Partida Rol por web

Encantado de conocerte pues Agnus dice mirando hacia atrás con el cuello forzado por el peso que carga. 

Por el favor que le estabas haciendo no parecía dispuesto a menospreciarte llamándote "Rata". Parecía un hombre amable y más aún teniendo en cuenta que hablaba con un vagabundo totalmente extraño. Quizás fuese por su profesión como sacerdote... quien sabe.

La verdad es que no soy de aquí amigo mio. Vengo del oeste de aquí, de la ciudad Gaihon. Pero supongo que si te refieres a conocer el tipo de vida de la gente de la capital, si la conozco. Pero si tu interes es por alguien en particular... quizás no te pueda ser de gran ayuda. dice cuando ves que llega a una pequeña casa.

La casa pese a estar en un barrio rico era humilde comparada con el resto. No era nada ostentosa, pero si tenía una hermosa arquitectura y parecía muy confortable. Ves que desde el interior sale una luz, como si alguien esperara allí junto a la hoguera.

Pero vamos, no te quedes ahí. Pasa, pasa... ruega ofreciéndote un lugar en su casa donde comer y descansar. Tu primera reacción involuntaria es de recelo. Por otro lado piensas en lo caritativas que pueden ser algunas personas... parecía que no todo el mundo está corrompido y merece morir al fin y al cabo.

Dudo en el lindar de la puerta. ¿Para qué voy a entrar y perder el tiempo? Este hombre me acaba de decir que no conoce a nadie, por lo que...

- Es todo un honor para mi, eminencia. Pero tengo que irme, he de seguir buscando y no tengo tiempo para descansar.

Me giro dispuesto a marcharme, confuso y con la extraña idea de que tal vez sí supiese algo más de lo que quería admitir. Siendo así, probablemente supiese quien soy y tendría que acabar matándolo. Si no, seguiría siendo una pérdida de tiempo. Mas hoy no tengo intención de marcharme las manos de sangre de un sacerdote, por lo que iré directamente al plan B: recurrir a las putas.

¿De verdad no quieres pasar y cenar algo? insiste el sacerdote.

No deberías esforzarte tanto, seguro que un buen plato caliente te hará recobrar las fuerzas. Y esa persona que buscas seguro que estará contenta de que te tomes un minuto para descansar antes de seguir buscándola. Nadie quiere que sus amigos pasen calamidades. Si tienes prisa márchate después de comer, pero al menos déjame darte las gracias de algún modo.

El sacerdote claramente estaba haciendo su papel de benefactor. La iglesia solía hacer buenas obras para ayudar a la gente pobre y a ti te había tocado toparte un monje de esos. No iba a se fácil convencerlo de lo contrario. Parecía estar agradecido de verdad y quería compensar tu ayuda...

Me lo pienso. No me gusta que me hagan perder el tiempo y el hombre no parece tener ni idea de nada que me pueda resultar útil. Sin embargo, lo cierto es que tengo algo de hambre y tampoco tengo ni idea de por dónde comenzar a buscar información. "Joder, siempre me ha costado, por eso se encargaba el Clan de darme la información y yo únicamente actúo".

- Está bien: acepto. Se lo agradezco, eminencia, y espero no ser una molestia. 

Me inclino en una reverencia y entro en la casa, fijándome en las ubicaciones de las ventanas, puertas y escaleras de acceso al segundo piso. También me fijo en varios rincones de la casa, para evitar desagradables sorpresas. 

Entras en la casa del sacerdote como invitado a la cena. Él mismo había insistido en que debía agradecerte tu ayuda. Ahora, indeciso aceptas su ofrenda esperando reponer algo tus fuerzas y pensar en el siguiente paso a seguir. 

En la casa se respira un ambiente cálido y agradable. Nada comparado al frió refugio del que ahora disponías. Pese a estar acostumbrado a tener que lidiar con eso, no podías hacerle ascos a un lugar así. En el fondo, y pese a no quererlo reconocer tu sabías que tu vida no era precisamente cómoda. Quizás en un futuro las cosas cambiarían y siendo la mano derecha del Djinn todos te respetarían. Te esperaba un lugar de honor entre los miembros del clan.

Pero en ese momento te das cuenta de que hay más gente en la casa. Una muchacha joven sale con la comida lista...

¿Tenemos visita Doromus? No me habías dicho nada. Lo siento si no hay suficiente comida para todos. Mi nombre es Larey, encantada de tenerle en casa. Los amigos de Doromus siempre son bienvenidos aquí. 

Hago una pequeña reverencia a la joven mujer, mirándola sin perder detalle. Hace meses que no lleno mi alcoba con el calor de una moza y ésta, a pesar de ser pelirroja, está de muy buen ver.

- Mi nombre es Agnus. Es para mi un honor compartir mesa con ustedes -Murmuro con voz cansada, manteniendo la farsa de ser un viejo.

Poco a poco, voy adentrándome más en la casa hasta sentarme alrededor de la mesa. No me quito la capa cochambrosa ni el sombrero medio roto, así como tampoco dejo a la vista ninguna de las armas que llevo encima.

