una estatua de piedra. Luego me quitó el libro y sentí una gran punzada en el vientre. Creo que me hirió con su propia mano derecha, pues se la vi llena de sangre antes de caer inconsciente. Desperté en el hospital de Santa Creu y al cabo de un rato conseguí que una muchacha que no era monja se apiadara de mi condición y explicándole que me habían robado y que mis patrones temerían por mi vida, la convencí de que os hiciera avisar. Siento mucho todo esto, no conseguí regresar con el libro- dice con pesar Belasko.
El mago se queda tan o más pálido que su criado y incluso le cuesta mucho articular lo siguiente.
-Maldita sea... ese hombre... no se quien es... obviamente no es Dedaliano... ¿Pero quien es?
Es muy preocupante lo que decís Belasko, me temo que ese mago posee un considerable poder para poder haber hecho lo que me decís y lo peor es que no parece de por aquí y me temo que tampoco sea de las Tradiciones. Lo cual me deja pensar en...
¿Me podéis repetir su invocación?-
-Sí, claro, dijo algo así como "Zoleik sol ne sazze euk ortseu erkap. Ervom uk aes odakifitsan"(1). No identifiqué ni qué idioma era, pero tengo buena memoria para las palabras, en nuestra tradición no escribimos. Tal vez podría realizar un hechizo de Mente podría revelarle lo que escuché exactamente -dijo pensativo el asilvestrado muchacho.
(1) en vez de hacer copy-paste, tergiversé pensando en cómo podría sonar más o menos a un vasco eso que tú escribiste. Una pequeña licencia artística :-P
Arnau parece meditar y cada segundo que pasa parece más preocupado y agotado.
-Suena muy mal, si mal no me equivoco parece un Padrenuestro al revés, si es así hay un problema, tenemos a un posible Infernalista suelto por las calles... con un libro lleno de nombres para chantajear. Tenemos que encontrarlo.-
-Oh, ¡demonios! Nunca mejor dicho... En cuanto esté curado me ofrezco a ayudar a encontrarlo. Por cierto, ¿podría ver al perro que me acompañó? -pregunta el muchacho.
-No hay problema.-
Poco después manda llamar a Roger, el cual viene con su perro.
Belasko simplemente agradece al sabueso su ayuda por la noche anterior de la forma más natural: abrazándolo, acariciándolo y dándole algo de comer. Su ayuda no fue decisiva, ni le salvó la vida, pero le acompañó fielmente dentro de sus posibilidades y al volver a casa indirectamente avisó a mis aliados.
Algo más tranquilo y satisfecho, Belasko se disculpa y se retira a sus aposentos a descansar y restablecerse de sus heridas, a menos que los magos le propongan alguna manera de curarse con mayor velocidad.
El resto del día es igual de triste, solo abren tu puerta para pasarte un plato con algo de comida, y luego recogerlo. Pasas el tiempo dormitando o leyendo algunas de las pocas lecturas que tienes. Por desgracia las vistas de la ventana de tus aposentos dan al patio, con lo que la vista no es muy interesante.
Resulta bastante aburrido tener que mantenerse encerrada en la habitación pero en realidad no es la primera vez y en muchas ocasiones lo ha hecho de manera voluntaria así que de momento permanece ahí pacientemente, entreteniéndose entre libros y pensamientos, bordando de vez en cuando junto a la ventana y contemplando el patio y los sirvientes que cruzan de aquí para allá.
Al menos hay alguien que se mueve...