Partida Rol por web

Cuando salen y el italiano ve que los gorilas les ignoran, simplemente corre junto al grupo, con sus espadas en la mano en su camino se entrometen unas cuantas lianas que no duda en cortar con su arma para seguir corriendo.

Cuando los gorilas regresan transformados mira a Shoak -¿Eso no sera la maldición? -busca en el nativo algo mas de información pensando, esperando que para el esto sea algo mas familiar.

Shoak no se detiene a mirar ni abandona su forma de roedor. Con ese cuerpo, mas pequeño y discreto, había mas probabilidades de sobrevivir que con uno grande y musculoso.

Antes de abandonar al grupo de humanos Shoak escuchó el comentario del italiano. Así eran los humanos, necesitaban ver para creer y el aborigen tenia muy claro que después de haber ignorado sus palabras y burlado de sus creencias, no moriría por ellos.

Elisa empezaba a estar totalmente desconcertada con lo que pasaba. La "maldición" era ahora palpable e inexplicable. Para una mujer de ciencia como ella un misterio como este representaba una gran atracción por el que se habría detenido para poder examinarlo mejor...

... pero el sentido común y el de la supervivencia se impusieron y dedico todas sus energías a continuar corriendo

Estaba claro que todos querían evitar la lucha hasta que fuera algo inevitable. El viejo explorador corrió con sus compañeros echando ojeadas de vez en cuanto para controlar la distancia que había entre ellos y esas bestias - ¡Corred! - Por el momento, solo habían visto que mala pinta tenían esos bichos, pero Rodrigo estaba seguro de que en cuanto se pusieran en movimiento, se darían cuenta de muchas cosas más - ¡Corred, insensatos!

Crees que efectivamente es cosa de una maldición, pero no es algo que puedas relacionar fácilmente con tus estudios o todo lo que conoces sobre magia. Esas cosas suelen ser mas del mundo de las supercherías y supersticiones.

El grupo sale con los talones golpeando su trasero. La lluvia lo vuelve todo mas resbaladizo y las nubes causan que todo sea mas oscuro y complicado dentro de la jungla.

La antorcha de Boltar aún sigue encendida y su brea aguanta el embite de la lluvia sin apagarse, lo que proporciona una liger luz para la huida.

Sin embargo los monos no parece que vayan a quedarse contentos con dejar escapar a sus victimas y, entre alaridos y gritos guturales, inicial una persecución entre la jungla que se prolonga durante bastante tiempo.

Assisi nunca se deja guiar, es un hombre orgulloso. Igual no se guía muy bien pero su resistencia corriendo es legendaria.

Yo estoy demasiado ocupado controlando la distancia entre mi culo y los colmillos de esos gorilas. Por lo que me limito a controlar de reojo a los que van delante mio(Assisi y Rodrigo).
Si ambos toman caminos distintos, sigo a Rodrigo. Que de momento ha demostrado ser mas listo y experimentado que no el suicida italiano :D.

El italiano estaba mas pendiente de correr que de mirar por donde iba.

Shoak siguió corriendo hasta perderse en la espesura. Estaba seguro de que seria a los humanos a quienes persiguieran, por lo que lo mas sensato seria ir por un camino distinto. Shoak corría y escabullía como un verdadero roedor, echando una fugaz ojeada por encima de su lomo por si alguien o algo le seguía, pero no estaba en condiciones de ser un guia servicial y atento.

Elisa seguía a sus compañeros todo lo rápido que podía pero sus propios nervios hacían que de vez en cuando mirase atrás e incluso se diese la vuelta para comprobar la distancia a la que estaban de los monos. Eso, unido a lo incomodo de su rifle y el resto de atavíos que llevaba a la hora de correr, no hacía más que enlentecer su marcha, aunque lo cierto es que sus compañeros también parecían un poco fatigados.

- ¡Mierda, parece que se acercan los jodidos gorilas! - Si mi padre me oyese fijo que tendría algo que decir de mi lenguaje barriobajero.

A falta de un guía, el grupo corría alocadamente por la selva intentando huir de los gorilas. El viejo explorador sabía que si seguían de esa manera, pronto serían la cena de esas bestias – Maldito perro sarnoso, me las pagarás…

La distancia era suficiente. Don Rodrigo dejó de mirar atrás y se concentró en la jungla. Impenetrable oscuridad, lluvia tormentosa, espeso follaje y fango resbaladizo. Todo estaba dispuesto para el fracaso, pero en las situaciones límite, el temple se imponía.

¡No os separéis de mí!

El viejo explorador tiró de oficio y recuperó sensaciones largamente olvidadas. Todos sus sentidos se concentraron en un solo objetivo: encontrar la manera de dejar atrás a sus perseguidores.