Partida Rol por web

Esperó junto al resto de participantes que la que llegara la hija del archiduque, ya que al parecer la cuarta prueba trataba sobre impresionar a la dama para obtener su favor y causar una buena impresión para obtener un puesto privilegiado a su lado, ya fuera como su consejera o su marido.

1.1 Presentacion

Zaorla era una luchadora, pero quería servir, no vanagloriarse de todo y de todos. Quería poder ser lo que siempre había visto, que eran los protectores, los que servían, los que ayudaban. Eran, para ella seres nobles, honorables, que no solo eran valientes en su empeño, sino modestos. No quería ser un pavo que se vanagloriaba de las victorias. - Si gano algo es porque me lo reconocen, no porque me ponga yo las medallas. Soy firme y lo seré.

Con un gesto de cabeza agradeció al resto y finalizó: - Muchas gracias. Se retiró entre los compañeros, hacia atrás de una manera discreta y sin molestar.

1.2 Pateo orco

Primer Goblin 1 Patada 8D (25 y estampado a tocar el suelo)
Total Primer Goblin 25
Segundo Goblin Primera patada 5D  (19)
Segundo Goblin Segunda patada 5D (17)
Segundo Goblin Tercera patada 8D (24 y se estampa a tocar el suelo)
Total Segundo Goblin 60
Tercer Goblin (34 y se estampa a tocar el suelo)
Total Tercer Goblin 34

1.3 Arco

25 metros precision 9,9/7,5/6,6>>15+20+20=55

50 metros  8,9/ 7,8>>15+25=40

75 metros 7,8/7,8>25x2=50 Total 145

1.4 Mano de la dama

Zaorla se había mostrado discreta, y ante otras misiones de obtención de inteligencia, que la habían mantenido tiempo en el campo, se optó por darle un cambio. Era una mezcla entre un premio y un permiso, pero sin darle días libres. Era estar al servicio de la Princesa Corina. Era una guardiana de cámara. Una guardaespaldas de incluso cuando estaba dormida. Se había mostrado tímida, y eso era bastante, en comparación con otros muchos, que habían disfrutado de su orgullo y pavoneado a los 4 vientos. Zaorla era capaz de escuchar, de hacer por entender y empática.

La guerrera se aburría. Era tedio, de horas y horas esperando a que algo sucediera. Tanto que un día, sin querer, se despistó. Era una tarde de calor, mientras la princesa descansaba en una siesta apacible. No parecía que nada pudiera suceder. Nada de nada. La torre era alta. La brisa era leve, y las otras dos guardianas permanecían alerta. Zaorla se fijó en un bichillo que había entrado volando. Era una abeja fornida, pero que volaba silenciosa. Un bichillo que se había colado por los arcos sin ventanas, que permitían el paso a una brisa que refrescaba los sueños de su alteza.

Zaorla curiosa, siguió el pulular de la abeja. Además, no había ... mucho en lo que pasar las horas y era lo más entretenido que podía surgir de allí. De una ventana. Incluso daban un respingo las tres guardianas cuando esta cambiaba de postura, sin siquiera despertar. Silencioso, tranquilo, una brisa agradable. Invitaba a dormir.

LA guerrera, ya aburrida, y sin pensarlo demasiado, de un zapatazo, marcó la pared con la horma de su suela. El sonido no solo alarmó a las guardianas, sino a la durmiente también. Esta, sin saber que pasaba se puso a llorar. - No pasa nada, no pasa nada. Era una abeja y la he pisado. La verdad, es que no solo había espachurrado el insecto, sino que había marcado la pared con sus vísceras y con el polvo de su calzado. La verdad es que en el ímpetu de su "asesinato" había puesto mucha energía, y había arrastrado un mueble, que al engancharse en una cortina de seda, había, a parte de roto el tejido con un sonoro chasquido, había soldado el asta de su soporte y durante unos segundos había, nada silenciosamente, botado por el suelo.

- Discreta ... puñetas. ¡¡¡Me he lucido!!!.

