Partida Rol por web

Apocalypsis

INTERLVDIVM

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25/09/2011, 02:48
Director

‹DJ› El sol comienza a bajar. La plaza está más clara que esta mañana, cuando llegasteis, aunque aún hay mucha gente. Los mendigos estaban alrededor de la iglesia que tenía aquella torre altísima. Ves a tres por allí pululando.
‹Simplicio› ego tengo una labor para vos, no busco ni a nobles ni a profetas, tampoco a artistas ni a sabios, solo busco unos villanos honestos et fábiles no con el pico ni la pala sino con la virtud de la oreja y la lengua. ¿Conocéis a alguno de estos? Sabré agradecerles el esfuerzo.
‹DJ› Los mendigos te miran, al principio sin saber muy bien de qué va la cosa, pero luego uno se adelanta.
‹Mendigo› Señor, yo sabré vos servir complidamientre.
‹Simplicio› Les escruto de arriba abajo para intentar saber algo de ellos, básicamente si son o no de fiar.
‹Simplicio› Sabré agradecer al que me ayude y sabré alancear al que me mienta.
‹DJ› Ninguno de ellos parece de fiar. Están sucios y andrajosos y asoma por sus bocas una sonrisa que no sabes distinguir si es de esperanza o de pillería. Los otros dos se acercan a ti también.
‹Simplicio› Un hidepuet rufián, de nombre Millán, que decea de ser monje et de Santiago, encerrónos a mí y aolos míos en una taberna, et nos robó las cabalgaduras et los aperos, lo acompañaba un zagal, alguien sabe algo de aqueste acontecimiento? ¿alguien conoce a ese rufián o al zagal que lo acompañaba?
‹DJ› Se miran entre ellos, y uno empieza a asentir nerviosamente.
‹Mendigo› ¿Millán, diziedes? Sísísísí, yo lo conozco.
‹Simplicio› hablad pues y sin mentar metira que a fombres más grandes que vos et mejor armados supe alancear por rufianes.
‹Mendigo› ¿Qué queredes saber, mi señor?
‹Simplicio› Dónde reside ese embustero y qué hace con lo que roba, a dónde lo lleva, quién se lo compra ... Un caballero de nombre Santiago et un escudero se toparon con él, y lo evitaron, tampoco se muy bien como, si lo vencieron o si lo evitaron. ¿Alguno sabe algo deambos dos?
‹Mendigo› [el mendigo se queda unos instantes mirando a las musarañas] Vos lo diré, señor, mas sed antes buen cristiano et asistidme, por caridad, con unos maravedíes para mí et para los mi fijos huérfanos de madre.
‹Simplicio› Tus filios peden quedarse huérfanos tambien de fater, si no fablas rápido et certero, que para pagar hay tiempo et para hablar presto, menos.
‹DJ› Haz una tirada de Mando.
1d100: 18 ( = 18)
‹DJ› El mendigo frunce el ceño, y aunque está visiblemente intimidado, la presencia de sus compañeros le reconforta.
‹Mendigo› Creía que fablaba con buen cristiano. Si non sodes tal, irme he a cuidar de los míos.
‹Simplicio› Decidme algo válido et oiré vuestro precio. ¿Los demás no conocen tampoco un caballero de nombre Santiago et un escudero, dónde andan ambos dos ellos si que le vieron et le trataron?
‹Mendigo› Cuatro fijos he, con cinco dineros por cada uno podré alimentallos una semana.
‹Segundo mendigo› Yo non he fijos, mi precio es más barato, dadme un maravedí et fablaré.
‹Primer mendigo› ¡Fideputa! Vos quiere burlar, mi señor, ¡él non conosce a ese Millán!
‹Segundo mendigo› ¡Quien non lo conosce eres tú, rufián! ¡Pretendes quedarte con los dineros daqueste buen señor!

