Partida Rol por web

Perry refunfuñó, parecía que habíais dado con la tecla sobre cómo obtener la información necesaria. "Tan solo" había que intimidarle con las palabras adecuadas.

- La dinamita… oh... hay tanta que lo hará saltar por los aires… - rió

- Por mucho que lo intentéis no llegaréis a tiempo… prepararán el asalto a la altura de High Water, eso está bastante lejos de aquí ¿no creéis? Yo si fuese ustedes iría allí ahora mismo… igual tenéis una mínima posibilidad de detenerlos… aunque igual morís ¿qué pena, verdad? Jijiji – después intentó mirar a través de la pequeña ventana que había en la celda.

- Es el tren de las doce... tic tac tic tac - volvió a reír.

Sabiendo que era una oportunidad de oro para sacar a la luz vuestras capacidades, decidisteis que ir hasta aquel punto y resolver la situación podría ser justo lo que el programa esperaba de ustedes, además el Sheriff os había dejado a solas, ni siquiera estaba por allí.

Raudos y veloces salisteis de allí y os montasteis en unos caballos que reposaban tranquilamente en el pesebre. Con un golpe seco y poniendo a prueba vuestra adaptabilidad a la situación cabalgasteis a gran velocidad siguiendo las vías para llegar al punto que Perry advirtió: High Water.

Por costumbre, miró su muñeca izquierda donde normalmente llevaba un caro rolex pero, ahora sólo había una mugrienta pulsera de cuero desgastada. No sabía cuánto tiempo tenían, siendo el primero en correr fuera de la celda sin percatarse siquiera si el Sheriff seguía ahí, escuchando la conversación.

¡Vamos! – Abrió las puertas de un manotazo y deseó tener su coche en el lugar o el móvil para llamar un taxi, teniendo que esperar siglos siquiera a que se inventara la tecnología. Lo único que vio fueron caballos, acercándose a uno de ellos, un hermoso equino color marrón que tranquilamente comía paja.

No era la primera vez que se subía en ello de esos animales. Había practicado cuando era más joven la equitación ya que la entrenadora era una mujer hermosa. Lástima que no le fueran los hombres…- Algo bueno sacaría de la experiencia, subiéndose de un ágil salto y cogiendo las riendas antes de ir al galope, siempre con las vías en el lateral.

Una vez que Perry el Tuerto nos reveló lo que necesitábamos saber sobre el asalto al tren, salí del edificio y me dirigí presurosa hacia uno de los caballos, subiendo a él con agilidad. En mi juventud había montado a caballo y creía haber olvidado parte de esos conocimientos, por lo que me sorprendió la facilidad con la que estábamos cabalgando.

Cabalgábamos todo lo rápido que podíamos en dirección a High Water, siguiendo las vías del tren. Por lo que tenía entendido, las máquinas de vapor de la época no eran especialmente rápidas, por lo que no tardaríamos mucho en alcanzar al tren antes de que se produjese el asalto.

O, al menos, eso esperaba.

Siguiendo las vías durante casi veinte minutos llegasteis hasta una zona rodeada por montañas que resultaba el sitio perfecto para realizar una emboscada. Afinasteis vuestros sentidos para comprobar si había alguien más allí y acertasteis de pleno al comprobar que cerca de dicha vía había un grupo de tres personas que estaban preparando algo.

Dejando atrás vuestros caballos y accediendo a pie a aquel paso montañoso, observasteis con claridad que aquellos tres hombres estaban preparando un cargamento de dinamita que habían transportado con una mula de carga.

Aprovechando la cobertura de las rocas ellos consiguieron pasar desapercibidos ante ojos no entrenados, pero ustedes sabíais que allí se cocía algo y teníais que entrar en acción.

Mientras cabalgaba oteaba los alrededores y, en alguna ocasión, se giró para comprobar si su compañera galopaba con ella, saludándola con la mano que no sujetaba la rienda y señalando con dos golpes de muñeca a un lateral, donde esperaba “aparcar” al caballo, bajándose de un salto.

Se llevó un dedo a los labios para invocar al silencio, comprobando que no estaban del todo solos. Acercándose con disimulo a un lateral, echó un vistazo para ver a tres personas trabajando en sus asuntos. ¿Serán los maleantes? Acarició sutilmente su revólver sin sacarlo de la funda, sopesando las posibilidades que tenían.

Dos contra tres. Dinamita por medio. Puntería en el culo.

Negó con la cabeza, sabiendo que no entraría en conflicto en esos momentos al temer una bala perdida que los hicieran volar por los aires. Se agachó entre las rocas, buscando la sombra y cobertura que les brindaba, buscando un ángulo donde tenerles a tiro si las cosa se complicaban mientras esperaba.

Tres hombres preparando un cargamento de dinamita con el que probablemente intentarían volar las vías del tren o incluso el propio tren cuando este pasara. Estaba segura de que podía enfrentarme al menos a dos de ellos porque siempre había tenido buena puntería, pero eran tres y mi compañero, el spaghetti, tal vez no fuera demasiado bueno disparando...

A mi mente acudió la idea de dispararles allí mismo, mientras manejaban la dinamita, directamente a uno de los cartuchos para provocar una explosión que les alcanzaría de lleno. Si a Django le había funcionado para librarse de un esclavista, nos podría servir también a nosotros.

No obstante, era arriesgado. Demasiado arriesgado, y podríamos provocar que las vías del tren fueran dañadas inútilmente. Era mejor esperar a que tuviéramos una mejor oportunidad, por lo que decidí agacharme junto a mi compañero, entre las rocas, sin quitar el ojo de encima al trío de maleantes.