Más guardias entraron de repente en la estancia, justo lo ideal para asustar un poco más si cabe a la princesa. Dos de sus Damas de Cámara intentaban calmarla mientras varios guardias revisaban la estancia. La Sargento de Guardia le miraba con ojos encendidos. Sus pesados pasos eran seguidos por alguien desconocido. Esa mirada invitaba a informar. Un leve gesto de la mano indicaba el lugar donde mirar. Unas manchas adornaban el lugar, y señalaban el punto de partida de un buen estropicio. Mueble movidos y arañado, astil y cortina rotas ... mancha en la pared con varios colores.

- He matado una abeja. Fue su simple contestación, inocente y compungida, con una inocencia que demarcaba que era ... una simpleza y se había liado. El sargento se disponía a abroncar a la guerrera, mientras, señalaba la puerta, para ordenarle que marchara de aquellos alojamientos, pero la sombra desconocida levantó la mano. Vestía una túnica larga y morada, con unos colgantes de diferentes metales, tanto de muñecas como del cuello. Se agachó, y todos quedaron quietos y silentes. Sólo los sollozos de una princesa eran escuchados en aquellos instantes.

El hombre retiró la capucha que cubría su calva cabeza, repleta de cicatrices. Era un hombre muy anciano, con unos ojos que parecían de un invidente y desprendía un halo que aterrorizaba a corazones valientes. Tras los instantes de análisis se cubrió la cabeza y cruzó entre ambos. Sargento y guerrera. En el cruce, dio dos palmaditas en el pecho, muy cerca del hombro a Zaorla y mientras se alejaba comentó: - La princesa es alérgica a la picadura de abeja ... y esa "bestia" ...sonaba a desprecio... estaba encantada para asesinar.

Aún con esas, el sargento relevó a la guardiana, pero en lugar de amonestarla y castigarla, la dejó en paz. No sabía que sucedería, pero ... esperaba ante la puerta del capitán. Se apoyó, con la espalda en la pared, esperando su castigo, mirando la puerta del Capitanía.

- Joder, si sólo he matado un bicho.

    Al parecer la prueba del arco había sido una falsa tregua para que bajasen la guardia, pues la próxima prueba fue anunciada como "La mano de la Dama", Egres no pudo evitar una mueca de desagrado ¿Es que nadie se daba cuenta de la estupidez de aquellas pruebas? No tenían sentido alguno para futuros miembros de la orden. Esperó a que los pregones anunciasen el comienzo de la misma con una creciente desgana, pero justo en ese momento los trovadores anunciaron algo inesperado. La princesa había llegado. Escoltada de la pompa habitual para figuras de tan alta alcurnia, el pueblo parecía idiota dejándose llevar por semejantes eventos, pero al ver el revuelo desmedido que se había generado la curiosidad acabó arrastrándola a observar aquello.

    Y fue entonces cuando la vio, la hija del Archiduque, su belleza era impresionante, un regalo más propio de dioses que de mortales. Cómo Jilokasin, el maldito, el condenado, había logrado engendrar de alguna forma aquella criatura casi ultraterrena parecía ser alguna clase de broma cruel de los cielos. Embelesada por su belleza, Egres fue incapaz de apartar la mirada desconocedora aún de que era ella la noble de quien deberían ganarse su favor. Cuando supo de aquella realidad la congoja se apoderó de ella, como ella, un ser tan indigno podría aspirar a tal proeza. Sin que el resto se percatase, aprovechó para desaparecer por unos momentos pensando algún modo de poder enfrentar aquella prueba.

