Partida Rol por web

El estallido de ambas granadas sacaron de sus respectivos estados tanto a Naya como a Graham, y supusieron que el combate acabara por decantarse hacia el grupo inquisitorial. La ex-pandillera acabó de un certero disparo con uno de los Despojacuerpos mientras estaba tumbado en el suelo, pero aunque el otro tuvo tiempo de levantarse, el arbite evitó su ataque y lo golpeó con su maza, la descarga de electricidad aturdiendo a la criatura y permitiendo que Katherine lo acribillara a corta distancia sin problemas.

En el centro de la antesala, Beatrix seguía paralizada, pero Telum no vaciló en acercarse lo suficiente al Homonculita en llamas para destrozarlo de un escopetazo, aprovechando aquello Mort para cargar sobre el otro, destrozando su cuerpo de un poderoso espadazo antes de que Leonid lo acabara de rematar lanzándole un bloque de piedra de una columna cercana a toda velocidad.

Los esbirros y creaciones del Cirujano habían sido vencidos por fin, al precio de la vida de Vantes, que finalmente había sucumbido al dolor y a las llamas que ahora consumían su carcasa metálica y sus ropajes del Sacerdocio de Marte. Sin embargo, este parecía ajeno al hecho de que se había quedado solo, y finalmente se apartó de la consola en la que había estado trabajando.

Por toda la sala de cirugía, alarmas empezaron a aullar, a medida que arcos de energía eléctrica empezaban a recorrer toda la maquinaria e instrumental en ella dispuesto, víctima de una programada sobrecarga que seguramente haría estallar toda la estancia, si no más parte del edificio aún.

Leonid vio que las amenazas más inmediatas habían desaparecido, solo quedaba el cirujano a quien lo miró con absoluto desprecio. Por fortuna para ellos, habían sido capaces de dar la vuelta a la situación a pesar de haber perdido a un miembro del equipo. Sin más opciones por el momento, Leonid avanzó unos pocos metros y se concentró para lanzar contra el cirujano el primer objeto del que su mente pudo echar mano.

Herido. Sentia el dolor en mi pierna y en mi torso, pero aun estaba en pie. Por el Dios-Emperador, que aun lo estaba.

Me gire, algor enqueante para ver el cuerpo de Vantes y apretar la mandibula. El tecnosacerdote me habia curado y esperaba que volviera a hacerlo en el futuro, pero parecia que su camino bajo los ojos de Omnissiah terminaba en este lugar perdido de la mano de cualquier buen ciudadano imperial.

Que encuentres tu camino hasta su seno...

Una mirada a Lille, otra a Katherine mientras apretaba el escudo y lo levantaba, moviendome para volver a colocarme como el muro ante el unico enemigo que quedaba en pie.

Quemad al hereje, hasta que no queden ni los huesos... - Aun habian bombas incendiarias...

Las alarmas dejaban claro que el lugar pronto se iria a la mierda.

Leonid. Recupera algunos restos antes de que todo se vaya a la mierda. - Era una opcion a ultima instancia, si alguien podia hacerlo era sin duda el psiquico.

— ¡Vamos! — Le dice a Graham una vez que habían destruido esos horrores y se habían asegurado que no los atacarían por la espalda. Katherine se metió en la habitación donde estaba el Cirujano lo más rápido posible, reposicionándose en un lugar que le daría un buen ángulo de tiro contra el tipo pasando ya la puerta, que era el cuello de botella que tenían para atacarlo desde varios lados.

Quedando solo el Cirujano en pie, el grupo se lanzó a por él, buscando detenerlo de una vez ahora que lo superaban ampliamente en número. Naya redujo rápidamente la distancia, con una de sus agujas envenenadas en la mano, seguida por Katherine y Graham, algo más rezagado. Mort y Telum, los más cercanos al hereje, fueron los primeros en darle alcance, mientras que Leonid conjuraba sus poderes contra él.

