Partida Rol por web

-Secundo lo que dices de no matar a nadie, está claro que no queremos matar inocentes, pero si los esbirros de Saotama se nos interponen no nos quedaremos de brazos cruzados, ¿no? De todas formas supongo que infiltrándonos no tendremos ningún problema. Aunque tendremos que pensar un plan B por si nos descubren-

Tras más de media jornada de camino, llegasteis a los exteriores del castillo feudal. Allí se escondía Saotama,vuestro objetivo y estabais convencidos de que no iba a ser fácil dar con él y acabar con su vida ¡pero debíais intentarlo!

Avanzasteis hasta el lugar donde os indicó el maestro, se trataba de un pozo abandonado que al introduciros en él conducía por unos pasadizos secretos que conectaban con el subsuelo del edificio. Con la visión reducida por la falta de luz continuasteis el camino hasta llegar a una escalera demasiado rudimentaria como para soportar demasiado peso, así que con el cuidado suficiente lograsteis subir por ella y acceder por una trampilla oculta que transportaría inmediatamente al interior del castillo.

Llegasteis con éxito a una sala común, parecía ser un pequeño salón de reuniones adornado con motivos florales y armas de madera. De repente escuchasteis un ruido, se trataba de un grupo de guardias que estaba patrullando la zona...

Caminamos durante un largo trecho, hasta que llegamos a los exteriores que rodeaban el castillo del samurai. Procedimos a infiltrarnos atravesando el pozo que nos indicó nuestro maestro, con dificultad eso sí, puesto que estaba todo bastante oscuro y he de reconocer que tuvimos algún que otro susto inesperado. Finalmente fuimos a dar a lo que parecía una sala de reuniones, muy bien decorada y de aspecto lujoso. Pero para sorpresa nuestra, un grupo de guardias estaba haciendo ronda por aquel lugar. Teníamos que decidir rápido si atacarlos o avanzar con sigilo, puesto que los teníamos ya casi encima...

-Evelyn, sé que te va a parecer una locura, pero creo que para empezar voy a atacar a estos guardias para que nos los quitemos de encima. Así sabremos que al menos la entrada estará despejada, por si acaso tuviésemos que volver sobre nuestros pasos a la carrera. Si te parece, mientras yo los distraigo tú puedes avanzar ocultándote hasta más adelante. No te pares a mirar atrás, si me pasara algo continúa sin mí, ¿vale?-

Era consciente de que me la estaba jugando, pero creo que aquella sería la mejor elección. Desenfundé mi katana esperando a que aquellos tipos pasasen justo delante nuestra, pero aguardando a que mi compañera me diese también una respuesta a lo que le había propuesto.

Al final conseguimos llegar con las indicaciones del maestro a la guarida de nuestro enemigo. El camino no fue el mejor, y podría estar no solo más limpio sino con menos sorpresas, pero al final conseguimos llegar. Una vez allí todo acababa de empezar, para bien o para mal todo parecía que iba a acabar aquí.

-¿Eh? - me sorprendí cuando empezó a hablarme mi compañero, pero no obstante le escuché hasta el final - Llamar la atención de los guardias es mala idea... Pero nos libraría de problemas contra Saotama... Pero ir contra Saotama directamente, nos libraría de matar inocentes, con el peligro de ser muchos contra nosotros... - Al final suspiré - Está bien, entretenlos todo lo posible, noquealos si puedes, yo buscaré a Saotama... Y Clark... Por favor, ten cuidado - dije con verdadera preocupación de quien vela por alguien querido.

Dicho eso, me separé de Clark buscando la forma de ocultarme y avanzar

Evelyn terminó aceptando mi propuesta después de un suspiro. Me pidió que por favor tuviera cuidado. La verdad que no sé si serían paranoias mías, pero creo que estaba empezando a sentir algo por ella. Sería una lástima perecer en aquel momento. Acto seguido agarré fuertemente mi katana y me lancé a por los guardias.