‹Simplicio› Si la información lo vale, te los daré et lego disputar. Si ambos conocéis a Millán describidme cómo es et los años que aparenta.
‹DJ› Cuando dices eso, el segundo mendigo se queda callado.
‹Simplicio› Ese silencio suena a embuste (dirigiéndose al mendigo 2)
‹Primer mendigo› Alahé, dile, cómo es Millán.
‹Simplicio› Arreglar este entuerto buscándome ayuda. Buscad a Millán o al caballero Santiago, presto.
‹Segundo mendigo› Pues... bajito, moreno et con un hábito. ¿Yo, mi señor? ¿Queredes que lo busque? ¿A Millán?
‹Simplicio› Fablad más, o creeré que hablas de la mitad de los de Llerena ¿Edad?, de qué pie cojeaba, dónde tenía la cicatriz....
‹DJ› El primer mendigo sonríe, mirando al segundo con los brazos cruzados.
‹Segundo mendigo› Pues... pues... coxeaba de pie derecho et la cicatriz... la tenía en la cara.
‹Simplicio› (que yo sepa eso es mentira, ¿verdad?) Que fable el otro mendigo.
‹Primer mendigo› Millán non coxea nin ha cicatriz alguna.
‹Simplicio› ¿Qué más sabéis dé´l?
‹Primer mendigo› Va vestido con un hábito pardo, es viejo et canoso.
‹Simplicio› (parece que dice verdad el primero, ¿verdad dj? Es como lo recuerdo, ¿o no?)
‹DJ› Sí, no lo podrás olvidar fácilmente.
‹Simplicio› Fablad primer mendigo, no sus dejéis nada fuera, pues el menor detalle puede ser grande cuando el pleyto está tan confuso.
‹Primer mendigo› Pues ya viedes, señor, que soy certero en lo que digo, creo haber ganado con ello vuestra fianza et vuestra ayuda. Dadme al menos mitad de lo que pido, un maravedí, et vos dizré todo lo que sé.
‹Simplicio› Tomad este maravedi, y dejadlo cerca, que yo lo vea, pues pronto tendrá la visita de su otro hermano gemelo, si no me embustáis. (me quito la moneda)
‹Primer mendigo› Gracias, gracias, señor, Dios vos lo pague.
‹Simplicio› (Al mendigo 2) La próxima vez que te vea, demostraré a aquesta villa, lo bien que trincha mi lanza la carne de cerdo. Más te valiese traerme al mismo caballero Santiago, o a su zagal escudero, o al hidepu de Millán y a su cómplice, o necesitaras ayuda del otro Santiago, del Santo, para sujetarte las tripas, que mi lanza faya sacado. RUFIÁN. ¡Nunca estuviste tan cerca de morir!. (Al resto de mendigos) Los que no lo conozcan que arreen de aquí et vayan a fabrir las orejas roñosas et los ojos, que hay paga de por medio, solo por ser  honrado et honesto.
‹Primer mendigo› Conoscí a ese que diziedes Millán un mes ha. Llegó a la villa con un muchacho, faziendo muchas preguntas a nosotros. Días después, vi que se entraba en una posada que habían clausurado. Non sé cómo pudo abrilla, mas se metió allá con una manta et con el su ahijado. Depués lo veía vigilar por acá cercano, a las gentes que entraban nuevas en la villa.
‹DJ› Los otros mendigos se alejan, el primero el que te mintió, pero se quedan donde estaban, en las cercanías de la iglesia.
‹Simplicio› Eso no vale un maravedí. Esforzaros más. ¿Dónde reside, quién puede comprar su carga?
‹Primer mendigo› (ves que se pone nerviso) Vos lo dije, señor, él fizo de la posada su casa, allí se metía con su ahijado, et depués se metía en la iglesia, creo yo, por hacer ver que era monje a todos los de la villa. Mas yo sé distinguir a esa gente.
‹Simplicio› ¿Dónde vendería lo robado acá?
‹Primer mendigo› Por lo que sé, su negocio era engañar a los recién llegados como vos. ¿Diziedes que vos robó un caballo? Si lo ha vendido, seguramientre será a los tratantes de la calle de las cuadras, yo que vos preguntaría allí.
‹Simplicio› Jamelgo, mula et aperos.
‹Primer mendigo› Id a la calle de las cuadras, non sé otro sitio donde se vendan o compren caballos en aquesta villa.
‹DJ› Ya pasásteis por la calle de las cuadras, está contigua a la de las posadas.
‹Simplicio› Habladme del único testigo fiable de este pleyto.. el caballero Santiago y su zagal.
‹Primer mendigo› ¿Qué caballero? Non vos entiendo, mi señor.
‹Simplicio› Otros me dijeron, que un caballero de Santiago, et su escudero y de nombre Santiago, topó con ese rufián, y le abortó el engaño. No sé si lo fizo a golpe de mandoble o de sapiencia. Quisiera falar con ese caballero para conocer más del embuste y de los embustadores, es el único camino et débil que poseo para echarle el guante. Ambos se dirigían a Montemolín. ¿De Montemolín, sabéis algo que me pudiese ser fútil? Es una villa cercana a la que fuir, et destino bueno para vender lo robado, ¿no os parece? Allí manda algo los de Santiago, et el fraile rufián llevaba ese hábito. Habladme de esa villa.
‹Primer mendigo› Nada sé de ese caballero, mi señor. Non puedo ayudarvos con eso. Non he ido a Montemolín, nada sé de ese pueblo. Mas bien diziedes, pues si yo robara un caballo para allá que me iría et non quedaría acá do me puedan buscar.
‹Simplicio› Te dejaré un poco pensando acá.
‹Primer mendigo› ¿Pensando, mi señor?
‹Simplicio› Piensa quién me puede ayudar porque eres mía guia en aquesta villa, pues ya te pagué tu soldada. Piensa presto, pero antes me dirigiré a tus compadres que creo que tiene una mota de polvo en ese oxo, y con mi lanza se la sabré quitar.
‹Primer mendigo› (piensa durante unos instantes, y te observa cuando te alejas, expectante)
‹Simplicio› Me dirijo a los de antes, miro atrás a ver qué hace mi nuevo guía. ¿Así os laboráis? Marchad de aquí a facer mi encargo, o dame una razón para no descalabraros aquí et ahora. (lo digo chillando y haciéndome muy mucho el ofendido. Acompaño la secuencia con un empujón firme pero sin animo de dañar al mendigo embustero.)
‹DJ› Siguen los dos ahí. El que te mintió se pone alerta cuando te acercas, con los músculos en tensión. El mendigo que te ha hablado de Millán simplemente te observa con curiosidad. El mendigo que recibe el empujón se pone en guardia enseguida y te mira extrañado.
‹Segundo mendigo› ¿Qué encargo es ese que non he oído? ¿Et qué encargo se faze sin soltar dinero?
‹Simplicio› Limpia tus orexas de mugre y faz memoria o te la faré yo la memoria con aquesta lanza.
‹Segundo mendigo› Ya vos fablé de un hombre que creí que era vuestro Millán, non sé qué más me habedes pedido, mas yo non soy esclavo de nadi. (se pone algo farruco)
‹Simplicio› Los esclavos laboran sin sueldo, yo te pagaré si cumples tu parte sin ebustes. Añade a lo de Millán aquesto otro: otros me dijeron que un caballero de Santiago et su escudero y de nombre Santiago, topó con ese rufián, y le aborto el engaño. No sé si lo fizo a golpe de mandoble o de sapiencia. Quisiera falar con ese caballero para conocer más del embuste y de los embustadores, es el único camino et débil que poseo para echarle el guante. Ambos se dirigían a Montemolin. Fablaré pues de Montemolín o de los otros.
‹Segundo mendigo› Si me dijieres cómo se llama ese caballero quizás por ventura lo conosciere et vos pudiere dezir algo dél. En Montemolín nunca he estado.
‹Simplicio› Santiago, y limpiar  de roña las orejas.
‹Segundo mendigo› Ah, pensé que decía caballero de Santiago, que son todos.
‹Simplicio› Moved vuestra mugre y preguntar (¿el caballero que busco se llama santiago verdad?)
‹Segundo mendigo› ¿Queredes que pregunte por un caballero llamado Santiago? ¿Nada más?
‹DJ› ¿Te refieres al caballero del que os habló Orduño?
‹Simplicio›
‹DJ› Bueno, te o digo yo: Rodrigo. Si te lo acaba de decir Orduño, lo normal es que Simplicio se acuerde, aunque no el jugador.
‹Simplicio› Gracias. Vuelvo a la escena y le digo que se llama Rodrigo ese caballero.
‹Segundo mendigo› ¿Un caballero de Santiago llamado Rodrigo? ¿De eso queredes que sepa?
‹Simplicio› Sí, de eso y de lugares de interés en Montemolín, para mí y este pleyto.
‹Segundo mendigo› Sabredes de sobra que non me suelo codear con caballeros, et de Montemolín solamientre por quien haya estado o vivido allí puede saberse, mas si me pagares faré lo que pueda.
‹Simplicio› Dónde se venderían aperos ajenos... quién manda en esa ciudad con la ley y sin la ley, si llegóse este don Rodrigo por fallí o ese hidepu de Millán....  lo dejo a tu sesera, que para embustar no necesitas laboro ajeno.
‹Segundo mendigo› En asuntos sucios es don Ignacio el que sabe. Mas dubdo mucho que vos quiera recebir.
‹Simplicio› Don Ignacio de faquí o de Motemollín. Fablarme de ese Ignacio y no me embustéis que sé que os place.
‹Segundo mendigo› Segúnd dizen es antiguo monje que se passó a los negocios et los dineros malamientre ganados. Queda cerca del barrio de la morería, et grande labia o poder debe haber, que caballeros et alguaciles le han visitado ya varias veces et nin sabiendo lo que faze han podido nada contra él. Le dizen también "el santico".
‹Simplicio› Marchad pues a vuestars tareas, no quero veros.
‹Segundo mendigo› Bien meresce lo que vos dije algún premio.
‹Simplicio› el premio se nivela con el castigo a lo previo, pero la próxima información güena recibirá el premio de aquesta y de la otra, marchad pues que me estáis retrasando. Si me viéreis en alguna taberna contad con un vaso de vino mío, mas no merecéis aun.
‹Segundo mendigo› Non me place. Malmeteré por ahí, que bien se me da, si non he pago presto.
‹DJ› El primer mendigo observa la escena sin inmutarse, divertido al ver que su compañero intenta intimidarte. En realidad no son más que pobres desgraciados que no tienen nada que perder.
‹Simplicio› Le pongo la lanza en el pescuezo: ¿pudieses repetirme eso, no lo oí ben? ¿Alguien podrá auxiliarte si te atravieso? ¿Alguien me condenará? Diré que me robaste et insultaste.
‹Segundo mendigo› ¡A mí la guardia! ¡Que me quieren matar! ¡A un pobre miserable que nada ha!
‹Simplicio› Me dañaré con este cuchillo, diré que fuiste vos y que os tuve que lancear. Seguro que mis amigos los alguaciles me lo agradecerán.
‹Segundo mendigo› (se pone a gritar como un poseso y se zarandea nerviosamente)
‹Simplicio› Marchad de aquí antes de que pierdas mi vino et mi amistad. FUERA. (retrocedo y coloco la lanza en posición defensiva pero no hostil) ¡Vais, vais, endemoniado! (le grito) ¡Está maldito!
‹Segundo mendigo› ¡Me las habedes de pagar! ¡Bien empleado vos está lo de ese rufián! ¡Vos non sodes mejor que él! ¡Idos al infierno!
‹Simplicio› Retrocedo y me piro hacia el otro mendigo. ¿Estoy con el otro ya? ¿y este me deja en paz?
‹Segundo mendigo› (el mendigo sigue gritando, intentando llamar la atención) ¡Mirad aqueste que se hace llamar caballero et non es nada! ¡Mirad cómo engaña a los parias et olvidados por la suerte!
‹Simplicio› Salgo de allí.
‹Segundo mendigo› ¡Qué mal cristiano! ¡Qué mal hombre! ¡Miraldo, por Dios!
‹Simplicio› (Me dirijo al otro) Tú tienes mi maravedí. ¿Tengo yo tu palabra de cristiano de que me fayudarás en este entuerto?
‹DJ› Mientras te alejas, ves que la gente te mira a ti y al mendigo.
‹Simplicio› Paso de ellos.
‹Primer mendigo› La habedes, mi señor, si hubieres a bien darme la otra parte acordada. Et si la he, acabaré con el escándalo agora.
‹Simplicio› Tendrás el doble si cumples con este entuerto y con los que te mande et si no fablas ya en adelantarte de más paga.
‹DJ› La gente os mira y se ríe. Algunos os señalan y comentan sobre vosotros.
‹Primer mendigo› Señor, dadme lo acordado y os libraré de aqueste incordio.
‹Simplicio› ¿arreglo ya el griterio?
‹Segundo mendigo› ¡Miraldo, con ínfulas de caballero! ¡Damisela es lo que sodes vos, mentiroso!
‹Simplicio› Tendrás el doble si cumples con este entuerto y con los que te mande et si no fablas ya en adelantarte de más paga.
‹Primer mendigo› Bien está. Librarvos habedes pues vos de aqueste incordio, pues así non podemos andar a donde vamos.
‹Simplicio› Salgamos de esta plaza. Antes de seguir, dadme vuestro nombre mendigo y el del otro, y si os place os trataré como escudero et ayudante, pues la paga ya tenéis sin apenas merecerla, tened también el tytulo sin merecerlo tampoco.
‹Segundo mendigo› (os sigue hasta el final de la plaza) ¡Huid, damisela, huid! ¡Non valedes un maravedí para mí! ¡Non quiero el vuestro dinero! ¡Perro!
‹Primer mendigo› (muy ilusionado) Por supuesto, mi señor, si me tomáis como sirviente vos ayudaré en todo lo que pueda.
‹Simplicio› Mandad callar a ese o calladlo vos mismo. Si no, llevarlo a un callejón sin gente para que lo calle ego mesmo.
‹Primer mendigo› Sí, mi señor. Llamadme Lucas, et al pesado llamalle habedes por Mateo.
‹Simplicio› Lucas, procede. (dj: ¿me da buena empatia mi nuevo escudero?)
‹Lucas› (al otro mendigo) ¡Calla de una santa vez! ¡Estás borracho! (y le da un empujón que lo tira al suelo). Dejad a mi señor, honesto et generoso donde los haya, et andad a otra parte con vuestras borracheras, malparido!
‹DJ› Ahora mismo sí, pero lo acabas de conocer y no estás seguro sobre él. Los mendigos a menudo son los rufianes más ingeniosos que hay.
‹Simplicio› Ok.
‹DJ› El otro mendigo se queda echando pestes sobre vosotros dos, pero ya no os sigue.
‹Simplicio› Lucas, ¿conocéis a un tal Ignazio? fablarme de él.
‹Lucas› ¿El santico? Un hombre perigloso, sin dubda. Vive cercano a los moros de la villa, et nada se faze en la cibdad que non sepa él. Muchos dizen que ha a su cargo unos bandidos que se asconden en las cercanías del pueblo, atacan a los mercaderes que arriban et le traen a él la mercancía. Los bandidos se la venden muy barata, et él la vende a clientes selectos. Mas non sé si hay verdat en ello o solo son fabladurías. Dizen también que tiene cogido por los cojones a alguien importante de la iglesia et por ello non le fazen nada.
‹Simplicio› (Por el camino mientras escucho a Lucas) Llevadme a comprar una hogaza de pan y algo de comida para llevar (menor de 1 maravedí).
‹DJ› En la plaza hay algunos puestos de comida. Encuentras sin problemas a un vendedor que se ajusta a lo que pides. (apúntate la comida y borra un maravedí)
‹Simplicio› Bien Lucas, llévame a ver a tu familia y a tus 14 hijos, pues quiero conocerlos et darles esto.
‹Lucas› Oh, mi señor, qué generoso de vuestra parte. La verdat es que ya non he familia que alimentar. Los hube, mas los perdí a todos, muertos por enfermedad. Lamento la mentira, mas a los desgraciados como nosotros non queda más que dar lástima para sobrevivir. Mas confiad en mí en adelante, pues que he encontrado el valor de decirvos la verdat al final.
‹Simplicio› ¿Otra mentira? en aqueste pueblo las fabrican gratis et en abundancia. Coged esto pues y ya os lo descontaré de vuestro jornal.
‹Lucas› Gracias, mi señor, non habedes a vos arrepentir en adelante.
‹DJ› Lucas se guarda la hogaza y te mira con gratitud. Su mirada ahora es más pura que antes.
‹Simplicio› Llevadme presto y sin embustes a esos corrales donde pueden estar embustados mis caballerizas.
‹Lucas› Enseguida, mi señor. Seguidme.
‹Simplicio› Y recordad que fay marvedis par alos amigos et lanzadas para los embusteros, no me tengáis por mico por haberle perdonado la vida a vuestro amigo, muxo testigo para muxa cárcel.
‹DJ› Lucas te lleva por una calle que te es harto conocida, pues al final de la misma Millán os encerró en la posada. Luego tuerce a la derecha, y os adentráis en una calle alfombrada de paja y boñigas que también conoces.
‹Simplicio› ¿Dónde habede buscar?
‹Lucas› (Lucas asiente obedientemente a lo que dices, sin rechistar) Aquesta es la calle. Todos los tratantes de caballos se reúnen acá, mas también los habrá, digo yo, descansando en las posadas. Si vos place, buscad vos acá que yo preguntaré por las posadas.
‹Simplicio› Procede et no te demores que aún no recibiste la paga completa del dya.