     La solución llegó poco después, si ella no era digna, quizás otro lo fuera y ella creía saber perfectamente a quien podría recurrir, sería una jugada arriesgada, pero era la única posibilidad de tener éxito ante tamaño desafío. Trató de concentrarse en recordar todos los detalles mientras la atención estaba puesta en las otras aspirantes que se habían atrevido a salir antes que ella. Ya casi lo tenía, el porte, el habla, su aspecto. Y de esa manera, una vez la guerrera terminó su discurso, un hombre que nadie creía haber visto antes, surgió de la multitud para ocupar su lugar bajo el palco de la noble. Sus ropas, pese a solo tener un color, eran distinguidas y su paso firme, seguro y grácil, como si de alguien de proveniente de una casa noble se tratara. Su melena caían cual cascada de caoba y oro, un brillo sagaz iluminaba sus ojos azules. Cuando por fin alcanzó la posición deseada esperó por unos momentos hasta que finalmente hincó la rodilla como muestra de respeto hacia la princesa y a su padre.

    -Mi Señor Archiduque, mi Señora.- El caballero saludó educadamente a sus anfitriones antes de empezar, esbozando una sutil sonrisa cuando su mirada se cruzó con el de la princesa. Aurick era impulsivo así que le costo contener aquellas emociones. -Soy Aurick Taylorhof, el Caballero amatista. Y me presento humildemente ante vos, Corina ya que desde el norte hasta el sur oí rumores sobre vuestra belleza y extrañado por los mismos decidí venir a veros, ahora, embelesado como me encuentro, se que ninguno de ellos os hace justicia. El aura que os rodea irradia una luz merecedora de alabanzas de la que las mismas estrellas nocturnas se sentirían celosas. Puede que mis palabras suenen exageradas o estúpidas, pero no me disculparé por ellas, ya que todos los aquí presentes son conscientes de la verdad innegable tras ellas. Tan solo veros es regalo más que suficiente para hacer que la travesía mereciera la pena, pero permitidme en mi osadía dar un paso al frente y rogaros algo más, ya que este torneo aún esta por acabar os pido una prenda como muestra de vuestro favor y a cambio os prometo ganar el torneo.- "¿Pero qué haces idiota? Nunca hemos lidiado en justas, haremos el ridículo, y lo que es peor, quedaremos en evidencia ante ella" susurró una airada voz en la mente del caballero como si estuviera saliéndose de alguna clase de guión prefijado, pero en vez de mostrar dudas, aquel apuesto hombre se reafirmó en sus creencias justificando en voz alta. -Se que podría pareceros indigno de tal regalo y no me arrepiento de rogaroslo pero con él o sin él realizaré tal proeza, pues veros aquí, ahora y ante todos estos testigos, os digo, que contemplar el sol que os alumbra es suficiente bendición para mostraros la fuerza de mi amor.- Y sin más, el Caballero Amatista volvió a ponerse en pie, saludando a su princesa y a su señor padre, si sería capaz o no de hacer honor a semejante promesa sería algo que no tardaría en verse, pero su férrea voluntad le impedía ver resultado distinto del deseado.

Ishram, en su típica pose de brazos cruzado y hombro apoyado sobre alguna pared nada evidente observó la llegada de la hija del Archiduque y no pudo por menos que emitir un silbido silencioso, reconociendo la belleza de la joven.

Vaya, quien iba a decir que ese carcamal podría engendrar a semejante belleza. Sin duda ha salido a la madre, dedujo como algo obvio, siguiendo con la mirada a la dama. No es que un mercenario estimara en demasía a la aristocracia, pero sabía apreciar la hermosura femenina y después de todo era un hombre, tenía ojos y no mal gusto.

Se recreó con la visión de la joven durante cierto tiempo, hasta que ciertos detalles le devolvieron a la realidad. Observó todo el fasto y la pompa del espectáculo, considerándolo excesivo. Había servido a otros señores y comprendía que la imagen ante el populacho era importante, ganándose admiración y respeto ante los menos pudientes. O envidias. Sin embargo el luchador sabía que por su situación la ciudad necesitaba de recursos para emplearse contra diversas amenazas. Malgastarlo en excesos pudiendo emplearlo en reforzar la urbe de diversas maneras, le pareció algo superfluo.