Pero el Cirujano era un rival mucho más duro que las criaturas que comandaba. Evitó el espadazo de Mort y se hizo a un lado esquivando el proyectil telekinético de Leonid de forma casi insultante, para luego blandir la enorme hacha de energía, con la hoja con forma de engranajes, contra Mort. Herida como estaba tras el combate con los Despojacuerpos, su cuerpo no pudo aguantar el poderoso ataque, quedando partida en dos por el campo de energía, sus dos mitades desplomándose al suelo, los extremos carbonizados.

El tecnohereje pasó por encima del cuerpo de Mort, dirigiéndose hacia el elevador, cuyas puertas empezaron a abrirse. Debía de dar al hueco que habían visto en la planta baja, en las cocinas. Mientras huía, se aseguró de cubrir su retirada, una de las mecadendritas ancladas al arnés de su cyber-manto se separó y apuntó la pistola de plasma que la coronaba hacia atrás, hacia Telum. La bola de fuego azul incandescente dio de lleno en el misterioso adepto, cuyo torso empezó a deshacerse, consumido por la ardiente explosión. Cayó de rodillas al suelo, seguido de los brazos y la cabeza a medida que se se despegaban del cuerpo que se desintegraba. 

Los demás no pudieron sino quedarse mirando la repentina y horrible muerte de dos de sus camaradas, mientras las puertas del elevador se cerraban con el Cirujano dentro, que pronto desapareció a medida que la máquina iniciaba el descenso. Pero no tenían tiempo de quedarse parados, la sobrecarga de los sistemas continuaba, las alarmas sonando a todo volumen, de tanto en tanto tapada por el ruido de la energía estática, que provocó que los diversos tanques y viales empezaran a estallar uno a uno, esparciendo su icor pestilente por toda la habitación, a medida que la cuenta atrás se acercaba cada vez más a su apoteósico final.

Aquel maldito hereje tenia que sufrir por sus crimenes cometidos. No podia permitir que le quemaran , otorgándole así la liberación de la muerte. Aún tenia grabado a conciencia los sonidos de agonia de aquel con el jugaba sobre aquella "mesa de operaciones", el olor de su sangre y sus visceras.

Corrió como si le fuera la vida en ello para alcanzarlo, con el resonar de aquellas alarmas martilleando sus oidos y castigando su cerebro.

- ME CAGO EN LA PUTAAAAAAAAAAAAA- Un alarido de pura rabia al ver como se escurria ante sus narices, no sin dejar más muertes a su paso.

Se detuvo un segundo para buscar ventanas, salidas de humo, algo... algo por donde poder saltar para llegar abajo antes que el cirujano. ¿quizas el hueco de la escalera por donde habían subido? Si lo pillaba por sorpresa podría inocularle el veneno paralizante en cuanto se abrieran las puertas del montacargas

Aquella refriega había terminado, y con un mal resultado en opinión de Leonid; pero no por haber perdido miembros del grupo, eso era lo habitual en ese cruel y secreto mundo de los sagrados Ordos. Lo que le dolió a Leonid fue que el cirujano fuera capaz de escaparse y que este demostrara que estuviera por encima de ellos. 

No se unió al grito de Naya, aunque lo hubiera deseado. Al final, decidió correr hacia el interior de la sala, con la placa de datos en la mano, buscando un servidor en el que descargar datos - ¡No hay tiempo! - gritó - ¡Coged lo que creáis que pueda dar información! ¡Beatrix tenía un pictograbador si no recuerdo mal! - los apremió 

El final de la batalla fue agridulce. Habiamos ganado pero el Cirujano se escapaba frente a nuestras narices mientras todo el lugar olia y clamaba por la muerte que nuestro enemigo esperaba prodigarnos.

Mire a Lille cuando le dio el ataque de rabia y antes de poder hablar, Leonid dijo en palabras lo que mi mente ya formulaba. Le hice unos gestos obvios de ponerse en marcha y empezar a correr.

Moveos. Moveos. En marcha. Largo de aqui.

Iria directo a por Beatrix, mientras era consciente de los cuerpos de los caidos.