Después de superar aquel imprevisto con los guardias, demostrando una exitosa coordinación, continuasteis avanzando hasta llegar a lo que sería una doble puerta ornamentada con dragones en relieve y grullas doradas.

Clark, tras dejar fuera de combate a los guardias, se encontró a su compañera que estaba pegada a dicha puerta.

Escuchasteis voces desde el interior, parecía que dentro estaba llevándose a cabo algún tipo de reunión o encuentro pero todo cambió cuando reconocisteis la voz del samurai de la armadura negra, Saotama estaba allí y tan solo había una puerta que os separaba.

Irrumpisteis en la sala sin miedo a nada, con la convicción de que estabais haciendo lo correcto, de que un buen hombre iba a ser vengado... y sobre todo que un alumno descarriado encontraría su final definitivo.

En cuanto entrasteis se escuchó como varias voces de sorpresa os señalaban. Un rápido vistazo hizo comprobar que allí estaba el objetivo, Saotama se encontraba allí de rodillas junto a dos mujeres en Yukata y cuatro guardias que rápidamente se interpusieron en mitad de la sala para proteger a su líder.

- Vaya... esto sí que no me lo esperaba... así que habéis regresado y... ¿venís directamente hacia mí? ¿en mis aposentos? Que necios... ¿o debería decir valientes? –

Las mujeres rápidamente se escondieron en una de las habitaciones contiguas y los guardias bajo una orden rápida no dudaron en abalanzarse sobre ustedes mientras Saotama contemplaba sentado y expectante.

Conseguí quitarme de encima a esos guardias sin apenas esfuerzo, para posteriormente avanzar hasta reencontrarme con mi compañera delante de un portón con decorados en relieve. Escuchamos unas voces que provenían del interior, claramente eran Saotama y sus esbirros en una reunión. Entramos en la sala sin pensarlo dos veces, y allí estaba, Saotama, el alumno traidor. A ambos lados se encontraban dos mujeres que no dudaron en echar a correr para esconderse nada más vernos. Cuatro guardias se lanzaron a por nosotros a la vez que Saotama farfullaba unas palabras.

-Vas a pagarlo como es debido, Saotama. Debemos vengar al maestro por tu traición, escoria- le dije al samurai, mirándolo fijamente.

-Evelyn, ¡yo me voy a por estos dos y tú a por esos dos!- le grité a mi compañera, indicándole a qué guardias atacaba ella y a cuáles yo.

Acto seguido, empuñé fuertemente mi katana y no tuve piedad con los guardias que se acercaron a por nosotros. Ensarté con mi katana al que más cerca tenía, hundiéndola hasta el fondo del pecho para propinarle después una patada que hizo que su cuerpo cayese hacia atrás y mi espada volviese a salir de dentro de su esternón, haciendo que un chorro de sangre brotase y empañase mi cara. El segundo corrió mejor suerte, puesto que simplemente recibió un corte limpio en el cuello, que le hizo morir de manera rápida, aunque dudo que indolora.

Tras escabullirme antes de que llegaran los guardias, empecé a avanzar buscando el más absoluto de los silencios, intentando localizar aquel lugar donde estaba Saotama para llegar al final de nuestra aventura en el japón feudal.

Al llegar a aquella puerta que claramente destacaba del resto y en la cual solo podría estar alguien detrás el cual buscabamos, me detuve unos segundos antes de tratar de avanzar, pero para entonces llegó mi compañero - Me alegro que me hayas alcanzado - Dije sonriendole.

Y entonces entramos desenvainando yo en el proceso mi Katana. Estabamos listos para atacarle, pero el nos subestimaba - Honraremos a nuestro Daimyo, aunque sea lo último que hagamos. Honraremos su memoria y lo que el defendía, y no dejaremos que su muerte sea en balde. - Me puse en guardia y para cuando nos lanzó a sus guardias asentí a mi compañero.

Me adelanté unos pasos para bloquear el arma del primero, buscando en los ataques noquearlo de un golpe para que no muriera pero tampoco pudiera reaccionar dejando varios cortes como no se podía evitar, pero siendo leves.