El hombre se hizo diversas preguntas, principalmente en saber qué carácter tendría la dama. Tal vez era una consentida caprichosa, o una soñadora fácil de encandilar. Una joven con mente infantil a la espera de un príncipe azul, una princesa suave y tímida, o tal vez una jovencita luchadora que se sentía dentro de una jaula de oro. Quien sabe. Fuera lo que fuese el pueblo esperaba que los aspirantes a defensores de la ciudad declamaran o hicieran cabriolas para divertirla. Quedaba clarísimo que en aquella ciudad los bufones escaseaban y ahora los guardias debían ejercer ese papel.

No nos pagan suficiente, pensó con criterio el mercenario, suspirando con cansancio y resignación.

Fueron pasando diversos candidatos, contando su vida, cortejándola o haciendo el ridículo. El objetivo era hacer pasar un rato al pueblo, al Archiduque y a su hija. El estilo narrativo (épica, romance, comedia) lo mismo daba. Así que él emplearía el género soso, muy habitual entre los que no habían cursado estudios de bardo, payaso u otro tipo de titiriteros.

Se acercó al estrado y pidió permiso para acercarse a la joven. Allí, sin tener que recitar cosas que el resto del pueblo ya sabían, se presentó a la princesa recién llegada.

- Mi señora - saludó realizando una reverencia correcta, pero sin ser sobrecargada ni torpe, como la que empleara para con su padre -. Mi nombre es Ishram de Marmor y pertenezco al grueso de nuevos reclutas que recientemente han entrado al servicio de vuestro padre, el Archiduque. Solamente deseaba reiterar ante vos el compromiso que realicé ante vuestro padre y vuestro pueblo, en el que pongo a vuestra disposición mi espada, para defender la ciudad, y mi orgullo, para ser maltratado en crueles e infames pruebas urdidas por la organización para chanza de los ciudadanos - afirmó pasando de un inicio serio y ceremonial a un final con un punto de humor y una sonrisa.

- Patrullaré las calles más bajas y vigilaré desde las almenas más altas. Lugares fáciles de divisar desde las torres de palacio - comentó intencionadamente a modo de que, si la joven se interesaba, tendría opción de verlo eventualmente -. Y podréis observar que seré fiel a mi palabra y mi compromiso con la ciudad, sus habitantes, vuestro padre y con vos - dijo tomando la mano de Corina y depositando un suave beso en el dorso de su mano mientras se inclinaba -. Con vuestra venia - dijo antes de girarse y retirarse.

Solo los más cercanos habrían oído la conversación acontecida y así debía ser. No tenía ganas de ser un saltimbanqui animando al populacho a todas horas. Y menos sobre temas que merecían mesura y privacidad.

El palco alberga a la realeza, y a los nobles de más alta cuna. El centro es, como no puede ser de otra forma, para el archiduque, Anfitrión de la feria, y para su amada hija Corrina . Un espectáculo de gracia, de realeza, y de cuanto el Archiduque ha podido transmitir para el futuro.

El Semigigante se acerca, montado en su feroz montura, su rinoceronte, a rendir sus respetos y ¿Por que no? A dedicar su admiración ante la princesa del reino.

Pero ella... bueno, tiene sus dudas. En el pasado, su ancestro se casó con un semiorco de incuestionable valor. Pero un semigigante... bueno, que un semigigante es otra cosa.

[color=#660099]"Papuchi ¿En serio que quieres desposarme con el semigigante?"[/color]

[color=#880000]"Hija mia, a diferencia tuya, yo viviré para siempre, pero en algún momento deberás de elegir con quien pasar tu vida. Alguien con quien compartir tu vida, y hacerla completa.[/color]

[color=#660099]"Papuchi, pero es que es muuuuu granduchote"[/color]

El archiduque recuerda cuando Al-Harén se presentó ante él.

El reino de Khador, un pueblo beligerante, había decidido probar una mortal pareja de nuevas armas: La psiónica, y el método científico. Su idea: Conquistar y arrasar todos los reinos vecinos, usando un poder que podía entrenar en meses a guerreros que combatirian contra magos ancestrales.