Al ir a tomar a Beatrix veria como esta parecia estar recuperandose. La ayudaria a levantarse mientras le empujaba para que comenzara a moverse, consciente de que quizas aun estaria algo conmocionada. - Ha escapado, pero tenemos que irnos o moriremos aqui dentro.

Me moveria para intentar alcanzar a la agil de Lille, asegurandome de que salieramos de alli mientras las heridas de mi cuerpo me recordaban que habia salido con vida, gracias a mis compañeros y al Dios-Emperador.

En medio de las descargas de energía y de las estruendosas alarmas, el grupo lamentó su suerte por la huida del Cirujano mientras trataban de recuperar cuanto podían de la sala de cirugía. Apenas tuvieron unos minutos, antes de que el creciente sonido de advertencia y el incremento de descargas y explosiones les forzara a salir corriendo hacia las escaleras, descendiendo apresuradamente los escalones. Apenas habían llegado al primer piso cuando el segundo estalló encima de sus cabezas.

La explosión se notó en todo el edificio, casi derribándolos al suelo. Cascotes en llamas empezaron a caer mientras toda la estructura temblaba, forzándoles a darse prisa en salir del recinto. Las grandes puertas dobles se abrieron a su paso, adentrándose en la calle, oscura debido a que ya se había cambiado de ciclo, pero iluminada debido a las fulgurantes llamas que devoraban el Refugio para los Desfavorecidos. De los cadáveres de las creaciones del Cirujano y de sus compañeros no quedaban ya sino cenizas.

Pero aquellos no serían los únicos de la noche. Los cuerpos de Luntz y sus pandilleros, así como al menos una decena de agentes del Magistratum estaban tirados por toda la calle, algunos abatidos a tiros y otros por armas cuerpo a cuerpo, en el brutal combate que había desatado el jefe narcopandillero para cubrirles las espaldas y darles tiempo. Su sacrificio y el de los suyos nunca sería recordado.

Dejando atrás aquella escena, con su misión en Coscarla concluida y las pruebas recabadas, era el momento de dejar el maldito Distrito. Con los mercenarios del Cirujano muertos, nada les debía impedir ya abandonar el lugar, y podrían volver a contactar con el exterior y con el interrogador Lorr. Para cuando llegaron a la plaza, pudieron comprobar que otro incendio iluminaba el ciclo nocturno, y algunos pocos atrevidos habían salido a la calle para ver qué ocurría.

La comisaría estaba también en llamas, las cuales se veían por todas sus ventanas. Con el parco estado general de los edificios de Coscarla, no pasaría mucho tiempo antes de que se derrumbara bajo su propio peso. Los pocos vecinos murmuraban con espanto, recordando los incendios del Gran Apagón, mientras que alguien insistía en murmurar que había visto un semioruga del Magistratum huir a toda prisa a través de la salida arterial poco después de que empezaran las llamas.

Lorr no tardó en responder a su llamada, y tras un par de horas en las que la Comisaría finalmente cedió ante las llamas, una nutrida expedición de control por parte del Adeptus Arbites con apoyo de la Divisio Biologis del Mechanicus llegó a Coscarla para purgarla de cualquier evidencia o asociación herética o peligrosa para el resto de Vesuna Regis. Mientras los habitantes empezaban a ser procesados y los equipos forenses procedían a examinar cada prueba y resto dejado a conciencia, el propio Lorr descendió del tren en el que había llegado la tropa requisicionada por la Inquisición, dirigiéndose hacia el lugar en el que los Arbites los habían tenido esperando.

— Asumiré que los que faltan se han quedado por el camino — dijo a modo de saludo, sacándose el pitillo de Lho de los labios al hablar — Espero un informe completo de los dos días que han pasado aquí, así como la entrega de cualquier prueba con la que hayan logrado hacerse y que sea relevante. Empiecen.