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26/09/2011, 18:03
Lucas

Simplicio y su nuevo criado, Lucas, siguieron con sus averiguaciones hasta la noche, aunque el leonés se dio un breve descanso para cubrir sus necesidades espirituales.

No tuvo mucha suerte indagando Simplicio, pues no dio con nadie que le supiera decir nada de Millán, ni del caballero Rodrigo, ni de su escudero. Sin embargo, cuando volvió a reunirse con Lucas, este le demostró que era aún más útil de lo que le había parecido en un principio: Lucas conocía muy bien la villa y sus gentes, y sabía a quién preguntar para obtener algo de información. Como le dijo a Simplicio, pobres y mendigos estaban muy bien enterados de todo, y además no solo sabían de los hechos, sino también a quién se podía preguntar para conseguir más información.

De Millán poco pudo saber más que lo que el pardo ya sabía: que su ahijado se movía a veces por la paza y las posadas, haciéndole los recados al falso monje, mientras que este se quedaba guardando su escondrijo, y otras veces se cambiaban las tornas y era Millán el que salía buscando víctimas. Millán a veces hablaba con los mendigos, pero no les contaba nada sobre él mismo. Nadie de los preguntados le ha visto salir de Llerena, lo cual no significa que no lo haya hecho ya, pues según Lucas podría haber usado alguna artimañana para no ser reconocido, previendo que lo buscarían de inmediato.

Del caballero Rodrigo y su escudero le dijeron que es un hijo segundón de un noble de esos que viven en la frontera, que acudió a Llerena poco después de entrar en la orden, buscando medrar en su escalafón. Por alguna taberna, animado seguramente por el vino, dijo en varias ocasiones que intentaba unirse a la comitiva de caballeros que acompañaría a Fadrique a Portugal, que aquello le reportaría gloria y honor. Se ve que está muy obsesionado con demostrar su valía.

De su escudero nada se sabe, solo que parecía no tenerlo cuando llegó a Llerena, o tal vez se unió a él posteriormente.

Cayendo ya la noche, Simplicio y Lucas se fueron a la posada para cenar y descansar un poco antes de partir a un incierto destino.

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26/09/2011, 22:43
Simplicio Ruiperez
Sólo para el director

Notas de juego

¿ Se supone que ya esta todo listo , osease, que ya no hay mas información de interes en el lugar?  o ¿ Acaso necesito repetir la cosa mañana por la mañana, por si acaso algo hubiese quedado en el aire?

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26/09/2011, 22:48
Simplicio Ruiperez
Sólo para el director


- Escudero Lucas, no me has servido mal del todo pero bien del todo tampoco, aun te quedan pesquisas por facerme.  Por mi cuenta enterome, de que el hidepu de Millán partió hacia Montemolín,  hacia allí iré. En un día a lo sumo en dos, espero estar de regreso, ajustar maravedís contigo, y oírte de tu boca más pesquisas y pleytos facidos por ti en feneficio de mis intereses. Si sabes de algún laboro que un lacero pardo como ego pueda facer por las cercanías entonces debérmelo de decir abras.
- Hasta entonces reza por mí, et abre las orejas, que ya luego fabre de fabrir mis bolsos et mis  monedas para vos.
- Recuerda que en dos días estaré de regreso a más tardar.

