Cuando el anciano nos arrojó nuestras armas y nos pidió que le atacásemos, suspiré. No quería hacerle daño a un hombre que podía ser mi padre o incluso mi abuelo, pero, a pesar de su vejez, aquel viejo pescador era tan rápido que apenas pudimos verlo desplazarse de un lado a otro.
A pesar de su gran agilidad y reflejos, no habíamos tardado mucho en preveer sus siguientes movimientos y bloquearlos con rapidez. Me sentía excitada, sabiendo que habíamos logrado estar a la altura de nuestro maestro. Ahora sí que no había nada que nos detuviera a la hora de enfrentarnos a ese Samurái Negro.
Fue entonces cuando el anciano pescador nos reveló el verdadero motivo por el que había decidido entrenarnos. El Samurái Negro era Saotama, su antiguo aprendiz, quien había utilizado todo los saberes transmitidos por Aoshi para hacer el mal, corrompiendo todo lo que había aprendido. Con nuestra llegada, Aoshi veía en nosotros la oportunidad no sólo de arreglar su error al instruir a otros dos alumnos, sino también la posibilidad de parar los pies a aquel antiguo aprendiz que se había pasado al "Lado Oscuro".
-Le agradecemos lo que ha hecho por nosotros -dije, en tono serio-. Ahora tenemos las capacidades necesarias para enfrentarnos a su discípulo. Acabaremos con la amenaza de Saotama e impediremos que pueda seguir haciendo daño a más personas.
Tras más de media jornada de camino, llegasteis a los exteriores del castillo feudal. Allí se escondía Saotama, vuestro objetivo y estabais convencidos de que no iba a ser fácil dar con él y acabar con su vida ¡pero debíais intentarlo!
Avanzasteis hasta el lugar donde indicó el maestro, se trataba de un pozo abandonado que al introduciros en él conducía por unos pasadizos secretos que conectaban con el subsuelo del edificio. Con la visión reducida por la falta de luz continuasteis vuestro camino hasta llegar a una escalera demasiado rudimentaria como para soportar demasiado peso, así que con el cuidado suficiente lograsteis subir por ella y acceder por una trampilla oculta que transportaría inmediatamente al interior del castillo.
Llegasteis con éxito a una sala común, parecía ser un pequeño salón de reuniones adornado con motivos florales y armas de madera. De repente escuchasteis un ruido, se trataba de un grupo de guardias que estaban patrullando la zona...
¡Ánimo que ya os queda poco y lo habéis hecho muy bien!
Avanzar con sigilo (Mente dificultad 8)
Atacar a los guardias (Autodefensa con dado alto, dificultad 8)
Habíamos conseguido colarnos en el interior del castillo de Saotama. No había duda de que el Samurái Negro había sabido lucrarse trabajando para los poderosos y aplastar a los débiles. Era indudable que un hombre como él tendría a todo un séquito de guerreros a su disposición y, en efecto, no tardamos mucho en percatarnos de la presencia de un grupo de guardias que se hallaban patrullando aquella zona.
-Sobre el beso de antes -dije, dirigiendo a Giulio una mirada de asco, aunque quizá más fingida de lo que él podía imgainar-, no ha estado nada mal. Pero vuelve a tocarme, aunque solo sea un mechón del pelo, y te juro que te corto las pelotas.
Era necesario dejarle las cosas claras al italiano cuanto antes, aunque hubiera sido muy poco educado hacerlo delante de nuestro sensei.
Sin esperar a que el hombre me respondiera, me expuse a la vista de los guardias que patrullaban aquella zona, armada con mi katana y dispuesta a acabar con todos ellos. No iba a utilizar el sigilo, en absoluto. Una guerrera nunca daba la espalda a la batalla.
Silbé para captar la atención de los soldados del Samurái Negro y, blandiendo mi acero, aguardé a que vinieran a por mí para ir despachándolos uno por uno.
Nunca antes me había enfrentado a espadazo limpio con una persona, a excepción del Samurái Negro, pero esos hombres comenzaron a caer ante mi acero con auténtica facilidad.
-¡Apartad de mi camino si queréis vivir! -proclamé, sintiéndome engradecida y sabiendo que nuestro maestro estaría orgulloso de lo que estábamos haciendo.
