Partida Rol por web

"Solo un puñado peleará en la última batalla". Eso piensas cuando ves a las escualidas fuerzas de los garou y los gurahl.

Has viajado desde el África a las cercanías de las Malfeas junto a Sanchez y Morwangu. Ahí Konietzko y el Metis perfecto han intalado un campamento provisorio. No hay más de dos centenares en ese lugar, entre garous, gurahl, nuwisha y corax. Del resto de los cambiantes no se sabe nada.

Pero lo peor de todo es que frente a ustedes estan los muros de Malfeas, contruidos con secreciones purulentas que se solidificaron como una horrible costra. Las torres son como las costillas del cadaver de un monstruo que se pudrió hace milenios y pieles de lobo alzadas como banderas y estandarte, como burla para quienes miran desde el campamento. Pero lo peor es el silencio. No hay un ejército, no perdiciones revoloteando como moscas, sencillamente el lugar parece desierto.

Parado en un promontorio ves al Metis perfecto, quien mira las puertas de Malfeas como si estuviera escuchando algo en el medio del silencio.

El tiempo paso, las horas así como los minutos que se volvieron una eternidad, la mirada de Torton también observo las puertas mientras caminaba hasta colocarse junto al Metis quien había visto en aquella prueba, aun las dudas estaban y mas pactando con alguien que podría traer la desgracia a este mundo en decadencia – Que sucede – Fueron palabras simples pero buscaban una respuesta franca – Seguramente los enemigos nos superen diez a uno, pocas posibilidades de sobrevivir….. que estamos esperando? -

El Metis continuaba siendo una imagen oscura y algo siniestra, más con esa mirada enigmatica parecía que todo esto se acentuaba. Tus preguntas los sacan de sus pensamientos y te dice:

- Estamos esperando a que lleguen los últimos refuerzos del resto del mundo. Garous del Amazonas y los pocos wendigo que sobrevivieron escapando a Siberia... el problema es la calma. Sé que están todos ahí adentro, nos observan y los rugidos de dolor de mi señor son más fuertes, pero ellos no se deciden a atacar. Están jugando a la guerra de nervios.

En ese momento, Konietzko se acer y les dice que ya es inútil esperar, ya no llegarán más refuerzos. Ha llegad la hora de actuar.

El Rey de la nación garou se sube sobre un promontorio de manera que todos le vean, lleva una gran kleive en su mano y ha tomado forma de glavro para verse más feroz. Konietzko les arenga:

- Hermanos en Gaia, somos la última generación, la que no nunca quizo llegar. Esta es la hora de dar hasta la última gota de nuestro sangre por aquello que hemos perdido. Ya no existen los prados por donde el lobo cazaba libre, las jaurías no corren olfateando al viento y el sol no se cuela en una luz verde por el follaje; pero aquí estamos, sin esperanza, solo con nuestro valor y rabia. Esta ha de ser la última batalla, la más grande y gloriosa, pero no será cantada, porque hoy todos moriremos aquí, en las puertas del Infierno... ¡Por Gaia!.

El grito de ¡Por Gaía! corre por las tropas, repitido una y otra vez. Todos tienen la voluntad suicida de no salir de ahí con vida, pero de llevarse a todos con ellos al infierno. No obstante, hay un grupo de gurahl y theurge que se quedan atrás. Son los encargados del rito de liberación.

Los demás comanzaron a avanzar por el campo cubierto de ceniza que se encuentra frente a las puertas de Malfeas, bajo un cielo rojo con nubes verdes. Las murallas no parecen ser las mismas; es como si al apartar la vista por un momento la fisonomía del lugar cambiara de inmediato. Entonces se oye desde el interior un ruido indescriptible, mezcla de alarido, gorgojeo y eructo. Y de pronto una puerta como una boca inmunda se abre en medio de la muralla donde antes no había nada.

Y como una oleada de vómito salen del interior las ordas corruptas para enfrentar a ese grupo de locos que se atreve llegar hasta ahí. A tu lado se encuentran Sanchez y Morwangu, listos para lo que sea.

Torton inspiro el aire pútrido hacia sus pulmones llenándolos en su totalidad, distinguía todos los aromas de cada uno de sus futuros enemigos, cerro sus manos mientras su cuerpo cambiaba de forma. Miro a Sánchez y Morwangu mientras completaba su forma Crinos; solo fue una expresión en el rostro de una satisfacción que se completaría con la sangre enemiga… honrar a los caídos eso era todo en la mente del Fenris

Los que te acompañan tambien adquieren su forma de guerra. Sanchez, con su forma casi lobuna pero especialmente esbelta y con cara burlona, mientras que Morwangu era una mezcla de tiranosaurio rex con cuernos y pinchos por todo el cuerpo y una maza de hueso al final de la cola.

Y sin más, las hordas del enemigo se lanzan sobre ustedes; perdiciones y engendros que son vomitados desde el interior como si Malfeas tuviera una provisión ilimitada de tropas.

Pero los corruptos buscan a los que fueron como ellos para compatir su perdición y de pronto te ves enfrentado a tres garous que no son danzantes, pero muestran el pelaje ralo y llevan fetiches con simbolos semejantes a los de la iconografía nazi. Son grices, como tu, pero su cabellos está sucio y manchado con sangre cuajada. El más grande, que lleva en la cabeza una gorra de oficial de la ss, te dice:

- No tiene por qué ser de esta manera. Aún puedes estar con nosotros, hermano. Los que te rodean son burdas imitaciones de nuestra grandeza, impuros y debiles. Nosotros exterminaremos a todos los demas y al final solo quedarán los Puros bajo la sombra del Wyrm.

No te habías enfrentado a los que fueron tus compañeros y hermanos pero que ahora están caídos. Son una versión asquerosa de la gloria de la Camada.

Escucho las palabras y la rabia de Torton estallo en el  empuñando la Klaive se lanzo hacia los atacantes a toda velocidad (Espíritu de refriega ) proporcionada por su forma de batalla, un aullido de desafío y guerra salió de sus pulmones para escucharse por todo Malfeas. Busco a su oponente más cercano para descargar parte de su furia sobre dicho sujeto y así con cada uno de los tres que emitieron o siguieron a quien había dicho tan asquerosas palabras.