Partida Rol por web

Mi prometido me agradeció los cuidados, ante lo que respondí con una amable sonrisa antes de volver a ponerme en pie. Recibí las ropas de la mano de Airel y me dirigí al fondo de la cueva, donde me valí de la discreta oscuridad para asearme un poco y cambiarme. Tendí mis ropas cerca de las de la elfa, y ataviada con sus prendas regresé al grupo.

- Gracias, Airel. – le dije a la mujer con una tenue sonrisa, antes de sentarme sobre uno de los sacos, cerca del fuego pero también de la pared de la cueva.

En seguida Loth II se acercó a mí, tumbándose a mis pies, y aproveché para comer algo mientras el resto trataba de obtener información de los objetos que habíamos conseguido. No tardaron en compartir la información que habían logrado, aunque esta no era mucha.

El colgante de Tarkas parecía servir para invocar algo, pero no sabíamos el qué. Por otro lado, la niña emanaba magia, aunque no sabíamos seguro si provenía de ella o simplemente era un encantamiento que habían aplicado en la pequeña. Ambos datos eran inquietantes, mucho, pero poco podía ahondar yo en ello. Respecto al resto de objetos… Lo dicho sobre estos me era más familiar, lamentablemente.

Mis ojos se desviaron hacia Lothlouin, de forma lenta, temerosa, encontrándole mirando al fuego casi como si se encontrara en trance. Al terminar de darse las explicaciones comenzó a hablar, preguntando por la distancia hasta el lugar donde debíamos llevar a la pequeña antes de ahondar en la forma de abordar nuestra llegada. Mis ojos se abrieron como platos al notar que interrumpía su propio discurso, dándome cuenta que había llegado a la misma conclusión que yo.

Draluin…

El resto continuó hablando, aceptando la necesidad de ser precavidos, y especulando sobre el lugar donde podría estar el castillo.

- Fuimos atacados en repetidas ocasiones en Puerta de Baldur, de allí huíamos… - comenté como si nada, pensando en si serían esas mismas monedas las que habían pagado aquellos repetidos ataques durante nuestra estancia en el lugar. – No sé a qué distancia estará la casa. – respondí a Lothlouin en un susurro, acercándole unas nueces antes de volver a sentarme, esta vez recostándome en la piedra.

Me quedé pensativa ante la pregunta de Endozal, tratando de recordar lo que sabía sobre aquel lugar.

Con un gesto lleno de extrañeza en mi rostro, oigo las voces alrededor de la hoguera. Tan sólo alzo la mirada al sentir a Caelny a mi lado, ofreciéndome algunas nueces para reponer fuerzas, momento en que me ofrece una respuesta entre susurros. Ese momento de intimidad, lo aprovecho para tratar de comprender la situación, dada su sabiduría en esas cuestiones.

Ehm... ¿Esto es normal, Cae? -Le susurro- Que alguien haga una pregunta y nadie responda, ¿es normal entre los pueblos b...? -A punto estoy de utilizar el término que me enseñaron desde bien pequeño, bárbaros- ¿...entre los pueblos no élficos?

Mientras tanto, se me ocurre que, dado que no he llegado a gastar las cargas diarias de mi cinturón curativo, es buena idea hacer uso de ellas antes de irnos a descansar esta noche. De modo que paso mi mano por la hebilla y activo una de ellas.

Los conocimientos de Caelny os dan, a la mayoría, una nueva visión sobre el valle.

Se trata de un lugar en el que se dice que solo hay dos estaciones, primavera y otoño. No es que el invierno y el verano no existan, pero duran tan poco que no merecen ser considerados. La flora es diversa, cambiando casi radicalmente de un extremo al otro del valle. Mientras que al norte los bosques son de hoja caduca y pasan por todos los colores que puede vivir una hoja en su ciclo vital, al sur el verde es permanente pues el clima es mucho más tropical. Ambas zonas están separadas por valles de hierva y arbusto. No se trata de grandes llanuras, pues la orografía es accidentada, llena de colinas y ríos, acantilados y pequeños macizos de árboles.

La fauna varía de un extremo al otro, como la flora. Y, además, se rumorea que con cierta frecuencia aparecen especies extrañas, nunca vistas por los campesinos.

Al este se alzan grandes montañas, hogar de orcos y trasgos -y otras cosas si se atiende a los rumores- y al oeste se haya la única entrada sencilla al valle, por donde estáis entrando.

En el centro del área considerada "Valle de Uzerth", se encuentra el castillo de la familia gobernante. Rodeado por una pequeña aldea y erigido sobre los restos de un asentamiento mucho más antiguo, aunque no haya más pruebas de ello que las historias y leyendas.

Poco más se sabe, las noticias no salen del lugar con mucha frecuencia.

Tomó nota de la situación del Castillo, según la descripción deberían seguir rumbo al este hacia las montañas para encontrar el centro del Valle, tarea que para él no sería fácil. Estaba fuera de su área de confort en este Valle.