Un reino basado en el entendimiento, y en compartir el poder y la sabiduria era algo que Al-Harén, y cualquier otro desearía. Hasta que vió las crueldades del reino: Adaptarías las ideas del rey Zalathorm IV, o su gente las forzaría en tu mente. Los disidentes eran convertidos, uno a uno, en meros drones sin voluntad.

Al-Harén inició una fuga, de cuanta gente amenazada pudo tomar, y tras llevarlos hasta las fronteras de Cuatro Vientos, luego no dudó en alistarse en las tropas del rey Jilokasín explicandole la situación. De los planes imperialistas de Zalathorm IV y del poder que tenia pensado liberar.

Un hombre valiente, dispuesto a hacer lo que sea necesario.

[color=#880000]"Hija, es un hombre osado, astuto y valiente como ningún otro. Pocas personas plantan cara a una nación entera, por hacer lo correcto. Cualquier deidad lo querría como Paladín.[/color]

[color=#660099]"Jo, Papuchi ¿Es que no te has dado cuenta aún"[/color]

El archiduque se rasca el yelmo ¿Hay algo que se le escapa?

Al-Harén, se acerca al palco llevando un ramo de flores exóticas. Flores del gélido norte, del árido sur, del misterioso oriente, y del exótico oeste. En el centro, un rarísimo e impecable tulipán negro¹. El símbolo de la más perfecta nobleza.

[color=#880000]"Cuentame, hija ¿De que se trata?"[/color]

[color=#660099]"Popi, que te fijes en la monstruosidad de sus caderas ¡ESO NO ME CABE A MI! ¡Me partiría en dos, intentando darte nietos"[/color]

[color=#880000]"Coñe![/color] exclama al darse cuenta del percal

En ese momento, Al-Harén se ha situado bajo el palio. Casi podría subir de un salto, pero...
¡El muy merluzo decide aumentar su tamaño usando sus super-poderes psiquicos! Las flores se hacen gigangescas y espectaculares, como un jardin de las deidades, y su ya grande porte es aumentado.

[color=#CF909B]"Su alteza, le traigo un presente de allente cada rincón del mundo, y...[/color] comienza con su acentito.

Pero la pobre princesa, al ver al semigigante volverse un Súper-gigante, se desmaya. Le ha dado un soponcio sólo propio de una princesa pura, al presenciar un poderoso porpento semegante.

[color=#880000]"¡Las sales!"[/color] exclama el preocupado padre [color=#880000]"Traed las sales para mi hija![/color]

[color=#CF909B]"Esto... su alteza ¿Puedo hacer algo?[/color]

[color=#880000]"Esto... mejor no las traigais, dejadla... dejadla descansar"[/color] dice el sufrido padre

         - Ilustrísimos archiduque y su preciosa hija y heredera del mando del castillo de la ciudad de los portales magicos, centro del comercio interdimensional del reino, la Princesa Corina ... yo Lady Samara Brightblade, la fiel servidora de ustedes y su reino, pongo mi espada, mi lanza, mi caballo, mi escudero, mi persona y la fé que profeso en el dios Paladin a su servicio y los intereses de su pueblo y sus nobles, porque creo que juntos conseguiremos enfrentar y derrotar al mal encarnado que intente atacarnos de una u otra forma, para mi sería el mayor honor que haya tenido desde que tuve la idea de venir a este lugar que ustedes pudeisen considerarme para alcanzar la oportunidad de ser parte de la guardia personal de cualquiera de los dos -      Dijo con voz alta, clara, segura y determinante la paladín con una armadura plateada con los escudos heráldicos de los caballeros de Solaminia, una belleza que casi rivalizaba con la de los misma princesa.