Motivo: Autodefensa
Dificultad: 8
Habilidad: 4
Tirada: 5 9 10
El dado ha explotado: 5 9 9
Total: 19 +4 = 23 Éxito
Ataco a los guardias
Precavido, caminaba con tanto cuidado que casi creía estar de puntillas para no hacer el mínimo ruido, parándose y levantando la palma de la mano a su compañera cada vez que escuchaba algo extraño. Estaban dentro del castillo y no sabía ni cómo, tachando una de las tareas que les quedaba de la lista.
Se incorporó y estiró sus extremidades para recuperar el calor en ellas, escuchando la respuesta de su compañera que tanto se había hecho de rogar. Lejos de sentirse intimidado vio un rayo de esperanza en sus palabras, sobre todo tras la primera frase que le sacó una victoriosa sonrisa. ¿Nada mal? – Sin embargo asintió mientras se llevaba dos dedos a la frente y los retiraba, al más puro estilo saludo militar.
Entendido.- En realidad iba a aprovechar cualquier otro momento para un acercamiento, queriendo rozar los límites que ambos tenían antes de ser castrado vilmente.
Como era de esperar, la amazona de rasgos asiáticos fue directa al fragor de la batalla pero, a diferencia suya, él prefirió permanecer relegado tras un biombo esperando el mejor momento para atacar, esperando que los enemigos creyeran que estaba sola para confiarse.
Motivo: Mente
Dificultad: 8
Habilidad: 3
Tirada: 8 10 10
El dado ha explotado: 4 6 9
Total: 16 +3 = 19 Éxito
Lol, ambos hemos explotado los dados O_o
Después de superar aquel imprevisto con los guardias, continuasteis avanzando hasta llegar a lo que sería una doble puerta ornamentada con dragones en relieve y grullas doradas. Escuchasteis voces desde el interior, parecía que dentro estaba llevándose a cabo algún tipo de reunión o encuentro pero todo cambió cuando reconocisteis la voz del samurai de la armadura negra, Saotama estaba allí y tan solo había una puerta que os separaba.
Irrumpisteis en la sala sin miedo a nada, con la convicción de que estabais haciendo lo correcto, de que un buen hombre iba a ser vengado... y sobre todo que un alumno descarriado encontraría su final definitivo.
En cuanto entrasteis se escuchó como varias voces de sorpresa os señalaban. Un rápido vistazo hizo comprobar que allí estaba el objetivo, Saotama se encontraba allí de rodillas junto a dos mujeres en Yukata y cuatro guardias que rápidamente se interpusieron en mitad de la sala para proteger a su líder.
- Vaya... esto sí que no me lo esperaba... así que habéis regresado y... ¿venís directamente hacia mí? ¿en mis aposentos? Que necios... ¿o debería decir valientes? –
Las mujeres rápidamente se escondieron en una de las habitaciones contiguas y los guardias bajo una orden rápida no dudaron en abalanzarse sobre ustedes mientras Saotama contemplaba sentado y expectante.
Debéis narrar tanto vuestras impresiones como si quieres decirle algo a Satoama antes de que sus guardaespaldas vayan hacia ustedes. Después de todo lo que habéis aprendido, del frenesí de haber llegado hasta vuestro enemigo y la fuerza del coraje, podréis narrar como acabáis con los cuatro guardias que vienen a por ustedes, de manera libre
A medida que avanzábamos por el castillo de Saotama, sentía que una euforia que iba en aumento embargaba mi cuerpo, como si mis fuerzas se acrecentaran con cada paso que avanzábamos. Por ello, cuando entramos en las dependencias del Samurái Negro, supe que estábamos cada vez más cerca de lograr nuestro objetivo.
Nuestro Daimyo sería vengado y Saotama recibiría su merecido.
-No importa detrás de cuántos de tus guardias te escondas, Saotama -le espeté a nuestro enemigo, con el desprecio reflejado en mi rostro-. Ya no hay nada que te libre de tu destino. Eres una auténtica vergüenza para tu maestro, pero tu malicia pronto llegará a su fin.
Observé que los guardaespaldas de Saotama se lanzaban ya a por nosotros, por lo que dirigí una mirada a Giulio. Tal vez fuera por aquella semana de entrenamiento en la que se había esforzado muchísimo, por la ferocidad con la que había atacado antes a los guardias, o por el beso que me había dado tras pescar a Yenyi, pero lo cierto es que el galán italiano ya no me parecía tan insignificante.
