Durante un segundo, Kousuke creyó haber conseguido lo imposible: las respuestas a sus preguntas y tener a Mamoru entretenido. Pero tenía que haber previsto que se las arreglaría para volver a liarla. Para la próxima debería convencerle para que se pusiera un bozal también.
-¡Lo sentimos, Chef! ¡Es una broma de Mamoru, una muy mala y que se ha perdido por la barrera del idioma!-intentó poner paz, mientras ponía distancia entre ellos dos y el cuchillo.-¿Verdad, Jefe?
Pasó el brazo alrededor de los hombros de Mamoru y forzó una carcajada, fingiendo que estaba todo bien. Pero en realidad, lo que más le interesaba era acercársele al oído.
"Paso 1 para conseguir que un personaje mueva la trama: encontrarle un objetivo, un deseo o necesidad."
-¿No crees que a la jefa de Detectives le impresionaría muchísimo que consiguiéramos resolver pronto y sin sobresaltos esta misión?
"Paso 2: encontrarle un antagonista que ponga en peligro su deseo."
-Después de todo, nos la ha mandado porque nadie más puede, ni siquiera ese detective rubio Jill.
"Paso 3: usar esta información para que mueva adelante la trama que has diseñado para él."
-Si tan solo consiguiéramos que la chef nos dijera si tiene coartada o no...-al menos para empezar. Se sentía algo mal por estar usando consejos literarios con una persona de carne y hueso, pero necesitaba que sus prácticas policiales no acabaran tan pronto.
Por fortuna para Kousuke Tsutomu Mamoru Ai Yastis era fácil de manipular, como si de un niño pequeño con poca capacidad de atención se tratara; por lo que sus indirectas funcionaron más o menos en el sentido de empujar a aquel detective senior en la dirección correcta.
-Antes de que nos vayamos, que ya nos vamos. -Aseguró mientras reculaba también- ¿Tienes Coartada?... ¿Y que tipo de salsa lleva?. ¿Ranchera?. Es que tenemos una reserva para esta noche y...
Eso fue más que suficiente como para que el vaso que ya se había colmado directamente fuera lanzado contra ellos; literalmente, pues Miiranda Marceau MII tomó un vaso de una encimera y lo lanzó contra aquellos policías, usando para ello el pez globo como bate para lanzárselo. El vaso estalló al lado de estos y derramó el agua con el perejil a remojo.
-¡FUEGHA DE MI GHESTAUGHANTE!. -Gritó con ahora un terrible y marcado acento francés.
Sin más remedio que abandonar el restaurante si no querían estar cubiertos de condimentos, o peor aún, cortados por cuchillos de chef o pinchados por las espinas de pez globo; aquellos dos policías tenían que huir por sus vidas, y bastante, puesto que no tomaron el coche para llegar hasta allá.
Por lo visto no habría más pistas de las escasas, si es que alguna, habían logrado obtener de aquel encuentro... iba a ser un caso harto complicado de resolver...