          Entonces desmonta con orgullo y clase el casco que ahora le descubre el bello rostro con razgos élficos y la cabellera dorada que flotaba con el aire, su tez parecía perfecta y el color verde de sus ojos la hacen todavia mas bella, aunque menos delicada que la princesa, sin dudarlo un momento y con la gracia elfica que heredó de su madre dio una palmada a su bella montura de negro azabache para que junto a ella clavar la rodilla en el suelo en clara señal de respeto, así como lo hizo Percival, su fiel escudero, tras un momento que los tres se mantuvieron así y que se escuchó un absoluto silencio durante el cual los tres esperaron alguna respuesta para volver a ponerse de pie

Kami no entendía el sentido de esas pruebas, ya que no sabía si se había alistado para formar parte de la milicia o de los bufones reales, porque exceptuando la prueba de puntería el resto de pruebas habían sido una simple actuación para el entretenimiento del pueblo del archiduque. Y si eso no era poco, ahora tenían que "conquistar" a la hija del archiduque ya que al parecer le estaba buscando un buen partido.  
 
Kami detestaba eso, porque un matrimonio de conveniencia tan solo conviene a los padres de los desgraciados que se casan, y en muy pocas ocasiones son felices. De todas formas, él no tenía intención de conquistarla, y aunque fuese un poco egoísta, sí que intentaría conducirla por el camino de Pelor. Si lo consiguiese en tema de política tendría algo de mano libre para conseguir lo que el Gran Pelor necesitase.  
 
Se acercó al grupo donde se encontraba Corina, y esperó un poco distanciado hasta que pudo "colarse" en medio de la conversación sin interrumpir en la conversación - Señorita, caballeros. Si me permitiese un paseo para charlar un rato ... - dijo mirando a Corina y extendiéndole la mano de forma educada, tal y como se debía hacer en la nobleza. 

Una vez alejado del grupo se presentó debidamente. - Mi nombre es Kami, clérigo de Pelor y sigo su senda para poder ayudar a los necesitados. - finalizando con una pequeña reverencia. - No estoy aquí para conquistarla porque su padre quiera buscarle un esposo, tan solo desearía hablar un rato con vos. -

Empezó a contarle su historia y de cómo se convirtió en clérigo y seguidor de Pelor. - ... y por ese motivo quise alistarme en las filas de tu padre. Pensaba que nos formarían para poder participar como defensor de causas justas, en defensa del pueblo y buscando el bienestar de su pueblo. Pero realmente no estoy seguro si estoy haciendo lo correcto, ya que lo único que ahora estamos haciendo es entretener a la gente como si de bufones nos tratásemos... - estuvieron hablando de los motivos de dichas pruebas y de lo que opinaba Corina sobre ellas, poco a poco fue retomando su objetivo principal, encarando la conversación de nuevo a sus verdaderas intenciones - ... de esa manera podrías ayudar a tu pueblo, ser útil y no sentirte tan solo una marioneta al son de tu padre y de todos los nobles. Podrías convertirte en una seguidora de Pelor, él te guiaría por la senda del bien.  Tan solo los puros de corazón son aceptados, y debo decir que mi lady lo és.

Terminada la charla y de vuelta a donde estaba situada toda la nobleza se despidió con una ferviente reverencia - Si me necesita estoy a su servicio - dejando a Corina con nuevas ideas que ella debería de meditar.

Mano de la Dama. Continuación

El archiduque rememora como conoció al guerrero.

Su descomunal montura tiraba de un carromato lleno de heridos, y el propio Semi-Gigante venia con varios niños a hombros. Y con unas cuantas familias siguiendoles. Llevaban varios dias sin comer nada. Estaban desnutridos, y sólo la divina providencia les permitió seguir el camino sin perderse.
Pero no se rendían.

Más tarde sabría que uno de los refugiados tenia su historia. Cada uno habia sido hecho prisionero del reino, y puesto a trabajar forzados, esclavizados hasta la muerte ¡Incluso un nigromante tiene más consideración con sus no-muertos que los gobernantes de Khador con sus vasallos! Pero las Archimentes de Khandor consideraban la humanidad y el aprecio como meras emociones, y simple lastre para la mente.
La plebe, controlados mediante psionica; los nobles, chantajeados mediante política. Y el reino en búsqueda de un arma para una incesante expansión, para que la bandera roja Khadorita se extienda por el mapa como una mancha de aceite y sangre. Un reino que era una pesadilla de la que no podias despertar.
Sólo un fortuito nuevo poder de la mente, despertado por accidente, le permitió despertar a Guerrero... y escapar de su ejército. De su reino. De la compañía militar con sus colegas.
Para escapar, tuvo que luchar a muerte contra sus viejos amigos.