-Tú a por los de la derecha, de los de la izquierda me encargo yo -dije, haciendo un gesto indicando cuáles serían los dos guardaespaldas de los que me encargaría.
Sin detenerme siquiera a esperar una respuesta de mi compañero, me lancé contra los hombres de Saotama, que ya venían a por nosotros. Eran guerreros bien entrenados, no había duda. Por algo formaban parte de la guardia del Samurái Negro. No obstante, mis reflejos y mi agilidad con la katana eran rápidos. En apenas unos segundos, el primero de mi adversario cayó con una herida en el costado. El segundo trató de atacarme desde un lateral, aunque logré esquivar el golpe por muy poco. Después, adelantándome hacia mi adversario, logré hundirle la katana en el pecho.
No sabía cuál era la situación de Giulio, pero sabía que mi compañero podría librarse sin problemas de aquellos dos guerreros. Apuntando con mi ensangrentada espada en dirección al Samurái Negro, le espeté:
-Eres el siguiente, Saotama.
Dejo los dos guardaespaldas restantes para Giulio ^^
Aunque sabía que no era el momento indicado, como buen italiano amante de la belleza no podía evitar pararse a admirar los motivos decorativos de las puertas o la distribución de las habitaciones, notando el evidente influjo asiático que corría por las estancias. Incluso se preguntó si podría llevarse algún panel de tela a modo recuerdo de la aventura.
Cuando quiso ponerse a la altura de su compañera, ella ya había entrado en la aparente sala de reuniones. Por suerte para él las mujeres que acompañaban al samurái decidieron marcharse, puesto que no quería que sufrieran herida ninguna en la batalla.
Agarró con fuerza el mango de su espada con ambas manos y la colocó frente suya, apuntando el filo a los guardias más cercanos a modo amenaza para controlar que no se acercaran. Si los rodeaban se complicaría el asunto, pero no contaban con que eran dos guerreros entrenados y deseosos de chocar sus hojas tras tanta preparación.
Hizo un círculo a ras del suelo con uno de sus pies, insinuando que iba a moverse simplemente para ver la reacción de sus contrincantes mientras confirmaba la parte que le tocaba. Esperaba el mínimo movimiento o distracción para atacar, aprovechando que uno de su grupo parecía querer atacar a su compañera.
Un rápido tajo ascendente, simulando ser el melocotón que cortó la primera mañana, para detenerle antes de que pudiera atacarla. Mientras el contrincante caía vencido el otro quiso aprovechar esos segundos para insertarle un golpe lateral, usando su espada a modo escudo tal y como lo había visto de su maestro, girando después sobre él para propiciarle una estocada en la espalda.
Comprobó que ambos adversarios de la derecha no tenían intención de seguir luchando, encarándose después con el propio Saotama.
- Esta vez vengaremos a nuestro señor.
Saotama se quedó impresionado, reconoció la técnica que habíais usado para acabar con sus esbirros.
- Ah... el viejo Aoshi os ha instruido... por eso habéis sido capaces de llegar hasta aquí. ¿Sabíais que éste era antes su castillo? Justo antes de arrebatárselo por mi propia fuerza... al igual que hice con vuestro señor, y al igual que haré con otros señores en esta época de caos y desesperación – mientras decía eso desenvainó su katana, aquella que tanto había arrebatado.
- Ahora... ahora que solo estamos ustedes y yo... pongamos fin a esto. Solo podrá sobrevivir una persona, y ése seré yo. No podréis conmigo por mucho que os haya entrenado ese vejestorio ¿lo sabéis verdad? Ahora preparaos y ¡luchad! –
Con un estilo mucho más agresivo, Saotama corrió hacia ustedes, ahora pudistéis comprobar que él usaba el mismo estilo de lucha que el pescador, o lo que es lo mismo, vuestro mismo estilo de lucha. Tres iguales estaban a punto de batirse en un duelo sin igual ¿quién ganaría?
Debéis narrar vuestras impresiones y como comenzáis la encarecida batalla, la cual estará muy igualada.
Adjuntar una tirada de Autodefensa, dificultad 8 (tirada normal, es decir, el dado de en medio)
¿Qué puede suceder?
Si ambos falláis la tirada: Narráis la superioridad de Saotama, y como os derrota en combate de nuevo.
