Partida Rol por web

Ishaq, determinado a encontrar la procedencia, escudriña los bajos de la enorme cama para descubrir, entre unas cuantas cenizas, los restos de lo que parescieren misivas dirigidas al Obispo. Et entre que non eres diestro con las letras (aún menos las non hebreas) et que aquello está negro como el carbón, tan sólo puedes distinguir una pequeña frase:

...ya que conoscéis el mío secreto, haré las donaciones pertinentes para lavar mis pecados...

-En efecto, en efecto... He escuchado los rumores. Una terrible noticia, non cabe duda -dice el Obispo, santiguándose-. Requiescat In Pace.

Un incómodo silencio inunda entonces la catedral.

-Sin embargo non alcanzo a entender quiénes sois vos, qué interés pudiéreis tener en la muerte de don Honesto, et mucho menos qué tuviere que ver todo aqueste funesto asunto con la mía persona.

¡Sagrado Talmud! -pensé logrando divisar aquella maltrecha frase-. Ahora todo el mundo se me venía encima. Era como aquellos perros que en teniendo decenas de longanizas delante de sí, no mordisquean ninguna porque no saben por cuál empezar... Pues en aquestas estaba yo, ¿qué hacer ahora? Sin ir más lejos, dejé de buscar, tomé las misivas y me las metí en las partes nobles... Sin duda que no podía dejarme ir o perder aquellas pruebas, fueran cuales fueran, pues el obispo, según discerní, pagaba a alguien para mantener un silencio que ahora tenía en mi poder. Debía contárselo a mis compañeros, pero sobre todo ser cautos...

Salí entonces por la puerta, vigilando por los pasillos, et intenté escabullirme de la mezquita-catedral, esperando al resto en plena calle.

Siguiendo el ejemplo del gordo Pedriño, el de Baena arrodillose para besarle el anillo a Monseñor Simplicio, esperando ver el camino que tomaba la conversación que, como era lógico, no comenzaba con buen pie.

Carraspeó un tanto nervioso pensando cuál sería la mejor manera de preguntar sobre el asunto, pues sabía lo susceptibles que podían llegar a ser estos hombres poderosos y, siendo ellos unos pobres alguaciles, las de perder siempre las llevarían ellos. Acordose de las palabras del judío Ishaq sobre quién daba limosna a quién y, con un tacto del que estaba más bien escaso, prefirió ir directo al grano.

-Verá Monseñor... Extrañonos saber que... en vez de ser el gremio el que diera ofrendas a la Iglesia... esto... la Iglesia, y vos en su nombre, fueran los que dieran donativos al gremio. Seguro que sólo es algún error o malentendido... y que vos no tenéis nada que ver... Pero mejor asegurarnos para mantener limpio vuestro nombre por si alguien más puede ver los papeles que nos mismos hemos visto.

Quedose aguantando la respiración esperando el más que probable arranque de cólera por parte de Monseñor.

El Maruxo levantose fatigosamente de la reverencia y miró compulsivamente primero al monseñor y luego al Rodrigo. Otrora al Rodrigo y después al monseñor. Decidio pues ayudar al su compañeiro, añadiendo palabras vacías.

—Iso...iso...iso mesmo pensei eu. O importante é deixar limpo o sagrado nome da igrexa... e o voso, monseñor, que non haya duda alguna.