-Cuando hablais de don Juan, parece que hableis de un segundo padre para vos, mi señor Orduño. Si tal como me ha parecido, habeis gozado de confianza mutua los dos, quizás haya algún tema o alguna cosa que se le pueda decir o preguntar en nombre vuestro, mi señor, que nos ayude a saber si sigue siendo digno de vuestra confianza o si por lo contrario ha traicionado a la orden o a vuestra fe y respeto en él, y de ser ese el caso como creeis que deberiamos proceder teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente.- Roger, formula esta delicada pregunta marcando las pausa para remarcar que lo dice con toda la delicadeza posible ya que es sumamente consciente de estar tocando un tema muy sensible dada la manera de hablar del señor Orduño respecto a don Juan.
La expresión serenamente inquisitiva de Orduño cambia radicalmente en cuanto escucha lo dicho por Roger, y aunque trata de contenerse, por primera vez saca a relucir el deje de autoridad que suele acompañar a las personas de su rango:
"Ya vos le he dicho: guardaos de mencionar mi nombre en ese castillo, o vos pondréis en grand periglo. Et non toleraré más preguntas sobre ello", dice secamente.
Vos hablasteis de un caballero y un escudero mandados antes a desfacer aqueste entuerto. ¿Que sabéis de ellos?
¿Se falló su cadáver?
¿Qué nombres tenían caballero y escudero, como eran ambos?
¿Llegaron al castillo?
Simplicio medita estas ideas: Tal vez la rufianada de Millán-roba caballos pueda sernos útil disimulando las pesquisas de la su búsqueda, por la de la mi búsqueda.
A lo mejor buscando lo pequeño conocemos lo grande.
No me esperaba esa reacción, después de la tirada de Empatía. Supongo que para variar, se me ha escapado algo.
Jeje, es que la tirada de empatía, por muy "crítico" que sea, no sirve para leer la mente... Roger percibe que el asunto es más personal de lo que parecía para Orduño y que él debe conocer a don Juan, pero se le escapa el por qué. Con empatía se pueden percibir los sentimientos, pero no las razones de los mismos.
"Solo sé lo que vos he dicho", le dice Orduño a Simplicio, recuperando el tono que mantuvo antes de contestar a Roger. "Los mandamos allí et ya non supimos nada. El caballero se llama Rodrigo; es joven, unos veinte años, fijo menor de un conde que vive en la frontera, et desque ingresó en la orden ha tratado de destacar. Temo que encomendé aqueste asunto a la persona equivocada. Espero que vos seades más prudentes. Del su escudero nada sé, nin siquier el nombre."
-Non era mi intención provocar enojo en Usía et pido disculpas por mi falta al haberos ofendido, mi señor.- Responde Roger claramente sorprendido por la reacción de Orduño. - Llevaremos algún tipo de documento para acreditarnos ante el castillo para que nuestra tapadera sea más convincente? et por otra parte, ¿seremos acompañados por alguien hasta el castillo?
A continuación responde a Roger como si nada hubiera ocurrido: "Ya había pensada esa cuestión", y, tomando una hoja de papel, moja la pluma en el tintero y se pone a escribir tan frenéticamente como cuando lo visteis al entrar; por su habilidad con la pluma más parece un escriba que un guerrero, aunque de este último no le falte el porte. Al terminar, dobla el papel con cuidado, enciende una de las velas que tiene en el escritorio y deja caer unas gotas de cera color púrpura en el centro; segundos después, la presiona con su anillo, imprimiéndole el sello de la orden. "Entregad esta carta a quien vos lo requiera, mas procurad que sea persona principal, pues una vez que se rompa el sello, non valdrá nada". Y, levantándose ligeramente de su asiento, se la alarga a Ventura. "Nadi vos acompañará", añade, contestando a la segunda pregunta de Roger, "mas habedes a estar vigilados hasta vuestra entrada en Motemolín."
Añadida "Carta de Orduño" al inventario de Ventura.
Se acercó para importunar lo mínimo a Orduño y recoger la carta. Con cuidado la introdujo en su zurrón y reverenció al noble.
Volvió a la posición cercana a sus compañeros y les miró uno a uno. Al hombrecillo no se le ocurría ninguna pregunta más. Orduño había sido claro, muy claro, y la reacción ante la pregunta de Roger le hizo pensar que tanta pregunta importunaba al noble. Terminada la revisión a sus compañeros se quedo frente al noble con las manos cruzadas y los brazos extendidos.
- ¿ podremos pasar un dia mas aqui haciendo pesquisas sobre Rodrigo y su escudero, o la presa es tan grande que debemos partir esta misma noche?
Simplicio cree haberle preguntado al trece todo lo que necesitaba saber.
Albert levanta la cabeza y mira alrededor de la mesa virtual y observando a sus compañeros de aventura dice:
-Yo también quería saber de cuanto tiempo disponemos, ya que nos dió un plazo para cumplir, pero tambien nos adelantan 100 maravedís para equiparnos. Y yo quiero comprar alguna cosita, sin falta antes de salir.
Mientras el resto pregunta, yo permanezco en silencio. Realmente he preguntado todo lo que me parecía importante. El resto, seguramente pueda deducirlo cuando se presenten las preguntas.
Además, si los demás llegan a importunar al noble con las preguntas, siempre podré decir que yo no abrí la boca más de lo necesario.
Posteo para que sepáis que sigo aquí, pero que no tengo nada importante que decir. Por mi, podemos partir ya.
"Non conviene", dice Orduño en respuesta a la pregunta de Simplicio, "nin a vos nin a la orden, andar preguntando acerca de un hombre al que se le encomendó algo secreto. Vos pueden tomar por espías, et si habedes la mala suerte de preguntar a quien non se debe, en muy malas vos habedes de ver. Yo daré agora la orden para que en dos días salga para Montemolín el cargamento de piedra necesario para reparar la muralla. Si habedes en mente pertrecharvos o descansar, fazeldo, mas partid mañana como muy tarde. Non habedes de volver a entrar más en la casa maestral nin dirigirvos a mí si me hallades en la calle; como vos dije, con el cargamento mandaré a alguien de confianza, et solamientre a través dél recebiré vuestros informes. Él vos dará más instrucciones cuando llegue, et será él quien vos pague el resto cuando el trabajo esté acabado". Dicho esto, pone sobre la mesa una bolsa de cuero que contiene los cuatrocientos maravedíes acordados como adelanto. "Que el santo apóstol vos proteja."