Partida Rol por web

Lejos de mayor preocupación, un frío "Sea pues", es la respuesta de Malaquías a la soldadesca del Conde.

Las suposiciones de Alejandro dan como resultado un bufido del siervo y una mayor presión sobre las riendas, que se traduce en un aumento de la velocidad de la comitiva, para desgracia de los heridos.

Malaquías no ha dudado ni un momento en ordenar continuar la marcha aún sin la escolta otorgada por el Conde.

Gritando desde su yegua embravecida, dice:

-¡Vamos, los soldados del Conde se encargarán de ellos!.

El camino hacia Toledo parece volverse más vertiginoso por momentos, mientras atrás queda el campesino malherido tendido sobre el suelo y el grupo de soldados arremolinándose en torno al desgraciado...

La situación me arrastra, me empuja y me sobrepasa. Cuando por fin podíamos descubrir algo, ese algo se nos escurre entre los dedos. Lo siento por el campesino, los soldados pueden ser muy crueles y vengativos. Perdieron compañeros, se mostrarán especialmente inhumanos. No quiero pensar más en esto.

Para olvidar lo que pueda suceder a ese hombre me acerco a Hernán y Roberto. Les ofrezo mi ayuda para caminar. Demasiadas sensaciones y confusión para mi. El tiempo mejora día a día, se nota que rodamos hacia el estío. Calor, polvo, sed. Pronto los sufriremos.

Permanezco ajeno a la refriega medio escondido tras un arbol observando la situación.
No entiendo bien el odio feroz que tienen estos campesinos pero tampoco me preocupa demasiado.
Lo que único que me preocupa en este momento es cuando descansar y cuando se aliviará este dolor de cabeza.
El camino se hace duro pero rechazo la ayuda de Alejandro con una leve sonrisa.

- Como no puedas llevarme la cabeza un rato no creo que me puedas ayudar mucho compañero.

Aceptando la ayuda de Alejandro, Hernan envaina su espada y se apoya levemente en el mientras mira a Roberto y le dice:

Vhamo no zeaz niñho que zhoy yo quien thienhe lhaz cozthillhaz rdhothaz...

 Tras decirle esto Hernan le tiende la mano a Roberto para ayudarle a levantarse a la vez que aprovecha que malaquias y su sirviente estan lo suficientemente alejados como para que no hagan caso de lo que hablan Alejandro, Roberto y Hernan para decir:

Crdheo que dheberhiamoz zabé que llheva en el carhrhro a la fuerdhza chicoz. Ze azuztharhan y ze acobhardhardahn. No me dha bhuena ezpina eze Malhaquiaz. Perho ezperdhemoz a eztardh maz lejoz.

Hernan tras soltar toda la parrafada, en voz baja para prevenir que los escuchen Malaquias y el sirviente, ya que los soldados estan ya lejos de alli y no pueden oirlos siquiera, suelta un suspiro de alivio ya que le cuesta bastante trabajo hablar de manera que se le pueda entender.

La idea de Hernán me complace pero no tal cual la plantea. A la fuerza no compañero, a la fuerza no. Bastante tendremos con mantener el ritmo y evitar que se os abran las heridas. Este cabestro si puede os deja atrás y así se evita pagar vuestra soldada. No le daremos ese gusto.

Pero a mi también me pica la curiosidad. ¿Cómo podemos averiguar qué lleva en el carro? Tendrían que alejarse ambos del carro para que pudiéramos mirar. ¿Por qué motivo querrían alejarse del carro?

Antes de que tuvieses que dejar tendido en el suelo al pobre campesino sus ultimas palabras para contigo fueron: " Nos matan de hambre..." es lo único que acertó a decir el hombre antes de desmayarse. La crueldad de Malaquías y su criado no tienen límites. La ´de dejar a un hombre moribundo tirado en el campo ya es demasiado para vosotros.

