Partida Rol por web

Apenas ingresé al lugar y vi tal masacre, pensé lo doloroso que debían de haber sido las muertes de los guardias imperiales en ese lugar. Comencé inmediatamente a rezar en honor al Dios Emperador, para que guardaran las almas de todos estos valientes hombres en lo profundo de su gloria. Tomando aire y valor para dedicarme a mirar a todos los alrededores, entre los cuerpos y todo, ya con la escopeta desenfundada, en búsqueda de algo que nos pudiera ayudar en nuestra misión. Municiones, granadas, etc. También intentaría ubicar desde que lado los mataron, para así poder decidir por qué camino tomar. Finalmente miré a mis compañeros y les dije en un susurro;

-Debemos ir en silencio. Recomiendo ir por la compuerta pues si vamos por cuevas podríamos llegar a un lugar demasiado abierto por el cual podrían atacarnos. –Dije, con cuidado.

Estoy de acuerdo con Alexander, es mejor que vayamos raudos y sin hacer ruido alguno, no vaya a ser que algo nos encuentre. No me apetece arriesgar demasiado el pellejo

Les digo a mis compañeros, haciendo el amago de empezar a partir

Isabella se centra en el horror de la sala y revisa los miembros esparcidos, haciendo una leve plegaria al emperador por sus defensores caídos y pidiendo guía para su grupo...

Mientras reviso los despojos de la habitación, digo a baja voz: "La prudencia es una valor que nunca debe olvidarse... Y frente a esta situación al igual que Quintus recomiendo una entrada silenciosa, así como dejar una ruta de escape limpia a nuestras espaldas..."

Señalo la compuerta detrás de nosotros, ¡esa puerta debe estar abierta y despejada, por si requerimos guarecernos tras ella... La compuerta nuestro lado izquierdo debe ser abierta y asegurada antes de continuar o podremos encontrarnos con desagradables sorpresas si debemos apresurar nuestra vuelta o simplemente regresamos por esta que parece ser la única salida de las minas...!

¡Que el emperador nos guié!, dejo las palabras en el aire y sigo mi búsqueda...

Syagro avanzó cauteloso con su espada al hombro, observando con hastío el estado infecto de aquél lugar. No parecía ni remotamente haber supervivientes, al contrario de lo que Jurtz le había confiado acerca de la posibilidad de que su compañero estuviera aún allí abajo. Otro desgraciado más que nunca volvería a ver la luz.

- Porr aquí...- Murmuró al llegar a la primera bifurcación, que se extendía hacia la derecha del túnel principal. Aguardó unos segundos antes de continuar, el tiempo que tardó en susurrarse un salmo de protección. Luego comenzó a andar, esta vez con la espada preparada para hendir en dos a lo que fuera que aguardara del otro lado.

Y así termina el sigilo y de paso el sentido común... Miro como Syagro se aleja y evoco levemente la imagen de una polilla yendo hacia la luz de una forja de manera inexplicable y algo antinatural... Por no decir que ingenua...

¡Que alguien lo acompañe, por el Dorado Trono de Terra!... El resto revisemos la escotilla, si a alguno aun le queda sentido común y conoce de tácticas militares, cuando no se tienen las habilidades de los sagrados Astartes, hijos del Emperador...

Os acercais a la bifurcacion en posicion de combate con sumo cuidado.

La Compuerta parece bien cerrada pero no imposible de abrir. Todo esta muy oscuro pero parece que mas adelante por el pasillo central se abren algunas opciones mas de caminos...

Desde vuestra posicion veis la proxima que la proxima intersección es de gran tamaño. La luz que la ilumina revela una terrible matanza, y el suelo está cubierto de sangre parcialmente congelada. 

El túnel por el que había entrado a su vez parecía dividirse en dos. Syagro se demoró unos segundos en decidir qué dirección seguir, mientras intentaba escuchar algún sonido que le indicara la presencia de cierta forma de vida. No consiguió discenir nada de todo aquello, y viendo que sus compañeros se tardaban demasiado, optó por echar un vistazo a la bifurcación que se extendía a su derecha, siempre atento y espada en mano.