Contentate con la paga recibida 1 maravedi et otro en carne, mas aquesta cena y no te pese ,pues, a la vuelta ajustaré cuentas con vos, y veremos a ver cuanta jambre en dias quitamos a tus filios et muxer.


Simplicio es consciente, que lo del regreso, en dos días no será fácil, y que puede ser que nunca más vuelva a ese pueblo, pero le parece buena idea dejar a Lucas con ese encargo y con esa mentira.

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27/09/2011, 01:39
Ruperto

‹DJ› Te encuentras en la plaza. El sol ya está más bajo (deben ser alrededor de las 5 de la tarde) y hay menos gente, pero aún hay zonas en las que se concentra la multitud.
* Ruperto, sin pensarlo mucho, se acerca al jaleo. Ya ha hecho esto otras veces, solo que ahora está en terreno ajeno. Eso puede darle ventaja
* Ruperto se acerca mirando los puestos, como interesado en comprar algo. No le importa mucho lo que haya en los puestos, pero el caso será disimular
‹DJ› Ves que la gente no te echa muchas cuentas. Todos están atareados, ya sea comprando, regateando o parloteando entre ellos.
* Ruperto se fija en la gente que pulula por allí. Seguramente, haya mucho infeliz con el monedero colgando del cinto, pero eso son presas menores. Lo mejor será buscar a algún tipo adinerado, que le guste llevar una bolsa llena para aparentar.
‹Ruperto› (busco a algún tipo opulento, alguno de estos que esté hablando diciendo todas las cosas que tiene y demás... Lo típico, vamos)
‹DJ› Te dedicas a buscar a tu víctima durante un rato. Finalmente, más o menos en el centro de la plaza, ves que se pasea uno de esos pisaverdes pagados de sí mismo, con su criado. Se nota a la legua que le gusta ser el centro de atención.
‹Ruperto› ¿Está rodeado de mucha gente, o en una posición buena para acercarme por detrás sin llamar la atención?
‹DJ› Lleva unos lujosos ropajes de color púrpura, y va mirando a todo el que pasa por encima del hombro. Se dirige a un lugar concurrido, cercano a la iglesia. Ahora mismo se encuentra en un lugar más claro.
* Ruperto intenta seguir al tipo desde lejos, sin llamar la atención. Sigue fijándose un poco en los puestos y tenderetes del mercado, aunque sin mucho interés.
‹DJ› Su criado es cojo y bastante feo. Él le da órdenes como si se tratara de un animal.
‹Ruperto› —Parece que además de robarle, haré algo de justicia... Puede que después de todo, no sea un mal día. Si al final, puede que esté mejor solo —Piensa mientras ve como trata al criado.
‹DJ› Por esa parte están los comerciantes de paños: ves algunas telas de bella factura, sedas, terciopelo y todo ese tipo de cosas que les encantan a las damas. El individuo se detiene delante de unas damas de buen ver. Son tres y están bien vestidas, pero no tanto como él. Se pavonea delante de ellas. Parece que de alguna manera utiliza la fealdad de su criado para realzar su belleza.
* Ruperto piensa que este es un buen momento. Seguramente esté más pendiente de los escotes de las damas que de otra cosa. Ruperto, como quien no quiere la cosa, se acerca andando al tipo, pero como si fuese a otra dirección
‹DJ› El criado se mueve alrededor de él de forma cómica debido a su cojera, no quita ojo a los alrededores.
‹Ruperto› (mi intención es pasar a su lado, y chocarme en plan carterista)
‹DJ› (¿de frente, de espaldas, de lado?)
‹Ruperto› Chocarme contra su espalda, claro.
‹DJ› haz una tirada de Escamotear
Ruperto 1d100: 50 ( = 50)
‹Ruperto› (la saco, tengo 85)
‹DJ› Queda la de él:
DJ 1d100: 81 ( = 81)
‹DJ› Tropiezas con el tipo, casi lo tiras, pero acude rápido su criado para impedirlo. En el tropezón consigues echar mano de su bolsa, a pesar de que la tiene bien sujeta al cinto...
‹Pisaverde› ¡Pero qué es aquesto, válame el Señor! ¡Tú, estúpido! ¿Es que eres ciego?
‹Ruperto› Lo... Lo... Lo siento señor... Estaba distraído, tengo muchos asuntos en la cabeza. Lo lamento mucho....
‹DJ› Las damas que hay delante de él sueltan una risita, y esto le enfurece mucho más. Te coge de las solapas e intenta levantarte a pulso, pero no tiene fuerza.
‹Ruperto› Lo siento de veras, señor, no era mi intención... Por favor, discúlpeme...
* Ruperto intenta soltarse como buenamente puede...
‹Pisaverde› ¡Mira por dónde pisas, alfeñique! ¡La próxima vez te haré tragar el polvo!
‹DJ› Al ver que no puede contigo, simplemente se hace el machito delante de las damas y te suelta.
‹Ruperto› Lo... Lo siento... Le prometo que no habrá próxima vez... —Al decir esto último agacha la cabeza, como si estuviese arrepentido.
‹Pisaverde› Sal de mi vista de una santa vez.
‹Ruperto› Sí... Sí Señor...
‹Pisaverde› (dice esto último mirando de reojo a las damas, y te lo dice a media voz)
* Ruperto sale de allí a toda prisa.
‹DJ› ¿A dónde te diriges?
DJ 1d100: 63 ( = 63)
‹Ruperto› Pues en principio, a un lugar apartado del tipo, para ver que he obtenido. Después, creo que volveré a la posada, no sin antes agudizar el oído por el camino, por si oigo alguna conversación interesante.
‹DJ› Te mezclas con otro grupo de gente que hay lejos de allí. Es buen momento para ver el interior de la bolsa. Haz una tirada de Suerte.
Ruperto 1d100: 25 ( = 25)
‹Ruperto› (la paso, 40)
‹DJ› Bien, pues encuentras dentro nada menos que 50 maravedíes. Aunque... en realidad no es tanto dinero para un tipejo como ese. De camino a la posada, oyes cómo tañen las campanas de la iglesia. Eso quiere decir que deben ser alrededor de las seis.
‹Ruperto› —Vaya, parece que al tipo no sólo le gustaba aparentar... También tenía dinero —piensa Ruperto mientras ve el contenido. Rápidamente, lo vuelve a cerrar y a guardarlo—. Me gustaría ver la cara que se le quedará cuando vaya a pagar algo y se vea sin un maravedí.
‹DJ› La posada no está lejos de allí. Por el camino, estás atento a las conversaciones. Haz una tirada de Escuchar.
Ruperto 1d100: 30 ( = 30)
‹Ruperto› (no la paso, 20)
‹DJ› La mayoría de la gente habla de negocios, pero nada que te parezca interesante. También oyes hablar incluso en portugués, pero tú no entiendes ese idioma. Al poco te cruzas con unos alguaciles. De pronto, sientes miedo al verlos acercarse.
* Ruperto agacha la cabeza al pasar junto a los guardias, como lleva haciendo toda su vida
‹DJ› Los alguaciles apenas reparan en ti. Solo se trata de ese estado de alerta constante y paranoia que te acompaña desde que te dedicas a tu "profesión"... pero esta vez los nervios no te traicionan y, como de costumbre, sigues tu camino como si nada. Por fin llegas a la posada. Todo ha salido bien. Ha sido muy fácil... demasiado fácil...
‹Ruperto› —Por los pelos... —piensa Ruperto al pasar junto a los guardias. —Tengo la extraña sensación de que todo ha ido muy bien —piensa el pícaro en voz alta. Bueno, no siempre todo tienen que ser problemas
* Ruperto entra en la posada, a disfrutar un poco del botín, y ver que puede averiguar mientras bebe escuchando conversaciones ajenas.
‹DJ› La posada está llena a rebosar. Ha sido día de mercado y eso se nota. La mayoría de la gente que se reúne aquí son comerciantes y tratantes de caballos que terminan el día dándose un pequeño homenaje. Tus compañeros aún no han llegado. Parece que eres el primero en llegar a la posada. La taberna está llena, en el patio hay más sitio. El posadero ha sacado algunos taburetes y mesas para que la gente pueda sentarse allí al fresco. Ves algún taburete vacío, pero cercano a mesas ocupadas.
* Ruperto decide que lo mejor será, viendo como está la cosa, ir a su habitación y esperar...
‹Ruperto› Cuando la gente está más borracha, son mas fáciles de oír, y de que cuenten cosas no debidas. Y eso lo sé hasta yo, que soy duro de oído. —Piensa Ruperto al ver como está todo.
‹DJ› Echas mano a la llave que te dio el posadero y abres la puerta. La tranquilidad de la habitación contrasta con la algarabía de abajo. Pasado un rato, oyes unos golpes y unos gritos que proceden del patio.
‹Ruperto› (en el rato que he estado en mi habitación, he vaciado la bolsa, y me he desecho de ella. No hay que dejar pruebas
* Ruperto se asoma a ver qué ocurre en el patio.
‹DJ› Hay unos tipos sentados en una mesa pequeña, bebiendo como locos. Un corro de hombres a su alrededor les anima, dando palmadas. Otros en mesas cercanas golpean la madera, animándoles. Algunos están borrachos como una cuba. El resto tiene la cara roja de haber bebido mucho, aunque aún no demasiado.
‹Ruperto› —Curioso espectáculo —Sentencia el ladrón mientras decide bajar a ver que pasa. Parece que será un buen momento para oír lo que se dice