-No lo hiciste nada mal antes, en la comisaría, con ese tuerto -le comenté al italiano, intentando sacarle algún tema de conversación mientras tenía lugar la espera-. ¿Qué eras antes de unirte a Imperus? ¿Negociador?

Pensasteis que lo más sensato era permanecer ocultados de cara a buscar la oportunidad perfecta para actuar evitando así derramamientos de sangre innecesarios. Pasaron un par de minutos donde actuar sin llamar la atención era imposible ya que dos de los bandidos estaban haciendo guardia mientras que uno de ellos se dedicaba a ultimar los preparativos.

De repente os disteis cuenta que seguir esperando era ya demasiado peligroso, y más aún cuando parecía que el bandido que se encargaba de la bomba estaba dispuesto a montar su caballo e irse de allí ¿significaba entonces que ya no había nada más que hacer? Entonces el hombre con un rápido gesto ordenó a sus subordinados que abandonasen el lugar; ellos raudos aceptaron la orden para ir a dirigirse a sus caballos… ¡era el momento!

Los hombres se marchaban a caballo, alejándose de la zona. ¿Por qué lo hacían? ¿Tal vez para buscar refuerzos? ¿O era para asaltar el tren en otro punto distinto al que nos había indicado Perry el Tuerto?

De lo que no tenía dudas es de que esos explosivos se encontraban situados en el lugar más peligroso en el que podían estar. Bastaba un ligero contacto de la bomba con el tren cuando este pasase y probablemente tendríamos una gran explosión.

-Puedes ir detrás de esos hombres -le dije al italiano, en tono cortante-, pero yo me quedaré para quitar esa bomba de la vía. Así impediremos un descarrilamiento.

Dicho esto, eché a correr en dirección a la bomba. Con un poco de suerte, podríamos impedir el asalto al tren sin tener que ver las vías volandos por los aires.

Asomaba el rabillo del ojo por encima de las rocas de vez en cuando para comprobar que todavía seguían ahí, empezando a notar el abrasador calor que los acompañaba en el árido desierto. Se quitó un segundo el sombrero para pasar la mano por la frente y quitarse las gotas perladas de sudor, colocándoselo después en su sitio mientras se acomodaba su nueva melena.

Pastelero.- No la miró, respondiendo tranquilamente como si le hubiera preguntado la hora en ese momento.- I migliori dolci in tutti Italia.- Esta vez sí se giró para incorporarse y giñarle un ojo travieso.- Por eso reconozco a un bombón, signora.

Un rápido vistazo al escenario para percatarse que los preparativos habían preparado, era hora de un poco de buena acción.

Mándeme un mensaje si ocurre algo… o una señal de humo.- No se acostumbraba a estar en otra época, corriendo al caballo para subirse de un salto, sujetar las riendas y golpearlas con un grito vaquero propio de las películas, cabalgando dirección a los bandidos.

Para no dejar escapar a los culpables, decidiste montar en tu caballo e ir tras los malhechores. Era la oportunidad de oro para echarles el lazo a los responsables de tan atroz movimiento pero también implicaba tener los reflejos necesarios para darles alcance.

Había tres en la lejanía y tu corcel era más rápido que el de ellos pero aún tenían ventaja ¡había que hacer un esfuerzo!

Teníais que conseguir quitar aquella dinamita de las vías antes de que el tren pasase y eso implica disponer de menos tiempo del deseado. Te quitaste los guantes para tener mejor tacto y metiste las manos “en la masa”. Aquella dinamita no parecía corresponder a la época que estabais viviendo, era demasiado compleja como si fuese un híbrido entre tecnología antigua y actual… ¿formará parte de la prueba del programa? No había tiempo que perder, en el horizonte se podía observar el humo del tren que avanzaba a gran velocidad…

Giulio seguía la estela de polvo y arena que dejaban sus caballos, instando al caballo a que cogiera más velocidad para ponerse, al menos, a su altura.

El rápido trote provocada que estuviera inclinado con la cabeza gacha al golpear el viento en su rostro. Una de sus manos soltó las riendas para bajar lentamente al lazo que colgaba perfectamente atado al lado del sillín, cogiéndolo con fuerza mientras levantaba la mano, agitándola en alto. Se incorporó lo que pudo para estar recto, calculando la distancia que quedaba de desaparición entre su caballo y el de los malhechores, dispuesto a lanzarlo cuando fuera el momento.

Examiné aquella dinamita. Sin lugar a dudas, se trataba de un explosivo mucho más complejo que las típicas barras de dinamita que existían en la época del Viejo Oeste. ¿Quizá quienes habían colocado la bomba eran también otros "viajeros en el tiempo"? ¿Era ese el motivo por el que nos habían enviado a aquella época? ¿Para corregir algún tipo de error que impediría que el atentado de Caronte se llevase a cabo?

No era ninguna experta en desactivar bombas, por lo que descarté cualquier intento por desactivarla. Eso de "corta el cable rojo" no iba conmigo. ¿Y si los que habían puesto la bomba se habían decantado por otro de los cables que no fuera el rojo? Sabiendo que no tenía muchas opciones y que ya se veía el humo del tren aproximándose a lo lejos, decidí agacharrse para agarrar la bomba y tratar de sacarla de las vías del tren.

Y entonces un gesto demasiado brusco provocó que el detonador hiciese explotar toda la carga explosiva. El zumbido fue tan frenético que se escuchó en más de un kilómetro.

El terreno quedó devastado, incluida la vía, y vuestros cuerpos quedaron realmente reducidos a cenizas.

Sin saber cómo, vuestros cuerpos volvieron a sentir náuseas…

Aparecisteis de nuevo en la sala principal con vuestros respectivos uniformes de Imperum. ¿Significaba que vuestro paso por el Oeste Americano había terminado? Parecía que sí, pero no por ello vuestro papel en esta misión tan importante.