Observé a nuestro compañero irse y negué con la cabeza. Era mejor que uno de nosotros fuera capaz de atraer a todos y así salvarnos que de manera contraria, por lo que era mejor dejarlo ir a solas. Intenté abrir la puerta señalándole a mis compañeros que me ayudaran, pero todos mis esfuerzos parecieron ser inútiles. Preferí esperar a si uno de ellos lo quería intentar de nuevo para poder ayudarlo.

Vi a nuestro compañero alejarse, y la verdad es que no me gustaba la idea, ya que separarse era lo peor que se podía hacer en este tipo de situaciones. Pero era su decisión, y yo no era quien para quitarle la idea de la cabeza. Tras esperar a que Quintus intentase abrir la puerta, esperé a que algun compañero fortachon mio lo ayudase, ya que yo no es que destaque por mi fuerza

Al otro lado de la compuerta veis una sala de gran tamaño con paredes, suelo y techo de rocormigón.
Hay una mesa volcada en el centro de la habitación y restos de muebles rotos desperdigados por toda la sala. Veis armarios y vitrinas en las paredes, pero todos tienen las puertas abiertas o arrancadas, revelando las telarañas y el polvo de sus estanterías.

Nada mas asomaros escuchais un jadeo provocado por respiraciones rapidas que cesan cuando se termina de abrir la compuerta y escuchais un lloriqueo humano.

Sale de detras de la mesa un hombrecillo vestido con un sucio mono de trabajo marron que evidencia que se trata de un minero. Os ve armados y fieros y se echa al suelo a llorar:

Yo no hago nada. ¡No daño, por favor!  ¡Yo buen hombre, yo leal, minero! ¡Yo llama Rata! ¡Yo pierdo y acabo aquí! ¡Huyo de disparos! Esto es Escombrera. Yo no quería lejos, pero tenía que esconder. Ahí fuera cosas horribles. No salgo. ¡Que me comen!

Sin dudarlo dos veces al ver al hombre escondido me acerco a él y lo tiro al piso, intentando reducirlo, para luego decirle;

-Lo lamento, pero no confiamos en nadie hasta que lo comprobemos. –

Digo, para luego de eso asegurarme que no se pueda mover, y así el resto pueda identificar su identidad, si tiene alguna marca herética o si es un enemigo. No me iba a permitir que nuestro enemigo nos atacara por sorpresa a través de un hombre de este estilo. 

Isabella ingresa de ultima a la instancia y observa la escena del hombre escondido... Luego que Quintus lo reduzca, se acerca levemente y examina su estado físico...

Un sobreviviente, extraño... Una gran oportunidad o una artimaña de los enemigos de la humanidad... Si fuera esto ultimo difícilmente podríamos saberlo a simple vista... En el mejor de los casos nos serviría de guía... Pero hay que tenerlo a la vista cerca, donde podamos meterle una tiro en la cabeza si es necesario... Y esperaba por el Eperador mis compañeros lo entendieran así... Pero si querían seguir el método de Syagro, posiblemente moriríamos en este lugar...

Rata, ¿que cosas horribles viste afuera de esta instancia? ¿Conoces bien estas minas, podrías guiarnos por ellas?

Ya decir... yo ... yo ya decir ... yo asustado... yo correr... yo entrar en Escombrera... aqui solo basura... ¿aqui a salvo? No... aqui mas hombres malos... mas ... mas... dice mientras se desmaya.

Avanzas por el pasillo y ves que a la derecha hay una pequeña gruta de pocos metros que acaba en un foso de algun liquido que desconoces... el foso... esta lleno de cabezas cortadas. Algunas mantienen los cascos de guardias imperiales puestas.

Escuchas algo enfrente tuya (3 arriba)... un ruido húmedo y babeante, como si algo estuviera comiendo con ansia.

Algo se mueve en la oscuridad, algo grande, espantoso y más maloliente que todas las fosas comunes del Imperio juntas.

Camina dando tumbos, cimbreando su inmensa cabeza mientras te clava la mirada de ocho brillantes ojos rojos distribuidos
asimétricamente por su cabeza vagamente humana.

Profiere un gruñido de satisfacción y camina hacia vosotros con andares de pato, ¡y en ese momento veis que aún viste los andrajos de su uniforme de la Guardia Imperial!

Carga... él se dirige hacia ti tambien