- Esa información de la situación del Valle, nos podría hacer avanzar más rápido. Siempre he considerado que el conocimiento es el mayor poder de este mundo, más incluso que el dinero y la fuerza. dijo mientras sacaba su block de notas para anotar todo la información que había adquirido durante el día e intentar esbozar un dibujo del valle como lo había descrito Caelny. - ¿Podrías dirigirnos hacia el castillo, Caelny? dijo mirando a la pareja de elfos, con ella en tierra y Silver surcando los cielos, podrían recorrer el camino rápido y evitando los contratiempos y peligros.

Al igual que fik, airel actualiza sus notas, esperando que le sean de utilidad mas adelante, haciendo algunos otros apuntes mientras el resto habla del tema, tenia experiencia con algunos de ellos, el camino no parecia muy dificil como lo contaban aunque igual eran solo palabras por el momento, quisas al dia siguiente seria un asunto diferente, por el momento lo mejor seria descansar

Supongo lo sabremos hasta que estemos en camino

Una pequeña sonrisa se escapó de mis labios ante la pregunta de Lothlouin, viendo como él mismo se corregía al hablar sobre los que no eran como nosotros. Toda esta aventura estaba resultando demasiado peligrosa, pero también estaba desembocando en cosas buenas, como que poco a poco fuera más comprensivo con los humanos, y…

Miré mi mano abierta un momento tras cederle las nueces, girándola y paseando fugazmente la mirada por mis largos dedos antes de cerrarla y apoyar el puño sobre el suelo; mirándole con una gran sonrisa.

- No, no es lo normal. Creo que todos estamos un poco nerviosos. – traté de justificar a nuestros compañeros, esperando que de veras sólo hubiera sido un despiste de estos.

Volví entonces a mi sitio, concentrándome en rememorar lo que sobre aquel valle conocía, y tras analizarlo detenidamente abandoné mi reposo en la roca; acercándome más a la hoguera para relatarles lo que sabía. Sentada con las piernas cruzadas, y con la luz de aquella fogata iluminando mi rostro y ayudando a sonrojar mis mejillas, les conté todo lo que sabía del lugar.

Entonces, Fik me preguntó si podría dirigirlos hacia el castillo, cosa ante la que en seguida asentí.

- Claro, podría encabezar la comitiva. De hecho al tratarse de un terreno tan frondoso y desigual, creo que sería lo mejor… Silver puede darnos una buena perspectiva desde el aire, pero nosotros vamos por tierra… - acepté con humildad, aun a sabiendas de que en otras circunstancias, nadie hubiera dudado de que el explorador debía ser el encargado de ello. – Es importante que descansemos bien, quizás deberíais ir durmiendo. – sugerí a todos, terminando por fijar mi mirada en Lothlouin, en una clara indicación de que durmiera; antes de dejar que mis ojos se perdieran en dirección a la entrada trasera, pensando en el camino de mañana.

El sacerdote de Pelor se ofrece a hacer la siguiente guardia en la entrada, cuando el guerrero Tarkas se canse. Pero mientras llegue ese momento, dormirá para renovar sus fuerzas. No es un lugar especialmente incómodo. La cueva no huele mal, hay ventilación, y el fuego crepita suavemente creando un ambiente agradable, además de calentar.

La niña descansa plácidamente, ajena a los problemas que causa y al misterio que la rodea.

El viaje hasta la cueva avisado algo mas placentero gracias a la nueva curacion del clerigo, sentia que las costillas estaban mejor, muy magulladas, pero soldadas de nuevo. Estaba absorto en mis propios pensamientos durante el camino, la niña parecia estar bien, emanaba magia como un rio, no se hasta que punto eso era bueno, pero yo no era el experto en magia, si los demás lo consideraban normal, yo tambien, mi trabajo es protegerla con los aceros, y eso pensaba hacer.

Al llegar y esconder a los caballos, me ofreci para la primera guardia, sabia que muchos de mis compañeros usan magia, y para renovarla tenian que descansar. Me quedo quieto, como una estatua, en la entrada de nuestro improvisado campamento, mirando al exterior y con las manos apoyadas en las empuñaduras de mis hojas, envueltas en la capa para no llamar la atención. No sabia cuanto tiempo iba a aguantar de pie, el cansancio junto a las heridas estaba haciendo mella en su estado de salud, sabia que tenia que descansar, pero seria el ultimo en hacerlo. 

Para distraerme escuchaba la conversación de los demás, yo tampoco sabia nada del castillo ni de como llegar a él, por lo que guarde silencio. La notitica del medallón tampoco templo mi estado, no sabia de magia, me daba lo mismo para que fuese, solo sabia que debia llevarlo, mas como el peso, la carga, de algo que sabes que es importante, de algo que depende el futuro de la empresa, mire la bolsa de cuero donde lo guardaba y me preguntaba que nuevas pruebas me iban a traer y hasta que punto estaba preparado para solventarlas.

De esta manera me di cuenta que mis parpados se cerraban, sin dar cuartel alguno, por lo que puse fin a mi guardia para darle al cuerpo el merecido descanso que precisaba. Saque el petate y lo puse cerca del fuego, despetando a Malak para la siguiente guardia. -Despertad, camarada, os toca guardia. -Le susurré mientras movia su hombro.

Durante la meditacion completo mi dirario y remplazo y al terminar ayudo con las siguientes guardias