Alcé entonces mi katana apuntando a Saotama - Rindete y tendremos piedad.

Saotama se quedó impresionado, reconoció la técnica que habíais usado para acabar con sus esbirros.

- Ah... el viejo Aoshi os ha instruido... por eso habéis sido capaces de llegar hasta aquí. ¿Sabíais que éste era antes su castillo? Justo antes de arrebatárselo por mi propia fuerza... al igual que hice con vuestro señor, y al igual que haré con otros señores en esta época de caos y desesperación – mientras decía eso desenvainó su katana, aquella que tanto había arrebatado.

- Ahora... ahora que solo estamos nosotros... pongamos fin a esto. Solo podrá sobrevivir un bando, y ése seré el mío. No podréis conmigo por mucho que os haya entrenado ese vejestorio ¿lo sabéis verdad? Ahora prepáraos y ¡luchad! –

Con un estilo mucho más agresivo, Saotama corrió hacia vuestra posición, ahora pudisteis comprobar que él usaba el mismo estilo de lucha que el pescador, o lo que es lo mismo, vuestro mismo estilo de lucha. Tres iguales estaban a punto de batirse en un duelo sin igual ¿quién ganaría?

Antes de poder ni tan siquiera pestañear, teníamos ya a Saotama encima. Parece que tenía nuestra misma técnica de combate, así que sería difícil vencerle. Pero ahora no podíamos rendirnos, así que antes de que me cortase con su katana, hice que la misma la parase, chocando una contra otra, soltando chispas.

-Creo que te olvidas de que nosotros te superamos en número. Vamos Evelyn, ¡atácale ahora!- le grité a mi compañera.

El combate empezó feroz y duro, pues ninguno de los tres dabamos nuestra mano a torcer. Los aceros chocaron y resonaron en aquella sala una y otra vez.

El combate era encarnizado, pero había un punto de distinción. Y era que yo era más debil que Saotama, pero el más debil que mi compañero. Siendo que quedé en el suelo derribada por una herida que no me permitía ponerme en pié, me quedé viendo el combate de mi compañero, mandandole todas mis fuerzas incluso si podía

En ese mismo instante, Evelyn se lanzó a por Saotama, pero este fue más rápido y se la quitó de encima con un simple manotazo, dejándola fuera de combate. Aunque no fue lo suficientemente rápido como para volverse de nuevo hacia mí y atacarme, pues ya tenía mi afilada katana en el borde de su cuello.

-Saotama, podría matarte ahora mismo, esas han sido las órdenes del maestro. Pero creo que voy a tener piedad contigo, ya he causado demasiado estropicio con tus hombres. Sin embargo, te castigaré de forma que no vuelvas a causar ningún mal mientras sigas vivo. Espero que esto te sirva de escarmiento-

Para terminar todo, le corté las dos manos a Saotama, haciendo que dos chorros de sangre salieran como si fueran una fuente y lo pusieran todo perdido. Saotama gritaba de dolor mientras me maldecía. Caminé hasta mi compañera y la ayudé a incorporarse.

-Vámonos Evelyn, aquí ya no pintamos nada-

Y fue así, como el destino de Saotama quedó sentenciado por vosotros; valerosos guerreros que tras perder a su señor crecieron bajo el instinto de la supervivencia, el honor y todo hay que decirlo: la venganza.

Sentíais que os habíais hecho mucho más fuertes, mucho más astutos, mucho más rápidos ¿sería eso lo que quería el programa? ¿Era eso lo que teníais que aprender del Japón Feudal? Probablemente fuese así, pero aún quedaba camino por recorrer... y  aunque os hubiese gustado regresar junto al anciano para darle las gracias una vez más, sentisteis las náuseas que indicaban que debíais regresar a la sala blanca, con el éxito entre manos y la sangre aún tiñendo la ropa por los enfrentamientos que habíais tenido que superar a lo largo del viaje...

Minutos más tarde, estabais ahí de nuevo, en la sala blanca donde debíais elegir el siguiente paso. Estabais más cerca del final y no había tiempo que perder...