Hace ya un mes que todo aquello ocurrió. Un coche volvió a la Gran Manzana llevando a un cadaver. La policía no supo que pensar. ¿Por que no se había seguido el procedimiento? Pero nadie supo que responder. Cuando les tomaron declaración ninguno supo que decir.
La ficha policial tenía muchas lagunas. Lo único que se pudo sacar en claro fue que Ambrose Wisner había secuestrado a aquel bebe y que él había matado a Peter Blood y al recién nacido. Una mente enferma. Fue internado y en su locura solo repetía una y otra vez que "ellos los habían salvado". Pero la historia seguía sin tener sentido.
Las heridas de Hudson y de Blood no se correspondían con el arma encontrada en la escena de los echos. Respecto al cadáver del bebe nunca nadie lo encontró. Sus padres, el señor Jacob Cornelisz y la señora Harriet Cornelisz fueron enseguida a la central. Demostraron preocupación por su hijo pero en lugar de tristeza el señor Cornelisz mostró furia al oir que el bebe había muerto. Sus ojos relampaguearon de ira. Por su puesto los investigadores tuvieron una denuncia pero, por suerte para ellos, el detective Joseph Hudson tenía una gran reputación en el cuerpo y eso los libró de una condena por asesinato. Después de aquello no se volvió a saber de los Cornelisz.
Los investigadores se separaron y cada uno trató de afrontar lo que había visto lo mejor posible. Joseph y Samantha tenían pesadillas recordando a los humanoides de aquella cueva y al volver a vivir la muerte del pequeño. Todo el mundo les negaba que eso fuera posible y necesitaron mucha ayuda para superarlo. Al final, la verdad nunca se supo. Ni si quiera ellos la supieron con certeza.
No todas las historias tiene heroes, pero si gente luchadora.