- ¿Es usted natural de la ciudad, señorita Larey? ¿O también se ha mudado como el señor Doromus?

Yo soy discípula del sacerdote Doromus. Ambos somos de Gaihon, y hemos venido a ayudar a un amigo. Supongo que usted si es de la ciudad ¿me equivoco? dice poniéndote el plato caliente en la mesa.

Tenga, tome algo caliente. Ya empieza a refrescar y parece que el mal tiempo no tardará en llegar. Nosotros no tenemos mucho mas podemos dar cobijo a la gente que lo necesite. En la iglesia de Gaihon atendemos a toda la gente que necesita ayuda, pero aquí no tenemos los medios necesarios. 

Finalmente coloca todo en la mesa listo para cenar. No era comida especialmente exquisita pero si mejor que tus humildes provisiones. Esto te daría fuerzas para continuar al menos durante los próximos dos días. Estabas acostumbrado a pasar hambre si era necesario para el cumplimiento de tu cometido, pero eso no quería decir que te privases de nada si se te presentaba de esta manera.

La muchacha me recuerda vagamente a mi hermana mayor, lo cual me enfurece bastante. Aún sigo acordándome de mi familia carnal... y lo odio. Odio la debilidad de mi padre al morir. Odio la debilidad de mi madre y mis hermanas al dejarse matar.

Aprieto los puños sin apenas darme cuenta, encorvado aún en una incómoda postura para seguir con mi disfraz de anciano.

- No soy de la ciudad, estoy aquí de viaje y me iré en pocos días -Explico-. Busco a una persona, tal vez los Dioses me hayan guiado hacia vosotros... ¿vuestro amigo es, por voluntad de los Dioses, el señor Veredio.

- Que Dios os aguarde por esta cena caliente, mis señores.

Me siento a un lado de la muchacha, cogiendo un cucharón y llenándolo de sopa. Lo aproximo a mi boca y, primero, lo huelo en busca de algún posible veneno. A priori no reconozco ninguno, así que me lo trago.

Acabas todo el plato que te ha llenado bastante. Como era de esperar la comida no contiene sustancia alguna fuera de lo normal. Con el estomago lleno prosigue la conversación...

No conocemos a esa persona. Nuestro amigo es un noble caballero llamado Mariscal. en ese momento te quedas paralizado. Conocías ese nombre, solo necesitabas recodar de que.

La muchacha sigue hablando mientras tu cabeza busca esa cara con la que relacionarlo...

Si queréis podemos acompañaros hacia el suroeste. Nosotros nos dirigiremos allí en breve. Quizás en una semana o así. Pero todavía tenemos algunos asuntos que atender. aquí.

Mariscal...

Guardo silencio, pensando en las opciones. Recuerdo perfectamente quién es Mariscal. Era uno de mis objetivos que, obviamente, ha dejado de serlo al cambiar mis prioridades para con el Clan. Miro a la chica.

- Disculpen -La interrumpo-, ¿podrían conseguirme una audiencia con Sir Mariscal? Debo explicarle algo. Su vida peligra.

No es del todo cierto. Su vida peligraba, ya que su asesino, yo, ya no va detrás de él. Pero tal vez así la audiencia sea más rápida y, ¿quién sabe?, tal vez pueda conseguir información de mis dos objetivos gracias a su ayuda.

Por desgracia nuestro amigo se ha marchado de la ciudad y nos ha dejado a nosotros al cargo de sus asuntos. Pero si lo que le trae aquí es lo mismo que está movilizando a tanta gente... quizás sea la diosa la que lo ha traído a nuestra casa. A veces, las personas que menos creemos pueden ser las más importantes. dice intentando valorarte por encima de tu aspecto cochambroso.

Esa muchacha estaba divagando acerca de la posibilidad de que tu fueras alguien importante? alguien relacionado con el equilibrio? O tal vez era solo una impresión tuya? 

Pero que sabéis acerca de Mariscal... por que decís que está en peligro su vida?

Notas entonces de repente como la mirada de Doromus, el sacerdote, cambia. Conoces perfectamente esa mirada, sospecha que hay algo extraño en todo esto... 

Miro de reojo al señor Doromus y después a Larey. Asiento con la cabeza y la inclino ligeramente.

- Como bien podéis observar, soy un mendigo, pero no soy completamente pobre. Trabajo para un señor importante cuya identidad no os puedo revelar, mi misión es estar en las calles y enterarme de todo lo que se cueza. ¿Os suena un Clan llamado Cisne Negro? Han enviado a dos de sus hombres, apostados aquí desde hace tiempo, para matar a Mariscal y dos objetivos más cuyos nombres no logré escuchar.

Inclino algo más la cabeza.

- Por los Dioses, si esto llega a oídos de las personas equivocadas, soy hombre muerto.