La misión había terminado y él estaba vivo y de una pieza; para Leonid aquello había sido una victoria aplastante, pero no lo compartió con nadie. Habían dejado atrás a los muertos y cuando salieron al exterior y descubrieron el cadáver del Acorde Luntz y sus secuaces, no sintió ni la más mínima pena. Así era la vida en el Imperio del hombre - mejor tú que yo - dijo al pasar al lado del cuerpo.

Fueron hacia la comisaria, la cual ardía. Esperaron el tiempo que fue necesario hasta que llegaron las fuerzas del orden con más gente de otros adeptus. Leonid agradeció que Lorr estuviera ahí, por lo que cuando este vino saludó - el informe se lo podemos con pocas palabras - empezó - Seguimos las pocas pistas que teníamos. Su hermana fue la que nos dio un poco de luz al respecto de su desaparición.

Lo primero que detecté aquí, fue el tremendo miedo y terror que dominaba a este distrito. No sabíamos que era, pero se comentaba algo al respecto de que a la noche las calles se volvían peligrosas. En nuestra primera noche lo descubrimos, una serie de seres lobotomizados, con modificaciones cibernéticas deambulaban por las calles. Dimos muerte al grupo que interceptamos. 

Al día siguiente empezamos a mover las cosas, sacamos información de los narcopandilleros de aquí que ahora están todos muertos. Acorde Luntz era su líder. Nos dio información sobre un culto que se hacía llamar los logitivistas, cuya cabeza se hacía llamar el Cirujano. Se habían adueñado del distrito, suplantado con mercenarios a las fuerzas del orden y su base en el Refugio de los desfavorecidos. Esto último lo pudimos confirmar con el único agente real, un tal Locan, que la hermana nos nombró. Al parecer estaban abduciendo a todos los que podían de aquí.

Sin mucho que hacer, inspeccionamos el refugio y comprobamos que tenían una gran falta de medidas de seguridad, seguramente, por la confianza de su poder. Locan nos ayudó como pudo, pasando algo de información y Luntz organizó una reunión con los Logitivistas para poder sacarlos fuera del refugio mientras nos infiltrábamos. 

Una vez entramos, nos dimos de bruces con las cocinas, allí había grandes perolas con restos humanos, posiblemente para dar de comer a algo o alguien - sacó el vial - aquí la muestra de una de esas ollas, y en una sala un cogitador de la que descargamos algo de información. Seguimos avanzando hasta que subimos las escaleras y acabamos en una suerte de hospital de los horrores con una gran puerta. Mientras el difunto Vantes hacía lo único que sabía hacer, los demás lidiamos con los despojacuerpos. Sin más. La puerta se abrió y nos dimos de bruces con el Cirujano, quien lideraba este culto, o al menos su filial aquí, en Coscarla. Salieron dos seres más de esos, pero estos parecían listos y capaces. Acabamos con ellos, pero cuando fuimos a por el cirujano, este acabó con Mort y Telum con facilidad antes de huir por un ascensor. Había activado la autodestrucción del refugio o algo que lo haría colapsar. 

Entregó la placa de datos - aquí está todo lo que rescatamos de la sala cercana de las cocinas y lo que arriesgamos de la sala del Cirujano.

Habían salido con vida, pero ÉL había huido. Aquello le había dejado un regusto amargo en la lengua. Una vez en el exterior se aproximó a Graham para comprobar sus lesiones. Ella había salido ilesa pero él había recibido algún que otro golpe. Ella no sabía como atender las heridas, pero al menos podría intentar limpiarlas y/o cubrirlas para evitar exponerlas al insalubre aire de aquel lugar.

Luego se apostó con el resto a esperar que llegaran a por ellos aunque una idea se coló en su cabeza. ¿Seguiría Sykes a buen resguardo en tienda? pero lo más importante ¿Candado estaría bien? Había habido mucha movida en Coscarla y no sabía hasta donde había alcanzado la muerte aquella noche. Esperaba poder hacer una comprobación rápida antes de marcharse de aquel infierno abandonado.

Escuchó el resumen de Leoind aunque sus ojos se estrecharon con cierto resquemor al oir hablar tan despreocupado de la muerte de Vantes. Sobre todo cuando había sido a manos del propio hombre.