Terminada la jornada llegáis a una villa llamada Leruna donde Malaquías pregunta a un muchacho por la posada más cercana y al entrar Malaquías vuelve a preguntar al posadero si ha visto a cinco caballeros. Ante la afirmación del posadero dice sentirse indispuesto y os pide que hagáis guardia mientras Tobías y él descansan.

¿Qué hagamos guardia en una posada? Quizá pretenda que nos afinquemos ante su puerta el muy exigente.

Ramona, Inés, si os parece nosotros tres deberíamos turnarnos para vigilar y así permitir a Roberto y Hernán recuperarse. Además, deberíamos buscar un lugar tranquilo donde charlar, me gustaría vigilar de cerca las pertenencias de Malaquías, no sea que le roben.

El guiño de ojo al pronunciar las últimas palabras sólo puede ser visto por mis compañeros.

¿Qué tendrá con . . . o contra los caballeros catalanes? Parece rehuirlos.

A pesar de que no me preocupan demasiado los campesinos la actitud indiferente del mercader no hace sino aumentar mi mala opinión de mismo y de su criado. La promesa de la recompensa y el deseo de no haber hecho tanto esfuerzo en balde es lo poco que mantienen mi compromiso de acompañar a Malaquías.

Al llegar a la posada observo intrigado su actitud al oir que lo catalanes estaban en la ciudad. Me fijo en su mirada nerviosa al decidir encerrarse en su habitación para no verles intentando descrifrar sus emociones.

Gracias Alejandro. Nos vendrá bien recuperar fuerzas... por lo que pueda pasar. Le guiño el ojo en actitud complice al ver su gesto. Pero no dudes en despertarnos si amenazan a nuestro querido amigo Malaquias. Digo con ironía.

Después de comer algo me dirigo a dormir y reposar un rato en la posada.

Hernan tras ver como Malaquias y Tobías se marchaban apresuradamente, escucha la conversación sobre los turnos de guardia y agradece a sus compañeros que les dejen reposar sus heridas. Pero no satisfecho del todo, vuelve a abrir la boca dispuesto a decir algo pese a lo poco que le gusta hablar debido al esfuerzo que debe realizar.

 Crheo que dhebherdhiamoz zabherdh que esthamoz prdhothegiendho. No me guztha nadha la acthithudh dhe ezoz dhoz y me fio menoz aun dhe que lo que llevhan zean thelaz... Oculthan algo zegurdho

Como siempre, tras decir algo que para los demas es poco, para el es demasiado y suspira aliviado de haber terminado de hablar nuevamente a la vez que espera la respuesta de los demas.

Todo el viajes desde Castrojeniz hasta aquí había sido bastante duro para Ramona. No quería abandonar al campesino a su suerte, pero la determinación de sus compañeros, que veían como la mujer estaba poniendo en peligro su vida fue suficiente para alejarla del lugar.

No recordaba la última vez que había sentido odio por alguien, pero ahora este sentimiento estaba muy vivo hacia las personas a las que teóricamente debían de proteger. No era un sentimiento noble, pero no podía reprimirlo en su interior. Sabía que sus compañeros pensaban lo mismo y no era para menos.

Alejandro tiene razón. Descansad. Haremos hoy las guardias -dijo la mujer mientras acababa de examinar las heridas de Roberto y Hernán, que parecían sanar a buen ritmo-.

Ramona también asintió ante el guiño de Alejandro.

Planificáis varias guardias, la noche transcurre tranquila. En cada una de las guardias os preguntáis el porqué de esa intranquilidad de Malaquías. ¿ Guardias en una posada en un pueblo tranquilo ? , no tiene ningún sentido. Algo o alguien teme Malaquías. Además su desaparición durante el asedio... y eso sin mencionar al asqueroso que tiene por criado que casi hace que devolváis cada vez que le véis.

A la mañana siguiente Malaquías bastante más tarde de lo normal, Malaquías os despierta ayudado por Tobías casi a patadas para que partáis de nuevo.

Nuevamente os ponéis en camino...