‹DJ› Es una especie de juego. Los dos hombres que están sentados se beben dos jarras del tirón y luego andan por una línea trazada con tiza por el suelo del patio. El primero de ellos se cae al segundo paso, para recochineo de los demás, que se carcajean de manera muy exagerada, sin duda por el alcohol.
‹Ruperto› Uhm... —rumio al ver el juego. Tal vez lo de aguantar las jarras del tirón no sea lo mío, pero lo de mantenerme por las líneas sí...
‹DJ› El otro consigue caminar unos metros más, pero no termina el recorrido: trastabilla hacia un lado y cae aparatosamente sobre uno de los presentes
* Ruperto se acerca a uno de los hombres que están viendo el juego
‹DJ› Te acercas a un hombre con cara de bonachón y la nariz colorada. Es grande y fofo, y tiene una barba blanca desordenada. Te fijas en que al final de la línea hay un hombre que es una especie de juez del juego. Anima a todos a que apuesten a ver quién es capaz de caminar por la línea sin caerse tras dar dos tragos seguidos.
‹Ruperto› Vaya, bonito juego... ¿Qué hay que hacer para participar? —pregunto al hombre de la barba blanca
‹Parroquiano› ¿Eh? (dice, un poco despistado, mirándote a la cara). ¡Ah! ¿Osades, muchacho, entrar en el juego de la raya? Habedes de beber dos tragos seguidos. Por supuesto, vos los pagades. Luego, a esperar un contrincante. Lo anunciades al Faustino para que la gente apueste. ¡Es muy fácil! ¿Queredes fazello?
‹Ruperto› No, no, no digo que vaya a querer jugar. Sólo quería saber qué había que hacer para jugar...
‹Parroquiano› Ah...
‹Ruperto› De momento, prefiero esperar un poco. Tal vez luego me anime... —comenta el pícaro al parroquiano
‹Parroquiano› Apostad, si vos plaze. Yo he ganado algún dinero. (te muestra unas monedas que aprieta en su mano)
‹Ruperto› Mire, eso sí que me llama más que jugar... ¿A quién tengo que ir para apostar?
‹Parroquiano› Las apuestas al Faustino, el juez de la raya. (te señala al hombre que hay al final de la raya trazada en el suelo)
‹Ruperto› Gracias, buen hombre —dice Ruperto al despedirse, y dirigirse hacia el juez.
‹DJ› El que ha llamado Faustino es un tipo muy moreno, de una espesa barba negra y se ve bastante espabilado. Mantiene el ambiente lúdico moviendo sus manos y gritando para animar el ambiente.
‹Faustino› ¡Al parescer habemos un nuevo contrincante! ¿Quién tratará de desafiallo? (dice, señalando al fondo)
‹Ruperto› ¡Buenos días nos dé Dios, buen hombre! —saluda de forma animada el ladrón—. ¿Es con vos con quien debo hablar para apostar unas monedillas a este divertido juego?
* Ruperto dice esto último en voz algo más baja, para no llamar mucho la atención.
‹Faustino› (te contesta gritando, parece venirle muy bien lo que le has preguntado) ¡Claro que sí, zagal! ¡Apostad, apostad! ¡Apuesta mínima tres maravedíes! ¡Mirad a qué prodigio de la naturaleza habemos enfrente!
* Ruperto espera a que aparezca alguien que pueda retar al tipo, para ver por quién se decide.
‹DJ› Al fondo aparece un tipo fortachón, mostrando unos abultados músculos, que, tras captar la atención de todos, mirando a su alrededor, coge un taburete y se sienta. Todo el mundo le vitorea, y él saluda con su manaza.
‹Ruperto› (¿Quienes son los contrincantes, éste tipo cuadrao y...?)
‹Faustino› ¡Alahé! ¡Helo allá! Non creo que nadi ose retar al nuestro campeón... ¿o sí?
‹Ruperto› —Este sería un buen momento para que apareciese el animal de Simplicio... Si bebe tanto como habla, estaríamos salvados —Piensa con una sonrisa el pícaro.
‹DJ› De entre el gentío se adelanta un hombre delgado, con la cara chupada, que mira a los ojos al grandullón y se sienta frente a él. Todos empiezan a carcajearse.
‹Faustino› ¡Valame Dios! ¿Qué passa acá? ¿Es una broma? ¡Señores míos, el campeón va a ser retado por un hombre... o más bien, por alguien que quiere fazerse tal, pues nin medio hombre paresce.
‹Ruperto› Apuesto por el hombre delgado. Aquí tiene los maravedís.... —dice rápidamente al hombre. Puede que sea una locura, pero tal vez sea más como una inversión.
‹Faustino› ¿Habedes oído eso? ¡Nos habemos vuelto locos aquesta noche? ¡Este zagal apuesta por el flacucho!
‹DJ› Haz una tirada de Descubrir.
Ruperto 1d100: 25 ( = 25)
‹Ruperto› (La paso, 55)
‹DJ› Ves algo raro en los ojos del grandullón. No parece haberle gustado que apuestes por el otro.
‹Faustino› ¡Es vuestra oportunidad! ¡Creo yo que la cosa queda muy clara! ¡Posadero, cuatro jarras de vino!
‹DJ› Todos hacen vítores a esta petición. El posadero, que también está pendiente del juego, las trae al instante. Todos se apresuran a apostar por el grandullón. Faustino recoge las apuestas, y una vez que ha terminado, da comienzo a la competición. (¿cuánto le entregas?)
‹Ruperto› 3 maravedís, que es lo que pedía, ¿no?)
‹DJ› (sí, es la apuesta mínima)
‹Ruperto› (pues eso, 3 maravedís)
‹DJ› Observas que solo otro tipo ha apostado por el flacucho. Otra tirada de Descubrir.
Ruperto 1d100: 7 ( = 7)
‹DJ› Ves que el posadero trae cuatro jarras, y aparta cuidadosamente dos para el fortachón y dos para el flacucho... y una de las que estaba más cerca del fortachón se la arrima al otro.
‹Ruperto› (No entiendo. ¿Que le pone 3 jarras al delgado y 1 al fuerte?)
‹DJ› (no, que en vez de arrimarle al flacucho las que tenía más cerca, coge una de las que tenía más lejos y se la arrima, como si estuvieran escogidas)
‹Ruperto› (oks)
‹DJ› Se repite la misma escena de antes: todo el mundo anima a los hombres, dando palmas y golpes sobre las mesas. Tras beber la primera jarra, abos toman la segunda y también se la ventilan de un trago. Entonces el flacucho se levanta y, con determinación, se acerca a la raya. Pone los brazos en cruz y avanza lentamente, paso a paso, sobre ella. Todos los demás le abuchean e intentan desconcentrarle. Pero, para asombro de todos, llega hasta el final. Luego se levanta el fortachón. Se acerca a la raya y todos le animan. Un paso tras otro, se va acercando a Faustino, que está en el otro extremo. ¡Y también lo consigue!
‹Faustino› ¡Señores, tenemos un empate!
‹Ruperto› Vaya, esto sí que no me lo esperaba... —Comenta Ruperto por lo bajini, pensando en voz alta.
‹Faustino› ¡Tendremos que pedille a nuestro amigo posadero que saque su mejor barrica de vino! ¡Nada de bautizallo, amigo! ¡Apostad los que aún no lo han fecho!
‹DJ› Algunos indecisos apuestan por el flacucho.
‹Faustino› ¡Cambiar podréis si quisiereis! ¡Adelante, pues el adversario paresce buen bebedor!
‹DJ› Algunos se arriesgan y cambian su apuesta (¿mantienes la tuya?)
‹Ruperto› —Envidiosos... No se puede tener una buena idea sin que todo el mundo se acabe adueñando de ella —Piensa Ruperto
‹Ruperto› (sí) (aún hay más gente que ha apostado por el grande, no?)
‹DJ› (sí, aún es mayoría)
‹Ruperto› (entonces sí lo mantengo)
‹DJ› Se repite todo el proceso: vuelves a ver cómo el posadero selecciona las jarras y los dos las beben de un trago. Esta vez el flacucho se tamblea un poco, pero consigue llegar al final. El fortachón, con la cara colorada, también se tambalea, pero llega sin problemas.
‹Faustino› ¡Et otro empate más! ¡Las pariencias engañan, señores míos! ¿Quién iba a decir que aqueste hombre quedaría en pie depués de beber cuatro jarras de buen vino? ¡Otras dos por barba! ¡Cambien su apuesta si lo desean!
‹Ruperto› —Vaya... —suspira el ladrón al ver que esto irá para largo.
‹DJ› Ves cómo el flacucho se tambalea ahora bastante, de manera que casi no puede sentarse. El fortachón, sin embargo, se sienta sin muchos problemas. (¿mantienes tu apuesta?)
‹Ruperto› (Habría alguna posibilidad de que pudiese colarme bajo las mesas sin ser visto, y atar los cordones de las botas del fortachón para que se caiga de bruces? (suponiendo que tenga cordones, claro))
‹DJ› (te verían, sin duda. Hay demasiada gente pendiente de ellos)
‹Ruperto› (entonces nada, seguiré manteniendo mi apuesta. Puede que todo sea fachada  )
‹DJ› La gente, al ver el estado del flacucho, vuelve a cambiar su apuesta por el fortachón. Otras cuatro jarras en la mesa. El posadero esta vez no las cambia. Los dos las beben de un trago. El flacucho avanza primero, da un paso, luego otro.. tres, cuatro... se tambalea y está a punto de caer... y cuando está a la mitad, cae. Uno de los parroquianos marca el lugar donde ha caído. Ahora se prepara el grandullón. Ves que mira a algún lugar antes de empezar. Avanza firme al principio, pero al dar el quinto paso... ¡se cae! El flacucho ha vencido, pero está inconsciente en el suelo. Los pocos que han apostado por él lo vitorean.