Tachado como traidor a la patria. Y ayudando a escapar a las familias más pobres y en peor situación, tuvo que planificar la mejor manera de salvarse, y salvarlos a todos. Huir más allá de las fronteras fue una gesta, y una aventura dolorosa. Nunca sudó, sangró y sufrió tanto el hijo de gigantes.

Y los refugiados, que no tenian su forma física, tambien estaban al límite de sus fuerzas.

"Cuatro Vientos, la tierra del Archiduque. Es la tierra prometida" repitió varias veces "Es el único enemigo al que Khador teme. Es lo único que se interpone entre un mundo esclavizado, y la libertad. El archiduque Jilokasin es quien nos salvará"

Y literalmente, les salvó a todos.

¿Fue la suerte? ¿Fue a conciencia por parte del regente? quiza no lo sabremos. Pero la compañía de refugiados se cruzó con una caravana. En ella iba el archiduque, en viaje diplomático por su reino, y en un carromato, blanco como el marfil, le acompañaba la dama Corrina. Una perla de la mañana, un brillo que haría envidiar a las estrellas.

El archiduque no tardó en reparar lo que sucedía, y en recabar el apremiante asunto: Ningún rey quiere que la guerra golpee su puerta. Y estos refugiados de Khandor le traian noticias del reclusivo reino. Un tesoro como pocos.
Y por si fuera poco; un guerrero psiónico, aunque fuese un novato, venía a asistirle y a compartir los secretos de la armada Khandorita.

"Me traes unos súbditos. Y me traes una espada" decretó el archiduque "Yo acepto a ambos en mi reino. Tendreis mi protección. Y tu, semigigante. Dime ¿Cual es tu nombre?"

El guerrero agachó la cabeza

"No tengo ninguno, mi señor. Cuando formábamos, se nos asignaba un número. Cada mañana, un número nuevo. Para no tener identidad" reconoció.

"Pues levanta la cabeza, y recibe el primer regalo. Desde hoy, te llamarás Al-Harén. En honor a la estrella de la libertad del reino de Quadira, que es a donde me dirijo" dijo posándole la mano en el hombro "Te queda mucho camino por delante, Al-Harén. Y espero que lo recorras por la gloria de nuestro mundo."

Y cuando fue bautizado, desde las cortinas del carromato vio asomarse algo.
Primero fue esa blanca mano impecable, como un cristal pulido bajo las aguas. Luego el brillo de los ojos, que opacarían a la luna, y finalmente la tez, impávida ante las eventualidades del camino.

"¿Que ocurre, padre?" preguntó la jovencísima princesa, que apenas contaria con catorce primaveras "¿Nos retrasamos? La carroza es agobiante"

"Hija, hoy daremos un rodeo. Tenemos una tarea importante que hacer"

Al-Harén, al ver esa imagen de perfección que fue la princesa Corrina, supo que nunca estaría al alcance de tal perfección, pero gustoso daría la vida por proteger esa flor de flores en el mundo.

La paladin semi-elfa mira de reojo al guapísimo caballero amatista y le sonríe por momento

    A su regreso al grupo de aspirantes, Aurick no pudo evitar pasar por alto a las otras bellezas allí presentes, sería un insulto pasar a cualquiera de ellas por alto. Algunas más ferales, otras más recatadas y otras solemnes y nobles. Su corazón estaba prendado por la hermosura de Corina pero era incapaz de ignorar aquellos portentos del mismo modo que un jardinero vela por todas las flores que lo rodean. Sin embargo esta vez su atención se detuvo ante la presencia de la paladina cuando ella le dedico una curiosa mirada, su cuerpo estaba esculpido por una vida de dedicación marcial, pero no por ello la hacía menos delicada. Sin poderse contener, realizó un gesto cortés respondiendo con otra sonrisa. "Pero qué se supone que haces, idiota, no estamos aquí por ellas, es a la princesa en quien debes centrarte" dijo un eco distante en su cabeza "Ahora soy yo quien decide eso, mi señora y actuaré como me plazca" fue su silenciosa respuesta.

