Partida Rol por web

Belasko cae por la hendidura entre tejado y tejado, desapareciendo de la vista.

Patrícia ahoga una exclamación de espanto cuando ve caer a Belasko, por un segundo piensa en correr tras él para ayudarle pero por desgracia no puede permitirse ese lujo ya que Gui está preparando otro de sus tenebrosos encantamientos y a ella no le queda más remedio que rezar para poder sobrevivir a ello ya que parece haberse quedado de nuevo a solas contra ése enviado de la Oscuridad.

Patricia empieza a rezar una plegaria, curiosamente intenta darle la vuelta a la plegaría al reves de Gui la Mortandad. Ella misma sienta el poder crepitar en su interior, intentando frenar el del brujo, sin embargo no es suficiente y comienza a sentir como le queman las venas y los mismos nervios, un dolor insoportable que parece venir de muy adentro.

Luis se abalanza sobre el brujo y lo coge por la espalda intentando inmovilizar sus dos brazos. Los dos forcejean pero al ataque ha cogido por sorpresa a Gui la Mortandad. Este se intenta zafar dando violentos empujones y casi parece que se lo saca de encima, pero el comediante lo mantiene bien sujeto.

-¡Ahora o nunca! ¡Damisela tienes que llamar otra vez al rayo!.. ¡Tú puedes hacerlo!... ¡No temas por mi!- Grita Luis con el tono cortado por el esfuerzo, por otra parte Gui se agita, escupe y maldice en francés... pero no consigue quitárselo de encima... de momento.

El grito de Patrícia se propaga por la noche nocturna, rasgándola del mismo modo que el dolor lo hace con ella. Incapaz de soportarlo cae de rodillas al suelo, temblorosa y esforzándose pro contener las lágrimas en sus ojos llorosos.
Había recibido más de una vez golpes o empujones, pero esto ha sobrepasado con creces lo que ella entiende normalmente por dolor.

Por suerte sigue siendo capaz de reaccionar cuando Luis emprende una arriesgada y valerosa decisión que parece funcionar por el momento.
-Pero yo no...- quisiera decir que no puede controlarlo, y que teme dañarle de poder provocar otra vez la ira del Uno, pero no hay tiempo para nada de eso si quiere evitar que el mal se disperse a manos de ese que se hace llamar "Gui".

Sus manos vuelven a entrelazarse algo temblorosas, por lo que ejerce más fuerza en ellas concentrándose en sus plegarias y en su canto suplicante interior, observando las nubes y a ambos hombres...

Luis es apartado de un empujón, pero al oscuro brujo no le da tiempo a apartarse del camino del rayo que cae del cielo. Un resplandor ilumina la zona y por unos instantes se puede ver el esqueleto de Gui a través de su carne.

Poco después todo vuelve a la normalidad y queda en el suelo un bulto oscuro y humeante. El olor a carne quemada se empieza a oler por la zona.

Patrícia desenreda sus manos apoyándose con ellas en el suelo y mirando con ojos algo desorbitados el amasijo humeante en el que se ha convertido Gui, perpleja e incrédula por unos segundos hasta que el desagradable olor de quemado llega a ella y reacciona incorporándose, sujetándose la falda con ambas manos para avanzar hacia el borde del tejado.

-¿Se encuentra bien?- pregunta a Osorio con la respiración aún agitada antes de asomarse hacia abajo -¿Belasko...?- pregunta entrecerrando un poco los ojos cómo si así fuera ver mejor el callejón a sus pies.

Osorio se levanta un poco aturdido, mira hacía ambos lados y musita:

-Tenemos que salir de aquí, antes de que los vecinos empiecen a preguntarse porlo cánticos blasfemos que han oído y venga la guardia de la ciudad... y con ellos, la Inquisición..-

Osorio carga con su compañero de teatro.

-Sí, supongo... Me duele todo el cuerpo- admite con un pequeño quejido, todavía asomada a la calle de abajo con preocupación -Miremos si encontramos algún lugar para bajar, ¿por dónde subieron? Tenemos que conseguir que lleven a Belasko al hospital...- sujeta nuevamente sus faldones y camina por el tejado intentando dar con algo que pueda servir para descender sin excesivas complicaciones, aunque la esperanza de que haya algún tipo de escalera es casi nula.

Las calles están a oscuras, el resplandor de la luna llega a ellas muy atenuado, con lo que es dificil guiarse o buscar una salida.

La única luz que ves es de la terraza por donde habeis venido. Sle una luz tenua y ananrajada, propia de las antorchas, que ilumina parte de la fachada de la mansión Occand.

-Está claro que no es mi día de suerte...- admite con un resoplido por lo bajo antes de darse la vuelta -Buen señor, por aquí, es el único camino que conozco- dice alzando la voz para que Osorio la oiga mientras se dispone a deshacer el camino hecho, aunque antes contaba con el punto de apoyo de Gui, ahora probablemente sea más difícil y lento avanzar, quizá acabe en la calle de abajo cómo el resto.

Con ayuda de Osorio te dispones a pasar al otro tejado cuando al acercarte se escucha un silbido y una saeta se clava justo delante tuyo proveniente del balcón. Otro proyectil lo oyes venir a toda velocidad hacía tí.

Patrícia ahoga un grito mirando la saeta ya clavada en la pared cerca de ella y otro silbido parece "avisarla" de un segundo intento así que intenta apartarse pero el vestido no le facilita nada las cosas... En realidad creía que con Gui ya habría pasado lo peor pero cada vez tiene menos esperanza de sobrevivir a esa noche.

Poseida por el pánico Patricia duda en agacharse o tirarse al suelo, pero tiene miedo de resbalar por la pendiente del tejado y cabar abriendose la cabeza. Sin embargo la duda, que solo es un instante, es suficiente como para dejarla indefensa delante del disparo.

Patricia siente un fuerte golpe en su pecho y un dolor punzante, que se conjunta con el dolor que ya siente todo su ser producto de la magia negra de Gui. Tanto dolor es insoportable y la vista de Patricia se nubla, cayendo en la más absoluta negrura.