* Ruperto esboza una sonrisa en la cara. Sabía que, como todo buen juego de taberna, tenía truco.
‹DJ› Te das cuenta de que el grandullón ha hecho teatro, porque se levanta al instante y se va. Sin embargo, no hay protestas. Todos están ahora demasiado borrachos. Faustino te entrega el premio. Esta noche has ganado 50 maravedíes en la plaza... y 15 más en la taberna.

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27/09/2011, 20:18
Lucas

Lucas te mira claramente desilusionado.

"Amo, yo vos podría ser de mucha ayuda para atrapar a ese truhán", dice, con los ojitos de cordero degollado. "Ya viedes que soy asaz despierto et capaz de sabello todo de los lugares do me muevo. Quizás, si me permitierais acompañarvos, yo podría pesquisar por los lugares do vos non alcanzades... que he buena mano con los de mi condición, et bien sabedes vos que somos nosotros los que todo lo vemos et oímos. Seguro soy de que a vuestro lado vos podré servir mucho meyor que fincando acá."

Sus palabras son casi como un ruego.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Sí, lo que he escrito es todo lo que habéis averiguado entre los dos.

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27/09/2011, 22:04
Simplicio Ruiperez
Sólo para el director

-Tranquilo escudero Lucas, que tu  eres más futil en aquesta villa, pues ésta bien la conoces y nada la otra. Ya llegará el momento de reunirme con vos  y de yo recibir tus pesquisas y vos mi agradecimiento en palabras et en maravedies.

Tranquilo pues.

 

Simplicio da por despedido a Lucas hasta la vuelta si procediese regresar.

Notas de juego

¿ Es una tirada que me ha hecho a mi Lucas, y no me ha detectado el embuste no?

 

¿ puedo yo saber si su pena es sincera y si me puedo medio fiar de él en mi ausencia, en cuanto a traiciones y pesquisas?

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28/09/2011, 00:34
Lucas

"Id con Dios, amo, et cuidad vuestro pellejo", dice, y se da media vuelta, caminando despacio, como si albergara aún la esperanza de que cambies de opinión y le pidas que te acompañe, hasta que finalmente se pierde entre las sombras.

Notas de juego

Sí, era una tirada de empatía de Lucas; se lo puede oler, pero no tiene por qué desconfiar. Tú percibes que sí que es sincera su pena, sin necesidad de tirada. Lo que no puedes saber es si te seguirá siendo fiel en tu ausencia...

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29/09/2011, 00:36
Director

‹DJ› Te encuentras en el mercado de la plaza. Tus compañeros de viaje acaban de comprar lo que necesitaban y os habéis dispersado. Tú te has quedado en el extremo septentrional, preguntando por los artículos de cuero. La plaza está más clara a esta hora, pero aún hay mucha gente. Entonces piensas que es buen momento para hacer eso que tenías pendiente...
‹Roger› Voy a la parte del mercado, ahora que lo he paseado todo, que me parezca más razonable intentar buscar esos remedios milagrosos como los que yo uso para sanar. Bien sea una herbolera o un curandero (no sé qué puede haber en el mercado)
‹DJ› Justo en la parte opuesta a la iglesia, antes de salir a un callejón, te fijas en un puesto de un hombre delgado y con barba blanca de chivo, que da voces mostrando unas redomas.
‹Vendedor› ¡Remedios! ¡Para la gota, la hidropesía, los males femeninos, los impotentes! ¡Remedios para todos! ¡Un frasquito daquesta poción de mi invención, todos los males se los lleva!
‹Roger› Me acerco y observo si hay gente pendiente del Vendedor.
‹DJ› La verdad es que no está teniendo mucho éxito. Tiene un puesto desvencijado con algunos frascos de barro cocido taponados con corchos, todos iguales.
‹Roger› Entonces, ya que puedo hablar con cierto grado de seguridad de no ser oido por algun indiscreto... me acerco y digo: Buen hombre, ¿qué ofreceis en esos frascos?
‹Vendedor› ¡Oh, acercáos, buen señor! ¿Qué mal vos aqueja? ¡Decildo, et yo vos daré el remedio, a muy bajo precio!
‹Roger› El mal que aquejo non creo que vos podais tener remedio alguno, ya que solo se cura cuando sano al prójimo de la enfermedad o la herida.
El vendedor te mira al principio un poco despistado, pero reacciona rápido.
‹Roger› ¿Qué tenéis para ayudarme en esa buena obra que tan mal vista está a ojos de algunos? (esto lo digo bajando el tono de voz y inclinandome ligeramente hacia el vendedor)
‹Vendedor› (él habla a voces) ¡Ah, vos entiendo! A vos también os ha llamado el noble oficio de sanador. ¿Buscades por ventura pociones con las que sanar a los enfermos?

(esta parte no la pude grabar, la resumo)

Después un tipo reconoció al vendedor, le había vendido uno de sus frascos milagrosos para su mujer en Medina del Campo y poco después murió. El tipo tiró su puesto y empezó a pelear con él, hasta que lo separaron los alguaciles. Después llegó el merino (jefe de la policía del mercado) y el tipo acusó ante él al vendedor de ser un embaucador. Uno de los presentes, llamado Casimiro, lo corroboró al ver que los frascos contenían solo agua salada. Casimiro se presentó a Roger como curandero, y le dijo que le había visto hablar con el embaucador y solo sintió curiosidad por ver si le engañaba. Le dijo que buscara a Nicomedes en la judería si quería adquirir más conocimientos sobre medicina.