Celebracion y entrega de premios

Al final hay un gran banquete para todos los participantes, los organizadores , hacen un pequeño discurso agradeciendo a los caballeros su participacion , y se les dice ponerse en cuclillas para ser ordenados caballeros fenix, con 3 toques de espada en hombros y cabeza

A continuacion los jueces dictaminan la clasificacion con sus puntos correspondientes y dictaminan 4 finalistas

1ero/Alharen 33  2ndo/Ishram 31 3ro/Egres 29  4rto/Lady 29 5/Frida 25 6/Kami 23 7/Kragh 21+?(Ultima prueba) 8/Zaorla 19  9/Leiden 0

Al primero le dan una montura de paladin, aunque le preguntan que quiere ya que es dificil de buscar dado su tamaño , al segundo un ejemplar de mascota inteligente, y tambien le preguntan cual, al tercero un pañuelo con escudo bordado de la princesa meno y al cuarto un vial magico

1/Montura inusual según nivel de paladín pág. 204 Guía del DM)  2/Gana familiar y sus beneficios según pág. 200 de GDM . 3/Gana 1 puntos de héroe +1d6 cualquier tirada que puede significar la diferencia entre la vida o la muerte 4/Gana vial de suerte +3 a tirada

Ishram no esperaba ninguna recompensa especial debido a sus demostraciones de pericia en las distintas pruebas. Enarcó una ceja de extrañeza al comprobar que había quedado en segundo lugar, muy muy cerca del campeón. Y sin emplear métodos mágicos ni habilidades sobrenaturales. Aquello hizo que sonriera satisfecho.

Cuando anunciaron la entrega de premios, el mercenario pensó que le entregarían la típica bolsa con monedas. Lo habitual. Su sorpresa fue grande cuando le condujeron ante unas jaulas llenas de animales y le pidieron que eligiera uno.

¿Un bicho? Vaya, pensó entre decepcionado y sorprendido, al no esperarse aquello. Advirtió la presencia de diablillos y elementales, aparte de los diversos animales. No, aquellos no eran bichos normales. El luchador cerró los ojos musitó unas palabras arcanas, por primera vez desde que pisara Ciudad Nexo, y sus ojos brillaron. Entonces comprendió lo especiales que eran aquellas criaturas.

Son familiares, como los que portan magos y hechiceros, reconoció sin dificultad. Aquello era muy distinto. El desinterés y hastío inicial se transformaron en auténtica predisposición a llevarse uno de esos familiares. Los observó con detenimiento, uno a uno. Advirtió el poder de un mefit helado, de un lagarto electrizante o de diversos elementales. Y sin embargo fueron los penetrantes ojos dorados de una simple pero hermosa lechuza blanca los que le cautivaron. Tras mirarse mutuamente durante cierto tiempo, el hombre lo tuvo bien claro y abrió la jaula, mostrando el brazo alargado.

- Ven aquí pequeña - le invitó. Y la lechuza salió y saltó sobre su brazo -. Vaya, eres muy hermosa. ¿Cómo te llamas?

- ¡Uuu!

- ¿Señora Uuu? Vaya, un nombre fácil de recordar - reconoció el sonriente luchador que comenzó a hablar con el ave mientras se alejaba de allí, entendiendo a la perfección lo que esta decía -. ¿Hambre? Qué vergüenza, estos Archiduques que desnutren a sus familiares. No te preocupes, me sé de un callejón donde abundan las ratas. Te darás un festín.

Y la Sra. Uuu ululó de entusiasmo.