- Más que hospital lo llamaría un puto Laboratorio o cámara de torturas. Experimentaban con la gente. Operaban y destripaban con ellos despiertos. - Inspiró despacio para controlar las emociones que comenzaban a despertar al evocar aquella imagen - Imagino que to estará ahí - señaló lo que les había dado el psiquico.

Observe el circo siguiente. Ya no solo el escenario que presentaba Coscarla y que sin duda auguraba una ya segura caida en el olvido, sino a nuestro psiquico explicandose como si todo fuera cosa suya y la muerte de uno de los nuestros, no significara nada... sobretodo cuando habia muerto por su mano.

Mi gesto de hastio y cansancio no se disipo en ningun momento, solo se modificaba con sutiles gruñidos de dolor segun como me moviera. Asi que simplemente acabe por apoyarme donde pude, mientras miraba de no mover demasiado las partes de mi cuerpo heridas. Coloque un pitillo de llho entre mis labios y lo encendi para darle una larga calada, mientras estiraba el cuello hacia atras y miraba hacia arriba disfrutando de esos primeros instantes de relajacion.

Deje salir una calada y le di otra antes de siquiera abrir la boca.

Mas menos lo que ha dicho el... hay poco mas que decir... - Quien diria que el mas callado al inicio, acabaria convirtiendose en la cotorra del grupo y el lameculos oficial de Lorr. Aun asi debia admitirle que mencionara todo el informe con un nosotros... aunque obviara a Vantes de forma tan obvia.

Rebusque entre mis cosas por si al final habia algo que mereciera la pena entregar, de haberlo lo haria, para luego simplemente dejar caer la bolsa al suelo y seguir a lo mio.

Miraria a Lille y sonreiria de lado.

Seguiamos vivos... una vez mas... aunque esta vez habia ido por poco. Por el Trono que si...

Lorr escuchó el relato de Leonid entre calada y calada, imitando a Graham. Beatrix había sido la más social del grupo, pero el enfrentamiento contra el Cirujano la había conmocionado. Aunque podía moverse por sí misma, tenía la mirada perdida y no abrió la boca en ningún momento, por lo que recayó en la iniciativa del psíquico el exponer lo sucedido con su particular resignación y hartismo.

— Logitivistas... — fue cuanto dijo al principio, mientras se hacía con la placa de datos y el pictograbador de Beatrix — Maldita sea, de que me quiere sonar ese nombre — fue leyendo en diagonal lo allí contenido y visualizando lo grabado saltándose partes de tanto en tanto, hasta que la grabación llegó a su fin — Ya veo... parece que habéis encontrado una nuez dura de cascar. Ese Cirujano... — entonces, alzó la cabeza para mirarlos uno a uno — Aun con todo, no ha estado nada mal para unos primerizos.

En ese momento, Lorr se percató del estado de Beatrix, se acercó hacia ella, y le pasó una mano por delante del rostro en un vaivén, sin que la mujer llegara a reaccionar. Tras unos segundos, volvió a hablar — No, no a tiempo, eso seguro — dijo, dirigiéndose a nadie en particular, como si hablara consigo mismo o a través de algún comunicador, aunque no se le veía dotado de ninguno — Sí. Creo que sí. Una oportunidad.

Entonce se giró, chasqueó los dedos, y un adepto se acercó para llevarse a Beatrix del brazo. La arbite lo siguió dócilmente — Bien, pues tendréis que ser vosotros cuatro. Vuestra amiga tendrá que pasar antes por condicionamiento mental — tomó aire para hacer una pausa dramática, antes de anunciar — Damas y caballeros, no sé si se lo tomaran como una noticia buena o una mala, pero, realmente, no tienen elección, así que da igual. Pueden ahorrarse las preguntas que tengan, les serán contestadas durante el viaje que los llevará fuera de este planeta. Bienvenidos a los Sagrados Ordos de la Inquisición del Emperador.