En la puerta de la judería, un muccadim (guardia judio) no le dejó pasar hasta que recibió un suculento soborno. Entonces Roger avanzó hasta un mercado en el que una joven le indicó que Nicomedes estaba en la madraza, un edificio al final de una estrecha calle. De él salían y entraban estudiantes. Roger entró a una sala llena de ellos, con un púpito de madera, desde donde se supone que exponía el profesor.

‹Roger› Me dirigo al pulpito, ya que probablemente deba pedir audiencia al "secretario".
‹DJ› Al púpito se llega mediante unos escalones de madera sobre un tablado.
‹Roger› Mejor me dirijo a los "estudiantes" y les digo: -Dios vos salve, busco a Don Nicomedes, ¿me podría indicar alguno de ustedes donde encontrarlo?
‹DJ› "Yo mesmo", dice un individuo al otro lado de la sala. Es alto, de mediana edad, y lleva una especie de turbante que lo distingue de los demás.
‹Nicomedes› (estaba hablando con unos estudiantes, que se hacen a un lado) ¿Quién sodes et qué buscades acá?
‹Roger› Dios vos guarde, mi señor.
‹Nicomedes› Non es el mesmo Dios el que me guarda a mí que el vuestro, me temo.
‹Roger› En el mercado me he encontrado con Don Casimiro y me ha remitido a vos en su nombre para poder adquirir conocimiento.
‹Nicomedes› ¿Casimiro? (piensa durante unos instantes) ¡Ah, sí, Casimiro! Tiempo ha que non lo veo. ¿Qué queredes saber, cristiano?
‹Roger› Non pretendia ofenderos, no tengo el honor de conocer lo suficiente de los vuestros, tan solo intentaba ser educado y cortés (y acompaña lo dicho con una pequeña reverencia). El arte de la sanación es lo que me ha movido a venir ante vos.
‹Nicomedes› Un arte que sin embargo Dios ha querido transmitir solo a su pueblo elegido. (notas que te habla todo el rato como poniéndote a prueba)
‹Roger› (ya veo)
‹Nicomedes› ¿Por qué vos, cristiano, creedes que sodes digno de mis enseñanzas?
‹Roger› Solo confío en ganarme eso con los actos consecuentes a lo que me podáis enseñar.
‹Nicomedes› ¿Acaso conoscedes la Torah?
‹Roger› No.
‹Nicomedes› Estonces, ¿cómo creedes que puedes venir acá a pedirme que vos enseñe, si nin siquier conoscedes lo más básico?
‹Roger› Mi buen padre, me educo junto a su buen amigo como bien pudo.
‹Nicomedes› Imagino que al menos sabedes de Hipócrates et Galeno.
‹Roger› Si me podéis indicar cómo puedo empezar con la Torah, soy todo oidos. Si creéis necesario empezar por ahí, no soy yo quien os lo va  a cuestionar.
Roger fill Arna 1d100: 12 ( = 12)
‹Roger› ¿Hipócrates? Sí, algo se me ha enseñado de él...
‹DJ› Todos los estudiantes empiezan a reírse a tu alrededor. También sonríe Nicomedes.
‹Nicomedes› Amigo, se necesitan muchos años de estudio para conocer la Torah.
‹Roger› Roger aguanta el chorreo lo mejor que puede, ya que ha llegado ante él, no se rendirá a la primera burla.
‹Nicomedes› Has de mamallo desde pequeño. Et vos ya sodes crecidito. Mas por lo que me diciedes de Hipócrates, veo que es cierto, que algo vos han enseñado.
‹Roger› Contra la peste he luchado con mis conocimientos, y se demostraron insuficientes....
‹Nicomedes› (al hablarle de la peste, cambia el semblante). ¿De dó viniedes?
‹Roger› Mucha gente murió y no cejaré en mi intento de aprender a frenar a la muerte, si esta es causa de las heridas o las enfermedades. Soy de Barcelona (Roger avanza un paso y se pone recto y tieso...) En mi lucha con la peste aprendí una cosa... (Roger saca el Coltell y lo alza para acto seguido clavarlo al suelo) No hay arma que valga.
‹DJ› Los demás retroceden, sorprendidos.
‹Roger› Dice, señalando el coltell: Solo que uno tiene aquí (se señala el corazon) y aquí (señala la cabeza). Y me han asegurado que en esta casa y ante vos... conseguiría algo de eso.
‹Nicomedes› Mirad, Roger. Yo non vos puedo enseñar nada. Sodes llegado a lugar de judíos, et solo a los judios puedo enseñar. Mas...
‹Roger› Roger se queda en silencio y sin moverse...
‹Nicomedes› ¿Sabedes leer?
‹Roger› Sí. Quizás no tan bien como sus estudiantes, pero sí.
‹Nicomedes› (Saca un libro del interior de sus ropas) ¿Conoscedes a Avicena?
‹Roger› Me temo que no he tenido la oportunidad, lamentablemente.
‹Nicomedes› Es el mejor médico que ha dado la historia. Aqueste es un summum de su tratado de medicina. Abreviado, pero válido. Non creades que todo se arregla con sangrías. Hay mucho más. Si me ofrecedes algo a cambio, vos puedo dar aqueste libro.
‹Roger› Roger coge todas sus monedas y las alza hacia él. Ante tal conocimiento no puedo ofreceros mas que lo que tengo. Si no son monedas lo que queréis... (las amontona a sus pies) Tengo esto (y Roger saca un par de los bálsamos de curación.
‹Nicomedes› (todos miran con mucha curiosidad, inlcuido Nicomedes) ¿Qué es?
‹Roger› Las monedas son algo menos de 60 maravedis (10 del guardia descontados). Esto es una poción que sirve para guarecer las heridas del cuerpo.acelera mucho el proceso de recuperación
‹Nicomedes› Dejadme verla.
‹Roger› Le ofrezco las dos.
‹Nicomedes› (coge una y la huele y moja el dedo) Non conosco esta sustancia. ¿Non será uno de esos ungüentos milagrosos que ofrecen en el mercado?
‹Roger› Os juro por mi padre que no.
‹Nicomedes› Habedes de fazer una demostración.
‹Roger› Está bien. (Roger coge el Coltell y se corta en el antebrazo).
‹Nicomedes› (todos se quedan estupefactos y oyes voces de asombro. Nicomedes se queda con la boca abierta) ¿Estáis loco?
‹DJ› Pierdes 1 PV.
‹Roger› No temáis por mí. (Roger limpia el arma y la enfunda)
‹DJ› Has captado la atención de toda la sala. Todos están pendientes de ti.
‹Roger› Coge el frasco y limpia su herida.
‹DJ› ¿Con movimientos y palabras?
‹Roger› Tal y como me enseñó mi tutor, al aplicar la compresa con este bálsamo se debe hacer lo siguiente. (y Roger recita y mueve tal como lo ha visto hacer siempre)
‹DJ› Marchando tirada de IRR -15. Suerte.
Roger 1d100: 53 ( = 53)
‹DJ› ¡Éxito!
‹Roger› Orgullosamente, Roger muestra el brazo.
‹DJ› Ante el asombro de los presentes, el rasguño se cierra sin dejar rastro.
‹Nicomedes› Pero, ¿cómo...? (Nicomedes se ha quedado de piedra)
‹Roger› Los incultos y sin conocimiento lo llamarian Brujería. Pero vos y yo sabemos que hay muchas otras cosas a parte de las sangrias, ¿no es así?
‹Nicomedes› Jamás vi semejante prodigio... me gustaría saber su composición. Decídmela y el libro es vuestro.
‹Roger› Belladona, mirto y agua tratada bajo la luna.
‹Nicomedes› Imposible... debe haber algo más.... No puede ser, he usado esos componentes antes sin un resultado tan increíble. Algo escondéis.
‹Roger› Efectivamente, pero eso solo os lo diré a vos a solas.
‹Nicomedes› Bien. Se acabó la clase. Vamos a mi casa.

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30/09/2011, 18:03
Roger fill d'Arnau
Sólo para el director

Leido del tiron queda chulo.. eh?

en cuanto llege a casa te hago el final

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30/09/2011, 20:58
Roger fill d'Arnau
Sólo para el director

Una vez Roger y Nicomedes se quedan solos, Roger medita profundamente lo que debe decir:

-Es bien cierto que hay algo que no os he contado, y es que en el rato de que disponemos no es posible que le eseñe como preparar este increible remedio. Le adelanto cuanto le puedo decir, debido a mi experiencia y conocimientos actualmente ya solo necesito 1 dia para poder preparar este remedio, a razón de un máximo de 6 dosis despues de una dura jornada de trabajo.