Si solo falla una persona: Quien ha fallado deberá describir como Saotama consigue herirle de gravedad (dejándolo fuera de combate), sin embargo quien la ha superado podrá narrar que le derrota en el último momento.
Si ambos superáis la tirada: Debéis narrar que en conjunto, conseguís derrotarle.
¡Suerte!
Perro ladrador, poco mordedor.
No le gustaba que fanfarroneara sobre sus conquistas, sobre todo teniendo en cuenta que tras ella había una lista de asesinatos y robo que supiera, a saber qué más. Giulio apretó los labios en una fina línea mientras se colocaba en un lateral, cubriendo todos los frentes por el cual pudiera huir o atacar, dejando el sobrante a su compañera.
He conocido a charlatanes con más carisma que tú. Y más guapos, ya que estamos.- Levantó el filo de su espada sobre su cabeza, dispuesto a atacar a la mínima señal de movimiento, sobre todo después de comprobar que él también había sacado su respectiva katana.- Y no sobrevivirá una persona, ¡sobrevivirán dos! – Aprovechó que se abalanzó hacia ellos para interponerse entre Rhona y él, protegiéndola al usar su espada como escudo. Le dio una patada para echarle hacia atrás, cogiendo esta vez la iniciativa de atacar y propiciarle un profundo corte en el costado.
Motivo: Autodefensa
Dificultad: 8
Habilidad: 2
Tirada: 5 7 9
Total: 7 +2 = 9 Éxito
Lo voy a dejar aquí, bastante herido, para saber la tirada de Minsc. Si él también acierta puede rematarlo, sino postearé después de ti para acabar con él (o puede tomar como esa herida como mortal, al gusto)
Giulio había conseguido herir al Samurái Negro, hiriéndole en el costado. Saotama, el indestructible Saotama, había sido herido por un par de aprendices que apenas llevaban un par de semanas siendo adiestrados por un anciano maestro. El reinado de terror del Samurái negro estaba a punto de finalizar.
Después de ver que el italiano ya había llegado a dejar a Saotama malherido, me adelanté hacia nuestra némesis y, blandiendo mi katana con ambas manos, la descargué contra el brazo derecho del Samurái Negro, que cayó amputado al instante. Fulminándolo con la mirada, avancé hacia Saotama, sin bajar mi arma, sabiendo que ya no podía suponer ningún peligro para nadie.
Puede que dejarle con vida fuera una buena opción. Dejarlo vivir con la vergüenza de haber sido derrotado por tan sólo un par de aprendices. Sin embargo, habíamos prometido a Aoshi que daríamos muerte a su alumno para corregir el error del maestro y que Saotama no pudiera seguir provocando dolor en el mundo y, además, de alguna manera sentía que aquel enemigo había estado a la altura hasta el final, por lo que merecía una muerte honorable para un guerrero.
-Tanta violencia, tanto caos... ¿Mereció la pena? -le pregunté, en tono seco.
No le dejé responder. No necesitaba oír una respuesta que ya intuía.
Un rápido tajo con mi katana y el casco del Samurái Negro caía rodando por el suelo, decapitada ya su cabeza.
Saotama ya era historia.
Motivo: Autodefensa
Dificultad: 8
Habilidad: 4
Tirada: 7 8 8
Total: 8 +4 = 12 Éxito
Y fue así, como el destino de Saotama quedó sentenciado por ustedes; valerosos guerreros que tras perder a su señor crecieron bajo el instinto de la supervivencia, el honor y todo hay que decirlo: la venganza.
Sentíais que os habíais hecho mucho más fuertes, mucho más astutos, mucho más rápidos ¿sería eso lo que quería el programa? ¿Era eso lo que teníais que aprender del Japón Feudal? Probablemente fuese así, pero aún quedaba camino por recorrer...y aunque hubiese gustado regresar junto al anciano para darle las gracias una vez más, sentisteis las náuseas que indicaban que debíais regresar a la sala blanca, con el éxito entre manos y la sangre aún tiñendo la ropa por los enfrentamientos que habíais tenido que superar a lo largo del viaje...
Minutos más tarde, estabais ahí de nuevo, en la sala blanca donde debíais elegir el siguiente paso. Estabais más cerca del final y no había tiempo que perder...
Habilidad Maestría en Combate adquirida