Partida Rol por web

Cierto Naelon, siempre es mejor estar preparado. Vamos.

Cada uno de vosotros acude a su lugar de residencia habitual para recoger sus pertrechos y el equipo que cree le será de utilidad en esta pequeña incursión a los bosques. Al rato, os reunís de nuevo frente a la tienda de campaña donde Genna la herborista desarrolla su actividad. El olor a hierbas medicinales os alcanza mucho antes de retirar la tela y pasar al interior.

Genna es una orca de treinta y pico años, lo que es una edad venerable para los orcos, que tienen vidas cortas e intensas. Es una questor de Garlen, la Pasión del Hogar y la Sanación, y como tal posee ciertas habiliddes mágicas relacionadas con la sanación y la protección de los hogares.

-Os estaba esperando- saluda Genna con su vozarrón antes de poner sobre el mostrador una bolsa de tela que repiqueteaba con el entrechocar de viales y botellas.- Fennon me dijo que mandaría a alguien a buscar a mi hijo, Tartuk. Es uno de los que fueron a recoger madera.

Notáis en su voz la habitual preocupación de una madre antes de que adopte un tono más ceremonioso y pase la mano sobre la bolsa. -Llevad con vosotros estos remedios y la bendición de Garlen.

B'trizt saluda cortésmente, inclinándose ante la curandera.
Vuestra generosidad, mi estimada Genna, solo es superada por vuestra habilidad para restañar heridas y restaurar los ánimos - dice el t'skrang, su voz cargada de respeto. Vuestro valiente hijo os dará nietos, os lo aseguro por mi espada, apostilla el maestro de la espada, agarrando la empuñadura de la misma...

Gracias amiga. Con un poco de suerte, solo será algún tipo de contratiempo- dijo Leanda con una leve sonrisa, buscando tranquilzar un poco a su vecina. -Y sino lo es, ahora estamos preparados.

Gannog inclinó la cabeza, reconociendo la habilidad de la herborista y su preocupación.- Muchas gracias, sabia Genna, haremos todo lo que esté en nuestra mano para traer a vuestro hijo y sus compañeros de vuelta -Gannog parecía un poco crecido ante la importancia que cobraba la misión, dada la preocupación de Genna-. Os pagaremos estas bendiciones con la vuelta de Tartuk, ¡o no volveremos!

Zeeth se movía impaciente entre las piernas de los grandullones.

La mujer estaba nerviosa por el paradero de su hijo, comprensible, pero la excitación de salir al exterior y poder investigar nuevas zonas hacía que sus alas no pararan de temblar.

Por mí que lleve B’trizt alguna para mí, casi son más grandes que yo. sonrió al decirlo. Pero salgamos sin dilación, cuanto antes salgamos, antes llegaremos a la zona.