Tambien es cierto que no os he dicho todos los ingredientes, en realidad son Belladona, Mirto, Betónica y agua que debe estar solarizada bajo el signo de la Luna.

La manera de prepararlo es mezclando todos los ingredientes hasta conseguir esta textura y olor tan agradable (Aquí Roger le acerca el Balsamo que ha destapado antes para que pueda examinarlo cuidadosamente).

Lo que debo añadir a continuación es que este remedio a pesar de ser muy bueno, rozando lo increible, tiene sus limitaciones, solo funciona si se usa para lavar las heridas y solamente una vez por día sobre el herido. Si se repite el tratamiento no sirve absolutamente para nada.

Roger hace una pausa ya que empieza a temer que Nicomedes quede desbordado ante tanta información en tan poco tiempo.

-Dependiendo de la constitución de la persona tratada es posible conseguir sanar en una semana o menos, heridas que tardarían entre 4 y 6 semanas para curarse, eso en heridos que hagan reposo y reciban atención....

Roger respira profundamente y prosigue:

-Estos frascos dejan de funcionar en el mejor de los casos tras 12 dias de haber sido preparado. Y además, y ahora es cuando necesito que me creais, hace falta recurrir a la madre Gea para que nos otorgue su don de la vida para conseguir el resultado que os he mostrado antes, y según la tradición de mi gente se consigue tal como me habeis visto gesticular y orar. Lo peligroso de hacer este ritual de bendición se toma por brujería por la gran mayoría de la gente y es que como ya debe usted saber, hay mucho ignorante radical que no comprende ni quiere comprender la grandeza de cosas como las que le estoy exponiendo aquí. De alguna manera he puesto en peligro mi seguridad al haberos enseñado esto ante vuestros alumnos, ya que si llega a oidos de según quien este hecho, podrian condenarme a pasar las pruebas de la brujería, que tanto usted como yo sabemos que son castigos y asesinos cometidos por la mano del hombre intolerante y no obra y gracia de Dios, el mio o el vuestro, que siempre he sospechado que en nuestra pequeñez e insignificancia tan solo somos capaces de ver diferentes caras de un mismo ser todopoderoso, y apelo a vuestra razon para que intenteis comprender que lo que acabo de decir no tiene en ninguno de los casos intención de faltar al respeto ni intentar ofenderos para nada, mi señor.

-Así pues solo os puedo ofrecer, a parte de esas  míseras monedas que son cuantas tengo en este momento, alguno de los frascos que tengo hechos y estas monedas con mi palabra de que volveré para enseñaros como se hace este increible remedio sanador. Os juro por el honor de mi padre, en paz descanse, que no he faltado a la verdad tal y como yo la conozco. Es más, de sobrevivir al cometido que estoy a punto de comenzar os puedo decir que no solo os enseñaría a fabricar este balsamo curativo, ya que conozco otro gran remedio que sirve para ayudar a los enfermos a superar sus dolencias en vez de las heridas, pero nuevamente debereis fiaros de mi palabra, que estoy dispuesto a sellar de la manera que vos creais conveniente. Incluso os ofrezco mi vida como pago si fallo a mi palabra....

Roger desenfunda su Colltell y cogiendolo de la hoja lo ofrece a Nicomedes mientra el se pone con una rodilla al suelo.

-Más no os puedo decir, mi señor.

Roger se queda a la espera de ver como reacciona Nicomedes...

 

 

Notas de juego

Lo de madre Gea , lo saco de que el tutor amigo de mi padre, había pensado que lo conoció en su campaña con Roger de Flor al final del Mediterraneo, allá por las tierras griegas....

 

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01/10/2011, 12:12
Nicomedes

Te hace una señal pidiéndote que te levantes.

"Lo que diziedes es difícil de creer", dice. "Mas helo visto con los mis proprios ojos. Al principio pensé que non era más que un truco, mas veo por lo que diziedes que conoscedes el oficio de sanador. Empero, por otra parte, veo que vos gusta mucho el teatro, et eso me faze desconfiar, pues los cómicos son unos de los mayores farsantes. Non vos conosco de nada, et yo soy hombre muy precavido. Por tanto vos propongo lo siguiente. Dejadme acá una de esas pociones et escrebidme la forma et manera en que habedes obrado tal prodigio. Cuando lo hayades completado, volved et os cambiaré vuestros escriptos por aqueste valiosos libro de Avicena. ¿Qué vos paresce?"

Notas de juego

En términos de reglas, lo que te está pidiendo Nicomedes es qe le escribas un pequeño grimorio en el que incluyas el hechizo Bálsamo de Curación. Como este es de vis secunda, debes pasar una semana completa dedicada a la escritura, al final de la cual tendrías que hacer, en tu caso, una tirada de Enseñar; el porcentaje de Enseñar del libro será igual a tu Enseñar menos la tirada más tu Cultura; si fallaras la tirada, no se podrá aprender nada de ese libro. Sin embargo, en este último caso, eso (que no se puede aprender nada de él) Nicomedes tardaría al menos unas semanas en descubrirlo.

El libro de Avicena es un ejemplar traducido al castellano (rarísimo de encontrar en ese idioma), y obviamente aumentaría tu porcentaje de Medicina.

PD: A mí también me gustó la sesión de chat. No solo tú te enrollaste, yo también ;) Aparte, te advierto que lo que hiciste, en mitad de la madraza y en presencia de muchos estudiantes, ha llamado MUCHO la atención...

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01/10/2011, 17:46
Roger fill d'Arnau
Sólo para el director

- Lamento haberos causado la impresion de teatrero, pues habia creido que era la mejor manera de demostraros la valía del balsamo de curación. Insisto en el hecho que los testigos de tal hazaña, no deberían llamar la atención sobre lo ocurrido aquí, ya que pondria en peligro el que cumpla las condiciones que me ofreceis. - Roger alarga el frasco abierto, que vuelve a tapar, a Nicomedes- Condiciones que acepto, lo que ocurre es que mañama debo partir sin posibilidad alguna de demorar o eludir mi deber de cumplir mi palabra dada. Os puedo pedir un documento para tener paso franco al volver a entrar en la judería y evitar la situación que me he encontrado hoy al intentar venir?

-Si no se complica nada, y sobrevivo a la dificil tarea que me espera, creo que antes de un mes tendreis eso que me pedís. Os aviso para que no desconfieis al ver que pasan los dias. Además, todo lo que os he explicado lo podeis anotar en algún libro para complementar lo que debo escribir yo para que aprendais el proceso de fabricación de dicho balsamo, ya que todo lo dicho es muy cierto, útil y necesario para fabricarlo. Deberiais preparar un buen acopio de esos ingredientes y conseguir un buen equipo de alquimista para estar preparado para cuando os lo entregue. Es más, quizas se den las circunstancias que pueda quedarme para que fabriquemos unos cuantos frascos juntos y asi poder enseñarle mejor como hacerlos. Que os parece? Tenemos un acuerdo?- Roger, solemnemente, alarga el brazo para entrechar las manos para sellar el trato mientras le aguanta la mirada sin desviar sus ojos para nada, intentando reafirmar sus palabras con sus gestos y porte.

Notas de juego

Nota al DJ: Es una propuesta de acuerdo de lo mas sincera que puede ofrecer Roger, y así he intentado describirlo.

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01/10/2011, 18:11
Nicomedes

"Ah, amigo", dice Nicomedes, "vuestra fue la idea de fazer aquella demostración delante de todos mis alumnos, et nada puedo fazer yo para impedir que lo difundan. Mas vuestro interés parésceme sincero et estaré encantado de darvos el libro a cambio de lo que diziedes."

Entonces el judío te estrecha la mano, y a continuación te redacta el documento de paso.

"Bien faziedes en me lo pedir", explica, "pues pronto viene la Santa Semana christiana et las puertas de la aljama se cerrarán a cal et canto, que non es la primera vez que ocurren fechos desagradables en aquestas fechas". Dicho esto, te entrega un pergamino escrito en hebreo, enrollado y atado con una cinta. "Con aquesto non debería haber problemas para entrar cuando volváis. Buen viaje, Roger, vos estaré esperando."

Notas de juego

Añadido al inventario el documento de paso para la judería.