¿ Estáis diciendo que Iza y Mariscal están en peligro ? Esto se esta volviendo cada vez más peligroso... Como ya te ha dicho Larey, el caballero Mariscal no se encuentra en la ciudad desde hace varios días. Solo Iza esta todavía en Saburunda... Que la diosa nos proteja susurra finalmente casi para sus adentros

Hemos de hacerle llegar a Iza el mensaje de que está en peligro y quienes son los que intentan asesinarla. Ya sufrió hace unos días el ataque de uno de esos malnacidos. Y no podemos dejar que vuelva a correr peligro. Por favor Agnus decidnos todo lo que sepáis para que podamos ayudara  nuestros amigos...

La situación empezaba a ponerse complicada. Si te encontrabas directamente y en persona con Iza no sabes si podría llegar a reconocerte. Eso quizás era demasiado peligroso, pero por otro lado, poner a tus antiguos enemigos de tu lado para matar a los traidores del clan te satisfacía sobremanera...  Quizás, con un poco de suerte hasta se mataran entre ellos.

Asiento con la cabeza y remuevo las manos nervioso.

- Tienen que saber, que si alguien se entera de que he intervenido... soy hombre muerto. Por favor, no digan que yo... por favor, se lo suplico. Aprecio mi vida, aunque los días se hagan tan largos que parezcan no tener fin. Por favor, os lo suplico.

Tras tragar saliva y fingir estar al borde del llanto, susurrando como quien no quiere la cosa que debería haberme mantenido al margen, que esto era superior a mis capacidades, les explico:

- Oí a dos hombres. Uno se llamaba Targul. El otro era Veredio. Pretendía espiar a éste último de más de cerca, pero ahora que sé de qué va el asunto, doy gracias a Dios por no haberme encontrado con él. Sólo los Dioses sabrían qué habría sido de mi de haber...

Vuelvo a susurrar, fingiendo no ser consciente momentáneamente de que pueden escucharme.

- Más habría valido que no hubiese escuchado nada. Agnus idiota. Agnus sucia rata inmunda.

Si lo que decís es cierto, debemos salir cuanto antes y encontrarnos con Iza. Vos tenéis que venir con nosotros y contarle personalmente que es lo que pretenden esos hombres. te dice la joven Larey. Ella debe saber quienes han sido los que intentaron acabar con su vida. Y si un clan en la sombra pretende acabar con los salvadores del mundo...

Doromus la detiene en ese momento. 

No hay nada más que decir, cada segundo que pasamos aquí su vida corre gran peligro. Todavía no se ha recuperado del todo del ataque así que estará desprotegida. Si esos conspiradores tienen contactos en palacio... puede que estén vigilándola más de cerca de lo que cree.

​Rápidamente recogen sus cosas. Entre ellas varios de los libros que Doromus traía consigo. En menos de cinco minutos están listos para dirigirse a palacio. 

Iza ahora mismo se encuentra en dependencias de palacio recuperándose. Aprovecharemos para reportarle nuevas acerca de nuestros avances.

Pese a tu  perfecta actuación todavía ambos estaban ligeramente recelosos de dar más información de la debida. Acompañarles a palacio era un gran riesgo que debías pensar si podías permitirte...

Debería mantenerme al margen, desaparecer y ver cómo suceden los acontecimientos con paciencia. He sido entrenado para tener la cabeza fría en cualquier momento, el plan puede tener errores y fracasar, pero si nos dejamos llevar por la lógica, saldrá bien y mis antiguos objetivos se cargarán a los nuevos. Con suerte se matarán todos.

Pero lo cierto es que prefiero asegurarme. Tengo las armas preparadas. Estoy listo para reaccionar en caso de que salga algo mal. Accedo a ir con ambos al palacio.

Con paso ligero apenas tardáis diez minutos en llegar. La noche empezaba a tornarse cada vez más fría y unas nubes oscurecían la luna que estaba en el cielo. En la penumbra Dos guardias hacen su trabajo frente a las puertas de palacio. Al ver al sacerdote le dejan pasar sin hacer preguntas. El acceso había sido demasiado fácil  lo arriesgado era encararte con Iza sin que te descubra...

Con mucha precaución y estando atento a lo que te rodea llegas finalmente a una gran sala. No tardas en darte cuenta de que es una especie de sanatorio. Allí había varios enfermos encamados, gente que se recuperaba de sus heridas, probablemente todos de la baja nobleza. 

El sacerdote empezó a buscar a su compañera, la bruja por todas partes pero no dio con ella. Más tarde y tras preguntar a una de las curanderas del lugar, se enteró de que la muchacha se había marcado aquella misma tarde...

No sabemos donde está. Dicen que se ha marchado hoy mismo de aquí, pero no ha venido a vernos. Es posible que se marchara tras la búsqueda del sir Mariscal, pero no podemos dar nada por sentado. Aclaró el sacerdote

Quizás le haya ocurrido algo malo Doromus, tenemos que encontrarla. dice la chica con urgencia. Puede que ya se haya recuperado de sus heridas pero todavía ellos pueden estar ahí fuera buscándola. ¿Y si ya han dado con ella?